Las Nuestras Tauromaquia Mexicana con Toque Femenino.

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JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

LAS NUESTRAS. TAUROMAQUIA MEXICANA CON TOQUE FEMENINO. Desde los siglos virreinales y hasta nuestros días.

MÉXICO, 2014 - 2020



JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS Nº 77, 2 CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO, EXHUMADAS HOGAÑO, Nº 29. LAS NUESTRAS. TAUROMAQUIA MEXICANA CON TOQUE FEMENINO. Desde los siglos virreinales y hasta nuestros días. CON UN BORDADO PRÓLOGO DE MARY CARMEN CHÁVEZ RIVADENEYRA.

MÉXICO, 2014 - 2020


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José Francisco Coello Ugalde. 1ª edición publicada bajo el título de LAS NUESTRAS. TAUROMAQUIA MEXICANA CON TOQUE FEMENINO. Desde los siglos virreinales y hasta nuestros días. México, 2020. ©

Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. 2020.

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra -incluido el diseño tipográfico y de portada-, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito, tanto del autor como del editor. Imágenes de la portada: Apunte de Josep Maria Subirachs, a partir de la idea original de Gaudí para la fachada que se denomina De la pasión, en la catedral de la Sagrada Familia, en Barcelona. Domenikos Theotokopoulos, El Greco La Verónica, ca. 1580. Óleo sobre tela, 84 x 91 cm. (Museo de Santa Cruz, Toledo, España).


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ÍNDICE

5

PRÓLOGO DE MARY CARMEN CHÁVEZ RIVADENEYRA.

8

JUSTIFICACIÓN

17

1.-INTRODUCCIÓN, ESTUDIO Y REPRODUCCIÓN FACSIMILAR A LAS FIESTAS DE TOROS, JUEGO DE CAÑAS, y alcancías, que celebró la Nobilísima Ciudad de México, a veinte y siete de Noviembre de este Año de 1640 EN CELEBRACIÓN DE LA venida a este Reino, el Excelentísimo Señor Don Diego López Pacheco, Marques de Villena, Duque de Escalona, Virrey y Capitán General de esta Nueva España, &c. Por Doña María de Estrada / Medinilla.

45

2.-SOR JUANA EN LOS TOROS: INTELIGENCIA Y BELLEZA JUNTAS.

112

3.-EL CASO DE ANA MARÍA DE GUADALUPE Y NAVA CASTAÑEDA, TORERA HACIA 1725..

128

4.-“LUPE LA TORERA” METIDA EN AMORES CON SANTA ANNA Y CON BERNARDO GAVIÑO, NO ES OTRA QUE GUADALUPE LUNA, HIJA DEL “TORERO LUNA”.

131

5.-DATOS ACERCA DE UN ÓLEO CON MOTIVO TAURINO, PINTADO EN MÉXICO HACIA 1860.

140

6.-EN EL “BUSCAPIÉ”: UN ATAQUE SEVERO A DOS MUJERES TORERAS QUE ACTUARON EN MÉXICO EN 1865.

147

7.-INUSITADO ENCUENTRO CON IGNACIA RUIZ: TORERA Y ATRACANTE.

149

8.-LOS TOREROS... HEMBRAS.

153

9.-UNA MISMA MUJER: DOS SUERTES DISTINTAS.

157

10.-JUANA BERMEJO, IGNACIA FERNÁNDEZ O SOLEDAD GUERRA, LAS TRES CON EL SOBRENOMBRE DE “LA GUERRITA”, PERO SÓLO UNA ESTUVO EN MÉXICO.

159


11.-MARÍA AGUIRRE “LA CHARRITA” MEXICANA, FUE EN EL SIGLO XIX UN “GARBANZO DE A LIBRA”.

162

12.-EN LOS TOROS, LA MUJER SE INSCRIBE PROPORCIONAR LO MEJOR DE SU EXPRESIÓN.

PARA

165

GRAN

178

13.-JOSEFINA VICENS: DETRÁS AFICIONADA A LOS TOROS.

DE

LA

SEGURA

NOVELISTA,

UNA

14.-LA POESÍA TAURINA ESCRITA POR Y PARA MUJERES MEXICANAS.

185

15.-TODO MEXICO HABLA DE ELLA. EVOCACION ESPECIAL A CRISTINA SÁNCHEZ DE PROFESIÓN: "TORERO".

242

16.-¡NOVILLEROS!: ¿YA SE FIJARON?

246

17.-RAQUEL SÁNCHEZ, MARBELLA ROMERO e HILDA TENORIO: EL CARTEL DE LAS PRIMERAS TORERAS DEL SIGLO XXI EN LA PLAZA “MÉXICO”.

249

18.-EL REGRESO A LOS ORÍGENES MITOLÓGICOS DEL TOREO. (¡QUÉ BIEN TOREÓ ELIZABETH MORENO!).

251

19.-LA PLAZA “MÉXICO” TOMADA POR LAS MUJERES.

255

20.-UNAS PALABRAS RIVADENEYRA.

PARA

EL

ROBO

CALIFICADO

LUCÍA

261

21.-EN 1840 Y 2007, DOS VISIONES SOBRE EL TOREO DE FRANCES ESKIRNE Y FUMIKO NOBUOKA, DOS MUJERES SENSIBLES.

263

22.-NUEVA DOCTORA EN TAUROMAQUIA: CRÓNICAS TOMADAS DE AQUÍ Y DE ALLÁ.

269

MARBELLA

DE

ROMERO.

23.-PREGUNTA A UNA PINTORA.

271

24.-OTRA VEZ ESE MISTERIOSO ENCANTAMIENTO…

275

25.-CARTEL CON SELLO DE MUJER.

278

26.-¿UN MANO A MANO HISTÓRICO? QUE NOS DICE LA HISTORIA…

282

27.-DESPUÉS DE TODO… EVANESCENCIAS ENSOÑADORAS.

285

28.-APUNTES A UNA TESIS PRESENTADA POR NATALIA RADETICH

287


FILINICH: “FILOSOFÍA Y SACRIFICIO: UNA EXPLORACIÓN EN TORNO AL SACRIFICIO TAURÓMACO”. 29.-HILDA TENORIO: MATADORA DE TOROS.

291

30.-PANORAMA DEL GÉNERO FEMENINO EN EL ESPACIO TAURINO.

293

NOTAS FINALES.

298

APÉNDICES EL PRIMERO: DE LA CASA A LA PLAZA: LAS “SEÑORITAS TORERAS” EN MÉXICO DURANTE EL PORFIRIATO. EL CASO DE LA CIUDAD DE AGUASCALIENTES”, POR: VICENTE A. ESPARZA JIMÉNEZ.

300

EL SEGUNDO: ENTRE LA MORAL SOCIAL Y LA FIESTA TAURINA. BREVES NOTAS SOBRE LAS CORRIDAS DE TOROS EN MORELIA 1888-1911. POR: JUANA MARTÍNEZ VILLA.

320

EL TERCERO: HOMBRE, BESTIA Y SENTIR, POR ISABEL GALVÁN ROCHA.

338

NÓMINA DE MUJERES TORERAS. (SIGLOS XVI – XXI). BIBLIOGRAFÍA

341


PRÓLOGO.-

Decir “Las Nuestras” podría equivaler a hacer “propias” a esas mujeres que merecen un punto aparte de reconocimiento dentro del mundo de la Tauromaquia por su digna participación en este universo singular dando ese “toque femenino”, en el sentido de lo que pareciera ser restringido solo para el entorno varonil, pero no, el toreo además de ser caricia, es un arte, por lo tanto no tiene género. El historiador José Francisco Coello Ugalde nos lleva a lo largo de este valioso libro a conocer un mundo aparte, un cosmos de lunas que va de creciente a menguante hasta llegar a plenitud, atravesando por imágenes desde el ideal erótico de lo que es el toreo, sustentado en algunas apreciaciones del escritor George Bataille o libertando escenarios mágicos como laberintos y plazas de toros en donde las mujeres no se encuentran solo en la barrera, detrás del burladero o como musas de inspiración de un poema, por el contrario, ellas son primera espada en varias arenas. Si ya existe un texto llamado “Los Nuestros” toreros de México desde la conquista hasta el siglo XXI, parecería que con pocas páginas se llenaría un libro de esta temática, sin embargo es tan amplia la historia del toreo femenino, que no solo es una obra de gran envergadura en páginas, también lo es en esencia, por ello sorprende y deslumbra un brillo de alamar. A lo largo de los treinta apartados se comprende un valor socio histórico que está más que justificado, mientras todas ellas esas grandes “Nuestras” aparecen a través del tiempo, incluso de los siglos, como un andar de ternos que incluyeron faldas bordadas en lugar de taleguillas, y un cambio de mantillas por capotes de paseo adornando las barreras de las plazas, mientras ellas, no solo abren elegantemente un abanico, también la puerta de cuadrillas o hasta la puerta grande; se lucen cuando se gesta una faena artística como amazonas del rejoneo, o se plantan ejecutando una Verónica en lance y son clavel enardecido de muleta. El lector encontrará no solo a las toreras de montera a zapatilla, de tricornio y camperas, de barrete a zapato portugués, también verá a muchas mujeres que están inmersas en todas las manifestaciones en que la tauromaquia existe, desde los mitos cretenses hasta


el torero de siglo XXI. Por ello, el autor logra hacer un detallado recorrido por el barroco y el teatro en esa relación con la fiesta novohispana que alcanza a tocar el toreo, en toda una recreación de magnificencia y esplendor que lo unifica. Además va bordando como un fino rococó de un traje de luces, los acontecimientos que suman la presencia de todas esas “gachís, majas y toreras” en testimonios reales a través de pasajes y fotografías, en todo su entorno multidisciplinario en materia táurica. Y, ¿Por qué gachís? porque es una palabra en caló que se refiere a la mujer joven, que aparecen descritas en el texto, y que hasta hoy en día siguen siendo motivo de alegría en el ambiente, algunas de ellas, trabajan en la fiesta en sus diversas actividades además de ser fieles aficionadas. Federico García Lorca aludía a las “mozuelas” para referirse a estas muchachas, mientras Francisco de Goya pintó a diferentes “Majas”, damas rumbosas y alegres que gustaban de la diversión y del jolgorio, todas ellas jugaban un papel importante en la tauromaquia. ¿Y las toreras? El texto habla de esos seres humanos con las características de haber sido elegidas por el “duende del arte”, ese del que hablaba Federico García Lorca, que da la capacidad de crear y transmitir un sentimiento, toreras de vocación y casta que hasta los “machos” del terno los hacen “hembras” y han tenido dobles faenas que resolver, tanto con el toro como con sus adversarios por el simple hecho de ser “mujeres”. Para internarse un poco en el contenido de este libro es importante resaltar el concepto de género. A partir de la época de los años setenta este término comenzó a ser más utilizado en las Ciencias Sociales. Género en el diccionario de María Moliner se refiere a “la clase, especie o tipo, es el grupo constituido por ciertas cosas iguales entre sí, por ciertos caracteres y otros diferentes a la que pertenecen las personas o las cosas, se refiere a la especie o tipo. Se habla incluso de géneros literarios, géneros extranjeros, género gramatical por lo que los nombres adjetivos, artículos y pronombres pueden ser masculinos o femeninos “macho” o “hembra”. Tanto la antropología como la sociología se han encargado de hacer varios estudios en torno a las diferencias culturales entre los hombres y las mujeres en todos los ámbitos en los que los seres humanos se han relacionado desde principios de la humanidad. Es clara


la diferencia en cuestión biológica, pero la que se aborda de alguna manera es la cuestión histórica y cultural. Es sabido que las mujeres a lo largo de la historia ocuparon una posición subordinada en áreas de trabajo y participación social, en gran medida por cubrir sus funciones biológicas naturales y de reproducción humana, que dentro de los estudios antropológicos han sido estudiadas estas divisiones laborales, por cuestiones establecidas para mantener una cohesión social que organizaba el trabajo de hombres y mujeres. Hoy en día, en algunos empleos las mujeres siguen siendo marginadas por la maternidad y recibiendo sueldos menores a los de los hombres en algunas empresas. En varias sociedades las mujeres están aún predestinadas culturalmente a la crianza de la familia, o ejercer el cuidado de la vida doméstica, lo cual, también tiene un gran valor, mientras los hombres, todo es enfocado a la vida pública. En pleno siglo XXI y en época de la globalidad, se siguen dando aspectos culturales de mucho peso, arraigadas incluso en los que aún prevalecen estos esquemas. ¿Y las toreras? Qué diferencia de género han tenido que enfrentar a lo largo de la historia taurina. Ellas mismas antes se decían soy “torero”, y no “torera”, lo que ahora es una cuestión de género llamar a las profesionistas por su respectiva autoridad, ser médica, ingeniera, arquitecta, astronauta, agrónoma, bombera, ministra o Matadora de Toros. ¿Qué hace masculino o femenino el toreo? El toro de lidia es el único personaje de la tauromaquia que nunca ha tenido una actitud de marginación ante sus lidiadores, no entiende de misoginia, no sabe que hay debajo de un traje de luces o de un traje corto andaluz, ni distingue sexos o género. Él embiste. Logra hacer un romance en una danza macabra lleno de erotismo perverso y entrega mutua. ¿Por qué torear podría ser masculino o femenino? El traje de luces se fue formando desde el siglo XVIII, desde aquellos jubones, pantalones cortos a la rodilla y bombachos que usaron los hombres en los tiempos de Goya, y redecillas de madroño en el cabello, o se cubría con pelucas blancas y largas. ¿Eso era masculino? Más que tener una representación sexista, era parte cultural de los atuendos de la época.


La tauromaquia en muchos sentidos ha evolucionado al paso de los siglos y en otros permanece su pureza. Los varones que han decidido ser toreros tienen la libertad de poder enfundarse un traje de luces que forma parte de toda una indumentaria con toques femeninos. Se habla de seda y oro bordado con remates de flores de colores fascinantes, medias de color rosa, camisas de holanes. Caminan con zapatillas adornadas de moñas negras, y lo que es más, pueden bailar un ballet en el ruedo lleno de desplantes y expresiones que en otros lugares jamás se atreverían. Además se dan el lujo de recibir claveles, las flores más gitanas de la fiesta. Torear no es un acto de fuerza, sino de condición y entrenamiento físico y estético, una estocada en buen sitio no genera tener una posición todopoderosa de fuerza física, el estoque entra con total deslizamiento atravesando al toro, no saber matar bien no tiene género. Cristina Sánchez (Matadora de Toros) comentó en una entrevista: “La fuerza no tiene nada que ver con esta profesión, todo el mundo está equivocado, creen que la agresividad del toro lo es todo y que se necesita mucha fuerza para enfrentarse a él, pero el toreo es plasticidad, el toreo es arte, nosotros tenemos la inteligencia para entender el comportamiento del toro, le haces frente con el capote o la muleta, no con la fuerza, es cuestión de dominio”. Desmitificadas entonces ideas como las anteriores, en “Las Nuestras” la explicación de la presencia femenina es una faena culminada, ya que están presentes en esta obra diferentes fisonomías, el lector puede ir indagando arqueológicamente vestigios en piedras y arcillas como en Altamira, en un laberinto en el que Ariadna escuchaba la respiración del Minotauro y colaboró a propiciar su sueño eterno. Mujeres presentes en redondeles desde el siglo XVIII, hasta el siglo XXI, y entre lo más relevante la recaudación de datos, a través de fotografías, tesis de filosofía, poemas y crónicas escritas por “ellas” que han entregado una vida profesional en las vastas ramificaciones que el toro como eje temático inspira y que siguen plantadas frente a ese ser negro, castaño o cárdeno con pitones de luna, tótem sagrado y enigmático quien ha tocado miles de vidas para siempre. Y como torear no tiene género es finalmente un crisol de creatividad, como el lienzo al pincel, el cincel al bronce, la pluma a la poesía.


La mitología griega describe como Ariadna ayudó a Teseo en su combate con el Minotauro, ambos salieron triunfantes de este episodio. En ese relato como en diversas fábulas y leyendas, la mujer es parte fundamental del toreo. En Grecia en la época micénica las mujeres saltaban toros con y sin garrochas sobre la corpulencia de los uros. Se han encontrado testimonio de estos hechos en los murales de la Acrópolis de Tirynto, así como en objetos entre los que destacan las vasijas y tazas decoradas con escenas del pasado cretense. Los antecedentes que abren paso a las mujeres en los ruedos han sido similares a los intentos que han hecho muchas profesionistas por ejercer su carrera y satisfacer sus necesidades intelectuales y espirituales. Así como Sor Juana Inés de la Cruz se tuvo que vestir de hombre y luego refugiarse en un convento de jerónimas para poder ejercer su intelecto, quien por cierto, escribió poemas taurinos y que en este libro varios de ellos son incluidos. También muchas mujeres se tenían que disfrazar de varones para poder torear. Este fue el caso de María Salomé “La Reverte” que actuaba como “novillero” con el nombre de Agustín Rodríguez, allá por el año de 1910. En el caso del periodismo de Josefina Vicens escribía bajo el seudónimo de “Pepe Faroles” por la misma circunstancia de no ser valorada como escritora en temática taurina. A pesar de que existen personas con rescoldos de ideas machistas y hasta de misoginia que se vanaglorian por no dejar entrar mujeres a sus peñas taurinas u otras organizaciones, y lo que es peor minimizan y devalúan su trayectoria, deben leer “Las Nuestras” y aceptar que la presencia femenina es tan real que no la pueden ocultar, es parte de la historia del toreo y de lo que debiera ser recrearse de los logros y aportaciones que le ha dado la mujer a la fiesta en esa relación de tauros y majas que ha demostrado ser un binomio indisoluble. Debieran trabajar en comunión toreros y toreras, empresas y organizaciones taurinas por el desarrollo y sustento de la misma fiesta; ya bastante se tiene con los anti taurinos, para que todavía algunos “taurinos” ejerzan la discriminación de sus esfuerzos y minimicen su digna trayectoria; sin embrago, el que una mujer se integre al mundo de la tauromaquia genera un conflicto social y cultural que rompe con los parámetros establecidos.


Anteriormente eran colocadas en carteles de ferias con bufones y mojigangas, cuadrillas de enanitos toreros, solían y suelen llamarles algunas personas “locas”, “raras”, “machitos”, “marimachas”, “incompetentes”. Sin embargo pese a todas las vicisitudes que atraviesan han demostrado con su capacidad sus enormes alcances, valentía y su grandeza ya que también existen hombres cobardes y débiles, de tal modo que han tapado la boca a muchos dando a conocer que las damas, no solo pueden cocinar al toro, también torearlo, marcar muletazos tan largos de manera ambidiestra como la misma historia de su presencia los ruedos. En este punto medular se da la relación de lucha de poder. Existen hogares que comenzando por la propia familia existe machismo. Hay apoderados que se “apoderan” de las toreras, y en lugar de apoyarlas, les destruyen sus carreras, y menguan su gran esfuerzo; empresarios que no las colocan en las temporadas importantes y toreros que se niegan a alternar con ellas. Además del lenguaje vulgar que tienen que soportar del tendido que no resulta “normal”, sino “paranormal”. Cuantas veces no se escucharon gritos en la plaza de toros como los siguientes: “Cristina a la cocina” “Que cambien al médico de plaza por un ginecólogo” “Mamacita, que te coja un toro” “La Fragosa, estaría mejor “fregando trastes” “Lupita, si no puedes matarlo con el estoque, mátalo a besos” El mundo taurino tiene muchas connotaciones que subestiman a la mujer, es un mal oscurantista, incluso está cargado de supersticiones. A los novilleros les dicen: “Aléjate de las mujeres, torero casado, torero acabado” “Que ninguna mujer se acerque y te toque antes de torear” (si supieran que la coleta y añadido por años fue tejida con cabellos sedosos de mujeres) Y que los trajes de luces también los bordan mujeres. Y que los toreros le rezan a la virgen que es una mujer. Y lo que es más el pase fundamental con el capote lleva por nombre “Verónica”. “Mujeres del otro lado, en el balcón, y lejos a la hora del sorteo”. Algunos callejones de las plazas no permiten la entrada a las mujeres, a pesar de ser ganaderas, fotógrafas, periodistas o apoderadas. Pero lo curioso es que algunas actrices


de televisión, sin trabajar en los toros, sí pueden estar en este espacio que se supone es muy reservado. Los toreros, al poner banderillas y si se adornan garbosos, corren el riesgo de chiflarles y decirles: “ese andar afeminado”. Cuando todos los seres humanos gozamos de una dosis natural de androginia. Pero los mismos toreros y otros protagonistas de la fiesta se dicen sin problema “algunos somos románticos”, ¿lo que les restaría “hombría”? Pero existe una razón superior en el arte de torear que rompe todo lo establecido. Torear es un acto erótico y de profundo amor y ese sentimiento no tiene género. También se usan términos con una fuerte carga emotiva: “Torero mandón” “Apretar los machos” “El a-po- de-ra-do” “De poder a poder” El toreo y sus mujeres se han adaptado a todas las etapas de la historia, han sido “ellos” quienes han estorbado en su andar. El hilo de Ariadna ha sido muy extenso a través del tiempo, hoy en día, ese hilo es el bordado de muchas tardes de arte con plenitud de faena. En la Plaza México, en la pasada temporada grande escuché decir desde el tendido a un aficionado que le gritó al diestro en turno: “Torerooo, siéntelo como una mujer”. Esa emotividad al torear, la han volcado las mujeres en capotes y muletas, en corcel o en la pega de una forcada. Pero también “cargando la suerte” al momento de entregar todo tipo de sentimiento a través de su trabajo para el universo taurino. Resulta contradictorio que en épocas de tolerancia a la diversidad existan residuos de machismo y una falta de reconocimiento en algunos, si bien el público ya se ha educado un poco más a ver la participación de la mujer, sigue siendo necesario guardar un poco más de respeto y que los hombres, sea cual sea su actividad de organización en la fiesta no terminen con sus carreras. Importante sería que existieran cambios de lenguaje en torno a la mujer torera. Pero para que eso se conciba es importante educar desde el hogar y pensar en incluir a las


niñas no solo a los niños en el mundo de la tauromaquia, mostrarles que en la plaza existe todo un mundo paralelo a la propia vida en pareja y en sociedad. Una niña tiene derecho a recibir como regalo un capote, tiene todo el derecho de entrar a los alberos y presentarse desde pequeña en todas las partes de la plaza (aunque sea el sorteo). Puede disfrutar de un poema de Manuel Machado, obsequiarle una cámara fotográfica, óleos de colores, un pincel y un lienzo. Es importante mantener cambios en la propuesta educativa de las niñas que tendrán impacto en un futuro en las bellas artes que giran en la fiesta. El lenguaje tiene toda una carga emotiva, es otra forma de aplicar “el tercio de varas” y que a veces hace “crecerse al castigo”, pero ya ha sido suficiente. Por ello es necesario adaptar un nuevo código de lenguaje al mundo de los toros, informarse, leer la historia del toreo y reconocer que en ese sitio están inmersas las mujeres, las toreras, “Las Nuestras” sentidamente nombradas. Las mujeres necesitan nuevos paradigmas de lenguaje y una modificación en el uso de las palabras, una renovada actitud para que las sociedades crezcan en general, ya que el control varonil limita el avance, no solo en la fiesta de los toros, en todas las áreas de trabajo en el progreso humano. Por otro lado, es inimaginable pensar que todas las mujeres toreras y hasta las no toreras, han tenido que vivir con ese terrible oscurantismo de las supersticiones; además de los intereses de las empresas por colocarlas en carteles baratos con toros de media casta y en fechas complicadas para asistir. El toreo femenino y la participación de la mujer merecen un estudio diferente en el sentido histórico de su construcción social mismo que se encuentra en la riqueza de las páginas del trabajo de José Francisco Coello Ugalde, porque efectivamente, ejemplifica desde su título “una tauromaquia con toque femenino”, por todo lo que ha investigado sobre el espectáculo y la forma en la que se diversifican roles sociales y laborales, incluso abre campos y terrenos de la antropología, y de la contracultura al mundo misógino. Parece que quedaran implícitos los nombres emblemáticos de las toreras: “La Guerra” y la “Guerrita” como representantes de todas sus compañeras de arenas, que han vencido grandes batallas y que a todas y cada una les ha tocado vivir, como se dice en el argot, “andar en la guerra” para lograr sobresalir y recrear faenas.


A lo largo del libro, se descubren también varios apuntes de novilladas y corridas con carteles mixtos, escritas con ese rigor de datos que caracterizan al autor en cada una de sus investigaciones, abarcando varios periodos históricos, desde la ya mencionada Ignacia Fernández “La Guerrita” o la otra Ignacia Ruíz “La Barrabana”, María Cobián “La Serranita Mexicana” y hasta los casos más recientes de la presencia de aquellas niñas, hoy mujeres, como lo fue Lupita López o Hilda Tenorio en sus etapas de becerristas a Novilleras y después ambas, Matadoras de toros. Aunado a nombres y más nombres que perfilan su caminar y firme paso de zapatilla negra en este mundo de campo bravo y arenas difíciles. Las mujeres generan en la Fiesta de los toros, un paisaje amplio y vasto. Dibuja geografías que enlazan continentes; en él se encuentran empresarias, ganaderas, escritoras,

pintoras,

poetas,

periodistas,

camarógrafas,

ganaderas,

apoderadas,

fotógrafas, sastras, forcadas, alguacilas, rejoneadoras, novilleras y Matadoras de toros. Este gran libro, está dedicado a las mujeres en el mundo de la tauromaquia, en ese largo y emotivo paseíllo en que todos los protagonistas de la corrida debieran caminar en una fiesta con equidad de género, firme en derechos. En este caso, las toreras llevan un aroma en su andar, pero no es Chanel, no es Dior, es perfume de arte y valentía a sudor de terno, cornadas que rompen la seda y sangran taleguillas, faena de pitones astifinos en medio del miedo… sentimiento humano sin género. Todo esto y más es “Las Nuestras” una obra tan amplía, como el vuelo de un capote abierto a la vida; en donde se incluyen todas las toreras que hacen el ritual de vestirse de corto andaluz o de luces, quienes trenzan su coleta natural y portan la montera al borde las cejas para salirle al toro, ese mitológico dios ancestral que no conoce de géneros, íntegro en bravura y entrega en los medios de la plaza, alcoba de arenas, que emana aire de sangre, vida, gloria o muerte. Mary Carmen Chávez Rivadeneyra Ciudad de México, Febrero, 2014.


LAS NUESTRAS. TAUROMAQUIA MEXICANA CON TOQUE FEMENINO. Desde los siglos virreinales y hasta nuestros días.

Las mujeres lo saben todo ya. Lo que creo sinceramente es que la mujer es la que sabe conducir el destino de los hombres y la que sabe mucho más que los hombres del mundo y de la naturaleza del mundo. La mujer al ser la que prolonga la especie tiene una vinculación con la naturaleza que los hombres no tenemos: nosotros moriremos siendo unos eternos adolescentes. Mucho cuidado con eso. Cuando una mujer me dice: esa persona no me gusta, inmediatamente le hago caso. No le pregunto por qué, no la cuestiono, pero siempre me doy cuenta, a menudo apenas unas horas después, de que tenía razón. Ella vio más que yo porque es mujer. El destino terrible de todas las mujeres es tener que aguantar a los hombres. Palabras de Álvaro Mutis en entrevista concedida a Cristina Rivera-Garza, para Babelia, sección cultural de El País, edición del 24 de noviembre de 2007.

JUSTIFICACIÓN

El toreo es una práctica que, a lo largo de los siglos ha sido controlada, en la mayoría de los casos por el sexo masculino. Detentada también en aras de la cabal demostración de unas capacidades que le son consubstanciales al hombre o que por lo menos el hombre en su carácter de género quiere demostrar a su contrario, el enemigo o la mujer, como muestra de superioridad sea para dominarlo o para conquistarla. En el peor de los casos, pero como parte de una cultura que lo ha formado a lo largo de siglos, se presenta como ejemplo perfecto de un patriarcado; e incluso como figura fálica, machista, que termina controlando, imponiendo la fuerza, la violencia. Curiosamente, esa figura que impone en el ruedo viste unas prendas próximas a lo sacerdotal, pero también a lo femenino. En ese sentido, me parece oportuno incluir a continuación las notas de un ensayo que escribí hace algunos años en torno al erotismo, como forma de explicar estos aspectos que rondan lo bisexual y pasan del ámbito masculino al femenino, este último centro y eje de atención de la presente obra. En lo sucesivo retomaré el hilo de la conversación que se refiere a la forma de justificar, con la presente Justificación el por qué de esta obra.


T O R E R O S. UN RECORRIDO POR LOS RINCONES MÁS INTENSOS DEL PLACER ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE LLAMADO EROTISMO. 1 Luego de exhaustivas revisiones a escasas fuentes alrededor del erotismo, (pero de un erotismo bien escrito, entendido y reflexionado) encuentro una cita fundamental con la que daré apertura a esta colaboración. Se trata de Georges Bataille el cual, en su obra El erotismo manifiesta la siguiente reflexión: La acción erótica disuelve a los seres que se comprometen en ella y revela su continuidad, recordando la de las aguas tumultuosas. En el sacrificio, no solamente se desnuda, se mata a la víctima (o si el objeto del sacrificio no es un ser viviente, hay, de alguna manera, destrucción de este objeto). La víctima muere, y entonces los asistentes participan de un elemento que su muerte revela. Ese elemento es lo que es posible denominar, con los historiadores de la religión, lo sagrado. Lo sagrado es justamente la continuidad del ser revelada a los que fijan su atención, en un rito solemne, en la muerte de un ser discontinuo (...) Todo nos lleva a creer que es esencialmente lo sagrado de los sacrificios primitivos es el análogo de lo divino de las religiones actuales.

Es el mismo Bataille quien explica que su trabajo tuvo en Miroir de la tauromachie de Michel Leiris su fuerza inspiradora y motivadora para concebir el clásico L´erotisme publicado por primera vez en 1957. Descifrar el misterio, lo cognoscible del erotismo alrededor del toreo no es tarea fácil. Dicha labor me obliga a surcar los mares que nos llevan desde la génesis misma en la que descansa el toreo: el contacto habido con el hombre y el toro desde edades tan remotas como las que quedan plasmadas en paredes de las distintas cuevas que hoy nos dejan entender en la plaza de toros misma, el conjunto de relaciones que se han dado para concluir lo que ha sido el hombre no solo como un ente racional capaz de dominar a la bestia, sino el entorno que altera, excita y conmociona en un espectáculo milenario y secular a la vez, tomando en cuenta sus remotos orígenes en diversas partes de Europa, medio oriente y África, junto con todo lo transcurrido en América. Para entender algunos de los valores que enriquecen este espectáculo, echaremos un vistazo a una buena parte de esos elementos que lo constituyen como carácter profano y mundano también. La mitología, con sus símbolos nos remonta al padre de los dioses: Júpiter que nace de la unión de Rea y Saturno. Este, mutilado de los genitales por su padre Urano se mostraba rencoroso a cuanto hijo tuviera con su esposa Rea, eliminándolo. Sin embargo, en el caso de Júpiter, su madre se refugió en la isla de Creta a donde lo parió. Rea envió 1

Torerísimo, publicada en julio de 1998.


a Saturno hermoso envoltorio de pañales en cuyo interior alojó una piedra. Saturno, sin más trámite lo devoró. Júpiter, entretanto creció en la isla Cretense, cuya civilización se desarrolló esplendorosa, y una de ellas, la Minoica permite, entre otras cosas llevar a Dédalo para construir el famoso LABERINTO donde el Minotauro fue encarcelado. Según EL ORIGEN DE LA TAUROMAQUIA, un pequeño libro para tan grandes episodios, nos refiere que donde comienza la “Historia termina el mito, o viceversa, ya que la Mitología humanizó a los Dioses y la Historia deificó a los hombres...” 2 Estando Júpiter en Fenicia se enamora de Europa. Para entregarse a ella se transforma en un hermoso toro de metal amarillo para ofrecerle su lomo. Europa lo monta y entonces en rítmico nado se dirigen hacia Creta. El “rapto de Europa” se está consumando hace casi siete milenios. Recuperada su forma humana Júpiter fecunda a Europa naciendo de dicha unión tres hijos: Minos, Sarpedón y Rodamanto. Cuando Minos fue rey de Creta tuvo un fuerte conflicto que resolver: Cómo vencer al MINOTAURO, mitad hombre y mitad toro. En Atenas estaba su respuesta: el famoso arquitecto DÉDALO quien se presentó ante el rey, proponiéndolo construir un laberinto para encerrar al MINOTAURO, el cual se alimentaba de carne humana. Algún privilegio tendría esta figura, que Minos ordenó pagar a sus súbditos el tributo anual de 7 doncellas e igual número de donceles quienes atrapados en aquel embrollo morían bajo la fuerza del “monstruo de Knosos”. En uno de tantos grupos de prisioneros apareció un día TESEO, hijo del rey de Atenas. Sin embargo, ARIADNA, hija de Minos lo adiestra para enfrentar al MINOTAURO, pues “el dar volteretas sobre el lomo del animal, cogido de los cuernos, y lograr caer de pie bajando por la cola, servía para dar una muestra de arrojo, de agilidad, y sobre todo, de quedar el ejecutante con la idea de haber superado el peligro, lo que representaba, según ese rito, una purificación, una iniciación, era algo así como el BAUTIZO DEL PROFANO”.3 La operación final con que fue derrotado MINOTAURO fue apoyada con un ovillo cuyo hilo se desenredó a lo largo de la ruta que siguió Teseo para lograr, luego del exterminio 2

HISTORIA DE LA TAUROMAQUIA de (¿Gare?). México, CASA VELUX, 1976. 28 pp. Ils. (ASTROS, RITOS Y MITOS), p. 11. 3 Op. cit., p. 14.


su retorno victorioso. Entre otras cosas, el riguroso tributo impuesto por Minos desapareció y Teseo fue elevado a héroe ateniense. Teseo estaba convertido desde ese momento, en el primer “torero” de la humanidad. Entre los persas se cultivó una ceremonia llamada “de los adeptos” iniciada con el culto de MITRA, “para ingresar en el Rito de Aura Mazda, los que tenían que hacer la Tauromaquia, lidiando un toro, para después ser bañados con la sangre del animal”.4 La génesis del ritual iniciático, como ceremonia sagrada de lidiar un toro está marcando un acercamiento a la estela de valores que rodean en órbitas divinas el carácter erótico que se van concentrando en ese escenario mágico, onírico que es la plaza, el ruedo, donde toro y torero, MINOTAURO y TESEO se enfrentan al acto impulsado de resolver en el misterio del laberinto su vida o su muerte en medio de un juego que mueve a las más diversas interpretaciones que ingresan al territorio que hoy nos congrega. El cúmulo de versiones dentro de la mitología pudiera extenderse por lo que sólo la de MINOS basta para entender un poco aquellas manifestaciones que quedaron impresas de una u otra forma en el toreo que hoy conocemos y que se ha desarrollado a lo largo de muchos siglos. Sin embargo, acontecimientos de otros puntos geográficos como Egipto, Mesopotamia, y la gran cultura helénica, los árabes, tartesios e incluso la hispalense, arrojaron al ruedo otras tantas aportaciones. Hasta que muchos siglos después... Es ahora José Alameda quien nos presenta un argumento con peso significativo en aquello que tiene que ver con orígenes que perfilan de alguna manera el toreo. En el año 711 llegan los árabes a España con Tarik a la cabeza y vencen al rey godo Don Rodrigo a principios del siglo VIII, es decir, diez siglos antes de que empiece el toreo a pie. Y, aunque poco después de su llegada, Don Pelayo los derrota en el histórico rincón asturiano de Covadonga, siguen los sarracenos su marcha hacia el Norte (no era su meta España, era Europa, era el mundo), pero el rey francés Carlos Martel los detiene en seco en la batalla de Poitiers, el año 732. Y ahí empieza el drama.5

El recordado Alameda se ocupa de desentrañar este histórico acontecimiento desplegando razones históricas importantes. Pero una más del conjunto parece darle

4

Ibidem., p. 16. José Alameda (seud. Carlos Fernández Valdemoro): La pantorrilla de Florinda y el origen bélico del toreo. México, Grijalbo, 1980. 109 pp. Ils., retrs., fots., maps., p. 17. 5


matices eróticos que gracias a una cita hecha por Teófilo Gautier en su obra VIAJE POR ESPAÑA es posible entender qué aconteció alrededor de la escena del baño de Florinda. En la orilla (del río Tajo, en Toledo) se elevaba una torre alta, ruinosa, donde se secaban prosaicamente al sol algunas prendas de ropa blanca que habían colgado las lavanderas. Estaba, sencillamente, en el baño de la Cava, según le llamaría un francés el baño de Florinda, y la torre que veía junto a mí era la torre del rey Rodrigo. Desde aquella ventana, Rodrigo, oculto tras de una cortina, espiaba a las jóvenes en el baño y vio a la bella Florinda medirse la pierna y las de sus compañeras para ver quien la tenía más redonda y mejor formada. ¡Ved en lo que se fundan los grandes acontecimientos! Si Florinda hubiese tenido la pantorrilla poco formada y la rodilla fea, los árabes no hubiera ido a España. Desgraciadamente, Florinda tenía el pie pequeño, los tobillos finos y la pierna más blanca y mejor formada del mundo. Rodrigo se enamoró de la bañista imprudente y la sedujo. El conde Julián, padre de Florinda (gobernador de Andalucía), furioso por aquel ultraje, traicionó a su país para vengarse y llamó a los moros en su ayuda. Rodrigo perdió aquella famosa batalla de la que tanto se habla en los romanceros (...) Fue una idea absurda la de colocar un baño de doncellas delante de la torre de un rey joven”. Pienso que un granito de pimienta erótica y novelesca, como el que usa Gautier para aderezar la aventura de “la bañista imprudente”, no le viene mal al amanecer histórica de una colosal tragedia.6

Aquella “colosal tragedia” que dura ocho siglos culmina en 1492, exactamente cuando es expulsado de España el último rey moro de Granada, Boabdil el Chico. Ese mismo año los Reyes Católicos están apoyando la empresa mayor de Cristóbal Colón, respaldada en primera instancia con la unidad de España, misma que se consolidó con el matrimonio de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla. Dicha unidad aspiró a poseer mayores extensiones territoriales -a costa de lo que fuera- para imponerse como la primer gran potencia mundial al revelarse el siglo XVI. Indudablemente, dentro de aquel contexto bélico, el toreo caballeresco que era uno más de los resultados de todas aquellas jornadas asume, a partir del Renacimiento (periodo que abarca los siglos XV y XVI) una nueva expresión, que por lógica es más estética. Es decir, que durante buena parte de las luchas los guerreros -moros y cristianos- se atraviesan con lanzas en el campo de batalla. Previo a estas, practican con el toro, atravesándolo con certeros lanzazos, seguramente, para perfeccionar su puntería y su arrojo también. Todo esto, después de que culminó la guerra es improcedente ya, por lo que el carácter bélico se torna en estético, mismo que representan en la Plaza Mayor, ante una multitud que se divierte, como en la ocasión de las fiestas celebradas en la Plaza Mayor de Madrid en 1690.7 Son los nobles caballeros, favoritos de la realeza quienes se 6

Op. cit., p. 32-33. La cita está tomada de la obra de Teófilo Gautier: Viaje por España. Prólogo de M. Vázquez Montalbán. Barcelona, MATEU, 1971. 366 p., p. 182. 7 CURIOSA RELACIÓN QUE DA CUENTA DE la grande Fiesta de Toros, que la Coronada Villa de Madrid hizo, en obsequio de la Entrada de la Reyna N. Señora, que Dios guarde, el día 17 de Agosto de 1690 en la Plaza Mayor (...). Facsímil de la edición de Madrid de 1690. Madrid, Comisión Organizadora.


ven favorecidos con la encendida mirada de alguna doncella, hasta donde va la mirada del garzón, buscando el palco donde calmar sus emociones: UN JUEGO DE TOROS De los andamios reales y aún de comunes ventanas, vedadas para sus dueños y ocupadas de mil damas, cuelgan ricos paños de oro, telas de seda y de plata, y de dorados balcones mil almas quedan colgadas por ocasión que las fiestas de las paces ya juradas prometen el tercer día toros y juegos de cañas. (. . . . . . . . . . . . . . .) sólo el animoso Zayde, que en su furia no repara, con un caballo morcillo bordado el jaez de plata, cruza tan ligero el coso que el pie en la arena no estampa. Tan gallardo juega y pica, que su apacible arrogancia al cobarde vulgo anima y al bravo toro acobarda; toda la gente le sigue, tras sí lleva y arrebata los ojos de todo el vulgo, y de damas, ojo y alma.8

Este fue el ambiente que se respiró durante buena parte del reinado de los Austrias, hasta que llegó el de los Borbones, con el cual aquel concepto devino poco a poco en el toreo de a pie.9 Feria del libro antiguo y de ocasión, 1982. (...) llegaron las cuatro y media de la tarde, a cuya hora subieron sus Magestades al Real Balcón, que estaba riquísimamente aderezado con vistosísimas colgaduras de tan excesivo precio, y valor, que no basta a ponderarle dignamente la más remontada pluma: allí brillaba el oro, resplandecía la plata; y sobre todo ennobleció dicho balcón la Real preferencia de nuestros Heroicos Reyes; (...). Salió después la segunda fiera, y a esta la siguieron las demás, con no menor crueldad, y saña; pero así como la primera hallaron bien a costa suya el escarmiento de sus iras en sus prestas muertes: Para cuyo efecto quebraron los Caballeros con grande destreza, y garbo sus Rejones, quedando grandemente lucidos, y llenos por todas partes de justos, y debidos vítores, y aclamaciones festivos. 8 José María de Cossío: LOS TOROS EN LA POESÍA. 2ª Ed. Madrid, Espasa-Calpe, 1947. 163 p. (Austral, 490)., p. 46-48. Pedro Liñan de Riaza (segunda mitad del siglo XVI): Un juego de toros. 9 El significado de que una casa como la de Borbón -francesa de formación- sirva para crear una reacción de choque con el pueblo español, está en entredicho. Felipe de Anjou plantea a Luis XIV su tío, que si bien es francés de origen, reina un pueblo como el hispano con el que tendrá que adaptarse a su circunstancia, afrancesándose las costumbres sí, pero sin que desencadenara aquello en un disturbio de orden antinacional, por motivo de sentido monárquico. Con la diversión de los toros, España, que vive intensamente el espectáculo sostenido por los estamentos, va a encontrar que estos no tienen ya mayor posibilidad de seguir en escena, pues “el


agotamiento que acusa el toreo barroco se vio, desde los primeros años del siglo XVIII, acentuado por el desdén con que Felipe V, el primer rey español de la dinastía francesa de los Borbones trató a la fiesta de toros”. (Pedro Romero de Solís, Antonio García-Baquero González, Ignacio Vázquez Parladé: Sevilla y la fiesta de toros. Sevilla, Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla, 1980 (Biblioteca de temas sevillanos, 5). 158 p. Ils., p. 62. De tal suerte que lo mencionado aquí, no fue en deterioro de dicho quehacer; más bien provocó otra consecuencia no contemplada: el retorno del tumulto, esto es, cuando el pueblo se apodera de las condiciones del terreno para experimentar en él y trascender así el ejercicio del dominio. Sin embargo José Alameda dice que el carácter que Felipe V tiene de enemigo con la fiesta es refutable. Refutable en la medida en que “La decadencia inevitable de la caballería y el cambio social con que la clase burguesa va desplazando a la aristocrática bajarán pronto al toreo del caballo”. José Alameda (Seud. de Carlos Fernández Valdemoro): El hilo del toreo, Madrid, Espasa-Calpe, 1989 (La Tauromaquia, 23). 308 p. Ils., retrs., p. 41. Sobre esta transformación, Nestor Luján ofrece factores testimoniales de acentuado interés al tema. Señala: “como una de las causas principales el cambio de manera de montar: pues se pasó de la ágil "a la jineta" a la lenta brida, con lo cual era difícil quebrar rejones. Con este sistema, es lógico que, refrenados los caballos se usase la vara de detener, que es la de los picadores. Sea como fuere, el caso es que las fiestas de toros a caballo empezaron a desaparecer. Con la gran fiesta de 1725 (del 30 de julio de 1725), afirma Moratín que se "acabó la raza de los caballeros". Y entonces, como paralelamente a esta desgana de los próceres por lo español, se desarrollaba un movimiento popular totalmente contrario, empiezan a tener éxito las corridas de a pie. Nestor Luján: Historia del toreo. 2ª edición. Barcelona, Ediciones Destino, S.L. 1967. 440 p. Ils., retrs., grabs., p. 13. Por su parte Alameda aduce que a Felipe de Anjou “se le achaca el haber puesto fin a las fiestas del toreo a la jineta por despreciables, contribuyendo a su inmediata liquidación. Indudablemente esto último es cierto. Pero ahí se detienen sus críticos, a quienes se les olvida o desdeñan el resto de la cuestión, su contrapartida”. Alameda: op. cit. Justifica este autor una serie de razones como el amanecer ilustrado que fue dándose en el curso de esa centuria, la más revolucionaria en el sentido de la avanzada racional. Pero estamos en el tramo comprendido entre 1725 y 1730. Ha pasado ya un cuarto de siglo luego de la toma del poder monárquico en España por parte del quinto Felipe. “La caballería se halla en quiebra. El toreo a la jineta es un muerto en pie, que sólo necesita un empujón para derrumbarse. Pero el toro, raíz de la Fiesta, sigue ahí plantado en el plexo solar de España. Y frente a él está el pueblo. Pueblo y toro van a hacer la fiesta nueva. No el monarca (...) Y ese pueblo comienza por estructurar el nuevo modo de torear matando los toros de un modo prehistórico, con arpones y estoques de hoja ancha, y torean al animal con capas y manteos o con sombreros de enormes alas, que promovieron, al ser prohibidos, el grotesco y sangriento motín de Esquilache. Benjamín Flores Hernández acierta en plantear que: “El arte taurómaco se revolucionó: la relación se había invertido y ya no eran los de a pie los que servían a los jinetes sino estos a aquellos”. Benjamín Flores Hernández: "Con la fiesta nacional. Por el siglo de las luces. Un acercamiento a lo que fueron y significaron las corridas de toros en la Nueva España del siglo XVIII", México, 1976 (tesis de licenciatura, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México). 339 p., p. 31. Todavía llegó a más el monarca francés: apoyó por decreto de 18 de junio de 1734 al torero Juan Miguel Rodríguez con pensión vitalicia de cien ducados. Apoyó asimismo la construcción de una plaza de madera para el toreo de a pie, cerca de la Puerta de Alcalá, que se inauguró el 22 de julio de 1743. Y todo ello ¿con qué propósito? “(...) halagar al pueblo y mostrarle que está con él. No es permisible que Felipe realizara aquellos actos por lo que llamamos afición a los toros, por taurinismo, sino para ganarse su simpatía y su apoyo. Ello parece obvio”. Alameda: Ibidem., p. 43. Antes de entrar en materia puramente política, para establecer el panorama que vive España durante el XVIII, conoceremos una visión general del papel que Felipe V, Fernando VI y Carlos III juegan a favor o en contra del toreo. Anota Fernando Claramount que a partir de mediados del siglo XVIII ocurre “el triunfo de la corriente popular que partiendo del vacío de la época de los últimos Austrias, crea el marchamo de la España costumbrista: los toros en primer lugar y, en torno, el flamenquismo, la gitanería y el majismo”. (14 Fernando Claramount. Historia ilustrada de la tauromaquia. Madrid, Espasa-Calpe, S.A., 1988. (La Tauromaquia, 16-17) 2 v. T. I., p.156. Abundando: "gitanería", "majismo", "taurinismo", "flamenquismo" son desde el siglo que nos congrega terribles lacras de la sociedad española para ciertos críticos.


SUGERENCIAS PARA CONCEBIR LA ERO-MAQUIA DEL TOREO. Pues bien, hoy en día efectuar una corrida genera una convocatoria que reúne a los más importantes protagonistas, como también a todos aquellos que son secundarios y cuyo papel es determinante para el buen desarrollo del espectáculo. Todos, en mayor o menor medida aportan su pizca de erotismo. En el campo, el ganadero está dedicado de lleno a “criar” un toro que a los 4 ó 5 años enviará a la plaza, para morir de puro bravo a manos de algún matador de reconocido prestigio. Allí, al amparo y tranquilidad del campo bravo, y a cuerpo de rey, ese futuro toro verá sinfín de maniobras comunes, puestas en práctica por el dueño de la hacienda. Entre otras, se cuenta con aquella selección en la que se decide cuándo un toro ha de convertirse en semental, miembro “selecto” del clan táurico que por su bravura, nota de tienta y la “reata” correspondiente, gozará el privilegio de rodearse de un harén de vacas, cual sultán oriental, con las consiguientes envidias de otros tantos toros que, a distancia observan detenidamente el deleite al que no fueron llamados. En caso de cruzar alguna línea inventada, pero estrictamente delimitada, los conflictos pueden subir de tono y de color. Entonces, la lucha entre los toros, puede ser, incluso a muerte. Se sabe de algunas “vendettas” que se arreglan en el mismo teatro de los acontecimientos. El empresario, al conformar poco a poco su temporada va generando diferentes comportamientos de la afición, misma que se “retrata” en las taquillas para asegurar su asistencia al conjunto de corridas que están por venir. Y esto es un llamado que apagará tensiones, dispersiones, para concentrarse en un solo aspecto: la corrida en cuanto tal. El aficionado, quizás sin saberlo, está siendo llamado para acudir al misterio que incita descorrer el velo de la fiesta de toros que dará principio el domingo... Ya es domingo. Poco a poco la plaza y sus alrededores comienza a vestirse de fiesta. Todos quienes participan en ella se integran y constituyen un cuadro caleidoscópico que se mueve en diversas direcciones, pero siempre hacia un mismo punto. El sorteo es por sí mismo un acto que prepara y va acomodando en cierta medida el destino de la corrida. Allí se reúnen aficionados y aficionadas que discuten e incluso pretenden resolver el Para otras mentalidades son expresión genuina de vitalidad, de garbo y personalidad propia, con valores culturales específicos de muy honda raigambre. Op. cit., p. 161.


dilema que comenzará a ser resuelto por la tarde. Uno a uno, los toros recorren los pasadizos del “laberinto” que los encierra junto al MINOTAURO, en “oscura” asamblea de monstruos, hacinados en el túnel que ya solo tiene una salida: el laberinto mayor, el ruedo de la plaza. Dentro del culto que se rinde a la fiesta, al toro, al torero, a la vida y a la muerte no puede faltar la ceremonia religiosa en el propio redondel. Los bronces votivos de Olimpia iluminan junto con Pasifae -hija del Sol- ese mediodía, preámbulo de la lucha que una vez más vuelve a repetirse como ayer, ese ayer lejano que nos remonta a los circos romanos y a la gentilidad ibérica que ha rendido celebración siempre con exacto cumplimiento de calendarios litúrgicos y también de aquellos que exigieron conmemorar todo carácter profano, pero de gran pompa y circunstancia. Mientras sucede esa parte de la Epifanía, lejos de ahí y en silencio los toreros también se dejan conmover por el dramatismo de los rezos que llaman y suplican a las fuerzas superiores para ser protegidos, salir con vida del encuentro. Ellos saben que pueden morir y lo hacen quizás resignados, comenzando a vestirse lentamente con los hábitos religiosos nada austeros de la religiosidad taurina. De nazareno y oro uno, de tabaco y áureos metales otro más. Blanco y plata aquel; cada quien: obispo, sacerdote y novicio están citados para oficiar en el candente ruedo, ante la multitudinaria composición que también acude al acto consagratorio. Estamos a unos momentos para que de inicio el espectáculo. La tarde, soleada y bella ya es, en sí, un aliento erótico que sugiere condiciones especiales para que la corrida de toros transcurra dentro de ambientes propicios. Aquí vemos ya una serie de situaciones tan inmediatas como alejadas de lo que es el espíritu erótico que trascienden el ambiente que todos miran y gozan pero que también es soterrado; espuma de mar que nunca llega a la playa, sino que mantiene su intimidad más absoluta, allá muy lejos. Faltando breves instantes solamente se puede contemplar la plaza totalmente iluminada por un sol ardiente, que no solo nos quema, “desea”, y desea a un ruedo virgen, vaciado de impurezas con dos círculos que parecen representar castidad y por ende, virginidad. Se ve que el erotismo no solo son dos, en la oscuridad lícita del amor, ungidos de emociones ahogadas en el beso y la caricia que culminan en el deseo más puro.


La plaza abierta, la plaza pública, en la que hombres, mujeres y niños asisten a este acto ceremonial se van a dejar maravillar con un gozo inexplicable, combinación de la vida y de la muerte. Erotismo en otras palabras. Son las cuatro de la tarde, los grados de temperatura se elevan intempestivamente. Con el sol iluminando ese recinto maravilloso ha iniciado junto con la corrida misma el acto perentorio, absoluto, bello y absurdo a la vez de la corrida. Los toreros van portando en sus delgadas figuras trajes afeminados, provocando alardes, propios más de un escarceo erótico que de un ballet ensayado. El hilo de Ariadna en el ruedo y las contradicciones. Es ahora el toro quien busca la salida en este laberinto abierto y circular. Torero y cuadrillas le tienden un hilo perfecto, adornado con arte efímero exaltado por un público que de verdad siente y se identifica con lo que ve en la plaza. Ahora con picadores y banderilleros ocurre el acto de sadismo. ¿Acaso el erotismo no se asoma a estos oscuros territorios? Y en cuanto el torero no solo domina sino que se va prodigando en pases confeccionados con un arte solo entendido por los asistentes al tributo y sacrificio hoy, 6 veces celebrado, comienzan a brotar del silencio los más emotivos gritos que pueden escucharse en medio de la complicidad gozosa. El ¡Olé!, ¡Óle! o también ¡Ooole! y quizás el característico ¡Oleee! todos, a un mismo tiempo invocan a un solo dios: ¡Por Dios! ¡Ualá!, que así se decía en árabe. Es este un acto erótico en el que, el sudor producido por un sol intenso nos provoca. Es este un acto erótico lleno de insinuaciones en el que, una mala caricia (de los picadores) provoca enojo. Y en el que cada lance arranca los aplausos del respetable, multitud etérea y casi inexistente para el torero a la hora en que se reúne y se funda en una sola pieza con el toro. Y en la reunión se entregan al placer más desbordante en donde solo su juventud es capaz de mantenerse en permanente reto ante la muerte, último nivel por donde los amantes van a navegar, en medio de la tempestad más agitada. En ese ir y venir desquiciado surgen las emociones celebrada por un público a veces fuera de sí, fugándose de sus cuerpos esa ira intensa y pasional que no es suya.


Un momento por favor. Silencio: va a consumar el diestro la suerte suprema. El acero ha penetrado hasta las entrañas mismas del toro y este cae fulminado, rueda muerto, sin puntilla a los pies de su matador. El diestro eleva en muestra de victoria y de triunfo, el estoque ensangrentado. El torero pues, va erotizando -como encantado- el laberinto-ruedo. Torero-dios-hombre, bisexual, heterosexual, híbrido, señales y sugerencias de un simbolismo ancestral en su más amplio sentido, menos el peyorativo, porque van mujer y hombre dentro del traje de luces. Y es: una sensual y el otro arrojado enfrentándose sin tasa ni medida al toro como representación viva de la muerte (cuanta contradicción hay en esto). En tanto transcurre la tarde y con ella el placer ha desembocado en el cansancio y la sed. En los tendidos que miran al laberinto, Baco, uno más de los dioses invitados reparte en líquidos placeres su néctar amargo y dulce, causante de las discusiones más sordas y los delirios que pierden los estribos. El ritual del principio se ha ido convirtiendo en lenta orgía donde la compostura y los buenos modales ya no existen. La concupiscencia en los tendidos se ha desbordado, la fiesta ya no tiene control, ha perdido la mesura del rito inicial. El bacanal se apodera de las circunstancias, cuando la borrachera de ver torear tanto y tan bien, produce un conjunto de reacciones en los tendidos donde los asistentes ya dejaron de sentir el misterio para introducirse al vértigo, a la locura. Sin saberlo, están totalmente erotizados. En el ruedo-laberinto hay un toro manso. El torero-dios-hombre hace un esfuerzo sobrehumano por alcanzar el triunfo. Solo que una de sus herramientas es el acoso (¿acoso sexual?) Lo sobrehumano ha sido un hecho palpable sin quedar consumado el acto. El sentido mundano llega hasta aquí, es siempre el invitado que altera el ambiente, lo excita. En la última etapa del festejo ha ocurrido otro delirio erótico justo cuando el torero que luchaba con un toro manso, remiso, pero capaz de herir se jugaba la vida ofreciendo su cuerpo, provocando con contorsiones que dos seres amorosos, en la furia del placer sexual pueden encontrar. Acerca su cuerpo, a la altura de los genitales que casi se tocan con las puntas de los cuernos, de los pitones en un reto que raya en la locura. El


momento parece resolverse con una opinión de Margo Glantz al prologar la obra de G. Bataille Historia del ojo cuando apunta que los cojones, además de representar la parte viril, en este caso de toro y torero, simbolizan el grado de valentía, de aguante, de arrestos demostrados por el torero, personaje cuya inteligencia está por encima de la de su enemigo: el toro. Y en este caso, sí que estaba convertido ese toro en un auténtico enemigo. Generalmente el toro de nuestros tiempos es más un aliado que un enemigo.

GEORGES BATAILLE, COMPAÑERO DE TENDIDO.

Ahora que he citado al surrealista Bataille de nueva cuenta, caben aquí varias reflexiones dada la magnitud de sus visiones y de sus perversiones. Con la sexualidad que emana la pareja toro y torero, el público inconscientemente se siente atraído ya que en la lidia del toro se reflejan ciertos aires de erotismo perverso, puesto que las faenas oscilan con un coqueteo constante con el toro por parte del torero y una serie de posiciones anatómicas, como quiebros, desplantes y caminatas sensuales que demuestran una total libertad sexual, y que sin embargo concluyen matando a su pareja, es decir al toro. En la actualidad es la faena de muleta el punto de atención central, en el que los aficionados fijan su vista para apreciar el arte consumado, el dominio invencible del torero sobre el toro. Sin embargo Toda la actuación del erotismo tiene como fin alcanzar al ser en lo más íntimo, en el punto en el que el ánimo falta.10

Así que, cuando el ánimo falta, este queda rebasado al darse la ascensión estética y prodigiosa de una gran faena. Cuántos no recuerdan las hazañas manolomartinistas que enajenaron a miles y miles reunidos en una plaza convertida en auténtico manicomio. Otros rememoran el embrujo de Rafael de Paula, por ejemplo. Ambos toreros, como muchos otros alcanzaron la “gracia de Dios” trasvasada en ese ser en lo más íntimo. La fiesta de los toros, en medio de todos sus significados abarca también el juego de la

10

Georges Bataille: EL EROTISMO. Trad. de Antoni Vicens. México, Tusquets, 1997. 378 p. Ils., p. 30.


angustia en la que toro y torero amasan con su enfrentamiento la decisión de sus vidas: quien vive y quien muere “muero porque no muero” diría San Juan de la Cruz. Aunque la muerte del “Yiyo” y “Burlero”, por ejemplo significaran un acto culminante para ambos, en el mismo instante: Muertos tu y yo no quedará ni Dios Elías Nandino.

Entre tanto Bataille dice que El juego de la angustia es siempre el mismo: la angustia mayor, la angustia hasta la muerte, es lo que los grandes hombres desean, para encontrar al fin, más allá de la muerte, y de la ruina, la superación de la angustia. Pero la superación de la angustia es posible con una condición: que la angustia esté a la altura de la sensibilidad que la convoca.11

En ese giro incesante hay cambios muy significativos, de una tremenda oscilación que se dirige a las fronteras del espacio llamado bacanal. Y del bacanal a la orgía se está a un paso, nada más. Así El movimiento de la fiesta toma en la orgía esa fuerza desbordante que provoca generalmente la negación de todo límite. La fiesta es por sí misma negación de los límites de la vida que ordena el trabajo, pero la orgía es el signo de un perfecto trastrocamiento. No es el azar el que quiso que, en las orgías de las Saturnales, el mismo orden social fuese invertido, con el maestro sirviendo al esclavo, y al esclavo echado en el lecho del amo. Esos desbordamientos adquirieron su razón de ser más profunda en el acuerdo arcaico de la voluptuosidad sexual y del arrebato religioso. Es en esa dirección en que la orgía, fuese cual fuese el desorden que introducía, organizó el erotismo más allá de la sexualidad animal.12

Obviamente, la relación que se hace entre la fiesta, estrictamente taurina, con todas sus dispersiones y relajamientos ocasionados por la emoción que el arte y la belleza representan como lo efímero en el toreo, deben poseer unos ingredientes tales que se acerquen al argumento expresado en el párrafo anterior, donde “esos desbordamientos adquirieron su razón de ser más profunda en el acuerdo arcaico de la voluptuosidad sexual y del arrebato religioso”. Levántame, Señor, que estoy caído, sin amor, sin temor, sin fe, sin miedo; quiérome levantar, y estoyme quedo; yo propio lo deseo y yo lo impido. Estoy, siendo uno solo, dividido; a un tiempo muero y vivo, triste y ledo; lo que puedo hacer, eso no puedo; huyo del mal y estoy en él metido. Tan obstinado estoy en mi porfía, 11 12

Op. cit., p. 124. Ibidem., p. 156.


que el temor de perderme y de perderte jamás de mi mal uso me desvía. Tu poder y bondad truequen mi suerte: que en otros veo enmienda cada día, y en mí nuevos deseos de ofenderte. Fray Miguel de Guevara, O.S.A.

Voluptuosidad sexual y arrebato religioso, son dos elementos que constituyen una permanencia histórica, pero también estética de la fiesta de toros. En este sentido, el Dr. Enrique Guarner ha dicho que El toro es el elemento masculino agresivo con atributos fálicos y el torero el femenino, puesto que su vestido (colores, bordados, medias, zapatillas de bailarina) y sus poses, son más propias de la mujer que del hombre. Cabría agregar aquí las ideas de Ernest Jones, según el cual los sacerdotes utilizan vestidos afeminados que son equivalentes a la castración simbólica. Al rendir ciertos elementos de virilidad, el clero gana prerrogativas femeninas adquiriendo la ventaja de pertenecer a ambos sexos.13

Dentro de los extremos del erotismo se encuentra otro factor que se asocia directamente con la circunstancia de la muerte con violencia que sufre el toro, después de un lento proceso que empezó a darse desde el momento en que pierde su libertad en el campo y llega a la plaza para morir al domingo siguiente. Bajo esa sentencia, el toro es la víctima. A lo largo de los siglos la presencia del toro posee significados de culto donde adquiere elementos de lo sagrado, porque ha nacido para vivir hasta su desarrollo como adulto, un periodo de libertad, llena de concesiones. No se le molesta y cuando esto ocurre es en los momentos de su privación, pierde toda prerrogativa, ha sido elegido para morir, como cuando los esclavos romanos pasaban por un proceso de preparación física, pero sabían que su fin estaba marcado para un día específico. Lo mismo se da en el sacrificio humano practicado por culturas indígenas de Mesoamérica. Al llevar a la cúspide de los templos del sacrificio a los elegidos, o a algún guerrero del bando contrario, esto cumplía con el rito sagrado de entregar a los dioses el corazón y la sangre del sacrificado para fortalecerlos. Sobre el sacrificio G. Bataille comenta: La acción erótica disuelve a los seres que se comprometen en ella y revela su continuidad, recordando la de las aguas tumultuosas. En el sacrificio, no solamente se desnuda, se mata a la víctima (o si el objeto del sacrificio no es un ser viviente, hay, de alguna manera, destrucción de este objeto).14

En este caso especial, el toro se vuelve el “interdicto” que nos dice Bataille. Desde

Enrique Guarner: “Reflexiones acerca del simbolismo en las corridas de toros”. En: “A LOS TOROS” (Número especial). México, Comunidad Conacyt, abril-mayo 1980, año VI, núm. 112-113, p. 124. 14 Bataille: El erotismo, op. cit., p. 36. 13


tiempos inmemoriales el sacrificio del toro se ha convertido en parte esencial del espectáculo, y por ende no se trata de un espectáculo, sin más. Conlleva un viejo y discutido principio relacionado con la cultura occidental acerca de la “muerte y el sacrificio”. Recordamos el sacrificio de los niños que cometió Herodes después de enterarse que en Jerusalén había nacido un niño al que muchos de los pobladores del lugar dotaban de unos poderes que, con el tiempo se revelarían como el cristianismo. Cuando el toreo sentó sus reales en la Nueva España ocurrió un hecho importante. Los torneos caballerescos que incluían el alanceamiento de toros se desarrollaban en medio de un ambiente en el que los bovinos eran atravesados por lanzas y por donde brotaba sangre a borbotones. Todo este cuadro, nuevo para una cultura como la indígena no debe haber resultado ofensivo. Una cultura acostumbrada al sacrificio, al culto heliolátrico, comparte y convive perfectamente con este nuevo espectáculo al que se integran y al que aceptan como parte de su ser. El mexicano en cuanto tal hace suyo el toreo, lo asimila, encuentra en el toro un elemento con el que puede lograr expresión efímera de un arte que es del gusto de muchos aficionados y lo consagra al llevar hasta el sacrificio y muerte al toro bravo. De hecho, muchos acusan con el sacrificio y muerte la parte dolorosa, retrógrada y salvaje de un espectáculo que debería desaparecer. Siendo parte de nuestra cultura, al integrarlo como parte de la misma después de casi cinco siglos, no creo que se trate de una casualidad. Así como “prendió” en el carácter del mexicano una razón espiritual y religiosa tan significativa como el afecto y veneración a la virgen de Guadalupe, así también pervive hasta nuestros días esta demostración taurina. Y ambas, hispanas de origen, una extendida como parte y sustento cultural de siglos; la otra como resultado -entre otros factores- de una guerra sostenida entre moros y cristianos, pero ambas, resultado de la fortaleza del mundo cristiano que fue el que definitivamente quedó marcado en la raza española, para bien o para mal, nunca como sentido maniqueo que lo único que provoca es el enfrentamiento, el caos de las ideas. Que el toreo se significa como un acto violento, evidentemente lo es. Con violencia se llega a la muerte del toro. Pero no es una violencia estúpida, absurda. Y si llevamos esto a la reflexión erótica, que es, la que al fin y al cabo interesa, encontramos entonces esta otra apreciación del autor francés:


De todas maneras, (la violencia) ya desde el principio, su conexión exterior es revelada en el universo sádico, que se propone a la meditación de cualquiera que reflexione sobre el erotismo. Sade -lo que quiso decir- suele horrorizar a esos mismos que afectan admirarlo y que no han reconocido por ellos mismos este hecho angustioso: que el movimiento del amor, llevado al extremo, es un movimiento de muerte. Ese vínculo no debería parecer paradójico: el exceso del que procede la reproducción y el que es la muerte no pueden ser comprendidos más que uno con ayuda del otro. Pero aparece, ya desde el principio, que los dos interdictos iniciales afectan, el primero, a la muerte, el otro, a la función sexual (...) En el duelo y en la vendetta -y en la guerra-, se trata de la muerte del hombre. Pero la ley que veda matar es previa a esa oposición en la que el hombre se distinguió de los animales de gran tamaño. En efecto, esa distinción es tardía. En primer lugar, el hombre se tuvo por el semejante del animal; esa manera de ver es aún la de los “pueblos cazadores”, cuyas costumbres son arcaicas. En esas condiciones, la caza arcaica o primitiva no era menos que el duelo, la vendetta o la guerra una forma de transgresión.15

¿Surge desde el más primitivo contacto del hombre y el toro la relación erótica del sacrificio? En esto, evidentemente tiene que ver el sentido de supervivencia. Los matices de magia, misticismo, religiosidad, e incluso erotismo, de alguna manera han sido producto de las sociedades que han encontrado en este pequeño ejemplo las conexiones, los hilos conductores de un evento capaz de generar todas estas figuraciones. A propósito, nos dice Bataille Los prehistoriadores suelen dar a las pinturas de las cavernas el sentido de una operación mágica. Los animales representados, objetos de codicia para los cazadores, lo habrían sido con la esperanza de que la imagen del deseo realizara efectivamente el deseo. No estoy seguro de ello. La atmósfera secreta, religiosa, de las cavernas ¿no podría responder al carácter religioso de transgresión que llegó a ser ciertamente el sentido de la caza? Al juego de la transgresión hubiese respondido el juego de la figuración. Sería difícil dar prueba de ello. Pero, si los prehistoriadores se colocaran en la perspectiva dada por la alternativa del interdicto y de la transgresión, si discernieran claramente el carácter sagrado de los animales en la muerte que les es dada, creo que sustituiría ese no sé qué de pobre que, en la hipótesis de la figuración mágica, los deja quizá indispuestos, una manera de ver más conforme a la importancia de la religión en la génesis del hombre. Las imágenes de las cavernas habrían tenido como fin figurar el momento en el que, al aparecer el animal, el asesinato necesario a la vez que condenable revelaría la ambigüedad religiosa de la vida: de la vida que el hombre angustiado rehúsa y que, sin embargo, realiza en la superación maravillosa de su rechazo. Esta hipótesis descansa en el hecho de que la expiación consecutiva al asesinato del animal es una regla de los pueblos cuya vida se parece sin duda a la de los pintores de las cavernas. Tiene el mérito de proponer una interpretación coherente de la pintura del pozo de Lascaux, en la que un bisonte moribundo afronta al hombre que quizá lo mató, al que el pintor le da el aspecto de un muerto. El tema de esta célebre pintura, que suscitó explicaciones contradictorias, numerosas y frágiles, será el asesinato y la expiación. (...) La crueldad puede derivar hacia el erotismo, y también eventualmente la masacre de los prisioneros puede tener al canibalismo como fin.16

Es cierto, antes que nada, el sacrificio es tenido por una ofrenda. La eterna discusión de que el espectáculo de los toros es cruel, salvaje, antihumano, es un argumento válido y respetable. Sin embargo, en México, la fiesta de los toros arraigó desde 1526, permanece 15 16

Op. cit., p. 60, 63 y 104. Ibidem., p. 105, 106 y 112.


y llega hasta nuestros días sin que esto signifique una casualidad histórica. El pueblo lo ha hecho suyo y como ya quedó asentado, la combinación cultural del viejo y el nuevo mundo han considerado en sus esquemas de valores el sacrificio humano y el animal como necesidad de satisfacer un culto. Ese culto se ha alterado y aunque permea el sacrificio, son el arte efímero y la técnica dos nuevos ingredientes que se unen al panorama de esta ofrenda. Además, se mantiene la idea de que los dioses más antiguos son los animales “ajenos a interdictos que limitan en la base la soberanía de un hombre (...)” Pero el rito sangriento tiene relación con el erotismo porque se involucra la muerte como consecución del objetivo: “La víctima muere, y entonces los asistentes (el público en la plaza) participan de un elemento que revela su muerte“ (todo ese conjunto, unión del arte y la técnica en un tiempo que es corto, efímero pero que consagra el sacrificio por vía de la ofrenda). Además “lo sagrado es precisamente la continuidad del ser revelada a los que fijan su atención, en un rito solemne (la corrida como ceremonia trascendental), en la muerte de un ser discontinuo” (el toro como elemento que fue preparado durante un determinado tiempo para llevarlo al templo donde se le consagra al sacrificio, en medio de los factores de agresión a los que se le somete). Eugenio Trías en su TRATADO DE LA PASIÓN ha dicho que la sustancia física del mundo es pasional, siendo por consiguiente amor lo que subsiste como “ser” de cuanto existe, incluso más allá de muerte y ultratumba, un poco en el genial sentido del más estremecedor de los sonetos de Quevedo, ése en el que se dice en qué queda reducido el cuerpo del poeta enamorado una vez descompuesto después de la muerte: en polvo, ciertamente, “mas polvo enamorado”. ¿Qué queda pues, luego de que cualquier matador convertido en héroe ha consumado la gran faena, la gran hazaña, la gran gesta? Es el héroe querido, deseado, preferido de las multitudes que lo invocan, lo exaltan, le prodigan todo aquello que el erotismo soterrado puede entregar, como se entregan dos almas, dos cuerpos en laberíntica pasión, dueña del vértigo, del dejarse llevar por emociones desconocidas, hasta el borde mismo con la muerte. Muerte y sacrificio, arte y erotismo son cuatro grandes columnas que sostienen y mantienen al espectáculo de toros, matizado con elementos de lo sagrado, lo divino, la


magia. El erotismo, en estos casos comparte la muerte misma. En otra obra de nuestro autor, HISTORIA DEL OJO encontramos más evidencias, estas sí, llevadas al extremo, a la perversidad. Si el erotismo es, en sí un aspecto que se define por el secreto, en la tauromaquia se revela natural, todos los asistentes captan ese sentido que lógicamente tiende a pasar por una interpretación que rebasa a la estética y a la técnica. Allí, el aficionado capaz de acercarse a esta frontera podrá gozar los momentos de consagración donde se lleva a alturas insospechadas el arte y la técnica en compañía del estricto y profundo sentido del sacrificio para que la experiencia erótica se sitúe fuera de la vida ordinaria. Por lo tanto, el erotismo al ser la emoción más intensa, se presenta ante nosotros en forma de lenguaje (concretamente el discurso de la tauromaquia en cuanto tal). El erotismo es ante todo el placer de lo que se aposenta en el aire, y luego desaparece. Una obra maestra del erotismo como HISTORIA DEL OJO del propio G. Bataille comprende pasajes que se asoman al precipicio del extremo, dialogan con la perversidad y asiste a los toros. El autor se ubica temporalmente en 1922, año en que muere Manuel Granero, víctima de una terrible cornada. No describiré características de la misma, pero sí incluiré la razón que movió muchas conciencias debido a la gravedad del percance: el pitón de POCA PENA del Duque de Veragua penetró el ojo del infortunado diestro. Dicha tragedia impulsó a Bataille a escribir un pasaje desgarrador en tanto que solución para interpretar el matiz y la dimensión que acarreó aquella muerte. X - EL OJO DE GRANERO El 7 de mayo de 1922, toreaban en la plaza de Madrid, La Rosa, Lalanda y Granero; en España, los dos últimos eran considerados como los mejores matadores, y Granero como superior a Lalanda. Acababa de cumplir veinte años y era ya muy popular: bello, grande y de una simpleza todavía infantil. Simona17 se había interesado vivamente por él, y excepcionalmente manifestó un verdadero placer cuando Sir Edmond18 anunció que el célebre matador había aceptado cenar con nosotros después de la corrida. Granero se diferenciaba de los otros matadores en que no tenía aspecto de carnicero, sino de príncipe encantador, muy viril y de perfecta esbeltez. En ese sentido, el traje del torero destaca la línea recta, erguida y tiesa como un chorro cada vez que el toro arremete junto al cuerpo y porque, además, modela exactamente el culo. El trozo de género encendido, la espada centelleante el toro que agoniza, cuyo pelaje humea a causa del sudor y de la sangre, producen la metamorfosis al liberar el aspecto más fascinante del juego. Hay que añadir el tórrido cielo, particular de España, que no es en absoluto coloreado y duro como se imagina: apenas perfectamente solar, con una luminosidad brillante, blanda, caliente y turbia, a veces irreal, a fuerza de sugerir la libertad de los sentidos debido a la intensidad de 17 18

Simona es la pareja sentimental y erótica de Bataille en toda esta historia. Sir Edmond uno más de los compañeros en las perversidades eróticas del autor francés.


la luz aunada al calor. Esa irrealidad extrema del brillo solar se liga indisolutamente a lo ocurrido el siete de mayo. (...) El primer toro, cuyos testículos crudos esperaba Simona, era una especie de monstruo negro cuya salida del toril fue tan fulminante que a pesar de los esfuerzos y de los gritos destripó tres caballos antes de que nadie pudiese poner orden en la lidia. Una de las veces, caballo y caballero fueron levantados al aire y cayeron detrás de los cuernos con estrépito. Cuando Granero se acercó al toro, empezó el combate con brío, entre un delirio de aclamaciones. El joven envolvía a la bestia furiosa con su capa; cada vez que el toro se lanzaba contra su cuerpo, se elevaba en una especie de espiral para evitar de cerca un horrible choque. Por fin, mató al monstruo solar con limpieza: la bestia enceguecida por el rojo género, con la espada hundida profundamente en el cuerpo ya ensangrentado; una ovación delirante se produjo cuando el toro, con torpeza de borracho, se arrodilló, cayendo con las patas al aire al tiempo que expiraba. Simona que había estado sentada junto a Sir Edmond y yo, contempló la matanza con una exaltación por lo menos igual a la mía y no quiso volverse a sentar cuando terminó la delirante ovación. Me tomó de la mano sin decir palabra y me llevó a un patio exterior, al ruedo que apestaba a orines de caballo y de hombre, debido al terrible calor. Tomé a Simona por el culo, ella agarrando mi verga erecta debajo del pantalón. Entramos a los cagaderos hediondos, donde moscas sórdidas revoloteaban en torno a un rayo de sol; allí, de pie, desnudando el culo de la joven, metí primero mis dedos y luego el miembro viril en su carne babosa y color de sangre; entré en esa caverna sanguinolenta mientras le manoseaba el culo, penetrándoselo con mi huesoso dedo medio. La furia de nuestras bocas se unió en una tempestad de saliva. El orgasmo del toro no es superior al que, quebrándonos los riñones, nos desgarró: mi grueso miembro no retrocedió ni un palmo fuera de esa vulva, llena hasta el fondo, saturada de semen. La fuerza de los latidos del corazón no se calmó en nuestros pechos, deseosos de desnudarnos y tocarnos con las manos mojadas y enfebrecidas; Simona, con el culo tan ávido como antes y yo, con la verga obstinadamente erecta, regresamos junto a la primera fila. Cuando llegamos a nuestro lugar, cerca de Sir Edmond, a pleno sol y en el sitio de mi amiga, encontramos un plato blanco con los testículos pelados; aquellas glándulas de grosor y forma de un huevo y de blancura nacarada, sonrosada apenas, eran idénticos al globo ocular; acababan de quitárselos al primer toro, de pelaje negro y en cuyo cuerpo Granero había hundido la espada. -Son los testículos crudos, comentó Sir Edmond con ligero acento inglés. Simona se había arrodillado frente al plato y lo miraba con interés pero con una turbación sin precedentes. Parecía saber lo que quería, pero no cómo hacerlo y eso la exasperaba; tomé el plato para que se sentase, pero ella me lo quitó bruscamente diciendo “no” con un tono categórico para volverlo a colocar en la grada. Sir Edmond y yo empezamos a preocuparnos porque llamábamos la atención de nuestros vecinos, justo en el momento en que la corrida languidecía. Le pregunté al oído lo que pasaba. -¡Idiota!, me respondió, ¿no te das cuenta que quiero sentarme en el plato y que todos me miran? -Pero es imposible, le repliqué ¡Siéntate! Retiré el plato y la obligué a sentarse al tiempo que la miraba para que comprendiese que yo recordaba el plato de leche y que su deseo renovado me turbaba. A partir de ese momento no pudimos estarnos quietos y nuestro malestar llegó a tal punto que contagiamos a Sir Edmond. La corrida se ponía aburrida: toros flojos eran lidiados por matadores que no sabían su oficio y, sobre todo, Simona había pedido asientos de sol: estábamos envueltos en una neblina de luz y de calor pegajoso que nos resecaba la garganta y nos oprimía. Simona no podía alzarse el vestido y sentar su trasero desnudo en el plato de los testículos crudos. Debía limitarse a conservar el plato sobre las rodillas. Le dije que quería hacerle el amor antes que regresase Granero, hasta el cuarto toro, pero se negó y permaneció vivamente interesada: los destripamientos de los caballos, seguidos como ella decía de “pérdida y estrépito”, es decir, de una catarata de tripas, la embriagaban. Los rayos del sol nos sumían poco a poco en una irrealidad acorde con nuestra desazón, es decir, a nuestro impotente deseo de estallar y desnudarnos. Gesticulábamos por el sol, la sed y la exasperación de los sentidos, incapaces de tranquilizarnos. Habíamos alcanzado los tres esas delicuescencia morosa en la que ya no existe ninguna concordancia entre las diversas contracciones del cuerpo. Ni la aparición de Granero logró sacarnos de este marasmo embrutecedor. El toro era desconfiado y parecía poco valiente: la corrida continuaba sin ningún interés. Lo que sucedió después se produjo sin transición y casi sin hilazón aparente, no porque las cosas no estuviesen ligadas sino porque mi atención ausente permaneció totalmente disociada. En pocos momentos vi primero a Simona mordiendo, para mi espanto, uno de los testículos crudos, luego, a Granero avanzar hasta el toro con un paño escarlata, y, más o menos al mismo tiempo, a Simona,


acalorada con un impudor sofocante, descubrir sus largos muslos blancos hasta su vulva húmeda en la que hizo entrar, lenta y seguramente el otro globo pálido; a Granero, derribado, acosado contra la barrera, en la que los cuernos lo tocaron tres veces a voleo; una cornada atravesó el ojo derecho y toda la cabeza. El grito de terror inmenso coincidió con el orgasmo breve de Simona que, levantándose del asiento fue lanzada contra la baldosa, boca arriba, sangrando por la nariz y bajo un sol que la enceguecía. Varios hombres se precipitaron para transportar el cadáver de Granero, cuyo ojo derecho colgaba fuera de su órbita.19

Con Bataille compañero intelectual, mas no de andanzas, que como hemos visto, son muy fuertes hemos entendido el contenido de una interpretación bastante difícil como la del erotismo y los toros. Ojalá que este género que acabamos de abordar haya alcanzado la interpretación que se pretendía desde un principio. Y concluyo diciendo que el erotismo está presente en el toreo, solo que para poder entenderlo es preciso trascender la interpretación a niveles donde lo vamos a encontrar.

PRESENTACIÓN DEL NÚMERO DE EROTISMO Y TOROS PUBLICADO POR LA REVISTA TORERÍSIMO EN JULIO DE 1998.

Debo confesarles que hoy tendré mi primer experiencia erótica..., editorial. Que quede claro. En un lugar como este el cual durante la colonia se ostentó como el Colegio de Cristo, me detengo a hacer las revelaciones con las que podría dar, y bajo la fuerza, y con todos mis huesos en la Inquisición. Allá sí que los métodos de urbanidad permitirían pasarla muy bien. Pero ni la Inquisición existe (hoy sus siglas han cambiado. Si no han adivinado, se los dejo de tarea), y el Colegio de Cristo es solo un sitio más de difusión cultural. Ahora bien, el propósito de esta pequeña plática no es promover el relajamiento, ni tampoco el “cachondeo”. Vivimos una época de aperturas, de globalizaciones que nos permiten descubrir nuevos horizontes y el tema de hoy, es uno más con el que el hombre y las sociedades se dejan deslumbrar, en su afán por lograr estados de madurez absolutos. Es decir, ese tema de y para adultos, al que siempre nos hemos visto imposibilitados de acceder con toda libertad, se abre de capa para permitirnos conocer uno más de los misterios y secretos, relacionándolo “íntimamente” con el de las corridas 19

Georges Bataille: HISTORIA DEL OJO. México, 4ª ed. Ediciones Coyoacán, S.A. de C.V., 1997. 122 p., p. 81-86.


de toros, que lo comprende y hace suyo.

Portada de la revista Torerísimo

José Alameda sentenció un día: “El toreo no es graciosa huida sino apasionada entrega”. De esta “apasionada entrega” hablamos ahora que TORERÍSIMO publica un


trabajo destinado a desentrañar el erotismo en los toros, un terreno que vemos y comprendemos, pero que no sabemos cómo explicarlo. “El toreo es algo que se aposenta en el aire y luego desaparece” dijo hace algunos ayeres el gran diestro de san Bernardo Pepe Luis Vázquez. Pero no nos vamos a llenar de frases ni tampoco a evadir el tema que hoy nos congrega. Erotismo es un tema de dos, en la intimidad. Erotismo en el toreo es la concentración de todas las fuerzas pendientes del encuentro toro y torero, motivo de emociones y desilusiones. Razón de equilibrio y desequilibrio. Ruptura frente al reposo más absoluto. A todos nos ha pasado cuando presenciamos la gran faena: resortes invisibles nos impulsan a una emoción inexplicable cuando todo es tan efímero. En esto no podemos recordar más que las grandes faenas o el chispazo genial. Parece que estamos viendo alguno de aquellos momentos magistrales de Manolo Martínez, en una de tantas tardes aciagas, que luego fueron gloriosas. El detonante fue un solo lance, la chicuelina que cambió el escenario abultado de pesimismo a la gloria y a la entrega por la gracia de un gesto que en las condiciones en que se presentó, con ese vuelco increíble, logró que las lanzas se trocaran en cañas. “Como en el acto amoroso, antes de la crisis final, uno permanece suspendido con la angustia de que aquello termine, el éxtasis maravillado de que sin embargo continúe” (dijo del AMOR Y LA TAUROMAQUIA, Michel Leiris en su ESPEJO DE LA TAUROMAQUIA). Manolo logró dispersar la tormenta por una apacible tarde... Consiguió, en fin, controlar a la multitud. El erotismo de alguna manera se había consumado. Ese deleite en el vértigo, placer abismal y rotundo al mismo tiempo ocurre cada tarde de toros en mayor o menor deleite. Claro, hay tardes de cuyos hechos no quiero acordarme, porque no significaron nada. Georges Bataille, autor esencial para comprender el soterrado espíritu del erotismo nos dice: La acción erótica disuelve a los seres que se comprometen en ella y revela su continuidad, recordando la de las aguas tumultuosas. En el sacrificio, no solamente se desnuda, se mata a la víctima (o si el objeto del sacrificio no es un ser viviente, hay, de alguna manera, destrucción de este objeto). La víctima muere, y entonces los asistentes participan de un elemento que su muerte revela. Ese elemento es lo que es posible denominar, con los historiadores de la religión, lo sagrado. Lo sagrado es justamente la continuidad del ser revelada a los que fijan su atención, en un rito solemne, en la muerte de un ser discontinuo (...) Todo nos lleva a creer que es esencialmente lo sagrado de los sacrificios


primitivos es el análogo de lo divino de las religiones actuales.

Con esta cita parece darnos una interpretación personal sobre el significado de una corrida, de una faena, de todos los elementos que se integran, se comprometen, se enlazan a la hora de que el toreo como expresión estética trasciende las fronteras de la realidad para depositarse en el onírico placer que duerme y se despierta entre sobresaltos producidos por las más recónditas pasiones solo entendidas cuando nos convertimos en especie de víctimas del MINOTAURO, porque el grado de las emociones se torna laberinto. De pronto quedamos atrapados y nos entregamos al gozo de un lance, del pase; en fin: de la faena y de la gesta torera en cuanto tal. No vengo ahora a dar un largo sermón sobre el erotismo. Al menos ese no es el propósito pues esta no es una “cátedra extraordinaria” que aborde el tema con especialistas (erotólogos), que en mi caso, no lo soy. Pero pretendo despertar el interés por envolverse al leer los textos reunidos en esta propuesta editorial. Nos permite admirar las fotografías, imágenes y trabajos artísticos que también buscan una interpretación distinta, fresca, original para un mejor entendimiento. Ese es el propósito del número especial que TORERÍSIMO dedica al tema de las pasiones, símbolo de sociedades y culturas que se toman de la mano, de manera que la sinceridad sea uno más de los aspectos con que viene a enriquecerse. Sin embargo existen unos pasajes poéticos que no voy a soslayar, por su profundo significado en este asunto ya que se unen íntimamente, al grado de que santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, unen sus nombres a un símbolo: Jesús, testimonio mayor de la humanidad y la cruz, ambos como redención de aquella, traducidos en el profundo misticismo, fruto del éxtasis (orgasmo celestial) de la santa de Avila que propicia una reforma en la Orden Carmelita, a fin de volverla a su antigua pureza y disciplina que el santo de Fontiveros hace suya, luego de conocer a Teresa de Jesús en 1568. Ambos gozan sus contemplaciones absolutas de Dios por el alma en camino constante de perfección a través del amor. Ambos con sus nombres y sus símbolos se concentran en ese capote de paseo maravilloso que muchos matadores portan a la hora del paseíllo: el capote que lleva como imagen al Cristo del gran Poder, Cristo y cruz, cruz y Cristo, señal emblemática que auxilia al torero lleno de ilusiones que parte plaza, dispuesto a


enfrentar al MINOTAURO y a resolver en medio de los más bellos misterios el placer de torear.

Obra de Érika Badillo que se presentó en la exposición convocada por los editores de Torerísimo.

Sus obras parecen ser fruto del mismo éxtasis.


Veamos. SANTA TERESA DE JESÚS

SAN JUAN DE LA CRUZ

VIVO SIN VIVIR EN MÍ Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero.

COPLAS DEL ALMA QUE PENA POR VER A DIOS. Vivo sin vivir en mí y de tal manera espero que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí después que muero de amor Porque vivo en el Señor Que me quiso para sí: Cuando el corazón le di Puso en él este letrero: que muero porque no muero.

En mí yo no vivo ya y sin Dios vivir no puedo; pues sin él y sin mí quedo, este vivir ¿qué será? Mil muertes se me hará, pues mi misma vida espero, muriendo porque no muero.

Esta divina prisión del amor con que yo vivo ha hecho a Dios mi cautivo y libre mi corazón: Y causa en mí tal pasión ver a Dios mi prisionero que muero porque no muero.

Esta vida que yo vivo es privación de vivir; y así es continuo morir hasta que viva contigo. Oye, mi Dios, lo que digo, que esta vida no la quiero, que muero porque no muero

¡Ay, qué larga es esta vida! ¡Qué duros estos destierros! Esta cárcel, estos hierros en que el alma está metida! Sólo esperar la salida me causa dolor tan fiero que muero porque no muero.

Estando ausente de Ti, ¿qué vida puedo tener sino muerte padecer, La mayor que nunca vi? Lástima tengo de mí, pues de suerte persevero que muero porque no muero.

Sólo con la confianza vivo de que he de morir, Porque muriendo el vivir me asegure mi esperanza. Muerte do el vivir se alcanza. No te tardes, que te espero; que muero porque no muero.

El pez que del agua sale aun de alivio no carece, que en la muerte que padece Al fin la muerte le vale. ¿Qué muerte habrá que se iguale a mi vivir lastimero, pues si más vivo, más muero?

Mira que el amor es fuerte; Vida, no me seas molesta; Mira que sólo te resta Para ganarte perderte. Venga ya la dulce muerte, el morir venga ligero, que muero porque no muero.

Cuando me empiezo a aliviar de verte en el Sacramento, háceme más sentimiento El no te poder gozar; todo es para más penar y mi mal es tan entero que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba es la vida verdadera; hasta que esta vida muera No se goza estando viva; vida, no me seas esquiva, viva muriendo primero, que muero porque no muero.

Y si me gozo, Señor, con esperanza de verte, en ver que puedo perderte se me dobla mi dolor; Viviendo en tanto pavor y esperando como espero, muérome porque no muero.


Vida, ¿qué puedo yo darle a mi Dios, que vive en mí, si no es el perderte a ti, para merecer ganarle? Quiero muriendo alcanzarle, Pues tanto a mi amado quiero que muero porque no muero.

Sácame de aquesta muerte, mi Dios, y dame la vida; no me tengas impedida En este lazo tan fuerte; mira que peno por verte y de tal manera espero que muero porque no muero. Lloraré mi muerte ya y lamentaré mi vida en tanto que detenida por mis pecados está. ¡Oh mi Dios! ¿Cuándo será? Cuando yo diga de vero: vivo ya porque no muero.

Concluyo mi participación envuelto en media verónica, sudario y erotismo que no se acaba con la fiesta. Al contrario, crece, se magnifica con todo un nuevo conjunto de ideas y de interpretaciones estéticas que esperamos sean del gusto general, pues el erotismo aun se mira con cierta reticencia y siempre con la mordaza lista para callar, si los argumentos rebasan valores de un termómetro de moralidades que funciona al servicio de órdenes establecidos. Muchas gracias.20

20

Trabajo presentado el 17 de julio de 1998, en las instalaciones del Museo de la Caricatura.


Esta es otra obra seleccionada. Su hacedora es Pilar González Parra.

Recuperado el hilo de esta Justificación debo decir que, en el curso de las Segundas


Jornadas de Estudios sobre Tauromaquias y juegos a caballo, celebradas en la ciudad de Morelia, Michoacán, entre el 10 y el 12 de octubre de 2007, la Dra. Ana Cristina Ramírez Barreto, coordinadora de dicho evento, me hizo la propuesta para desarrollar un trabajo sobre la participación de la mujer en los toros, y esto a raíz de haber mencionado durante la sesión en que intervinieron Hilda Tenorio y Marbella Romero el libro Los nuestros. Toreros de México desde la conquista hasta el siglo XXI,21 que se ocupa solamente del género masculino. Al plantearme que no hay un trabajo específico que se ocupe de “Las nuestras…” y parafraseando el título anteriormente citado, me propongo realizar la presente publicación, para lo que me tomo la libertad de alterarlo ligeramente, quedando de la siguiente manera: LAS NUESTRAS. TAUROMAQUIA MEXICANA CON TOQUE FEMENINO. Desde los siglos virreinales y hasta nuestros días. De ahí que sea mi intención dedicarle la presente obra a Ana Cristina. M. en H. José Francisco Coello Ugalde Ciudad de México, 19 de noviembre de 2007.

21

José Francisco Coello Ugalde y Marcial Fernández (seud. Pepe Malasombra): Los nuestros. Toreros de México desde la conquista hasta el siglo XXI. México, Ficticia, 2002. 215 p. Ils., Retrs., Fots.


1.-INTRODUCCIÓN, ESTUDIO Y REPRODUCCIÓN FACSIMILAR A LAS FIESTAS DE TOROS, JUEGO DE CAÑAS, y alcancías, que celebró la Nobilísima Ciudad de México, a veinte y siete de Noviembre de este Año de 1640 EN CELEBRACIÓN DE LA venida a este Reino, el Excelentísimo Señor Don Diego López Pacheco, Marques de Villena, Duque de Escalona, Virrey y Capitán General de esta Nueva España, &c. Por Doña María de Estrada / Medinilla. INTRODUCCIÓN.-

A continuación, someteré a estudio la que hasta hoy era un “relación de fiestas” que se consideraba como perdida. Se trata de la obra de doña María de Estrada Medinilla y que presento, tanto en su versión original como modernizada, acompañada del aparato crítico pertinente. Agradezco la gentileza de los maestros Dalmacio Rodríguez Hernández y Dalia Hernández Reyes, quienes pertenecen al Seminario de cultura literaria novohispana que acoge el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México por haberme facilitado copia facsimil del documento (mismo que se reproduce en su integridad), para lo cual me comprometí con ellos a realizar este trabajo de investigación que ahora les dedico, en el entendido de que sólo incluiré las primeras tres octavas reales y lo que se deriva del resto, en la interpretación que logró Carmen Eugenia Reyes Ruiz, como resultado de su tesis de maestría.22

LA RECEPCIÓN DEL VIRREY MARQUÉS DE VILLENA EN 1640.

Como muchas de las recepciones que ocurrieron en el período virreinal, acontecimiento que se ceñía a un protocolo por demás impresionante debido, en primera instancia a la notificación de que eran informadas las autoridades y luego éstas divulgando la noticia a nivel general, obligaba a que se cumpliera cabalmente con el itinerario que empezaba en el puerto de Veracruz y concluía en la ciudad de México bajo una serie de indicaciones que la costumbre había establecido.23 Pero no era solamente asunto de saludos y 22

Carmen Eugenia Reyes Ruiz: La fiesta de toros en la Nueva España. Espejo y reflejo de la sociedad novohispana. Universidad del Claustro de sor Juana (…) 23 Para mayor información, véase: Diego García Panes: Diario particular del camino que sigue un virrey de México. Desde su llegada a Veracruz hasta su entrada pública en la capital […] [1793], transcripción de Alberto Tamayo, estudio introductorio de Lourdes Díaz-Trechuelo. Madrid, CEHOPU / CEDEX (Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente), 1994.


formalidades. También estaban las fiestas como complemento y cúspide de aquella parafernalia que alcanzaba varios días o semanas de celebración. En este caso particular, nos ocupamos de la de don Diego López Pacheco, Cabrera y Bobadilla, Marqués de Villena, Virrey Gobernador y Capitán General de la Nueva España, cuyos hechos adquirieron tintes peculiares que se proyectan en varias direcciones. Por un lado, se trata de un suceso que ocurre en momentos del más acentuado climax en el barroco novohispano, fenómeno cultural estimulado por una serie de elementos alentados por el arte y la literatura –el hipérbole más ponderativo (María de Estrada Medinilla, dixit)-. La recepción que ahora estudiamos a partir de la obra de nuestra autora, nos habla también de otras tantas descripciones, lo que significa que el hecho mismo se convirtió en un acontecimiento extraordinario, mismo que quedó cubierto por diversos documentos que hoy nos permiten entender la magnitud de aquel suceso. Dentro de su manufactura se cumplieron a cabalidad los puntos del protocolo más riguroso. Por otro lado, las fiestas religiosas y paganas también fueron reseñadas y entre todas ellas, las de toros no pasaron desapercibidas ni por María de Estrada ni por algunos otros de los que me ocuparé en forma breve. La interpretación literaria del siglo XVII adquiere un sentido manifiesto de preponderancia, que arranca con la Grandeza mexicana de Bernardo de Balbuena (1604)24 y termina con Felipe de Santoyo García Galán y Contreras (1691) 25 pasando por Juan Ruiz de Alarcón, el Pbro. Br. D. Diego de Rivera, el también Pbro. Br. D. Ignacio de Santa Cruz Aldana, el Capitán Alonso Ramírez de Vargas y la jerónima Sor Juana Inés de

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Bernardo de Balbuena: Grandeza mexicana y fragmentos del siglo de oro y El Bernardo. Introducción: Francisco Monterde. 3ª. Ed. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1963. XLIV-121 p. Ils. (Biblioteca del estudiante universitario, 23). 25 Métrica panegyrica descripción De las plaufibles fieftas, que, á dirección del Exmo. Señor Conde Galve, Virrey, y Capitán General defta Nueva-España, fe celebraron, obfequiosas, en la muy Noble, y leal Ciudad de México, al feliz Cafamiento de Nuestro Catholico Monarcha D. Carlos Segundo, con la Auguftiffima Reyna y Señora Doña Maria-Ana Palatina del Rhin, Babiera, y Neuburg. Verfifica fu narración, vn corto Ingenio Andaluz, hijo del Hafpalenfe Betis; cuyo nombre fe ommite, porque (no profeffando efta Ciencia) no fe le atribuya á oficio, lo que folo es en él (aunque tofca) habilidad. Dedicado a la Excelentiffima Señora Doña Elvira de Toledo, y Osorio, Condefa de Galve, Virreyna defta Nueva-Efpaña, á cuyos pies fe poftra el Author. Con licencia. En México: por Doña María de Benavides Viuda de Juan de Ribera en el Empedradillo. Año de 1691, obra que consta de 82 octavas. Véase: Alfonso Méndez Plancarte: Poetas novohispanos. Segundo siglo (1621-1721). Parte primera. Estudio, selección y notas de (...). Universidad Nacional Autónoma de México, 1944. LXXVII-191 p.(Biblioteca del Estudiante Universitario, 43)., p. 143-144.


la Cruz, quienes legaron obras de un elevado valor culterano que se empareja, en esos términos con la de María de Estrada Medinilla. Enorme alegría significó el encuentro con la relación de FIESTAS DE TOROS, JUEGO DE CAÑAS, y alcancías, que celebró la Nobilísima Ciudad de México, a veinte y siete de Noviembre de este Año de 1640 EN CELEBRACIÓN DE LA venida a este Reino, el Excelentísimo Señor Don Diego López Pacheco, Marqués de Villena, Duque de Escalona, Virrey y Capitán General de esta Nueva España, &c, mismo que es motivo para el estudio y reproducción facsimilar que ustedes encontrarán enseguida, fruto de una intensa investigación que busca poner en claro sus más profundos misterios. Mtro. José Francisco Coello Ugalde Director del Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. México, enero de 2007.


ESTUDIO.El barroco cobija y estimula todo sentido derivado de la fiesta, no sólo en España, también en la Nueva España. Surge en unos momentos en que el imperio español y sus colonias están harto necesitados en proyectar expresiones artísticas que se mantuvieron aisladas del mundo, debido al proceso introvertido que en lo personal tengo identificado como de la “tibetanización”. Así, mientras el medioevo se prolongó dejando pocas posibilidades de acción e influencia al renacimiento, el barroco permite la liberación de inquietas manifestaciones estéticas, siendo la integración y constitución del “siglo de oro de las letras españolas” el mejor ejemplo de entre los muchos alcances logrados en el ámbito cultural, lo mismo en Europa que en América. En esos años el pueblo es espectador y aunque deseoso de participar en diversas fiestas de carácter eminentemente oficial, tanto del poder político como del religioso, no puede. Quienes sí logran intervenir directamente en su ejecución son el clero y la nobleza, que por entonces detentaban importante influencia. Sin embargo, el calendario litúrgico dio motivo para que el pueblo aprovechara las diversas razones y pretextos, llevando a cabo una rica variedad de fiestas (fiestas de mayo y de la cosecha, carnavales, conmemoraciones, etc.), pasando de la observación a la ejecución, lo cual reafirmó el sentido de intensidad que con el tiempo ganó en cantidad. También en espectacularidad. Así que una y otra fiesta: oficial-religiosa y profana26 invaden el escenario en términos impresionantes, al mismo tiempo en que surge y se engrandece el barroco. Ya lo dice José María Díez Borque: “El poder genera en el XVII, una variada gama de fiestas, con funciones de

ostentación, propaganda, exhibición,

encaminadas a promocionar

fidelidades”. Para ello la casa real fue una de las principales promotoras al generarse a su interior diversas razones que por obvias razones [sic] no se quedaban en la simple 26

Hugo Hernán Ramírez: Fiesta, espectáculo y teatralidad en el México de los conquistadores. México, Bonilla Artigas Editores, S.A. de C.V., 2009. 228 p. (Textos y estudios coloniales y de la Independencia, 19)., p. 29. Las fiestas (según san Antonio) son de dos maneras; unas que se llaman repentinas y otras solemnes. Las solemnes son aquellas festivas y de guarda de que hemos tratado y las que en este estado de gracia son instituidas por la Iglesia. Las repentinas son las que los emperadores, reyes y señores mandan celebrar, en las repúblicas, por algunas particulares razones y causas; conviene a saber, por alguna victoria militar, que ha tenido de sus enemigos o por haberse casado o por haberle nacido algún hijo heredero de su corona, cuyo nacimiento manda solemnizar y festejar en sus señoríos y reinos, y llámanse a estas fiestas repentinas porque se ordenan repentinamente, y no son del número de las que cada año, por el círculo de él, se celebran como ordinarias.


celebración “doméstica”. Era preciso trascenderlas. Y para eso, allí estaba el pueblo, motor y vehículo masivos, quien se sumaba de manera multitudinaria al o a los festejos que van de los nacimientos y bautizos; a los matrimonios o nupcias reales; o de la proclamación de un nuevo rey y su opuesto: la muerte y los funerales. El regocijo se desbordaba en banquetes, correr toros,27 comedias, cañas,28 juego de la alcancía,29 juego de la sortija,30 fiesta de los encamisados,31 fuegos de artificio. El respeto y “fidelidad” en catafalcos y lujos funerarios. Entre gula y templanza de la destreza; entre el misterio espectacular de la cabal muestra del carácter caballeresco como señal orgullosa de una España que poco a poco se va quedando en el recuerdo, el siglo XVII es esa maravillosa y propicia región temporal donde ocurrieron semejantes grandezas. A todo esto se agregaba un calendario celebrativo que operaba al ritmo tanto de las estaciones como del santoral sin faltar el cumplimiento del rito ancestral. En palabras de Borque nos dice por tanto lo que va a ser la fiesta durante el barroco: “simular, ocultar, aparentar, crear nuevas realidades aparenciales, dar forma a los mitos...” tan inmediatos a todo lo desarrollado en el teatro, otra importante forma de expresión desbordada. No faltaban las mojigangas, forma primigenia de mascarada festiva, en la que el uso de trajes ridículos era señal del espíritu de simulación tan propio del teatro. Esto es, que entre la plaza y el teatro hubo un permanente sincretismo del cual la plaza pública, sitio

César Oliva: “La práctica escénica en fiestas teatrales previas al Barroco” (p. 97-114). En DÍEZ BORQUE, José María, et. al.: Teatro y fiesta en el barroco. España e Iberoamérica. España, Ediciones del Serbal, 1986. 190 p. Ils., grabs., grafcs., p. 108-109. Correr toros. Ya se hace mención a esta fiesta en el Código de las Siete Partidas. Se trata de acosar al toro por hombres de a pie. Cuenta con gran participación popular, aunque el juego encierra su peligro, como atestiguan los cuatro fallecimientos en Tudela del Duero, en 1564. Entre sus innumerables variantes, estaba el acoso a caballo, como la principal: también diversas suertes, como el alanceo y la garrocha. La corrida no terminaba con la muerte del toro, aunque sí eran asaetados. 28 Op. Cit. Juegos de cañas. El caballero llevaba en una mano la caña, especie de fina lanza de madera, y en la otra, un escudo. Los hombres se agrupaban en cuadrillas, formadas por tres, cuatro, seis u ocho miembros. Cada grupo arrojaba sus cañas sobre el otro, volviendo grupas rápidamente, pues eran atacados por aquellos. El que los perseguidores se convirtieran en perseguidos, y éstos en aquellos, proporcionaba al juego un continuo movimiento, que duraba horas y horas. 29 Ibidem. Juego de la alcancía. Los caballeros se tiraban unos a otros, también dispuestos en grupo, gruesas bolas de barro secado al sol, del tamaño aproximadamente de una naranja. Al ir tales bolas rellenas de flores, y romperse en tales batallas, se esparcían por el lugar agradables olores, al tiempo que “la batalla” alcanzaba notable espectacularidad. 30 Ibid. Juego de la sortija. Los participantes lanzaban sus caballos sobre una serie de sortijas que penden a 2 ó 3 metros. Se trata de introducir la punta de su lanza por tales sortijas, que eran de hierro, de una pulgada de diámetro. 31 Ib. Fiesta de los encamisados. Se celebra la víspera de San Juan. “Fiesta que todas las naciones celebran”, dice Ginés Pérez de Hita en sus Guerras civiles... 27


propicio para la celebración oficial o religiosa, y también la profana, se benefició con un decorado magnífico que hizo suyo a partir de las expresiones del teatro, el cual, sin lugar a dudas compartió entre una infinidad de invisibles hilos conductores. En medio de aquella “comunicación”, y con la decidida participación de protagonistas y espectadores, la respuesta que se tuvo fue un “desenfreno y un vértigo de la fiesta, que momentáneamente alteraba el orden, con lo que se recuperaba no sólo la estabilidad de clases sociales, sino también el oscuro origen de la moral y de la religión”, como lo apunta Antonio Bonet Correa. Y es que el mundo caballeresco y medieval fue aprovechado con objeto de reafirmarle poder e influencia en unos momentos en los cuales, la fiesta de toros, en cuanto tal, pudo encontrar condiciones propicias para su mejor organización e incluso para su primitiva codificación, con lo que habrán de verse las primeras condiciones de profesionalización, lo que no la distanciaba de su composición original. La ornamentación del barroco taurino permite una constante exhibición de diversas puestas en escena, ricas todas, y cada una de ellas diferentes a las demás, de no ser porque la lidia o el juego con un toro representa en sí misma la antítesis de la monotonía, en el entendido de la existencia de aquellas riquezas teatrales y parateatrales incorporadas ya sin ningún tipo de prurito o de inconveniente. Torneo y teatro en el mismo sitio, manifestación que, con sus variantes temporales, así como la llegada de nuevos modos y modas, se extendería hasta ya muy avanzado el siglo XIX. De ahí que en toda fiesta se reflejan las pasiones, los temores y las esperanzas de un pueblo o de una colectividad. En la época barroca, en especial en España, en la que la preocupación esencial era la salvación individual del hombre, la fiesta, fenómeno colectivo, estaba plena de contrastes. Frente al libre albedrío personal se oponía el rígido orden político y social. La sumisión al dogma y a la monarquía estaba fuera de discusión, de la misma manera que cada individuo pertenecía, sin posibles cambios, a un estamento o clase social. La fiesta era un espejo que devolvía a cada participante su papel e imagen en el mundo, fuera de su propio destino escatológico. De ahí que la fiesta estuviese organizada de acuerdo con las clases sociales, que cada una tuviese su puesto en ella, que pagase la parte que le correspondía, que desfilase o participase con sus comitivas y juegos y levantase sus propias arquitecturas efímeras. Aparte la ordenación general de la fiesta a cargo del Ayuntamiento, hay que contar con los ornatos y las luminarias que corrían a cuenta de las órdenes religiosas y de particulares adinerados. Pero no se puede comprender bien la fiesta si no se precisan cuáles eran sus partes y sus tiempos, los distintos actos y desfiles públicos. En la fiesta barroca, había la fiesta de los nobles, encargados de protagonizar los juegos de cañas, de sortijas, batallas simuladas, corridas de toros, cabalgadas, parejas y otros ejercicios y destrezas ecuestres. Junto con ella había la fiesta de las corporaciones o instituciones intelectuales –Universidades y Colegios- que sacaban sus carros y hacían sus mojigangas, justas poéticas u otros actos de carácter literario. A estas fiestas hay que añadir las


que organizaban los conventos y las parroquias, con sus altares callejeros, procesiones, funciones y ejercicios piadosos de carácter festivo. Por último, debe añadirse la fiesta popular y “carnavalesca” de los gremios. Cada oficio concurría con sus cuadrillas y comparsas de a pie. Su cortejo era variopinto y de divertido aspecto. Su participación era la más proteica y numerosa. Abierta la marcha del desfile con los lucidos y elegantes juegos de equitación de los nobles, acababa con el mundo más a ras de tierra y pleno de simbolismos grotescos de lo popular (...) El fondo secular y milenario que compone el magma de la fiesta barroca se hace evidente al analizar sus componentes. Las jerarquías sociales constituyen su rígida estructura. Los nobles y la equitación son sus principales participantes en tanto que actores que se muestran al público con sus atributos de clase privilegiada. Son como galanes de cine, héroes valerosos y sin tacha que igual caracolean un caballo que alancean un toro o saludan al rey, el cual era su primo, el primero entre los pares. Cuando el rey Felipe IV bajó de su balcón a la plaza para abatir una fiera, como sucedió en una corrida de la Plaza del Parque en Madrid, de un arcabuzazo “sin perder la mesura real”, tal como lo cuenta José Pellicer de Tovar en su Anfiteatro de Felipe el Grande (1631), hacia un acto de valor y destreza en el que su condición de rey quedaba exaltada a lo máximo. Las batallas y combates simulados, los torneos fingidos con estafermos y las otras lides y juegos a la ginetas muestran los aspectos arcaizantes de las fiestas barrocas. Acabada la Reconquista y a medida que el feudalismo decaía, tomó auge la vida urbana y cortesana. Los nobles que habían abandonado sus solares y posesiones provincianas en el campo al habitar en la ciudad, sólo pueden mostrar su condición guerrera en las paradas y ejercicios militares de las fiestas. Su campo de batalla será la palestra de la Plaza Mayor, el Coso o la Corredera de una ciudad, luciendo su virtual valentía ante el rey, las damas y el público popular, buscando su aplauso y aclamaciones. Pero en donde todavía se hace más evidente el fondo viejo y ancestral de la fiesta barroca es en las mojigangas, en las que los enmascarados con figuras de animales recordaban el substrato totémico de la fiesta. En todas las fiestas la realización de las mojigangas, que desfilaban con carros y cortejos haciendo un largo recorrido por la ciudad, correspondía a los gremios.32

Nada más parecido, como legítimo espejo de la realidad, lo vamos a encontrar en la fiesta novohispana, eso sí, con sus peculiares diferencias envueltas en el particular carácter americano. En ese pequeño universo de posibilidades, en la medida en que se acentuara la recreación, magnificencia y esplendor, tanto en los escenarios como en la forma de vestir y hasta de actuar de parte de los actores y los espectadores, en esa medida se lograba alcanzar con creces el propósito de toda la organización: una fiesta lucidísima que excitara en su totalidad los fines para la cual fue concebida, lo mismo para exaltar el motivo religioso, oficial o profano no dejando espacios por cubrir, porque Toda fiesta barroca aspiraba a dejar un recuerdo imperecedero para aquellos que tuvieran la fortuna de asistir a su celebración. También a causar la envidia universal de aquellos que, viviendo en otros lugares, no habían podido acudir al lugar mismo de la fiesta. Para dejar memoria y satisfacer la curiosidad de los lectores se creó un género –el de las Relaciones o Triunfos- que hacían el relato detallado de las solemnidades y describían minuciosamente los Cortejos, Carros, Arquitecturas y demás Ornatos efímeros. Obras literarias situadas entre el periodismo actual de reportaje informativo y la escritura laudatoria de tipo político, están en los mejores casos, ilustrados con grabados. El libro más bello de su género en el barroco español es el de Torre Farfán, Fiestas de la Santa Iglesia Metropolitana y Patriarcal de Sevilla al Nuevo Culto del Señor Rey San Fernando (Sevilla, 1671), en el que un tomo in folio se reproducen en láminas desplegables las obras efímeras de Murillo, Valdés Leal,

Antonio Bonet Correa: “Arquitecturas efímeras, Ornatos y Máscaras” (p. 41-70). En: DÍEZ BORQUE, José María, et. al.: Teatro y fiesta en el barroco. España e Iberoamérica. España, Ediciones del Serbal, 1986. 190 p. Ils., grabs., grafcs., p. 43-45. 32


Herrera el Mozo, Bernardo Simón Pineda, Arteaga, etc..., ejecutadas para tan fastuosas fiestas. 33

Pero en España y también sus colonias Los desastres de la guerra de la Independencia y la quiebra de la monarquía absoluta acabaron con el equilibrio social y la conciliación política. A partir de entonces la fiesta pública en las calles y plazas de la ciudad declinó, desapareciendo el antiguo esplendor de las arquitecturas efímeras y la parafernalia de los cortejos, comitivas y comparsas lúdicas, a la vez que perdía todo su valor purificador y salvador de necesaria y de tiempo en tiempo obligada catarsis colectiva.34

Ese fue el tiempo en que las fiestas tuvieron que entrar en un receso obligado, para retornar vigorosas años más adelante y manifestarse –eso sí, bajo otras condicionesdurante una buena parte del siglo XIX. José Antonio Maravall nos permite entender y reafirmar que la fiesta del barroco no era espartana, sino de un ascetismo brutal, inhumano, en donde no se pretendía adormecer, sino anular primero toda autonomía en la conciencia del pueblo, para dominarlo después. Por su parte César Oliva, plantea que la fiesta que va desde mediados del siglo XIV y que luego se sofistifica durante el XVII, hay que entenderla como un todo, o como un espectáculo total, en donde las fronteras de los elementos constituyentes no son rigurosamente fijas. Es difícil, cuando no inútil, intentar separar dónde empieza, y dónde acaba el elemento festivo, y dónde acaba y dónde empieza el teatral; de la misma manera que es ocioso delimitar los elementos religiosos y profanos. Y es curioso, pero las fiestas sintetizan, casi rítmicamente, periodos de “gracia” y periodos de “pecado”, lo que nos hace volver los ojos a una de las más representativas, iniciada en la cuaresma y que culmina con el domingo de resurrección. Por otro lado, se encuentra aquella que se desata en ese mismo domingo de resurrección y explota en medio de muchas otras, hasta llegada la víspera del inicio de la cuaresma, luego de que el carnaval despidió al último pecador, cumpliéndose una vez más otro de los ciclos de que está constituido el calendario litúrgico, el que, independientemente de todos aquellos pretextos de origen político o social, seguía cumpliéndose en términos muy exactos. Durante este siglo se mantienen firmes las expresiones del toreo caballeresco, dominantes en la vieja y nueva España. Creció notablemente la afición de personajes de la nobleza, cuyas hazañas quedaron plasmadas en versos y relaciones de fiestas, que hoy son testimonio curioso. Tan es así que la poetisa María de Estrada Medinilla escribió 33 34

Antonio Bonet Correa: “Arquitecturas efímeras..., op. Cit., p. 52. Ibidem., p. 66-67.


en 1640 y, por motivo de la entrada del virrey don Diego López Pacheco (...) Marqués de Villena, la Descripción en Octavas Reales de las Fiestas de Toros, Cañas y Alcancías, con que obsequió México a su Virrey el Marqués de Villena. Dicha obra aunque desaparecida (ya veremos que no), es muestra del esplendor taurómaco que se vivía por entonces. La misma autora en otra obra suya escribe: "que aun en lo frívolo, como son los toros, los juegos de cañas y las mascaradas, las que se celebran aquí serán mejores que las que puedan celebrarse en España". Y es que su afirmación contenía un sentido profundo de realidades y de diferencias, marcadas seguramente, por un efecto que comenzó a aislar a España del resto del mundo, y desde luego, de sus colonias, a las que afectó un fenómeno conocido como "tibetanización".35 Tal aspecto fue una hermetización del pueblo español hacia y frente el 35

Un tema que de siempre me ha causado especial inquietud es el de la forma en que los americanos aceptaron el toreo, tras el proceso conquistador, lo hicieron suyo y después le dieron interpretación tan particular a este ejercicio convirtiéndose en una especie de segunda sombra que ya de por sí, proyectaba el quehacer español. Segunda sombra pues sin alejarse del cuerpo principal se unía a la estela de la primera, dueña de una vigencia incontenible. Sólo que al llegar a América y desarrollarse en nuevos ambientes se gestó la necesidad no tanto de cambios; sí de distintas interpretaciones. Y esto pudo darse -seguramentepor dos motivos que ahora analizo: el criollismo americano y la "tibetanización" desarrollada en la península ibérica. Entendemos al criollismo como un proceso de liberación por un lado y de manifestación de orgullo por el otro, cuando el mexicano en cuanto tal, o el criollo, -incluso el indio- se crecen frente a la presencia dominante del español en nuestro continente. Maduran ante las reacciones de subestimación que se fomentan en la España del siglo XVIII que ve en el americano a un ser inferior en todos sentidos, incapaz de ser comparado con los hombres de espíritu europeo, que son los que ocupan los cargos importantes en la administración, cargos a los cuales ya puede enfrentarse el criollo también. David A. Brading nos dice que "las raíces más profundas del esfuerzo por negar el valor de la conquista se hallan en el pensamiento criollo que se remonta hasta el siglo XVI". Desde entonces es visible la génesis del nacionalismo o patriotismo criollos que va a luchar por un espacio dominado por los españoles, tanto europeos como americanos, los cuales disfrutaban de un virtual monopolio de todas las posiciones de prestigio, poder y riqueza. Poco a poco fue despertándose un fuerte impulso de vindicación por lo que en esencia les pertenece pero que el sistema colonial les negaba. De esa manera el criollo y el mestizo también buscan la forma de manifestar un ser, una idea de identidad lo más natural y espontánea posible; logran separarse del carácter español, pero sin abandonarlo del todo, hasta que comenzó a forjarse la idea de un nacionalismo en potencia. De ahí que parte del planteamiento de la independencia y de la recuperación de la personalidad propia de una América sometida esté dada bajo los ideales del patriotismo criollo y el republicanismo clásico que luego buscaron en el liberalismo mexicano sumergido dentro del conflictivo pero apasionante siglo XIX. La asunción del criollo a escena en la vida novohispana es de suyo interesante. Quizás confundido al principio quiere dar rienda suelta a su ser reprimido, con el que se siente afín en las cosas que piensa. Y actúa en libertad, dejándose retratar por plumas como sor Juana o Sigüenza y Góngora, por ejemplo. No faltó ojo crítico a la cuestión y es así como Hipólito Villarroel en sus "Enfermedades que padece la Nueva España..." nos acerca a la realidad de una sociedad novohispana en franca descomposición a fines del siglo XVIII y cerca de la emancipación. Pero es con Rafael Landívar S.J. y su Rusticatio Mexicana donde mejor queda retratada esa forma de ser y de vivir del mexicano, del criollo que ya se identifica plenamente en el teatro de la vida cotidiana del siglo de las luces. Precisamente en su libro XV Los Juegos aparece una amplia descripción de fiestas taurinas. La obra fue escrita en bellos hexámetros, es decir: verso de la métrica clásica de seis pies, los cuatro primeros espondeo o dáctilo, el quinto dáctilo y el sexto espondeo. Es el verso épico por excelencia.


El poema nace en un clima espontáneo que armoniza los divergentes elementos de tres mundos: el latino, el español y el americano, amalgamados en la psicología del poeta bajo los fuegos vehementes del trópico guatemalteco, su cuna, y transidos por el espíritu de la altiplanicie mexicana, en la cual se desarrolló al arte y a la sabiduría. En el libro X: "Los ganados mayores" se apunta la vida del toro bravo en el campo. Pero, desde luego es el libro XV en el que se incluyen las peleas de gallos, las corridas de toros campiranas y las carreras de caballos. Nada, sin embargo, más ardientemente ama la juventud de las tierras occidentales como la lidia de toros feroces en el circo. Se extiende una plaza espaciosa rodeada de sólida valla, la cual ofrece numerosos asientos a la copiosa multitud, guarnecidos de vivos tapices multicolores. Sale al redondel solamente el adiestrado a esta diversión, ya sea que sepa burlar al toro saltando, o sea que sepa gobernar el hocico del fogoso caballo con el duro cabestro. Preparadas las cosas conforme a la vieja costumbre nacional, sale bruscamente un novillo indómito, corpulento, erguida y amenazadora la cabeza; con el furor en los ojos inflamados, y un torbellino de ira salvaje en el corazón, hace temblar los asientos corriendo feroz por todo el redondel, hasta que el lidiador le pone delante un blanco lienzo y cuerpo a cuerpo exaspera largamente su ira acumulada. El toro, como flecha disparada por el arco tenso, se lanza contra el enemigo seguro de atravesarlo con el cuerno y aventarlo por el aire. El lidiador, entonces, presenta la capa repetidas veces a las persistentes arremetidas hurta el cuerpo, desviándose prontamente, con rápido brinco esquiva las cornadas mortales. Otra vez el toro, más enardecido de envenenado coraje, apoyándose con todo el cuerpo acomete al lidiador, espumajea de rabia, y amenaza de muerte. Mas aquél provisto de una banderilla, mientras el torete con la cabeza revuelve el lienzo, rápido le clava en el morrillo el penetrante hierro. Herido éste con el agudo dardo, repara y llena toda la plaza de mugidos. Mas cuando intenta arrancarse las banderillas del morrillo y calmar corriendo el dolor rabioso, el lidiador, enristrando una corta lanza con los robustos brazos, le pone delante el caballo que echa fuego por todos sus poros, y con sus ímpetus para la lucha. El astado, habiendo, mientras, sufrido la férrea pica, avieso acosa por largo rato al cuadrúpedo, esparce la arena rascándola con la pezuña tanteando las posibles maneras de embestir. Está el brioso Etón, tendidas las orejas, preparado a burlar el golpe en tanto que el lidiador calcula las malignas astucias del enemigo. La fiera, entonces, más veloz que una ráfaga mueve las patas, acomete al caballo, a la pica y al jinete. Pero éste, desviando la rienda urge con los talones los anchos ijares de su cabalgadura, y parando con la punta metálica el morrillo de la fiera, se sustrae mientras cuidadosamente a la feroz embestida. El padre Rafael Landívar nació en la ciudad de Guatemala el 27 de octubre de 1731. En el curso de 1759 a 1960 Landívar pudo haber enseñado retórica en México, pero sus biógrafos se inclinan a que lo hizo en Puebla y en 1755 en México. El autor habla de su obra: Intitulé este poema Rusticatio mexicana (Por los campos de México), tanto porque casi todo lo que contiene atañe a los campos mexicanos, como también porque oigo que en Europa se conoce vulgarmente toda la Nueva España con el nombre de México, sin tomar en cuenta la diversidad de territorios. Viene ahora la continuación al libro XV: Pero si la autoridad ordena que el toro ya quebrantado por las varias heridas, sea muerto en la última suerte, el vigoroso lidiador armado de una espada fulminante, o lo mismo el jinete con su aguda lanza, desafían intrépidos el peligro, provocando a gritos al astado amenazador y encaminándose a él con el hierro. El toro, súbitamente exasperado su ira por los gritos, arremete contra el lidiador que incita con las armas y la voz. Este, entonces, le hunde la espada hasta la empuñadura, o el jinete lo hiere con el rejón de acero al acomete, dándole el golpe entre los cuernos, a medio testuz, y el toro temblándole las patas, rueda al suelo. Siguen los aplausos de la gente y el clamor del triunfo y todos se esfuerzan por celebrar la victoria del matador. Algunas veces el temerario lidiador, fiándose demasiado de su penetrante estoque, es levantado por los aires y, traspasadas sus entrañas por los cuernos, acaba víctima de suerte desgraciada. El toro revuelca en la arena el cuerpo ensangrentado; se atemoriza el público ante el espectáculo y los otros lidiadores por el peligro. Sucédense luego nuevas luchas, por orden, cuando se desea alternarlas con el fin de variar. Los mozos, en efecto, suelen aprestar para montarlo, un toro sacado de la ganadería, muy vigoroso, corpulento y encendido en amenazas de muerte. Uno de aquellos le sujeta en el lomo peludo los avíos, como si fuera caballo, y le echa al pescuezo un lazo; sirviéndose luego de él, impávido, a manera de larga brida, sube a los broncos lomos del rebelde novillo, armado de ríspidas espuelas y confiando en su fuerza. El animal, temblando de coraje, se avienta en todos sentidos, luchando violentamente por lanzar al jinete de su lomo. Ya enderezándose rasga el aire con los corvos cuernos, ya dando coces en el vacío arremete furibundo a todo correr, contra los que se le atraviesan; y cuando intenta saltar el redondel, alborota las graderías de los espectadores espantados.


Como el líbico león herido por penetrante proyectil, amenaza con los colmillos, los ojos feroces y las mandíbulas sanguinarias, tiembla, se mueve contra sus astutos adversarios mostrando las garras, y ya se lanza por el aire con salto fulmíneo, ya corriendo velozmente fatiga a los cazadores; lo mismo el toro, encolerizado por el extraño peso, trastornando la plaza embiste ora a unos, ora a otros. Pero el muchacho sin cejar se mantiene inconmovible sobre el lomo, espoleándolo constantemente. Y aun también, el muchacho jinete blandiendo larga pica desde el lomo del cornúpeta, manda a los de a pie sacar otro astado de los corrales y a puyazos lo empuja gozoso por todo el llano. Atolondrado al principio por la novedad, huye precipitadamente de su compañero enjaezado vistosamente. Pero aguijoneando su dorso por la punzante pica, se enfurece encendido de cólera, embiste a su perseguidor, y ambos se trenzan de los cuernos en bárbara lucha. Mas el robusto jinete dirime la contienda con la pica, y continúa persiguiendo a los toros por la llanura, hasta que con la fatiga dejen de amenazar y doblegados se apacigüen. Toda ella es una hermosa, soberbia y fascinante descripción de la fiesta torera mexicana, con un típico y profundo sabor que, desde entonces comienza a imprimirle el criollo, deseoso por plasmar géneros distintos al tipo de fiesta que por entonces domina el panorama. Ese aspecto se determinaba desde luego por lazos de fuerte influencia española que aún se agita en la Nueva España en vías de extinción. A la pregunta de qué, o cómo es el criollo, se agrega otra: ¿quién permite el surgimiento de un ente nuevo en paisaje poco propicio a sus ideales? Una respuesta la encontramos en el recorrido que pretendo, desde la Contrarreforma hasta el siglo XVII en España concretamente. Este movimiento católico de reacción contra la Reforma protestante en el siglo XVI tiene como objeto un reforzamiento espiritual del papado y de la Iglesia de Roma, así como la reconquista de países centroeuropeos como Alemania, Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Inglaterra instalados en la iglesia reformada. Pero la Contrarreforma fue a alterar órdenes establecidos. Italia fue afectada en lo poco que le quedaba de energía creadora en la ciencia y la técnica. José Ortega y Gasset escribió en la Idea del principio en Leibniz su visión sobre los efectos de aquel movimiento. Dice: Donde sí causó daño definitivo la Contrarreforma fue precisamente en el pueblo que la emprendió y dirigió, es decir, en España. Pero en el fondo la Contrarreforma al aplicar una rigurosa regimentación de las mentes que no era más que la disciplina al extremo logró que el Concilio de Trento celebrado en Italia de 1545 a 1563 restableciera -entre otras cosas- el Tribunal de la Inquisición. Por coincidencia España sufría una extraña enfermedad. Esta enfermedad -dice Ortega- fue la hermetización de nuestro pueblo hacia y frente al resto del mundo, fenómeno que no se refiere especialmente a la religión ni a la teología ni a las ideas, sino a la totalidad de la vida, que tiene, por lo mismo, un origen ajeno por completo a las cuestiones eclesiásticas y que fue la verdadera causa de que perdiésemos nuestro imperio. Yo le llamo "tibetanización" de España. El proceso agudo de esta acontece entre 1600 y 1650. El efecto fue desastroso, fatal. España era el único país que no solo necesitaba Contrarreforma, sino que ésta le sobraba. En España no había habido de verdad Renacimiento ni por tanto, subversión. Renacimiento no consiste en imitar a Petrarca, a Ariosto o a Tasso, sino más bien, en serlos. El fenómeno es fatal pues mientras las naciones europeas se desarrollan normalmente, la formación de España sufre una crisis temporal. Por tanto esto retardó un poco su etapa adulta, concentrándose hacia adentro en sus progresos y avances. En España lo que va a pasar entonces es una hermetización bastante radical hacia lo exterior, inclusive -y aquí nos fijamos con mayor atención- hacia la periferia de la misma España, es decir, sus colonias y su imperio. Coincide la tibetanización española -en la primera mitad del siglo XVII- con el movimiento criollista que comienza a forjarse en Nueva España. ¿Serán estas dos tremendas coincidencias: criollismo y tibetanización, puntos que favorezcan el desarrollo de una fiesta caballeresca primero; torera o pedestre después con singulares características de definición que marcan una separación, mas no el abandono, de la influencia que ejerce el toreo venido de España? Además si a todo esto sumamos el fenómeno que Pedro Romero de Solís se encargó de llamar como el "retorno del tumulto" justo al percibirse los síntomas de cambio generados por la llegada de la casa de Borbón al reinado español desde 1700, pues ello hizo más propicias las condiciones para mostrar rebeldía primero del plebeyo contra el noble y luego de lo que este, desde el caballo ya no podía seguir siendo ante la hazaña de los de a pie, toreando, esquivando a buen saber y entender, hasta depositar el cúmulo de experiencias en la primera tauromaquia de orden mayor: la de José Delgado "Pepe-hillo". Si el criollo encontraba favorecido el terreno en el momento en que los borbones -tras la guerra de sucesión- asumen el trono español, su espíritu se verá constantemente alimentado de cambios que atestiguará entre sorprendido y emocionado. Dos casos: la expulsión de los jesuitas en 1767, compañía que


resto del mundo y que abarca la totalidad de la vida, lo que ocasionó la pérdida del imperio. Para mejor entenderlo, España no gozó el esplendor del Renacimiento. Su origen se remonta a la Contrarreforma que les impuso, a los españoles mismos, el Tribunal de la Inquisición. Nos encontramos ante un nuevo horizonte, como los habitantes de aquella Nueva España, dedicados a seguir estableciendo no sólo un sistema político, sino también un sistema de vida más o menos paralelo al dominante en España. El temor de una reyerta, el de una invasión a esas construcciones de tipo renacentista, es decir, fortalezas, se terminó y las del XVI no existen más que como asentamientos a las del XVII, tales como las iglesias de Jesús Nazareno (1601); San Pedro y San Pablo (1604); Santiago Tlatelolco (1609); San Jerónimo (1623), etc. Fue entonces cuando las influencias como el barroco mexicano, o el manierismo en cuanto tal, se inyectaron en las bellas artes de aquel tiempo. En las letras –y particularmente en la poesía-, encontramos una continuada idealización del espíritu literario habida durante el siglo XVI, y que con el gongorismo o culteranismo se elevó a estaturas nunca antes concebidas. En el sentido puramente estricto de nuestro trabajo, encontramos a una centuria como la décimo séptima, floreciendo en diversidad de festejos taurinos llevados a cabo por razones de carácter civil o profano, político y religioso motivos que dieron gran realce al desarrollo literario que describía con intensidad aquellas conmemoraciones. Ya desde el siglo XVI se toreaba en un coso improvisado en la Plaza Mayor y luego, -a partir de 1586 y hasta 1815-, en la del Volador (e incluso hasta en un “cortinal de palacio”, como veremos en seguida) y así podían asistir los virreyes desde los balcones de Palacio y aún los inquisidores y arzobispos, donde ...también se divierte el pueblo. 36 la Contrarreforma estimuló y en la Nueva España se extendió por todos los rincones y provincias. La ilustración, fenómeno que, bloqueado por las autoridades novohispanas y reprobado ferozmente por el santo Oficio sirvió como pauta esencial de formación en el ideal concreto de la emancipación cuyo logro al fin es la independencia, despierta desde 1808. Todo esto, probablemente sea parte de los giros con que la tauromaquia en México haya comenzado a dar frutos distintos frente a la española, más propensa a fomentar el tecnicismo, ruta de la que nuestro país no fue ajeno, aunque salpicada -esta- de "invenciones", expresión riquísima que dominó más de cincuenta años el ambiente festivo nacional durante el siglo antepasado. 36 José Deleito y Piñuela: ...También se divierte el pueblo. Recuerdos de hace tres siglos. Romerías / Verbenas / Bailes / Carnaval / Torneos / Toros y cañas / Academias poéticas / Teatros por (...) Catedrático de Historia en la Universidad de Valencia Correspondiente de la Real Academia de la


Cuando Mateo Alemán llegó a esta ciudad de México en compañía de fray Pedro García Guerra (duodécimo virrey, desde el 19 de junio de 1611 hasta el 22 de febrero de 1612, en que murió), ya traía en su mente y en su espíritu un profundo ánimo magisterial. En efecto, de la generación de Cervantes de Salazar y de origen judío, Mateo Alemán vino a radicar a México siendo conocido autor de la Aventura del Pícaro Guzmán de Alfarache, sin duda uno de los más importantes relatos del siglo de oro. Entre otros documentos escribió la biografía de su protector fray García Guerra, para morir más tarde en Chalco hacia 1615. Dice Nicolás Rangel que Alemán En memoria del arzobispo, da noticia de las corridas de toros que en honor de don fray García se verificaron en un cortinal de palacio.37

Por lo que respecta a Bernardo de Balbuena, este relataba a la señora doña Isabel de Tovar y Guzmán la descripción de la famosa ciudad de México y sus grandezas. En su capítulo III y V de su Grandeza mexicana, obra publicada en 1604 encontramos los argumentos que dan consistencia a nuestra contemplación. El título en sí mismo revela el propósito: lo grandioso de la ciudad, una ciudad poco a poco recuperada después de que pasaron años de permanentes construcciones que enfrentaron severas inundaciones, hundimientos y otras tragedias. Entre otras cosas que describe Balbuena, los caballos son también, por el brillo de sus jaeces y por los jinetes gallardos, ornato y decoro, que no sólo se manifiesta en fórmulas tradicionales de cortesía sino además, en el suave trato de las exquisitas maneras de la gente.38 1604 Caballos, calles, trato, cumplimiento… Del monte Osa los centauros fieros, que en confuso escuadrón rompen sus llanos, de carrera veloz y pies ligeros;

Su barroquismo no es complicación de conceptos, como en los castellanos, ni complicación de imágenes, como en los andaluces de Córdoba y Sevilla, sino profusión

Historia, de Madrid. Miembro titular de la “Sección de Síntesis histórica” del Centre International de Synthèse, de París. Madrid, Espasa-Calpe, S.A., 1944. 299 p. Ils., fots. 37 Nicolás Rangel: Historia del toreo en México. Época colonial (1529-1821). México, Imp. Manuel León Sánchez, 1924. 374 p. fots., p. 57. 38 Bernardo de Balbuena: Grandeza mexicana y fragmentos del siglo de oro y El Bernardo. Introducción: Francisco Monterde. 3ª. Ed. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1963. XLIV-121 p. Ils. (Biblioteca del estudiante universitario, 23)., p. X.


de adorno, con estructura clara del concepto y la imagen, como en los altares barrocos de las iglesias de México: (...) podrán contrahacer la gallardía, brío, ferocidad, coraje y gala de México y su gran caballería. Que así en estas grandezas se señala: casas, calles, caballos, caballeros, que el mundo junto en ellas no le iguala. Los caballos lozanos, bravos, fieros; soberbias casas, calles suntuosas; jinetes mil en mano y pies ligeros. Ricos jaeces de libreas costosas de aljófar, perlas, oro y pedrería, son en sus plazas ordinarias cosas.

Obra trazada en epístolas poéticas y en tercetos endecasílabos como los aquí expuestos y éstos a su vez, molde procedente de la Italia renacentista que Balbuena admiraba a través de los poemas caballerescos: (...) en México al primer lugar subiera, aunque para alcanzarlo le ayudaran las espuelas del tiempo y su carrera: que los que dellos más gallardearan, al huello de su plaza en brío y arte el cuello altivo y la cerviz bajaran. (. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .)

La grandeza no tan sólo debe estimarse por lo que valga como poema, sino también como documento histórico, usándole con las precauciones debidas (Joaquín García Icazbalceta). Regalos, ocasiones de contento. (...) Recreaciones de gusto en que ocuparse, de fiestas y regalos mil maneras para engañar cuidados y engañarse; conversaciones, juegos, burlas, veras, convites, golosinas infinitas, huertas, jardines, cazas, bosques, fieras; aparatos, grandezas exquisitas, juntas, saraos, conciertos agradables, músicas, pasatiempos y visitas; regocijos, holguras saludables, carreras, rúas, bizarrías, paseos, amigos, en el gusto y trato afable; galas, libreas, broches, camafeos, jaeces, telas, sedas y brocados,


pinte el antojo, pidan sus deseos.

Erudita alabanza de los caballos bravos y ligeros, ricamente enjaezados (como veneración también a su apoyo al contexto de las fiestas o juegos de cañas o a las suertes de la lanzada, que entonces predominaban como típicas demostraciones) y de la destreza de los jinetes.39 (...) fiestas, regalos, pasatiempos, gustos, contento, recreación, gozo, alegría, sosiego, paz, quietud de ánimos justos, hermosura, altiveces, gallardía, nobleza, discreción, primor, aseo, virtud, lealtad, riquezas, hidalguía, y cuanto la codicia y el deseo añadir pueden y alcanzar el arte, aquí se hallará, y aquí lo veo, y aquí como en su esfera tiene parte.40

Ahora bien, un primer acercamiento a la forma en cómo ocurrieron los hechos de aquella recepción, los encontramos perfectamente descritos e interpretados por la pluma de don Artemio de Valle-Arizpe, autor del que me he ocupado in extenso en una obra que tengo lista para la imprenta.41 Entre las páginas que Artemio de Valle-Arizpe escribe (en adelante, lo podremos identificar con las siglas A de V-A), esta es una de las obras más sólidas donde se refleja un quehacer que se va hasta el extremo del detalle y la minuciosidad a la hora de mostrarnos ese completo telón de fondo donde actores y escenarios parecen estar a nuestro alcance. Basta con abrir cualquiera de sus páginas para sentirnos inmediatamente trasladados al lugar de los hechos, en donde siempre tendremos sitio de privilegio, y hasta nos daremos el gusto de saborear alguno de los exquisitos platillos e infinidad de dulces y otras tentaciones culinarias con las que diversas lecturas al respecto despiertan nuestro apetito. Como “divulgador amenísimo de temas históricos relacionados con el pretérito de su patria” es uno de los primeros atributos que Federico Carlos Sainz de Robles califica la extensa obra de un hombre que además, a su paso por España fue reconocido como “divulgador amenísimo”, como Pintor vivo y poético, dechado de narraciones fáciles, lleno de espíritu y de sensibilidad, Valle-Arizpe, dueño de un estilo elegante y de un lenguaje castizo y riquísimo, ha logrado que muchas de sus obras 39

Op. Cit., p. XXIX. Ibidem., p. 21-46. 41 José Francisco Coello Ugalde: Artemio de Valle-Arizpe y los toros. México, 2007. 642 p. Ils., fots., grabs., facs. Pertenece a la serie: Aportaciones Histórico-Taurinas Nº 62, serie creada y reunida por este autor desde 1977 a la fecha. 40


hayan sido traducidas a distintos idiomas y aun llevadas a la pantalla, y que su nombre quede aureolado como el de los mejores literatos de su patria.42

Me parece que la afirmación de Sainz de Robles en cuanto a que “sus obras hayan sido traducidas a distintos idiomas y aun llevadas a pantalla...” son un poco aventuradas y faltas de sustento (al menos, hasta que no se diga lo contrario). 43 Pero no he encontrado el dicho que lo afirme o lo sustente. En todo caso, no entraré en discusión al respecto, porque de lo que se trata es continuar con la revisión de todos aquellos pasajes en los que este, nuestro autor de lujo, nos lleva por diferentes episodios en los que trasciende el tema taurino. En Virreyes y virreinas de la Nueva España, encontramos suficiente información, tanta, que es imposible discriminar o despreciar algo de ella. Entre todo ese conjunto, el autor aborda en la primera serie del libro, por lo menos dos de los asuntos que aquí son del interés para este trabajo. TRES CARTAS (1). EL VIAJE DEL DUQUE DE ESCALONA. 44 Antes de hacer el análisis a las copiosas notas que A de V-A dedica a la muy notable recepción y gobierno de Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla,45 décimo séptimo virrey de la Nueva España, que ostentó los títulos nobiliarios de Marqués de Villena y duque de Escalona, el cual gobernó del 28 de agosto de 1640 al 10 de junio de 1642,

42

Artemio de Valle-Arizpe: Virreyes y virreinas de la Nueva España. Tradiciones. Leyendas y sucedidos del México virreinal. (Nota preliminar de Federico Carlos Sainz de Robles). México, Aguilar editor, S.A., 1976. 476 p. Ils., p. 9. 43 Habría que pensar en películas mexicanas de la considerada “época de oro”, donde argumentos sobre hechos coloniales son el mejor terreno donde se pudieron utilizar las recreaciones literarias de Artemio de Valle-Arizpe. Allí están, por ejemplo: “La monja Alférez” o “Martín Garatuza”, pero sobre todo “La Güera Rodríguez”. 44 Valle-Arizpe: Virreyes y virreinas..., op. cit., p. 73-82. 45 Vázquez Gómez: Diccionario de gobernantes…, op. Cit., p. 56. López Pacheco era miembro de una familia de la aristocracia española. Estudió en la Universidad de Salamanca y más tarde fue coronel de infantería de la Real Armada. Era un hombre que disfrutaba de fiestas y celebraciones. Llegó a la Nueva España junto con el obispo de Puebla, Juan de Palafox, con quien más tarde tuvo muchas dificultades. Su primera preocupación como virrey fue la de reforzar la Flota Barlovento. Ordenó la construcción de barcos de guerra, cañones, y otros armamentos. Las intrigas palaciegas en la ciudad de México se acusaban de intentar la separación de la Nueva España y la Corona española. Sin embargo, no había tal; el hecho de que un familiar suyo hubiera organizado una revuelta en Portugal para separar de España ese país, hizo creíbles las injustificadas sospechas contra López. El 9 de junio de 1642, el obispo Palafox cercó el palacio virreinal con tropas, quitó al virrey de su puesto y se autonombró virrey. Asimismo, mandó confiscar las propiedades de Pacheco en la Nueva España. A su regreso a España, Pacheco explicó toda la situación al rey y éste ofreció regresarlo a su vieja posición en la Nueva España. El marqués de Villena declinó la invitación pero aceptó la compensación por sus bienes confiscados. Fue gobernador de Sicilia y murió en España siendo virrey de Navarra.


quisiera incluir a continuación los apuntes que preparé por mi cuenta, en un libro que, sobre la poesía mexicana en los toros, siglos XVI-XXI terminé recientemente.46 RECEPCIÓN DEL VIRREY MARQUÉS DE VILLENA EN 1640 Desconocidas y no, porque ya en otro lugar y en otro momento me he ocupado de esto.47 Precisamente en mi libro Novísima Grandeza de la Tauromaquia Mexicana48 en su quinta parte denominada: “Relaciones de fiestas o la fascinación del desbordamiento”, apunto lo siguiente: Las relaciones o descripciones recrean las “grandes alegorías” como por ejemplo: proclamaciones reales, entradas, esponsales, bodas, nacimientos, bautizos, canonizaciones de santos, etc. En todo esto, el autor procuraba no sólo deleitar sino hacer revivir las jornadas festivas de manera que el lector de la Relación lograba tener la sensación de ver “las fiestas por segunda vez”. Es difícil escoger alguna porque todas poseen un encanto particular, debido al manejo detallado con que reseñan la plaza, el público y el ambiente. También, y esto llama poderosamente la atención, describen los trajes de nobles caballeros, jaeces y adornos de las cabalgaduras; pero sobre todo la forma en que se jugaron los toros. Estas relaciones de fiestas provocan a la imaginación y con ella entramos a la plaza, para convertirnos en uno más de sus asistentes, saludando al virrey en turno, a los canónigos y capitulares, sin que falten los estudiantes de la Universidad y el pueblo llano, saboreando al calor de la tarde, una deliciosa “fuente de barquillos” con nieves traídas desde las faldas del Popocatépetl. Por allí pudimos ver a María de Estrada Medinilla con su Descripción en Octavas Reales de las Fiestas de Toros, Cañas y Alcancías, con que obsequió México a su Virrey el Marqués de Villena de 1640 bajo el brazo. Doña María es autora de estos apareados u ovillejos que hubieran puesto a temblar al mismísimo Luis de Góngora en su momento:

Hasta hace un tiempo, dicha obra se encontraba perdida.49 Sin embargo, y antes de ocuparme de la mencionada “Relación de fiestas”, es preciso reproducir otra de sus obras (esta sí en silva libre y ovillejos castellanos), también escrita en la misma ocasión, denominada 1640

46

José Francisco Coello Ugalde: La poesía mexicana en los toros. Siglos XVI–XXI. (Aportaciones Histórico Taurinas Nº 31). Prólogo: Lucía Rivadeneyra. Epílogo: Elia Domenzáin. Ilustraciones de: Rosa María Alfonseca Arredondo y Rossana Fautsch Fernández. Fotografías de: Fumiko Nobuoka Nawa y Miguel Ángel Llamas. México, 1986 – 2006. 776 p. Ils., fots. 47 José Francisco Coello Ugalde: Relaciones taurinas en la Nueva España, provincias y extramuros. Las más curiosas e inéditas 1519-1835. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1988. 293 p. facs. (Separata del boletín, segunda época, 2). Además: Antología Nº 2: “Lo que fue y Lo que es del toreo en México. Ensayo histórico sobre el pulso de una fiesta con casi cinco siglos de vida entre nosotros”. 194 p. “En búsqueda de lo que no está perdido. Relaciones taurinas novohispanas de la sorpresa a los nuevos hallazgos”, p. 59-69. 48 José Francisco Coello Ugalde: Novísima grandeza de la tauromaquia mexicana (Desde el siglo XVI hasta nuestros días). Madrid, Anex, S.A., España-México, Editorial “Campo Bravo”, 1999. 204 p. Ils, retrs., facs., p. 31-33. 49 La Maestra Dalia Hernández Reyes, que pertenece al SEMINARIO DE CULTURA LITERARIA NOVOHISPANA IIB-UNAM, me comenta haber localizado dicho documento, mismo que se encuentra trabajando en su aspecto crítico. Tal información me fue proporcionada en el mes de septiembre de 2006. Más adelante incluyo una transcripción modernizada del mismo.


José Francisco Coello Ugalde: Relaciones taurinas en la Nueva España, provincias y extramuros. Las más curiosas e inéditas 1519-1835. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1988. 293 pp. facs. (Separata del boletín, segunda época, 2), p. 31.


Relación escrita por DOÑA MARÍA DE ESTRADA MEDINILLA, A una Religiosa monja prima suya. De la feliz entrada50 en México día de San Agustín, a 28 de Agosto De mil y seiscientos y cuarenta años. Del Excelentísimo Señor Don Diego López Pacheco, Cabrera, y Bobadilla, Marqués de Villena, Virrey Gobernador y Capitán General Desta Nueva España. Quise salir, amiga51 (Mas que por dar alivio a mi fatiga) temprano ayer de casa, por darte relación de lo que pasa,52 a prevenir hice el coche, aunque mi pensamiento se hizo noche, pues tan mal lo miraron, que para daño nuestro pregonaron. que carrozas no hubiera; o mas civil, que criminal cantera; lamentélo infinito, puesto que por cumplir con lo exquisito; aunque tan poco valgo, menos que a entrada de un virrey53 no salgo: Mas el ser hizo efecto. Y así quise cumplir con lo imperfecto, mudando de semblante; no quieras mas, pues fui sin guardainfante,54 con que habrás entendido, 50

La recepción del Duque de Escalona y Marqués de Villena fue excepcional, por la suma aristocracia del nuevo Virrey, y por ser el primero que traía el privilegio de entrar “bajo palio”. Costó a la ciudad $40,000 y comprendió “comedias, mitotes, saraos, máscara, castillos, arco triunfal, y ocho toros”; y la propia Doña María escribió en octavas su otra “Reseña de las Corridas de Toros y Juegos de Cañas” que veremos más adelante. 51 Aquí, María de Estrada Medinilla puede contarle a “Una religiosa monja prima suya”, del mundo, del siglo y todo su carácter profano, del que no goza aquella otra, quien únicamente pudo enterarse de los acontecimientos gracias al texto con que le describió el boato maravilloso que tuvo ante sus ojos. 52 Francisco de la Maza: LA MITOLOGÍA CLÁSICA EN EL ARTE COLONIAL DE MÉXICO. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1968. 251 p. Ils., facs. (Estudios y fuentes del arte en México, XXIV)., p. 172. Nos dice el autor que en ciertas ocasiones se permitía a las monjas ver la procesión (de las fiestas), y como apunta con gracia Juan José de Zúñiga en su Cristalino, argentado mar de Gracia, que es un apartado del gran volumen: El segundo quince de enero de la Corte Mexicana que a la canonización de San Juan de la Cruz celebró la Provincia de San Alberto de México, impreso por Bernardo de Hogal en 1730. Las azoteas –de ambos conventos: Santa Catalina y la Encarnación- no sólo estaban galanamente enriquecidas de vistosas banderas, también de vivientes racionales preseas, porque, in honorem tanti festi, el P. Provincial, con los garbos de su genio, les concedió licencia a todas las señoras religiosas, niñas y criadas, para que pudiesen subir a las azoteas, y aunque los hábitos, uniformes y religiosos, no admiten otro adorno y aliño para su gala, era muy de notar los quitasoles o sombrillas con que las señoras se defendían del sol, por la elevada proceridad de sus conventos... las de la Encarnación subieron muy gustosas y regocijadas y desde allí arrojaron una primavera de flores naturales con muchos panes de plata, que subían brillando por los aires y aún otras piezas de mejor gusto, por ser de varios dulces... 53 Ocasiones como las de la entrada de un virrey se convirtieron en verdaderas ceremonias no solo oficiales. También la iglesia tenía su parte, y desde luego, la participación del pueblo se integraba perfectamente a semejantes conmemoraciones. 54 De guardar e infante, por ser prenda con que podían ocultar su estado las mujeres embarazadas. Especie de tontillo redondo, muy hueco, hecho de alambres con cintas, que se ponían las mujeres en la cintura debajo de la basquiña.


de todo queda bien encarecido: Pero si le llevara, del primer movimiento no pasara; siguiéronme unas damas, a quienes debe el mundo nobles famas; y con manto sencillo quisimos alentar el tapadillo. Y en fin, como pudimos hacia la Iglesia Catedral55 nos fuimos donde mas que admirada quedé viendo del Arco la fachada, que tocaré de paso: Porque si en el ingenio me embarazo, habiéndome engolfado, no habrá camino de salir a nado. A follajes galantes, estrago fue de Centis y Timantes,56 grandeza en quien contemplo lo raro de tres templos en un templo: Pompa de Mauseolo,57 ciencia de Salomón, Plectro58 de Apolo.59 perdone la pintura, que en lo formal se demostrará más pura: Pues a tanto se atreve, que al lienzo fía lo que al bronce debe. No quedó en todo el cielo signo, que el arte, no bajase al suelo, ni en toda la escritura tribu que no trajere a coyuntura; ni doce que la fama por sus Virreyes justamente aclama, contra largas edades, para la eternidad de eternidades: Ni la insigne ascendencia del ilustre Marqués, cuya Excelencia da con celebraciones glorias a España, al mundo admiraciones, de suerte todo unido, que diera suspensiones al sentido que mas perspicaz fuera, cuya atención aún no lo consiguiera; de su metro imagino, que pasa de lo humano a ser divino: Y es caso averiguado, que un Ángel a otro Ángel le ha dictado, y porque no te asombre, corresponde sus obras a su nombre. Dimos la vuelta luego, y en un abismo de rumor me anego: Al discurrir la calle, no hay paso donde el paso no se encalle; 55

Darle la categoría de iglesia catedral significa que su construcción se encontraba todavía en proceso, y aunque fue hasta 1668 en que se solemnizó y se dedicó el Templo Metropolitano de México, dicha obra quedó rematada, tal y como la conocemos en nuestros días, tras la participación que tuvo en ella el arquitecto Manuel Tolsá, quien remató la fachada con su “Trinidad”. 56 Pintor griego. 57 Mausoleo. 58 Palillo o púa que usaban los antiguos para tocar instrumentos de cuerda. En poesía, inspiración, estilo. 59 Apolo, dios de la música, la poesía y la belleza; es también Febo y Helios, el sol.


el número de gente presumo que no hay cero que tal cuente, pues tomar fuera en vano la calle (como dicen) en la mano: Iba aunque aquí se note de lo que llama el vulgo bote en bote, era cada ventana jardín de Venus, Templo de Diana,60 y desmintiendo Floras, venciendo Mayos, y afrentando Auroras. la más pobre azotea desprecio de la copia de Amaltea,61 con variedad hermosa; aunque tuvo también de toda brosa. Pintar su bizarría, ni más Flandes habrá, ni más Turquía. En fin todo es riqueza. Todo hermosura, todo gentileza: A opulencia tan rara, que Babilonio muro no temblara? Pues conservando Abriles, se miran injuriados sus Pensiles. La tropa crece mucho: El cerca viene entre la tropa escucho? Y tropezando aprietos, entramos con orgullos más inquietos donde un balcón estaba. Que con ostentación nos esperaba; y a menos sobresalto, pienso que nada se nos fue por alto. Fundaciones tonantes, en hombros de Ipógrifos Elefantes dejaron ilustrado al primer inventor de lo bordado. Duplicados clarines de música poblaron los confines, que en acentos suaves, repetición hicieron a las aves. Con cuyas armonías ociosas quedarán las chirimías, estruendo de atabales bienes anuncia a tanto gusto iguales: La brevedad se indicia; miden la calle varas de justicia. Gloriosamente ufana iba la gran nobleza Mexicana, logrando ostentaciones, entre las militares Religiones; mostrando en su grandeza, que es muy hijo el valor de la nobleza; y en sus ricos aseos, deseos con obras, obras con deseos. Brotando suficiencias la doctísima madre de las ciencias 60

jardín de Venus, templo de Diana, por las damas y doncellas en los balcones; desprecio de la copia de Amaltea, (del cuerno de la Abundancia), por su apretura y lozanía; y evocación, por las flores del Babilonio muro (los jardines colgantes), y por los tapices, de Turquía y de Flandes… (Notar la rima de hermosa con broza; y en las Décimas, la de ofrece con fuese). 61 Cabra que amamantó a Júpiter.


iba, aunque se interprete, cifrado en un vistoso ramillete lo raro, y lo diverso de la Universidad, y el universo compendio Mexicano, emulación famosa del Romano: En quien se ve cifrada la nobleza, y lealtad más celebrada que mármoles, y jaspes ilustra desde el Betis al Idaspes, mostraba generoso cuanto sabe ostentar de lo honoroso, haciendo competencia su generosidad con su prudencia, y en ordenes iguales del tribunal mayor, y Tribunales, ostentaban primores el Fator, Tesorero, y Contadores: Donde solo se iguala con lo rico, y perfecto tanta gala: Y a fámulas62 hileras, forman tapetes, huellan primaveras. El que la Guarda rige, dignísimo sujeto, a quien se erige por tan justo derecho la blanca insignia, que adornó su pecho, con denuedo galante, era la perfección de lo brillante; y a lucientes aceros multiplicaba números de arqueros, insignia Real divisa, la dignidad de un Joven autoriza, que a muchos les excede, tanto, que el solo competir se puede. Mostraban su eminencia Pompilios, y Licurgos63 de la Audiencia, de quien hoy fuera amago la docta rectitud del Areópago,64 que Atenas tanto aprecia, de Roma ejemplo, y atención de Grecia, llegó la gran persona del valeroso Duque de Escalona, en un alado bruto,65 que fue de los de Phebo sustituto; y a ser tan hábil viene, que ya de bruto solo el nombre tiene, color bayo rodado, en quien no queda bien determinado, por guardarle el decoro, o si fue oro engripado, o Gripho de oro; a la vista primera, 62

Quizá se entienda también como domésticas hileras o sencillas filas. Por alusión a Licurgo, famoso legislador espartano. Inteligente, astuto, hábil. 64 (De lat. Aerópagus, colina de marte). Tribunal superior de la antigua Atenas. Grupo de personas graves a quienes se atribuye, las más veces irónicamente, predominio o autoridad para resolver ciertos asuntos. 65 El corcel del Duque (el mejor de la Ciudad, cedido por el Conde de Santiago) recordaba los de la carroza del Sol, o los Grifos, también alados, de los carros volantes de Ariosto y Balbuena; y moteado de azabache, lo mismo parecía un Tigre (aunque fuera de “tramoya”, del teatro) que un Pavón, por el esplendor de los “ojos” en su plumaje… 63


oro esmaltado de azabaches era: Bien que a la fantasía ya tigre de tramoyas parecía, y ya Pavón de Iuno: Aunque en lo cierto no tocó ninguno, y erizando sus plumas, furias vertiendo sí, brotando espumas, daba a toda la plebe a chirlo, cintarazo, grana, y nieve; tan racional estaba, que capaz de la altura en que se hallaba, no tubo, ni aun apenas un tocar con las manos las arenas, y estando descuidada, hice viendo venir una pedrada66 reparo diligente, con que no me rompió toda la frente: Y esto lo menos fuera, pues por poquito no me la partiera; a vueltas de la cara: Aun el susto me dura, y cual quedara: El corazón me parte, y aunque de mi discurso en esta parte ponderación colijas, tan sin bajarse levantara guijas,67 que tuve algún recelo de que se granizaran desde el cielo, y en los más retirados, infinitos habrá descalabrados, en su furia mostraba; que al Virrey en el cuerpo en fin llevaba; de suerte le imagino, que en él hasta el bozal era ladino, con nueva maravilla, promontorio de plata era la silla. pintar su dueño agora que en tanto el arte de primor ignora; aunque el objeto obligue; mas lo comienza, y tarde lo consigue, y epítetos vulgares, no son para las cosas singulares. Viste el solio divino del Sol, que desde el Orbe cristalino dorando las florestas, hace con providencias manifiestas flamantes vizarrías, como desperdiciando argenterías, y aunque le gozan todos, si le quieren mirar, por varios modos tal resistencia hallan que ciegos a su amago se avasallan, y nadie aquello puede que a un Águila caudal le concede? A mí me ha sucedido: Lo mismo pues, poniendo en tanto olvido de mi ser la bajeza; 66

A lo que se ve, ni estando en las alturas ni a buen recaudo, se salvaban los asistentes de riesgos como este. 67 Piedra pelada y chica que se encuentra en las orillas y cauces de los ríos y los arroyos.


llevada del fervor y la viveza, quise bebiendo rayos, sembrar alientos, y coger desmayos; y cuando cerca llega, flamígero furor mi vista ciega: Mas aunque más se impide. Con el afecto y con la fe le vide: Y aun bosquejarle puedo, si al rayo, y a la espuma pierdo el miedo. Júzguele tan airoso, y tan de lindo guiso en lo aliñoso, haciendo con desgarro desprecio general de lo bizarro: Que alguno abrá pensado, que aquel descuido todo fue cuidado; 68 aunque se está sabido, que es aquella postura de entendido, con que está dicho todo. Y puesto que en los hombres es apodo entrarles por lo bello, a riesgo de empezar por el cabello, principio de lo hermoso, abiendo lo discreto, y lo brioso, con extremo infinito, aquí se cifra todo sin delito: Y en todas opiniones. Un epílogo fue de perfecciones, nube viste de plata,69 donde lo recamado se dilata tanto, que no ha llegado lince sutil a haber averiguado por brújula, o cautela, el más breve dibujo de la tela. En fin la chusma toda higas,70 y bendiciones le acomoda: Que aquel descuido, todo fue cuidado… vaga reminiscencia, quizá, de Góngora, en su soneto “Sea bien matizada la librea”, donde “Un caballero prevenido para unas fiestas” se prepara a entrar cuidadosamente descuidado…; y claro precedente de Sor Juana, pintando a Lisarda: “Un adorno garboso y no afectado, / que parece descuido y es cuidado… 69 La “nube de plata”: los bordados que cubrían la tela del traje, sin dejar entreverla ni “por brújula” (por algún resquicio)… 70 Higas, eran más bien señas de injuria; pero también unos amuletos de azabache o coral contra “el mal de ojo”: y de ahí, pasarían a denotar las exclamaciones “Dios te guarde”, “dios te libre de mal”… y el contraste de las mozas y las viejas, recuerda “La opinión” de Campoamor, ante un féretro: 68

Un muchacho: -Qué adornada! / Un joven: - Era muy bella! Una moza: -Desgraciada! / Una vieja: -Feliz ella!...; Y una situación análoga de “A buen juez mejor testigo”, de “Zorrilla: Calzadas espuelas de oro valona de encajes blanca, bigote a la borgoñesa, melena desmelenada… los plebeyos de reojo le miran de entre las capas, los chicos al uniforme y las mozas a la cara…


Y en murmullo cobarde, las mozas le dijeron, Dios te guarde, qué lindo, y qué galano: Las viejas, Dios te tenga de su mano; que bien que resplandece; a el mismo Rey de España se parece. Llegó a un grave edificio, de velo, y Jano71 ventajoso indicio, cuyos vivos pinceles, a Arístides, Protegenes y Apeles dejaron olvidados; porque aquellos con estos son pintados: Y aunque en la fama eternos, aténgome al primor de los modernos; pues se han aventajado, cuanto va de lo vivo a lo pintado: Honor maravilloso fue de Américo suelo lo ingenioso: Bien logrado desvelo, cuyos acentos llegan hasta el cielo, cuyas repeticiones eternas vivirán en los blasones del que es sin arrogancia rama de Portugal, Castilla y Francia. No bien llegó a las puertas. Cuando las vio con regocijo abiertas, en quien no se desquicia de la misericordia la justicia. Y en sumisiones graves un noble Senador le dio las llaves, 72 que al mundo honrar pudiera, cuya opinión es luz desta Ribera. Allí fue ejecutada la ceremonia siempre acostumbrada, y alegre le recibe la Ciudad que de nuevo se apercibe aplauso reverente, siendo a su dignidad tan competente; y habiéndole formado navegación de velas de brocado, que a su Sol se permite; grato la aplaude, pero no la admite. De dos rojos cendales73 trabados dos sujetos sin iguales, de tanto Cielo Talantes el venerable honor de los Cervantes, a quien también venero y el valor de la casa de Valero, don Marcos de Guevara, a quien el cielo dio nobleza clara, cortés con su asistencia. El todo gobernó de su Excelencia por uno y otro lado, los ilustres sujetos del Senado mostraban con efectos 71

Dios romano de la paz. Las llaves de la ciudad, como el huésped de honor, privilegio y también costumbre que llega hasta nuestros días. 73 Tela de seda o de lino muy delgada y transparente. 72


lo que en las veras pueden sus afectos, en el lugar preciso le sigue su mayor caballerizo, y alternando celajes, gentiles hombres, oficiales, pajes, iban según su grado, cada cual en el suyo aventajado. No muchos pasos dieron, cuando la autoridad reconocieron de un festivo teatro, con pompa de solemne anfiteatro; que estaba prevenido antes del Arco arriba referido, donde los principales del Cabildo Palomas racionales, rigen con gallardía a tanta Religiosa Clerecía: Y en acentos sutiles, dulce repetición de ministrales formaba en escuadrones, Tracias,74 capillas, tropas de amphiones; con que en ecos sonoros Te Deum laudamus, le entonaba a coros, y desde el simulacro, San Pedro le conduce al Templo sacro: de que se vio logrado el adorno de púrpura, y brocado, y en fragantes aromas, brazas dejaran, cuando exhalan pomas, revuélvense esos cielos, donde tres ciudadanos con desvelos hicieron de sus dones demostración alegre de oblaciones; uno estruendo le fragua, estotro fuego cuando el otro agua: Cuanto contiene espacio de la mayor Iglesia hasta el Palacio: Fiero terror de Marte formaba un batallón en cada parte, de cuyas compañías,75 tantas adelantó galanterías, que se vio cada instante rayo de plumas, escuadrón volante. Vulcano en prevenciones, fue población de Griegas invenciones, con que no ya tan vanos quedó el que incendios fabricó al Troyano,76 de que tantas memorias eternidades tienen las Historias. Aun no bien penetrado fue el Capitolio, cuando el cielo armado de ímpetus transparentes el curso desató de sus corrientes; y a fuerza de raudales, las calles fueron montes de cristales.77

74

Viento que corre entre el euro y el bóreas, según la división de los antiguos. Grupo de caballeros montados que realizan diversas formaciones, perfectamente armonizadas. 76 Natural de Troya. Perteneciente a esta ciudad de Asia antigua. 75


Y es verdad manifiesta, que ni aun aquesto pudo aguar la fiesta; porque menos ufano, cesó Neptuno, y presidió Vulcano; pues a furias de aguas: Alquitranes resisten de sus fraguas: En tan célebre día, fuera civilidad, o cobardía que quedara figura de la más vestal78 Ninfa79 la clausura:80 Y si tal entendieras, presumo que aún tu misma la rompieras, pues con esto apercibo el hipérbole81 más ponderativo y aunque el verlas te inquiete, mayores fiestas México promete: Máscaras, toros, cañas, que puedan celebrarse en las Españas;82 esto es en suma prima lo que pasó, si poco te lo intima mi pluma, o mi cuidado mal erudito pero bien guiado. Persona, que a mi Musa el temor justo del errar la exenta. LAVS DEO83

Aquí me detengo para dedicar un estudio breve, pero a fondo de la poetisa María de Estrada Medinilla. El propósito es dar a conocer su obra depositada en relaciones que tienen que ver con los toros. No se conoce ningún dato de su vida. Se cree que es nieta de Pedro de Medinilla (¿Pedro de Medina Medinilla?) –segunda mitad del siglo XVI- que escribe las octavas a la 77

Corre agosto, y durante ese mes, es común que en la ciudad de México se desaten tremendos aguaceros. 78 Perteneciente o relativo a la diosa Vesta. Dícese de las doncellas romanas consagradas a la diosa Vesta. 79 Diosas de las aguas y los bosques. 80 Clausura: encerramiento de las mujeres consagradas a los dioses paganos y enclaustrados. 81 Figura que consiste en aumentar o disminuir excesivamente aquello de que se habla. Se ha usado también como masculino. Exageración de una circunstancia, relato o noticia. 82 Conforme a las especificaciones de catalogación de la Biblioteca “The University of Texas al Austin”: Gz / 972.02 / V65 Viage de Tierra y Mar... México: Imp. Bernard Calderón. 1640. Apud Muriel: op. Cit., p. 124125. 83 Coello Ugalde: Relaciones taurinas…, op. Cit., p. 31-42. Además: María de Estrada Medinilla: “The University of Texas al Austin”: Gz / 972.02 / V65 Viage de Tierra y Mar... México: Imp. Bernard Calderón. 1640. Y: Cirstóbal Gutiérrez de Medina: Viaje del virrey Marqués de Villena. Introducción y notas de don Manuel Romero de Terreros, C. de las Reales Academias Española, de la Historia, y de Bellas Artes de San Fernando. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Historia, Imprenta Universitaria, 1947. XI – 88 p. Ils., fots., facs. El título completo de esta obra es: VIAGE DE / TIERRA, Y / MAR, FELIZ POR MAR, / Y TIERRA, QVE HIZO / El Excellentissimo Señor / Marqves De Villena Mi / Señor, Yendo por Virrey, y Capitan / General de la Nueua Efpaña en la flota que embió fu / Mageftad efte año de mil y feifcientos y cuarenta, fiendo / General Della Roque Centeno, y Ordoñez: Fu / Almirante Iuan de Campos. / ✝ / Dirigido a / DON IOSEPH LOPEZ / Pacheco, Conde de San / Tifteuan de Gormaz mi feñor / Con Licencia / Del Excellentissimo Señor / Virrey delta Nueua Efpaña / Impreffo en MEXICO: En la Imprenta de Iuan Ruyz / Año de 1640.


desgraciada y lastimosa muerte de don Diego de Toledo, hermano del duque de Alba, que fue regidor y diputado en el ayuntamiento de la ciudad de 1546 a 1558. Sólo le antecede como mujer intelectual una Catalina de Eslava y precede a Sor Juana Inés de la Cruz. Su obra mejor conocida hasta hoy es la Relación escrita por doña María de Estrada Medinilla a una religiosa monja, prima suya (dedicada a doña Antonia Niño de Castro), de la feliz entrada en México, día de San Agustín, a 28 de agosto de 1640 años, del excelentísimo señor Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, marqués de Villena, virrey gobernador y capitán general de esta Nueva España. Fue impreso en México por Juan Ruyz, en 1640 y formó parte de una obra dedicada al citado virrey, que se tituló Viaje de Tierra y más feliz por mar y tierra que hizo el excelentísimo marqués de Villena, mi señor, yendo por virrey y capitán general de la Nueva España.84 José Mariano Beristain de Souza dice que Doña María Estrada Medinilla, natural de México, matrona que supo hacer lugar en esta biblioteca por los opúsculos siguientes: -Relación en ovillejos castellanos de la feliz entrada del virrey Marqués de Villena en México, día 28 de agosto de 1640, Impresa dicho año, en 4º.-Descripción en octavas reales de las fiestas de toros, cañas y alcancías, con que obsequió México a su virrey el marqués de Villena, impresa en 1641 en 4º.85

Beristain de Souza dice haber visto esta obra durante mediados del siglo XIX, pero es muy probable que bibliotecas tan importantes hayan desaparecido durante la expedición de las Leyes de Reforma, por el gobierno constitucional el 12 de julio de 1859. Y no se cuenta tampoco con que ha habido una destrucción sistemática de estas joyas históricoreligiosas. Ello se puede confirmar en Planchet.86 De ella tenemos tan pocos datos que apenas, lo único que puede suponerse es que vivió en la considerada vida del siglo, aquella en la que salvó los rigores de la iglesia o de la prostitución. Era entonces una mujer con ciertas virtudes y conocimientos que pudo 84

Josefina Muriel: Cultura femenina novohispana. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1982.545 p. Ils., retrs., cuadros. (Serie de Historia Novohispana, 30), p. 124-125. 85 Op. Cit., p. 512. Cfr. José Mariano Beristáin de Souza: Biblioteca hispano americana septentrional; o catálogo y noticias de los literatos que o nacidos o educados, o florecientes en la América Septentrional Española, han dado a luz algún escrito, o lo han dejado preparado para la prensa, 1521-1850, 3 vols. 2ª. Ed., publicada por el presbítero bachiller Fortino Hipólito Vera, Amecameca, Tip. Del Colegio Católico, 1833., T. I., p. 482. 86 Planchet, Regis (seud.): El robo de los bienes de la iglesia, ruina de los pueblos. 2ª edición, México, Editorial Polis, 1939. Véase: “Robo y destrucción por Juárez, Carranza, Obregón y Calles, de las bibliotecas de los conventos, sus archivos, manuscritos, pinturas, esculturas y demás tesoros artísticos. Mutilación de las joyas arquitectónicas de la nación. E.E.U.U. elogiando la obra civilizadora de los misioneros españoles”, p. 599-605.


admitir la sociedad de su tiempo, puesto que al escribir en términos tan profanos sus dos Relaciones… es que la podemos imaginar como la María de Estrada Medinilla común y corriente, llevando una vida sencilla que gozaba y disfrutaba los placeres mundanos sin escándalo alguno. Todo eso lo refleja ella misma con tal sencillez que admira su condición femenina en época por demás restringida, pero restricción que podríamos imaginar y restricción a la que finalmente se podían adaptar sin mayores dificultades las mujeres de su tiempo. Tal “libertad” la podemos apreciar en sus propias silvas como sigue: Y así quise cumplir con lo imperfecto, mudando de semblante; no quieras mas, pues fui sin guardainfante, con que habrás entendido, de todo queda bien encarecido: Pero si le llevara, del primer movimiento no pasara; siguiéronme unas damas, a quienes debe el mundo nobles famas; y con manto sencillo quisimos alentar el tapadillo. Y en fin, como pudimos hacia la Iglesia Catedral nos fuimos donde mas que admirada quedé viendo del Arco la fachada, que tocaré de paso (…)

De su Relación escrita a una Religiosa monja prima suya… puede observarse un muy buen equilibrio de composición, donde imperan sus amplios conocimientos en la estructura de la hipérbole, de la mitología, pero sobre todo como una retratista perfecta del síntoma cotidiano reflejado en todas las escenas y personajes que tuvo a su paso durante la recepción del virrey Marqués de Villena, cosa que ocurrió el día 28 de agosto de 1640, ocasión en la que no faltaron ni las máscaras, toros y cañas, esos festejos que describió doña María con mi pluma, o mi cuidado / mal erudito pero bien guiado. Con las fiestas del 27 de noviembre siguiente se puede entender que pudo presentarse la aprobación del propio virrey para celebrarla, lo cual debe haber sido motivo de preparativos específicos para repetir el disfrute que la sociedad y todos los actores que protagonizaron el festejo se dispusieran a cumplir una vez más con el proceso que la costumbre tenía establecido por entonces. Ya veremos en su momento la forma en que ocurrió todo aquello.


Por lo tanto, al leer la poesía barroca en la cual está inserta la obra de Estrada Medinilla, hay que tener en la mente la arquitectura de Santa Prisca de Taxco, Santa Rosa de Querétaro, el Altar de los Reyes de la Catedral de México, para impregnarse de ese espíritu y así, poder sentir y vibrar con el espíritu de la poesía. Ya lo apuntaba Estrada Medinilla: En tan célebre día fuera civilidad o cobardía que quedara figura de la más vestal ninfa la clausura y si tal entendieras presumo que aun tú misma la rompieras el hipérbole más ponderativo. y aunque el verlas te inquiete mayores fiestas México promete: Máscaras, toros, cañas que puedan celebrarse en las Españas. (. . . . . . . . . .) LAVS DEO

Nicolás Rangel apunta que la métrica de la obra aquí reseñada estaba escrita en octavas reales87 cosa que es incorrecta. Por su parte Josefina Muriel dice que se trata de apareados u ovillejos.88 Es la propia autora quien declara haberla escrito en “silva libre”. José Mariano Beristain de Souza, aunque cita, no anota en donde ni en qué circunstancia declara haber visto la edición de 1641 de la Descripción en octavas reales de las fiestas de toros, cañas y alcancías, con que obsequió México a su Virrey el Marqués de Villena. El ayuntamiento de la ciudad publicó el trabajo, “dando de gala a la autora 500 pesos”.89 La recepción del duque de Escalona y Marqués de Villena fue excepcional. Los gastos ascendieron a $40,000, incluyendo “comedias, mitotes, saraos, máscara, castillo, arco triunfal y ocho toros...” Sigue diciendo nuestra autora ...Júzguele tan airoso y de tan lindo gusto en lo aliñoso, haciendo con desgarro desprecio general de lo bizarro que alguno habrá pensado 87

Nicolás Rangel: Historia del toreo en México. Época colonial (1529-1821). México, Imp. Manuel León Sánchez, 1924. 374 p. Ils., facs., fots., p. 75. 88 Muriel: Cultura femenina..., op. Cit., p. 135. 89 Ibidem., p. 141. Cfr. Beristain de Souza, Biblioteca hispano..., op. Cit., T. I., p. 428.


que aquel descuido todo fue cuidado... 90

Vaga reminiscencia, quizá, de Góngora en su soneto Sea bien matizada la librea, donde un Caballero prevenido para unas fiestas / se prepara a entrar cuidadosamente descuidado. Tal parece que la dicha recepción obligó a los más notables autores de aquella época o a los de escasa calidad literaria a retratar en descripciones o arcos triunfales el desarrollo de las suntuosas fiestas de recepción de quien fue el décimo séptimo virrey de la Nueva España. Entre la gran cantidad de trabajos está la Comedia de San Francisco de Borja de Matías de Bocanegra (1612-1668), donde encontramos señales de aquella gran ostentación, gasto y lujo que se desarrollaron en las mencionadas fiestas. 1640 Comedia de San Francisco de Borja (1640)91 Entre tan justas, pues, aclamaciones, entre aplausos, que calle mi Talía, por no hacer escarmientos sus borrones, sacrifica, señor, la Compañía, juntando en uno muchos corazones, ofrenda sacra en aras de alegría a Vueceselencia. Allí la musa explica lo que ofrece, y a quién lo sacrifica.

Matías de Bocanegra nació en la Puebla de los Ángeles, y fue uno de los jesuitas de la provincia de México de más vivo ingenio, y de más instrucción en las letras humanas y en las ciencias sagradas, muy estimado de los virreyes y obispos de la Nueva España, según apunta Beristain de Souza. 1640 Si el toro belicoso Si el toro belicoso ensangrienta sus puntas en el coso para lograr las eras, le pone el labrador en sus manseras (. . . . . . . . . .) Si le detienen (al caballo), vuela, reacio pára, si le dan espuela, y en fin es más difícil gobernallo que al ave, al pez, al toro y al caballo. ...no hay quien pretenda ser rey de animales; 90

Méndez Plancarte: Poetas..., (1621-1721) Parte primera, op. Cit., p. 44. José Rojas Garcidueñas y José Juan Arrom: Tres piezas teatrales del virreinato. Tragedia del triunfo de los Santos, Coloquio de los cuatro Reyes de Tlaxcala y Comedia de San Francisco de Borja. Edición y prólogos de (...). México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1976. VIII-379 p. (Estudios de literatura, 3)., p. 242. 91


y regirlos se tiene en más decoro, que no al caballo, al ave, al pez y al toro.92

El diálogo anterior se realiza imaginariamente entre el Emperador Carlos V que sale de casa con su acompañamiento. Borja (. . . . . . . . . .) Y estando solemnizando la presencia de su dueño con fiestas y regocijos, donde a máscara y torneos dieron teatro los días. (. . . . . . . . . .) Acto segundo, interviene Rocafort, bandolero Ni es esto sólo en los brazos que una vez que con orgullo quiso un soberbio alazán hacerme a mí de su curso faetón estrellado a un risco, tal le apreté entre los muslos, que le reventé la vida pareciendo en aquel punto que llegó al despeñadero, atrevido y disoluto, sólo a despeñar el alma, porque el cuerpo quedó surto en el brocal de la peña; yo tan en mí, que no dudo decir que ni aun me turbé y me importó, pues no hubo sucedido aqueste lance cuando la ocasión me puso en otro más apretado: Salióme un toro sañudo al encuentro, alto de cuerpo, bajo de hombros, confuso el lomo de negro y pardo, el pecho de pardo y rubio, corto cuello, ancho de testa, frente rizada, ojos turbios, cerviz gruesa, hosca la barba, de la luna tan agudos los dos buidos estoques que eran sus puntas dos puntos. Paróse soberbio y bravo; paréme serio; desnudo la espada; con él me afirmo; conmigo se encara el bruto; peina con el callo el puesto; de polvo levanta nublos; da un bramido, parte ciego, tan ligero, que discurro que formó nubes de polvo por salir de sus disturbios; como el rayo cuando rompe 92

Op. Cit., p. 248 y 250.


la nube con trueno y humo, acometió, y al bajar la testa, con tiento y pulso le embebí por la cerviz el estoque hasta el puño, cosiéndole con el pecho la barba, y pasando en uno cerviz, pecho, piel, garganta, tan presto, que con el zuño iba a bramar, y el bramido yo tan veloz le interrumpo, que abriendo en la dura caña fiera cicatriz, le cupo a la herida rematar el bramido, que no pudo más que empezar con la boca, y de esta suerte concluyo de aquel ruidoso cometa las presunciones y orgullos, perdonad si os he cansado, y vamos a ver si algunos robos ha hecho mi gente.93

La comedia es del tipo hagiográfico94 que representaron los alumnos del Colegio de San Pedro y San Pablo, en ocasión de la visita del referido Virrey Marqués de Villena al plantel de la Compañía. Sabido, además, que San Francisco de Borja (1510-1572), tercer general de la orden ignaciana, fue, antes de abrazar el estado religioso, Duque de Gandía, grande de España y Virrey de Cataluña. En su parte última, se resume y dedica el festejo: Compañía A un duque le dedico de un duque los extraños prodigios, que en España viven tan admirados. Con un grande he querido, hoy, grande, celebraros, y que un virrey a otro ofrezca mis aplausos...95

Cumplimentar al Virrey es, pues, el propósito inmediato de la Comedia. Y evocar los nobles desengaños de Borja, ante la inexorable visita de la muerte, su tema central. Es el mismo tema, por tanto, el que ocasiona las meditaciones del religioso en la Canción a la vista de un desengaño, que veremos en tanto Bocanegra nos obsequia con el final de la Comedia…:

93

Ibidem., p. 298-299. Hagiográfico: perteneciente a la hagiografía. Hagiografía: Historia de las vidas de los santos. 95 Ibid., p. 376. 94


Y viniendo a lo adquirido, con ser tanto lo heredado, no ha de estar loco este reino de regocijo, gozando un virrey tan apacible, tan tratable, tan humano, tan advertido, tan cuerdo, tan erudito, tan sabio, tan sosegado en la paz, en la milicia tan bravo, tan gentilhombre de a pie tan buen jinete a caballo (. . . . . . . . . .)96

La recepción del Virrey Duque de Escalona se convirtió, en su momento, en una de las de mayor atención por parte de diversos autores que se encargaron de escribir buen número de descripciones donde la calidad tiene varios niveles. Esto lo corrobora Manuel Romero de Terreros.97 Pero es hora de regresar a las “Tres cartas”, recreadas por A de

V-A. En buena medida, nuestro autor, se soporta de esta otra obra, la de Cristóbal Gutiérrez de Medina relativa al viaje y diversas recepciones que se hicieron con motivo de la llegada del XVII virrey de la Nueva España. En lo relativo al tema taurino que aquí interesa, cita que, todavía estando en territorio español Hubo torneos y hubo fiestas de toros, y en una de ellas el Duque alanceó una res con bizarra destreza y lo llenaron las damas de bandas, de cintas, de favores que se quitaban de sus trajes para ofrecerlos entre sonrisas.98

Aparece una riquísima descripción de los sitios que fue recorriendo para llegar finalmente al Puerto de Santa María, de donde embarcaron el 8 de abril de 1640. El 20 de abril En que hizo conjunción la luna, salimos al mar. El viaje duró casi tres meses. Durante la travesía tuvimos muchas diversiones para entretener a su Excelencia –nos cuenta Salvador Segura-. Casi no había día sin una hermosa fiesta. Hicimos tres graciosas mascaradas a lo ridículo, representamos ocho comedias de las que se daban en los corrales de Madrid, y a menudo teníamos danzas, toros de manta y caballeros con rejones a lo burlesco.99

TRES CARTAS (2). ENTRADA FASTUOSA DEL DUQUE DE ESCALONA. 100

96

Ib. Cristóbal Gutiérrez de Medina: Viaje del virrey Marqués de Villena. Introducción y notas de don Manuel Romero de Terreros, C. de las Reales Academias Española, de la Historia, y de Bellas Artes de San Fernando. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Historia, Imprenta Universitaria, 1947. XI – 88 p. Ils., fots., facs., p. VII y VIII. 98 Valle-Arizpe: Virreyes y virreinas de la Nueva España..., op. cit., p. 75-76. 99 Ibidem., p. 78-79. 100 Ibid., p. 83-94. 97


El Duque de Escalona y todo su séquito arribaron a la Nueva España, justo el 24 de junio. La modestia de tan significativo personaje fue uno de los primeros síntomas de dejaron entrever la sencillez con que estaba dispuesto a ser recibido, sin que esto fuera motivo para minimizar lo extraordinario de las fiestas, cuyo primer capítulo en el largo viaje por tierra, comenzó en la propia Villarrica de la Veracruz. Durante los días que estuvimos en Villarrica hubo continuos festejos, luminarias, cohetes, corridas de toros, montes parnasos. 101

Días más tarde, cruzando diversos pueblos, ventas paradores fueron atravesando Tlaxcala, Puebla, Cholula, Huexotcingo (sic), San Cristóbal Ecatepec, hasta arribar a Chapultepec. Pero antes, en Puebla Toda la ciudad estaba en las calles; se amontonaba inquieta, rumorosa, alegre, en balcones, en ventanas, en azoteas, en tablados, para admirar el magnífico desfile, oír las pulidas loas que le decían al Virrey y ver a aquellos ángeles de pomposo plumaje blanco o rosado o azul, que bajaban cantando de las azoteas arrojándole flores o poniéndole en las manos fuentes con dulces de monjas o bordadas bandas de colores. Las fiestas que nos hicieron en Puebla sobrepasaban las de un día a las de otro. Hubo mascaradas, carros alegóricos, carreras de caballos, lidias de toros, encamisadas de estudiantes, riñas de gallos, comedias, autos sacramentales, danzas, saraos en las Casas de la Ciudad, y sobre todo este regocijo, se tendía la amplia munificencia del Duque repartiendo mercedes innumerables.102

Como vemos, el protocolo, la ruta establecida y el estrecho seguimiento que la población iba dando al recorrido del alter ego del rey en turno, nos permiten entender que aquello estaba convertido en un auténtico acontecimiento capaz de causar una peculiar conmoción que no podía quedar al margen de la descripción, sobre todo si había encargados de ir haciendo un relato que luego se traducía en la ya esperada relación de fiestas, como ocurrió con un “cronista” como Cristóbal Gutiérrez Medina, que no tuvo, según Romero de Terreros una pluma privilegiada. Sí, en todo caso, el detalle como principal consejero. Ya en la capital del virreinato, y específicamente en Chapultepec, lugar previo al de la magnificente recepción por parte de las autoridades en su conjunto y del pueblo en general, se instaló el duque de Escalona y Marqués de Villena para, en medio de un descanso, disfrutar, entre los tiempos libres que se le permitían de otros tantos

101 102

Ib., p. 84. Ib., p. 86.


divertimentos. Nuevamente Salvador Segura nos invita a fascinarnos con esta descripción del emblemático bosque de Chapultepec, metido en esta gran ciudad: Llegamos a Chapultepec, hospedaje real y recreación de los señores virreyes. Gran palacio es este de Chapultepec.103 Es lo más magnífico y soberbio que hasta hoy hemos visto en Nueva España. A la entrada hay un patio grande, enorme, con servicio de caballerizas y cocheras, atendido por numerosos criados, todos con libreas pardas de buen paño veintidoseno; luego, otro patio, de tales proporciones que sirve cómodamente para correr toros, los que se ven desde el numeroso ventanaje que da sobre él (…)104

Y no fueron unos cuantos días. Durante los dieciséis días que permanecimos en Chapultepec hubo variadas fiestas en honor del Duque: mitotes bailados por cuatrocientos indios con tilmas y plumeros de gala y al son grave y monótono de ayacachtles y teponaztles y huéhuetles; luminarias generales que hacía recordar el incendio de Roma; fuegos artificiales con bombas, buscapiés, castillos y torreones de los que salían guerreros a pelear contra sierpes enormes; toros de cuero cubiertos de cohetes y toros de verdad, muy bravos; músicas, comedias, saraos, encamisadas, y también muchas colaciones que el Duque costeaba para que fuesen repartidas entre todos.105

Mientras todo esto ocurre, A de V-A continua haciendo una abundante descripción de los diversos acontecimientos que ocurrieron en torno a la majestuosa recepción ocurrida en aquel verano de 1640, sin dejar escapar hasta las minucias que quizás en pluma de otros, pasarían por alto. Recuperada la apreciación en el figurado Salvador Segura, A de V-A recoge ahora el siguiente relato: A pesar de que los festejos habían durado dos meses largos desde que pisamos tierra en la Villarrica, se prolongaron fastuosamente por otros dos meses más.106 Empezaron en México desde antes que entrásemos en la ciudad, se quemaron en la Plaza Mayor castillos, muchas ruedas y toros de cohetes, hubo iluminaciones generales y músicas y danzas. Después de la toma de posesión, el Ayuntamiento organizó una gran mascarada a la que invitó a todos los estudiantes costeándoles los trajes y los adornos de las mulas en que salieron. Organizó también el Ayuntamiento un precioso desfile de carros alegóricos, todos llenos de músicos y cantores; hubo comedias, alcancías, sortijas, cañas y combates simulados, luchas con fieras, bailes y saraos que 103

José Francisco Coello Ugalde: El Bosque de Chapultepec: Un taurino de abolengo. Con la colaboración especial de la Lic. Rosa María Alfonseca Arredondo. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2001. 69 p. Ils. (Serie Diversa). En dicha obra, refiero que ya desde el siglo XVII existía un primitivo palacio, mismo que nada tiene que ver con el actual “Castillo”, obra iniciada hacia finales del siglo XVIII. En dicho espacio, entonces alejado de la capital del virreinato, se instalaban los virreyes antes de ser recibidos oficialmente en la ciudad de México. 104 Valle-Arizpe: Virreyes y virreinas de la Nueva España..., op. cit., p. 87. 105 Ibidem., p. 90. 106 Queda comprobada una vez más, la multitudinaria condición de fiesta que organizaron autoridades políticas, civiles y religiosas, a las que se sumaba la presencia popular, con lo que se cumplió una vez más con aquel proceso de dimensiones impresionantes, en cuyo espacio se daba cabida a diversas manifestaciones de producción efímera, suficientemente justificadas para cubrir no sólo con una ruta geográfica que los conducía a hacerse cargo del mando. También con todo un recorrido emblemático que culminaba con la propia toma de poder, con lo cual el boato era uno de los argumentos indispensables. Los acontecimientos de la misma naturaleza celebrados más adelante durante el gobierno del Duque de Escalona, seguían simplemente el calendario litúrgico o religioso, aunado a las celebraciones que la autoridad política o civil iban disponiendo, junto a los diversos motivos emanados desde la propia corte.


hicieron los indios del propio modo que en su gentilidad, adornados de muchas galas y plumas preciosas, colocadas en sus cabezas en forma de alas o diademas, cantando en su idioma y bailando el día entero sin cansarse; hubo estafermos y torneos en los que contendieron los caballeros más nobles de la ciudad; hubo un gran festín que dieron los padres jesuitas en el patio del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo; hubo cucañas y grandes corridas de toros a mañana, tarde y noche, estas con deslumbrantes iluminaciones, y en todas ellas el Ayuntamiento obsequió a lo principal de la concurrencia con refrescos, dulces, pasteles y nevados, y a los lidiadores les dio buenas galas; también se las dio espléndidas en fuentes de plata el virrey, que dondequiera se mostraba magnánimo y generoso.107 A todas estas suntuosas fiestas fue invitado, como no podía ser menos, el Ilustrísimo Señor don Juan de Palafox y Mendoza, visitador de Nueva España; pero Su Señoría contestó que “la severidad con que las reglas eclesiásticas prohíben a los sacerdotes la asistencia a los espectáculos públicos, aunque sean estos tan benignos e inocentes como las cañas y corridas de toros, lo ponían en grave escrúpulo de asistir a las preparadas al Excelentísimo Señor Virrey, de quien recabó permiso para no concurrir a ellas”.108

107

José Pascual Buxó (Editor): La producción simbólica en la América colonial. Interrelación de la literatura y las artes. Con la colaboración de Dalia Hernández Reyes y Dalmacio Rodríguez Hernández. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Seminario de Cultura Literaria Novohispana: CONACYT, 2001. 600 p. (Serie estudios de cultura literaria novohispana, 15). Beatriz Mariscal: “El programa de representación simbólica de los jesuitas en Nueva España” (p. 51-65), p. 51. Si bien el siglo XVII constituyó el período de mayor auge de las festividades públicas en España, ya desde la segunda mitad del siglo XVI el número de éstas era notable. El propósito explícito de las fiestas públicas era la celebración del nacimiento, boda o fallecimiento de un príncipe, o la conmemoración de alguna festividad religiosa, pero dado su potencial propagandístico, sus organizadores podían esperar beneficios políticos y sociales adicionales. Las festividades públicas adquirieron gran importancia en Nueva España, donde además de los acontecimientos políticos del reino se celebraban otros de carácter local, tales como las llegadas de los virreyes, las dedicaciones de centros de culto y el traslado o colocación de imágenes. En estas celebraciones se daba una notable confluencia de las artes: se elaboraban arcos triunfales, piezas efímeras de arquitectura que incluían los mismos lienzos y tableros con imágenes que textos literarios (algunos sacados de diversos textos religiosos y en especial de la Biblia y otros de invención propia); se componían textos poéticos que a menudo se representaban acompañados de música y danzas; se organizaban concursos literarios y se representaban piezas dramáticas. El carácter efímero de la mayor parte de estas manifestaciones artísticas nos ha privado de su cabal conocimiento: la madera con la que se hacían los arcos triunfales y las tablas en que se pintaban imágenes o lemas y poesías diversas eran utilizadas después de las fiestas para fines más duraderos como podía ser la construcción o reparación de edificios religiosos y públicos sin dejar rastro de su primer uso, mientras la poesía que obtenía el juicio favorable de los jurados era premiada con bonetes de fieltro y saleros de plata, pero rara vez publicada; menos numerosos aún son los registros textuales de las representaciones dramáticas que se conservan. Afortunadamente no todo se ha perdido. Aunque lo que suele conservarse es la noticia más o menos breve de esas celebraciones en crónicas de carácter histórico, como las Actas de los Cabildos o los informes a la Corona, también se elaboraron y publicaron en su día diversas relaciones de estas festividades por cuenta de sus organizadores (en general los Cabildos o las diversas cofradías de las ciudades donde se llevaba a cabo la celebración). El número de relaciones que están siendo rescatadas de archivos y bibliotecas y publicadas en ediciones críticas se ha incrementado en estas últimas décadas para beneplácito de los interesados en esos dos siglos de singular fermento creativo, no siempre apreciado por poco conocido. 108 Ibid., p. 93-94. Bien hizo en no acudir el visitador, aunque durante la estancia de su mandato como décimo octavo virrey, ocurrieron las celebradas y bien organizadas fiestas que la costumbre y un sólido calendario mundano-profano, así como el de carácter eminentemente religioso seguían dictando, según consta en la obra que Genaro García dedica a este personaje, quien concretó la destitución de su antecesor en un movimiento de dudosa legitimidad. La obra a que me refiero es: Don Juan de Palafox y Mendoza, Obispo de Puebla y Osma, Visitador y Virrey de la Nueva España. México, 1918. En ella, y según apuntes de Manuel Romero de Terreros quien nos recuerda que el capítulo IV de la obra de don Genaro aparecen “numerosas descripciones que proporciona de festejos, ideas, usos y costumbres de tiempos ya lejanos”.


Después de todo esto, y pasado algún tiempo, vendría el suceso que narra A de V-A como el de la salida lamentable del Duque de Escalona, que no se incluye aquí, por tratarse de la triste descripción en que terminaron los días de aquel efímero gobierno de Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla. Por último, vale la pena recordar que en estas cartas, jugó un papel muy importante el imaginado Salvador Segura, quien hizo sendos envíos a su primo Diego Hoces. Una vez más, queda demostrada la capacidad creativa con que resolvió el difícil entuerto nuestro

A de V-A. LAS OTRAS DESCRIPCIONES. [1] VIAGE DE / TIERRA, Y / MAR, FELIZ POR MAR, / Y TIERRA, QVE HIZO / El Excellentissimo Señor / Marqves De Villena Mi / Señor, Yendo por Virrey, y Capitan / General de la Nueua Efpaña en la flota que embió fu / Mageftad efte año de mil y feifcientos y cuarenta, fiendo / General Della Roque Centeno, y Ordoñez: Fu / Almirante Iuan de Campos. / Dirigido a / DON IOSEPH LOPEZ / Pacheco, Conde de San / Tifteuan de Gormaz mi feñor / Con Licencia / Del Excellentissimo Señor / Virrey defta Nueua Efpaña / Impreffo en MEXICO: En la Imprenta de Iuan Ruyz / Año de 1640. Esta es obra de Cristóbal Gutiérrez de Medina.

Las obras de Matías de Bocanegra: [2] Addición a los festexos que... se hizieron al Marqués mi señor... México: Bernardo Calderón, 1640, la Comedia de San Francisco de Borja... México, 1640.109 [3] Zodíaco regio, templo político, al Excelentísimo Señor Don Diego López Pacheco… Consagrado por la Santa Iglesia Metropolitana de México…, dibujado en la hermosa fábrica de el Arco triunfal que levantó a su entrada y dedicó a su memoria. Compuesto por un religioso de la Compañía de Jesús. México, Francisco Robledo, 1640. Esta otra es atribuida al mismo autor. [4] Nicolás de Torres: Festín hecho por las morenas criollas de la muy noble... ciudad de México. Al recebimiento del excmo. Señor Marqués de Villena... México, 1640. [5] ADICIÓN… a los festejos que en la ciudad de México se hicieron al Marqués de Villena, mi señor, con el particular que le dedicó el Colegio de la Compañía de Jesús. México, 1640, Bernardo Calderón. Se le atribuye a Estéban de Aguilar. [6] Sabina Estrada y Orozco. Relación de las dos entradas del Excmo. Sr. Don Diego López Pacheco, Marqués de Villena, Duque de Escalona, virrey, y del Ilmo. Sr. Don Juan de Palafox y Mendoza, Obispo de Puebla y Visitador General de este Reino. México, 1640, Francisco Robredo.110

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José Rojas Garcidueñas y José Juan Arrom: Tres piezas teatrales del virreinato. Tragedia del triunfo de los Santos, Coloquio de los cuatro Reyes de Tlaxcala y Comedia de San Francisco de Borja. Edición y prólogos de (...). México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1976. VIII-379 p. (Estudios de literatura, 3). 110 A lo que se ve, esta es la obra de otra autora, desconocida hasta hoy, pero que representa el mismo peso de importancia que tenían los autores masculinos en unos momentos en que las condiciones de género privaban a la mujer de contar con algún tipo de actividad tan específica como el de escritoras. En algún momento me refería así al caso de Sor Juana Inés de la Cruz: “Pero dice mucho que la obra de una mujer estuviese por encima de la vida común, que fuera el centro de atención y de ataques inclusive -por tratarse de alguien con una vida limitada a razones silenciosas y silenciadas (me parece que nacer mujer en aquellos tiempos significaba nacer en medio o dentro de un pecado). La vida doméstica -casarse con dote-,


[7] Juan de los Ríos Zavala. Mexicus animata: Oratio panegyrica in Academia Mexicana prolata curam Excmo. Dom. Marchione de Villena Nova Hispaniae pro Rege. México, 1640. [8] Viaje por mar y tierra del virrey Marqués de Villena. Aplausos y fiestas en Ciudad de México. México, 1641. [9] Descripción y explicación de la fábrica y empresas del suntuoso arco que la… Ciudad de México erigió a la feliz entrada y gozoso recibimiento del Excelentísimo Señor Don Diego López Pacheco, Marqués VII de Villena… etc. México, Juan Ruiz, 1640. [ 10 ] Loa famosa que se le recitó al Excelentísimo Señor Marqués de Villena, Duque de Escalona, a la entrada del Arco triunfal de la Catedral de México. México, Francisco Robledo, 1640.

Y según José Juan Arrom, en José Toribio Medina, La imprenta en México (1539-1821), Santiago de Chile, 1907, II, pág. 197, núm. 535, allí mismo enumera Medina una docena de bibliografías donde se consigna la misma obra, que deben ser, en buena medida las que aparecen líneas arriba y se complementan párrafos abajo. Y más que la “misma obra”, son doce las que se ocuparon del hecho pero con diferente concepto en su entorno creativo. Después de haber hecho referencia de estas obras, el propio Manuel Romero de Terreros apunta: Aunque también de extremada rareza, no hemos creído oportuno reproducirlas, porque consisten en indigestas descripciones, en prosa y verso, con abundancia de alusiones clásicas y citas latinas, que resultan de cansadísima lectura, carecen de valor literario y contienen datos de escaso interés histórico. Para el caso, hemos creído suficiente transcribir, como nota final, el resumen que de tales festejos hace don Genaro García en su biografía de don Juan de Palafox y Mendoza (obra publicada en 1918 N. del A.).111

Como puede observarse, tanto la obra de María de Estrada Medinilla que veremos más adelante, junto con las ya citadas, fue despreciada lo cual ocasionó la simple y sencilla omisión que hoy, en la de nuestra autora, adquiere valor preponderante. Además, la Biblioteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia, habiendo hecho convenio con la Universidad de Austin, Texas, consiguió reproducciones de algunos de estos textos. Por lo tanto, en su sección de “Microfilm”, se encuentran: [ 11 ] Viage por tierra, y mar del Excellentissimo Señor Don Diego Lopez Pacheco i Bobadilla, Marques de Villena, u Moia, Duque de Escalona &c. Aplausos, y festejos a su venida por Virrey desta Nueva España. Al Excellentisimo Señor Don Gaspar de Guzmán Conde Duque de Olivares, Duque de Sanlucar La Mayor &C. Dedicado por el Colegio Mexicano de la Compañía d IESVS. México: Francisco Robledo impresor, 1641.

Como nota para una precisión debo decir que existen tres títulos similares: 1.-Viaje de tierra y mar, feliz por mar, y tierra (…) obra de Cristóbal Gutiérrez de Medina (1640); o la religiosa -casarse con Cristo-, eran dos destinos rígidamente trazados; aunque la prostitución fue otra alternativa”. 111 Gutiérrez de Medina: Viaje del virrey…, op, cit., p. VII-VIII.


2.-Viaje por tierra y mar del… Marqués de Villena (1640) (atrib.) a Matías de Bocanegra, y 3.-Viaje por tierra, y mar del… Dedicado por el Colegio Mexicano de la Compañía de Jesús (1641).

Estas dos últimas parecen corresponder al mismo autor, Matías de Bocanegra, como lo señala José Juan Arrom en el prólogo a la “Comedia de San Francisco de Borja”. 112 Finalmente, en el análisis consecutivo, las número [ 12 ] y [ 13 ] corresponderían a las de María de Estrada Medinilla. Cabe hacerse una pregunta final: ¿Dónde y cómo fue que el impreso ahora bajo estudio, apareció de manera por demás afortunada? Según el acta de cabildo de 15 de enero de 1641, las autoridades entonces en funciones, detectaron la aparición de tal documento en 4º, que salió de la imprenta de Francisco Robledo. Muchos años más tarde, en pleno siglo XIX Mariano Beristain y Souza en su Biblioteca hispano americana septentrional; o catálogo y noticias de los literatos que o nacidos o educados, o florecientes en la América Septentrional Española, han dado a luz algún escrito, o lo han dejado preparado para la prensa, 1521-1850, dio constancia de ella. Con el tiempo, entre la dispersión de importantes colecciones, la destrucción de otras y la integración parcial de varias de ellas bajo el cuidado de personajes como el Conde de la Cortina, Vicente de P. Andrade, Mariano Beristain de Souza, José Toribio Medina, Juan Jacobo Sánchez de la Barquera, Joaquín García Icazbalceta, Felipe Teixidor, Agreda y Sánchez, Luis González Obregón pero sobre todo de Genaro Estrada, que fue quien la sumó a su biblioteca, fue posible que no se perdiera. Es cierto que en tiempos postrevolucionarios, y ante la indiferencia de algunas autoridades culturales, Estrada decidió vender su colección a la biblioteca de Austin, donde desde entonces permanece bajo su mismo nombre en aquel repositorio norteamericano. La paciencia de investigadores como mis colegas, los maestros Dalmacio Rodríguez Hernández y Dalia Hernández Reyes hizo posible su retorno en una copia de la que estamos dando

Cfr. Rojas Garcidueñas y José Juan Arrom: Tres piezas…, op. Cit., p. 227-8. Luis González Obregón: Croniquillas de la Nueva España. México, Ediciones Botas, 1957. 238 p. (Véase: “Cómo viajaba un virrey en el siglo XVII”, p. 49-64). “…dos años más tarde, su viaje (el del virrey Marqués de Villena) fue triste y desairado, porque su antes Ilustrísimo amigo don Juan de Palafox y Mendoza, entonces le acusó de infidelidad al Rey, le depuso del mando, le encarceló en el convento de Churubusco, le mandó a la Península bajo partida de registro, donde le fueron secuestrados y confiscados todos sus bienes. 112


constancia en el presente trabajo. Por lo tanto, y luego de estas aclaraciones, es tiempo ya de conocer la presente “curiosidad” de la bibliografía novohispana. Pero antes quisiera aclarar que la otra parte de este análisis introductorio tiene que ver con una detenida revisión literaria, así como con la valoración de vida cotidiana, el cotilleo, la sal y pimienta reflejados a plenitud en la relación recién descubierta. Debido a la naturaleza de extrema curiosidad que contienen ambas descripciones, pero centrándome con mayor atención en la pieza estelar recientemente descubierta que es, al fin y al cabo motivo de este trabajo; será ahora con el apoyo de Carmen Eugenia Reyes Ruiz, estudiosa del tema taurino en periodo novohispano. Luego del arduo trabajo suyo concluimos bordar las siguientes páginas. lo que elevará significativamente el valor del presente estudio.


VERSIÓN ORIGINAL DE LA SEGUNDA RELACIÓN. FIESTAS / DE TOROS, / IVEGO DE CAÑAS, / y alcancías, que celebrò la No- / Bilifsima Ciudad de Mexico, à / veinte y fiete de Noviembre / defte Año de 1640 / / EN / CELEBRACIÓN DE LA / venida a efte Reyno, el Excelléntifsimo Señor / Don Diego Lopez Pacheco, Marques de / Villena, Duque de Efcalona, Virrey / y Capitan General defta Nueva / Efpaña, &c. / Por Doña Maria de Eftrada / Medinilla / 113 Pág. 1f FIESTAS114 QVE

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Incluido en: Viage por tierra, y mar del Excellentissimo Señor Don Diego Lopez Pacheco i Bobadilla, Marques de Villena, u Moia, Duque de Escalona &c. Aplausos, y festejos a su venida por Virrey desta Nueva España. Al Excellentisimo Señor Don Gaspar de Guzman Conde Duque de Olivares, Duque de Sanlucar La Mayor &C. Dedicado por el Colegio Mexicano de la Compañía d IESVS. México: Francisco Robledo impresor, 1641. 114 Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. I., p. 74. México taurino en 1640.


CELEBRO MEXICO, A 27 DE NOviembre de 1640 Años. Yo aquella, que fin ley canté algun dia,115 En Silua libre,116 la feftiua entrada,117 Del q`à iluftrar la Indiana Monarchia,118 Vino defde Rigion tan apartada,119 inSo con voz mas dulce que folia: Con lira canto ya mas acordada, Debáxo de preceptos, las Reales Fiestas120 à caufa tal no desiguales.121

Al saberse en la ciudad de México que había desembarcado en Veracruz un nuevo virrey, el Ayuntamiento dispuso las fiestas acostumbradas. Acta del 3 de julio de 1640: “…Que haya luminarias generales al noche de la entrada de Su Excelencia …Que se hagan salvas de artillería …Que la siguiente noche se pongan luminarias generales y se pregone máscara general, y desde las dos de la tarde haya toros atados en las calles… Que se hagan fiestas de toros, juego de cañas para después que Su Excelencia haya entrado (a la ciudad de México) y descansado, y se sirviese de señalarlas… Que se cerque la Plaza Mayor de tablados… Que el obligado (de las carnicerías) prevenga toros…” Acta del 1º de septiembre de 1640: “…Habiéndose tratado de la disposición de las fiestas, se señalan para los principios de noviembre, el día que Su Excelencia señalare en aquel mes…” No terminaron de armar los tablados a tiempo y las fiestas se dieron sólo hasta diciembre. Además, hay que agregar que los toros enmaromados nombrados en el acta del 3 de julio, eran de los que se amarraban de las astas con una cuerda a sólidos postes enclavados en el suelo, para que no tuvieran libertad de acción y no pudieran herir a los improvisados lidiadores. En esencia, estas lidias callejeras eran verdaderas capeas populares, las cuales, al predominar el toreo a pie, habrían de convertirse en el toreo organizado que hoy conocemos. México taurino en 1641 En el cabildo que el Ayuntamiento de la ciudad de México celebró el 15 de enero de 1641, los concejales discutieron si sería conveniente editar una relación de las fiestas que en 1640 se habían dispuesto en honor del nuevo virrey, y que días antes les había sido presentada. Votaron que sí debía ser editada y que el costo de la edición sería de cincuenta pesos. Además, acordaron darle 150 pesos a su autora, la cual, con toda seguridad, es la primera que escribió una relación de este género que se haya publicado en México. desgraciadamente ni un solo ejemplar se ha conservado hasta nuestros días. Acta del 15 de enero de 1641: “…Viose una relación en verso que doña María de Estrada y Medinilla hizo de las fiestas de toros y juego de cañas que celebró esta Ciudad a la venida del Excelentísimo señor marqués de Villena, virrey de esta Nueva España, dedicada a la Ciudad, que se admitió y agradeció, y trataron del premio que se ha de dar, conferido sobre la materia se votó…” A todo lo anterior, llama la atención el hecho de que las historias no reportan el acontecimiento del 27 de noviembre, por lo que pasa a considerarse como un nuevo dato que enriquece el bagaje de información relacionado con festejos que sucedieron durante la época del virreinato. 115 Con carácter orgulloso, María de Estrada Medinilla nos recuerda que es ella, la autora de otra relación, con los hechos ocurridos el 28 de agosto anterior, relación de la que ya me ocupé páginas atrás. 116 Nos proporciona, además, el modo en que fue concebida la dicha relación: en silva libre, forma literaria que entonces se confronta a la de “ovillejos castellanos” tal y como la califica José Mariano Beristain de Souza. 117 Como estamos comprobando al paso de los presentes apuntes, la recepción del Marqués de Villena se convierte en una de las que más registros se contabilizan en torno al desarrollo de fiestas, tanto profanas como religiosas. 118 Era condición expresa de cualquier “alter ego” del rey gobernar, sobre todo la “Indiana Monarchia”, calificativo que alcanza en esos momentos el reino de la Nueva España, símbolo o insinuación de criollismo y mestizaje. 119 Parte de Fuensalida a Toledo. Más tarde pasó por Moya, la Membrilla, Villaharta, Andujar, la Venta de Carpio, Córdoba, Écija, Fuentes, Carmona, Utrera, Lebrija y el Puerto de Santa María, donde se embarcó en la Capitana.


La pompa, el aparato, el luzimiento, De tres giros de Sol122 continuados, Las galas, la hermosura, lo fangriento, De libreas, de Toros, y tablados, Lo abundante, lo rico, y opulento, De grandezas, de Telas, y Brocados: Si tanto puede prometer mi pluma, Intento seducir a breue fuma.123 O vofotros de Pindo,124 y de Elicona125 Sagrado honor, purifsimas donzellas, Ceñidas fiempre de inmortal corona,126 Aun mas por eruditas, que por bellas: Vna que de imitaros oy, blafona, Sino en lo docto, en algo a vueftras huellas A alguna deua tan diuino aliento, Que culto haga el barbaro inftrumento127

120

Reales fiestas. A lo largo del siglo XVII se desarrollaron celebraciones de alta magnitud que alcanzaron tal nombramiento. Entre otras: 1602 (nacimiento de la infanta Ana María Mauricio de Austria, hija de Felipe III). 1605 (nacimiento de Felipe IV). 1626: Parto de la Reina nuestra señora de la infanta María Eugenia. Nacimiento del malogrado Príncipe de Asturias, Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV. Jura del rey Carlos II en 1649. Entrada al gobierno de Carlos II en 1677… así como las diversas entradas de otros tantos virreyes a la Nueva España y todo aquello que podemos encontrar, sobre todo en las obras de Gregorio Martín de Guijo o Antonio de Robles, en sendos Diarios de sucesos notables… (Véase bibliografía). 121 He aquí la primera octava real, forma literaria con la que fue construida la presente relación. 122 Los tres giros de sol, son a lo que se ve: galas, la hermosura, lo sangriento… tal y como lo apuntara Bernardo de Balbuena en su Grandeza mexicana: galas, libreas, broches, camafeos, jaeces, telas, sedas y brocados, pinte el antojo, pidan sus deseos. (...) fiestas, regalos, pasatiempos, gustos, contento, recreación, gozo, alegría, sosiego, paz, quietud de ánimos justos, (…) 123

Es decir, están reunidos todos los elementos con que debió celebrarse una fiesta con las magnitudes como las relatadas en esta sola relación, y ocurridas también, en una sola jornada. Libreas, toros, tablados, telas y brocados. Una pluma, como la de ella, era el elemento complementario para describir las hazañas venideras. 124 Pindos. Cordillera de Grecia septentrional que forma una barrera entre las regiones del mar Jónico y las del Egeo. 125 Ángel Ma. Garibay K.: Mitología griega. Dioses y héroes. México, 5ª edición, Editorial Porrúa, S.A., 1975. XV-260 p. (“Sepan cuantos...”, 31)., p. 117. Helicona. Montaña de Beocia, la más alta (c. 1890 msnm). Se halla entre el golfo de Corinto y el Copais. Tiene en su cumbre un santuario a las Musas, en una de las cañadas superiores. Abajo está Ascra, patria de Hesiodo. Está la fuente de Hipocrene, que brotó a una coz de Pegaso, y que es la fuente de inspiración para los poetas. 126 Las nueve musas eran: Caliope, que preside en el poema heroico; Clío, en la historia; Erato, en la poesía amorosa; Talía, en la comedia; Melpómene en la tragedia; Terpsícore en el baile; Eutropia, en los instrumentos; Polimnia en la oda y Urania en la astrología. A cada una de estas musas se les llegó a pintar entre ciertas obras con el jeroglífico correspondiente al arte que presiden. Por otro lado, hay una “décima musa”, la ya conocida sor Juana Inés de la Cruz y hasta una “undécima musa”, título que asimismo se adjudicó Pita Amor. 127 Sin duda, la autora debe referirse a Eutropia.


En su tesis de maestría, Carmen Eugenia Reyes Ruiz plantea lo siguiente luego de transcribir en forma completa los versos: FIESTAS QVE CELEBRO MEXICO, A 27 DE NOviembre de 1640 Años. Yo aquella, que fin ley canté algun dia, En Silua libre, la feftiua entrada, Del q`à iluftrar la Indiana Monarchia, Vino defde Rigion tan apartada, inSo con voz mas dulce que folia: Con lira canto ya masacordada, Debaxo de preceptos, las Reales Fiestas à caufa tal no desiguales.

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La pompa, el aparato, el luzimiento, De tres giros de Sol continuados, Las galas, la hermosura, lo fangriento, De libreas, de Toros, y tablados, Lo abundante, lo rico, y opulento, De grandezas, de Telas, y Brocados: Si tanto puede prometer mi pluma, Intento seducir a breue fuma.

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O vosotros de Pindo, y de Elicona Sagrado honor, purifsimas donzellas, Ceñidas fiempre de inmortal corona, Aun mas por eruditas, que por bellas: Vna que de imitaros oy, blafona, Sino en lo docto, en algo a vueftras huellas A alguna deua tan diuino aliento, Que culto haga el barbaro inftrumento A

(17) (18) (19) (20) (21) (22) (23) (24) Si Pág. 1v

Si el triplicado terno vezestantas Fue proteccion de plumas varoniles; Que fe bañaren en las aguas fantas De Aganipe; quedando mas fubtiles: Quantas razones mas, y caufas quantas Os obligan Deidades femeniles A que mis yerros le do rey la parte, De los primeros, que ignoré del arte.

(25) (26) (27) (28) (29) (30) (31) (32)

Era el año el tiempo poftrimero, En que la enjuta tierra dexa apenas, Del corbo arrado, y del agudo azero, Al tofco agricultor, romper fus venas, Defnudo el campo del verdor primero, Que lo diezen Claueles, y Azucenas, Temblando eftaua de flaqueza al frio, Porque en los huefos te dexò el Eftio.

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Del Otoño la efteril monarchia, Y vaya en fu carrera declinando, Cuyo ceptro Noviembre pofeya, Si bien en fu gouierno caducando:

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Llegofe del feftejo alegre dia, De su Imperio y a penas llegò, quando A el Sol, que esftaua en braços de la Aurora Durmiendo, trompo difperto canora.

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Sacudió del embargo soñoliento, Los farigados128 miembros que vencidos De caminar con rapto mouimiento, Pereçofos estauan adormidos, Los

(49) (50) (51) (52) Pág. 2f.

Los parparos rogò, y aplicó atento, Los ojos juntamente, y los oydos, Para inquirir la causa no entendida, De aquella voz dudosamente oyda.

(53) (54) (55) (56)

En medio entonces de la vaga Efphera, La Nympha vió, que có[n] plumados £uecos Discurre el Orbe con veloz carrera, Lleuando al ombro tá[n]tos bronces huecos, Sobrefaltofe el Ioben, demanera De los que oya repetidos ecos, Que en extafis de mudas fufpenfiones, Le embargó aú[n] masq el fueño, las acciones.

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Del purpureo clabel difuelto el nudo, Dixo elegante la parlera Fama, A el, que ya de fu voz pendiendo mudo Dexado auia la rofada cama. Que aleue encanto de Morfeo pudo Ocafionar al fueño, que te infama; Pues empeñando Ceptro luminofo, Te entriegas tan pacifico al repofo.

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Tu de quien penden tantas luzes bellas, Padre comun de todo lo viuiente, De cuya inmenfa lumbre las eftrellas Mendigan el honor refplandeciente Como el curfo ordinario no atropellas Conduciendo tu Carro al Occidente Pues aquel defte Oriente opuesto Polo Conspira contra ti, fegundo Apolo.

(73) (74) (75) (76) (77) (78) (79) (80) La Pág. 2v

128

La Laguna, que vn tiempo tus altares Tanto manchó con victimas fangrientas, Y en cuyos fiempre religiofos lares, Recebifte oblaciones tan cruentas. Ya el distrito, que muran los dos Mares, Y tu con aureos rayos alimentas, Falta la adoración con que folia Infenfarte la Indiana idolatria.

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Ya facudiò el Imperio Mexicano, Tu yugo de fu cuello, y la obediencia Rinde a Deidad mortal, q en velo humano Le auxilia con diuina prouidencia:

(89) (90) (91) (92)

Debe decir fatigados (N. del E.)


Verde de lustros, de talento cano, De rostro hermofo, y de gentil prefencia, La melena que pende por la efpalda, A fu frente es aurifera Guirnalda.

(93) (94) (95) (96)

Ora fea facrilegio, ora fea Iufta equivocación, por la que tiene Similitud con tu deidad Febea, De quien el nombre Delio le proviene: Quanto baña Occeano, y hermofea Su militar bafton oy le conviene, Y contra tu decoro ya le llama, Su protector el Pueblo, que le aclama.

(97) (98) (99) (100) (101) (102) (103) (104)

En vn corbo Zodiaco de pino, Por fu Real planeta le juraron, Todas las cafas del folar camino, Cuyas invictas fienes coronaron:

(105) (106) (107) (108) Y en Pág. 3f

Y en otro medio circulo de lino, (130)Como efte mote. Oy fale Apolo nueuo, Como de entre las nuves fale Febo.

(109) (111) (112)

Ayer la Ciudad vieras Mexicana En campo hermoso, que invidiar pudiera, Lo infigne de la Corte Caftellana, Extinguir vna, y otra armada fiera: Y defpues la nobleza cortesana, Medir el fitio con veloz carrera, Formando a trechos, ya coral, ya efpumas; De rojas bandas, y de blancas plumas.

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Si de tu opofitor la Regia entrada, Vuieras vifto, y fu gentil presencia, Con Mageftad honesta aderezada, Defmayaras en tanta competencia: En vn Bruto de piel azabachada, De fu dueño advertida diligencia, Por efcufar afsi muchos enojos, Del veneno nociuo de los ojos.

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Oy el Toro fogoso, horror del cielo, Por feftejar la Indiana Monarchia, Dexa fu azul dehefa, y baja al fuelo, Y al robador de Europa defafia: Todos ayudan con ygual desvelo, A la solemnidad de tan gran dia, Marte dá laças. Y el Amor fabores, Cañas Siringa, el Iris da colores,

(129) (130) (131) (132) (133) (134) (135) (136) Ca Pág. 3v

Caballos, y jaezes matizados; Cordova dio, la Perfia los plumajes, Telas Milan, Manila diò Brocados, Las Indias Oro, el Africa los trajes, Primaveras obftentan los tablados, Diverfidad de flores fon los pajes, La plaça conduxera a fu grandeza,

(136) (137) (138) (139) (140) (141) (142)


Las de la Inquificion por fu limpieza.

(143)

Sufpende, añada la Donzella alada El curfo, que ya eftamos fobre el cofo Donde verás con proporcion quadrada, Culto adorno, aparato generofo: Aquí yafe la Corte convocada En luzido concurfo numerofo, Tanto, que el lince de mayor desvelo, Apenas pudo regiftrar el fuelo.

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Atiende á efte jardin de racionales, Plantas vivientes, animadas flores, Que quantas tiene Cipre vejetales, Invidian de fu pompa los olores: Aquel, que con infignias ves Reales Ornato de Brocados brilladores, Cuyo folio fobre el pende eminente, De un competidor Trono es decente.

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El que inmediato à el luze, y campea, Es el de los Licurgos; que en fus manos La balança pendiendo eftà de Aftrea, Mas fiel, q en las de Griegos, y Romanos:

(160) (161) (162) (163) Aquel Pág. 4f

Aquel que con viftofa taracea; Se adorna de texidos Mexicanos, Es de ministros del Real theforo, Cuya pureza nunca manchò el Oro.

(164) (165) (166) (167)

Efte modeftamente aderezado, Del Cabildo Eclefiaftico es afiento, Donde lo obftentatiuo, y lo fagrado, Se hermanan con decente luzimiento: El que cubierto miras de Brocado, Iluftra el Ciudadano Regimiento, Argos de la Republica celantes, Cuftodios nobles fiempre vigilantes.

(168) (169) (170) (171) (172) (173) (174) (175)

Efte donde Mercurio predomina, Ocupa el Confulado poderoso, Arbitro juez de quanto fe tragina, Por vno, y otro piélago efpumofo: Ya telas de Milan, ya de la China, Alientan lo luzido, y lo pompofo, De fuerte, que parecen los tablados, Mas obra de telar, que fabricados.

(176) (177) (178) (179) (180) (181) (182) (183)

Efte choro gentil de Ninfas bellas, Efpofas de ministros eftremados, No es de mendigar de tu luz eftrellas, Pues oy tienen tus rayos afrentados, Con nueua gala Abril aprende dellas Los primores, matízes y bordados, Donde fe ve tambien que las hermofas, Pueden fer entendidas, y aliñofas. B Si vuie

(184) (185) (186) (187) (188) (189) (190) (191)

Pág. 4v


Si vuieras madrugado, fi llegaras A efte fitio mas prefto, quanto vieras Carrozas llenas de bellezas raras, De que harta invidia con razon tuvieras, De aquel balcon luciente fi reparas En Deidades de rojas cabelleras, Son hermosuras, que con dulce amago; Pueden dar a las almas Santiago.

(192) (193) (194) (195) (196) (197) (198) (199)

Tal vieras blanca rofa guarnecida De agudas puntas, de luziente azero, Cuya luztrosa tez defcolorida, Robò los ampos al nevado Henero, Tan a lo militar Palas veftida, Y el traje tan honesto, aunque guerrero, Que Amor enamorado de fu aliño. Siendo Gigante, fe preciò de niño.

(200) (201) (202) (203) (204) (205) (206) (207)

Sus defvelos jamas logró el defeo, Con tanto acierto, nunca el artificio Tuvo en las damas tan figuro empleo; Ni fe moftró el adorno mas propicio, A la hermosura fe agregó el ateo, Y hasta el cuydado fue de beneficio, Pues lo bello al defcuydo vinculado, Mas hermoso falió con el cuidado.

(208) (209) (210) (211) (212) (213) (214) (215)

Pero ya fi el oydo no me engaña, Tres cóncavos metales con estruendo, Sufpendan la diafana campaña, Sus ecos dulcemente repitiendo:

(216) (217) (218) (219) Sin Pág. 5f

Sin duda el Ioben bello honor de Efpaña Tus rayos vno à vno desmintiendo, Por afrentarte, no por competirte, Sale de fu Palacio a desluzirte.

(220) (221) (222) (223)

No es illufion, que de miniftros ciento De jufticia, la tropa antecedente, Me pone bien feguro el argumento, De que dora las puertas de fu Oriente; Bien lo dize el confufo mouimiento Del efquadron, que atropelladamente, Inunda el cofo por la abierta boca, Que a tan grande avenida puerta, es poca.

(224) (225) (226) (227) (228) (229) (230) (231)

Ya de las dos Efpañas, la nobleza, Con multitud de pajes y lacayos, De America apurando la riqueza. Burlan Abriles, y defprecian Mayos: Diamante mira en vna, y otra pieça, Que fupliendo la aufencia de tus rayos En la noche de luzes mas abara, Hazer pudiera fu tiniebla clara.

(232) (233) (234) (235) (236) (237) (238) (239)

Aquella es la Ciudad recopilada, A el número de pocos Senadores Y en ellos fu grandeza epilogada, Luze con no imitables esplendores: Ya penetrar la plaça alborotada,

(240) (241) (242) (243) (244)


Miniftros de real Caxa, y Contadores, Y aquel que ves con militar ornato, Precursor de fu luz es inmediato,

(245) (246) (247) Ya Pág. 5v

Y a los dos fuperiores Tribunales; Sala del Crimen, y Real Audiencia, En ombros de briofos animales, Provocan a refpeto, y reverencia. Eftos, que en dos hileras vesiguales, Mas por oftentacion, que conveniencia Governando effos frefnos azerados, Ociofos de fu guarda fon foldados.

(248) (249) (250) (251) (252) (253) (254) (255)

Aquel, que del Ofir, el mas luciente Metal, en rubias hebras dividido, Orla los lados de fu blanca frente, Y fobre el labio fe incorpora vnido, Cuias mexillas baña hermofamente, Vn Clabel en las mias es desleydo, Y que efcogió por ojos vno, a vno, Los dos mejores del Pabon de Iuno.

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Es tu competidor, mira fi en tanta Opoficion, ò hijo de Latona, Peligra la Guirnalda de la planta, Que con verdes defdenes te corona: En garbo, talle, y rostro fe adelanta, Y en partes a la tuya fu perfona, Porque para formar fu gentileza, Nuevo eftudio obftentò naturaleza.

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De vna ingeniofa aunque mejor labrada Red que la de Vulcano artificiofa, La tela es del beftido entreforrada, En blanca lana de Milan viftofa.

(272) (273) (274) (275) Que Página 6f

Que no pudiendo estar tan encerrada, O por lo femenil o por hermosa A fer vista de tanta bizarria, Se afoma por la negra zelofia.

(276) (277) (278) (279)

Quanto la Margarita, en nacarados Senos, blanco fudor del Alua bebe, En los brahones golpes, y coftados, Viftofa es guarnificion, precio no leue: De filigrana con buril labrados Amaltea fobre el jazmines llueve, Y las ligas gaftaron a porfia, La primer rifa del Infante dia.

(280) (281) (282) (283) (284) (285) (286) (287)

La banda que le cruza el noble pecho, Si no es llanto quajado de la Aurora, Que a California le apuro o pecho, El humor que fus conchas atefora: En vn bello animal de furias hecho Que a pefar del bocado le colora; Cuya cafcada plata faca en fuma,

(288) (289) (290) (291) (292) (293) (294)


Viuas centellas de manchada espuma.

(295)

Tan prefumido va de cortesano, Que por el dueño fu obediencia entienda, Executa las leyes de la mano, Antes que las reciva de la rienda, A piel nebada diò matiz ufano, El evano, que a manchas le remienda, Y le mueue tan agil, que recelo, Que huella el ayre, defpreciando al fuelo.

(296) (297) (298) (299) (300) (301) (302) (303) Mira Pág. 6v

Miralo bien plantado, y lo briofo Con que a la brida y a tan fin cuydado, Que el natural donayre primorofo, Parece con defvelos eftudiado. Hafta el graue mirar mageftuofo, Mezcla con rifa alegre, y dulce agrado De fuerte, que de tantas atenciones, Se lleua tras de fi los corazones.

(304) (305) (306) (307) (308) (309) (310) (311)

Aquel de feis caballos conduzido, Carmefi Plauftro, cuyo flueco pende, De oro mas martillado, que torcido, Portátil Pirineo, que fe enciende, Con tanto metal rubio derretido Que en anchos rios fe dilata, y tiende, Y el terciopelo, cuyo campo riega, Por bordarle parece que le aniega.

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Trono es folar, aunque le ves vazio, Que fu deidad incluye vez alguna, Con quien fuera grosero defvario, Que compitiefe fu dorada cuna. No parte fu luziente feñorio, Iurifdicciones con la mifma Luna: Pues aquella fe pufo en otro Polo, Porque el en efte diefe lumbre folo.

(320) (321) (322) (323) (324) (325) (326) (327)

Mira de fu familia generofa, El exercito cafi innumerable, Y no es oftentacion vanagloriosa; Adquirida en el cargo no durable.

(328) (329) (330) (331) CoPág. 7f

Coftumbre fi en fu cafa poderofa, Oy por titulos tantos eftimable, Siendo con tan notable maravilla, Honor de Portugal, y de Caftilla.

(332) (333) (334) (335)

Clicie de fu gallardo movimiento, Es tanto pueblo, cuya vifta atenta, Con audaz generofo atrevimiento, Aun los menores atamos le quenta: Admiraciones dà de ciento en ciento, A terminos del coffo que frequenta, Dexando en los balcones, y tablados, De honefto amor los pechos abrafados.

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Ya el Bufefalo Americo depone Y aciende al regio Solio que le aguarda Ya el vulgo en furia intrepida fe pone, Como terciada vé tanta Alabarda Ya a defpejar la plaça fe difpone, El militar Caudillo de fu guarda, Gloriofa rama de Avila, y Pacheco, Que de fu nombre alienta folo el eco.

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De aquella parte andaua, quando delta El Alguazil mayor de la Real Corte, Haziendo que la turba defcompuefta, En las puertas el ímpetu reporte: Su oftentacion baftara para fiefta, Pues es cada familia aun vna Corte, Cuyas galas por ricas, y luzidas, El Oro consumieran del Rey Midas.

(352) (353) (354) (355) (356) (357) (358) (359) MiraPág. 7v

Miraua el Sol defde su nuve denfa Quanto la fama le narro eloquente Y por fer teftigo de su offenfa, Aprefuro su curfo al Occidente, Limpia la plaça, y la atención fufpenfa De tanto pueblo, aceleradamente, Agitado de azero rigurofo, Bicorne rayo fe arrojo en el coffo,

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Tan feroz, que si a Duero y a Iarama, El licor no bebió, parecio al vello, Que pafsio la fiereza entre fu grama: Inhiefto de cerviz, rugado el cuello, Los ojos eran de color de llama, Negra la efpalda, y erizado el bello De juntos, y delgados candilones, Prefto de pies terrible de rayciones.

(368) (369) (370) (371) (372) (373) (374) (375)

Era cada bufido horrible trueno, Corriendo configuró quanto quería, Hafta que de azetadas garras lleno, Quanto mas fe incitaua fe impedia. Sirviole fu coraje de veneno Pues murio de fu mefma valentia, Porque a dar muertes, y a tomar venga[n]ças Se entro por un exercito de lanças.

(376) (377) (378) (379) (380) (381) (382) (383)

Aun no bien tanto azero ensangrentado, Le falto la vida, quando un terno, De Azemilas con armas enmantado, De la Ciudad politico gobierno. Plata

(384) (385) (386) (387)

Pág. 9f (numeración correcta) Plata bruñida en tafetán leonado, Poniendo vn lazo en vno, y otro cuerno Tan veloz le facô, que parecia, Que el mifmo con fu aliento fe mouia.

(388) (389) (390) (391)

En la paleftra fe plantô tan fiero, Otro de aduerfa parte, que ya era

(392) (393)


En su comparación manfo el primero, Cuya piel mas horror al verla diera: Toftado el lomo, y de bruñido azero Las puntas, nibeladas de manera, Que fer pudiera efcandalo luciente De la luna un amago de fu frente.

(394) (395) (396) (397) (398) (399)

No fu ferocidad era bastante A defmayar el animo obftinado, Del concurfo de á pie voziferante, Con cuya agilidad fe vio burlado: De vno y otro rejon el arrogante Ceruiguillo hafta entonces no domado, Tantas congregò bocas à vna herida, Que en rojo humor defperdició la vida.

(400) (401) (402) (403) (404) (405) (406) (407)

Con fieras manchas fobre piel nebada, Relámpago fin luz, mas no fin trueno, Se prefentò el tercero en la eftacada: El hozico, de espuma, y fangre lleno: Con ancho hierro en hafta dilatada Ginete le aguardaua tan fereno, C

(408) (409) (410) (411) (412) (413) Que Pág. 9v (numeración correcta)

Que el moftruo horre[n]do lleno de furores No baftò a perturballe los colores.

(414) (415)

Llegó la fiera, y viendo a fu aduerfario Cargado el ombro de robusto pino, Alfombrada del cafo temerario, Torcio la linea recta del camino: Eftuvo la victoria del contrario, No el eftrago fatal á fu deftino, Que de otra mano las arterias rotas, Cedio el aliento en las primeras gotas.

(416) (417) (418) (419) (420) (421) (422) (423)

Entonces al gentilito exercio Se interpufo parentifes guftofo, Dando de mayor fiefta claro indicio Quando bridones por el ancho cofo, Del venerado oráculo propicio, Confultaron el pecho generoso, A cuya petición con roftro afable, Oyó benigno, y refpondio agradable.

(424) (425) (426) (427) (428) (429) (430) (431)

Don Enrique Pacheco el uno era, Y don Iuan de Cervantes le acompaña Don Nicolas tambien, en quien efmera De Bonilla el honor, grandeza eftraña. Deftos tres el valor cantar quifiera, Mas fáltale a mi ingenio culta maña; Pues de todos pintar la gala en fuma, Aun fuera gran hazaña a mejor pluma.

(432) (433) (434) (435) (436) (437) (438) (439) SiguePág. 10f

Siguieron a eftos nobles partidores Ocho cuadrillas, alternadamente, Ciudadanos tal vez, tal Regidores, Hermofa variedad, quanto decente:

(440) (441) (442) (443)


Reduzianfe a folos dos colores, Marlotas de brocado de occidente, Azul la vna, y con ygual decoro, Otra rofada, entrambas fondo en oro.

(444) (445) (446) (447)

Los fonbreros de lama trencillados, Trinillas de tocon, vandas, y rofas; Cruzauan las adargas encarnados Tafetanes con liftas efpaciofas De plata, eftauan vnos esmaltados Con las armas de Mexico honorofas; Y otros en fe de fu memoria eterna, Co[n] nombre del Señor que nos gobierna.

(448) (449) (450) (451) (452) (453) (454) (455)

Entraron en hilera ciento a ciento, Hipogrifos a fuer de guerra almados, Formando belicofo mouimiento De fon de las trompetas incitados. La oftentacion de tanto luzimiento, Ociofamente los llenò fobrados: Azemilas de cañas tantas fueron, Que confufo su numero tuuieron.

(456) (457) (458) (459) (460) (461) (462) (463)

Gafto de la Ciudad, no tan pequeño, Que el caudal del tesoro Veneciano C2

(464) (465) No Pág. 10v

No quedara con el en grande empeño; Mas en feruicio del Monarcha Hifpano, (De fu lealtad reuerenciado dueño) Nunca con efcafez obró fu mano, Puefto que las haziendas, y las vidas, Siempre fus plantas moftraran re[n]didas.

(466) (467) (468) (469) (470) (471)

Defpues que al de tres grandes excellentes Titulos, los azeros inclinaron, Y humillando los cuellos y las frentes, Con afectos fin voz le saludaron: Aplaudidos decoros diferentes, Al quadrangulo todo circularon, Y como balas que compele el fuego, Dieron principio alas parejas luego.

(472) (473) (474) (475) (476) (477) (478) (479)

Tan gallardo don Marcos de Guevara, (Que la quadrilla gouernó primera) Su carrera paffo, que fi intentara El Zafiro seguirle no pudiera: Don Gafpar de Molina, no juzgara Quien a los dos tan pefpuntados viera; Sino que tan conforme mouimiento Procedia no mas de vn aliento.

(480) (481) (482) (483) (484) (485) (486) (487)

Con don Martin Offorio, tan afsido Fue don Carlos de Samano ajuftado; Que fi abraçado no; por lo medido Parecian vn Geminis plumado.

(488) (489) (490) (491) Don Pág. 11f

Don Diego Cano, atrás dexo corrido

(491)


Al Boreas, ò por torpe, ò por pefado, A quien imitò en gala, y en defpejo, Con la mifma ygualdad do[n] Pedro Trejo.

(492) (493) (494)

Don Iuan, y do[n] Go[n]çalo, aquel de Andrada, Y de Bribiefcas efte, en lo vniforme, Tuuieron fufpendida, y admirada La plaça con pareja tan conforme: Tan galante partio, tan eftremada, Que no harà poco la que le conforme; Pues entre multitudes de atenciones, Sigura fe lleuò las bendiciones.

(495) (496) (497) (498) (499) (500) (501) (502)

La de don Iua[n] de Orduña, en lo ajuftado, Hecha de vn bulto folo parecia, Primor que de ninguno fue imitado, Pues el lauro le dio la bizarria. Su buelo començò tan eftremado, (Puefto que mas bolaua que corria) Que fu mas defcuydado mouimiento, Fue con difino de burlar al viento.

(503) (504) (505) (506) (507) (508) (509) (510)

Se vniò á don Iuan, don Aguftin Chauela, Con tal ayre, tan rara marauilla, Que la mas auifada centinela; Iuzgara que ocupauan vna filla: Sigue en fu curfo con ygual cautela, Don Diego, y don Antonio de Manfilla, C2

(511) (512) (513) (514) (515) (516) ParePág. 11v

Parecie[n]do fus brutos corregidos. De vn mefmo freno, y d[e] vna efpuela heridos.

(517) (518)

Los hierros de las lanças, y los quentos, Los penachos, las vandas, los liftones, Los braços, las adargas, los alientos, El partir, el pulfar de los talones, Tan compaffados eran tan atentos En imitarfe entonces las acciones; Que en riqueza, cauallos, garuo, y modo, Se lleuaron la voz del pueblo todo.

(519) (520) (521) (522) (523) (524) (525) (526)

Daua don Iuan Mexia Altamirano, Con el valor que fu nobleza esmalta, Inuidia noble al jouen mas loçano, Que fi el aliento fobra nada falta: Y ua à fu lado, juftamente vfano, Bizarro don Francifco de Peralta; En fin pareja tan ygual, que creo Que fu limite alli tuuo el deffeo.

(527) (528) (529) (530) (531) (532) (533) (534)

Hijo, y yerno à el valor efclarecido, Los rayos como amantes girafoles, Siguieron, cuyo curfo fue aplaudido, De la jufta atención de muchos foles: Tal correr, y para nunca han tenido En fus fieftas los cofos Españoles, Que á don Gabriel de Rojas, ya la fama, Y á don Rodrigo juftamente aclama.

(535) (536) (537) (538) (539) (540) (541) (542) Galan


Pág. 12f Galan Iuan de Alcocer, tan nibelado Salio, con don Chriftoual de la Mora, Que nunca aueriguar pudo el cuydado Si eran dos, hafta el fin de fu derrota: Don Iua[n] de Grados bien merece el grado Defde efta parte, hafta la mas remota; Pues lleuò con Simon Tellez de Trejo, La palma del buen ayre, y del defpejo.

(543) (544) (545) (546) (547) (548) (549) (550)

Don Alonfo Ceruantes Villanueva, Con don Antonio Eftupiñan, en vano Seguir el Noto fu violencia prueua, Aunque no fe vio nunca mas vfano: Oy don Lorenzo Suarez bien renueua Su fama con el pueblo Mexicano, Que con aplausos celebrò fin taffa A don Francisco de Solis Bartaffa.

(551) (552) (553) (554) (555) (556) (557) (558)

Don Felipe Moran era vn cometa, Que fi encendido no, corrio luciente, Don Rafael de Trejo vna faeta, Que fu accion imitò resplandeciente: Don Iuan Tellez de Trejo, ni el Planeta Rubio falio con brio tan valiente, De Macaya don Iuan, con arte, y maña Valor, y ligereza le acompaña.

(559) (560) (561) (562) (563) (564) (565) (566)

Don Iñigo Carrillo Altamirano, Y don Fernando Niño, tan ayrofos

(567) (568) Con Pág. 12v

Con gala tal, y eftilo cortefano, Tan luzidos, gallardos, y briofos Corrieron que del vulgo ciudadano Recibieron los vitores gozofos, Si bien demoftracion tan alagueña, De deuda tanta aun no fe desempeña.

(569) (570) (571) (572) (573) (574)

Don Iuan el jouen, generosa rama Del Tronco illuftre de Cafaus Cerua[n]tes, Cuya carrera en bronzes de la fama, Celebraciones adquirio baftantes: Como oprimida luz, que fe derrama De la nube con ecos resonantes, Afsi paffo con don Iofeph Limeno El fitio, ya de admiraciones lleno.

(575) (576) (577) (578) (579) (580) (581) (582)

Acabé las quadrillas, mas no acaba Con efto el luzimiento de la fiefta; Que de fu pompa la menor baftaua A dexar fu grandeza manifiefta: Apenas vna al termino llegaua, Quando otra fe ajuftaua, ya tan prefta, Que de ocupar en ellas los defpojos, Aun no dexauan defcanfar los ojos.

(583) (584) (585) (586) (587) (588) (589) (590)

Defpues que el capo hermofo difcurriero[n], Por efquinas, por frentes, y por lados, A remudar quadrupedos falieron,

(591) (592) (593)


Mas por oftentacion, que por canfados

(594) Ni: Pág. 13f

Ni aun efte breue rato permitieron Ofioso, los atentos Diputados Pues co[n] nueuas de amor demoftraciones Començaron a dar las colaciones,

(595) (596) (597) (598)

Francifco del Caftillo generofo, Y el Alcalde Chriftoual de Balero, Ya de lo oftentatiuo y numerofo, Por grado lleuan el lugar primero Pomos de plata dieron, de preciofo Licor, cuyas aromas no refiero: De dulces, y paftillas diferentes, Fue innumerable el numero de fuentes.

(599) (600) (601) (602) (603) (604) (605) (606)

Con prefta mano al pueblo que vozea, Bierte el Marques alcorças por el ayre; Y no ay ninguna que vn harpon no fea, Aunque fue defpedida con defgayre: Era de gufto ver la taracea, Que preuino a pefar de fu defayre, Aun hafta los mas minimos pedazos, Siendo axedrez de levantados braços.

(607) (608) (609) (610) (611) (612) (613) (614)

Qual los cubiertos con la frente toca, Que no los pudo recoger al buelo, Y entrar los vió por otra abierta boca, Que importa mas la dicha q el defvelo; De tanta inmenfidad, ni aun parte poca Pudo llegar defperdiciada al fuelo, D

(615) (616) (617) (618) (619) (620) Porque Pág. 13v

Porque el anis fe via mas enano, Recogido en el viento grano a grano.

(621) (622)

Boluiò a defparramarfe aquel confufo Exercito de Ormigas racionales: Pero la guarda a fu pefar le pufo Con orden en hileras bien yguales: Luego que fin estorbos fe difpufo La plaça, y a las vozes de metales, En vna y otra puerta refonando, A batalla fe eftauan incitando.

(623) (624) (625) (626) (627) (628) (629) (630)

Dos vezes ocho brutos defta parte, Y otros tantos de aquella el campo y ede[n] Cuyos ginetes en furor de Marte, Los generofos animos encienden: La escaramuza traban con tal arte, Que aun los que faben la verdad enti[n]de[n] Que es aquella batalla de venganças, Y que las cañas fe han de volver lanças.

(631) (632) (633) (634) (635) (636) (637) (638)

Haze y deshaze bueltas enrofcadas, El tortuofo caracol ligero, Y diffueltas con gala las laçadas, Se buelue a dividir como primero:

(639) (640) (641) (642)


Y á otra vez las dos hueftes encontradas, Cada qual fu opinión figue guerrero, Y en vno, y otro puefto offadamente, Planteados fe probocan frente a frente

(643) (644) (645) (646) RomPág. 14f

Rompiendo entonces la marcial paleftra, Acometio don Marcos de Gueuara, Co[n] tal unio[n] de fu quadrilla diestra Que en los quatro ni el vie[n]to un bla[n]co hallara A los contrarios roftro a roftro muestra Que fon flechas las cañas que difpara, Y que no a refiftirlas fon baftantes, De las adargas los bruñidos antes.

(647) (648) (649) (650) (651) (652) (653) (654)

Saliò don Diego Cano Moctezuma, A feguir los quadrugedos baxeles, Que fi no furca pielagos de efpumas, Firmes golfos nauega mas fieles: Pienfo que no ay oydo que prefuma, Que fon de cañas golpes tan crueles. Sino que rayos fon difsimulados, O quando rayos no, dardos coftados.

(655) (656) (657) (658) (659) (660) (661) (662)

Sale don Iuan de Orduña à la campaña, Y á los contrarios fugitiuos pica Con quatro golpes de vna y otra caña, De cuya fuerça fu furor publica. Tal rebuelue recoge, y acompaña La tropa à quien fu esfuerzo comunica, Que fus contrarios prefumir pudieron, Que en vno todos quatro fe embeftiero[n].

(663) (664) (665) (666) (667) (668) (669) (670)

Parte don Juan Mexia Altamirano, Y en fu alcance incitado de la ofenfa, D2

(671) (672) Sae Pág. 14v

Saetas con furiofa mano: Sale Iuan de Alcocer a la defenfa, Recogefe el gallardo Ciudadano, Mostrando al reboluer prefteza inmenfa: Y figue don Alonfo de Cervantes A los que fueron feguidores antes.

(673) (674) (675) (676) (677) (678)

Incorporanfe aquellos adargados, Eftos les llaman con alabe grita, Y boluiendo a fu puefto defarmados, Don Felipe Moran fu furia incita: Ya facuden los braços levantados: Ya don Iuan de Cafaus les folicita, Cuya cuadrilla intrepida fe enoja, Y cada caña es vn harpon que arroja.

(679) (680) (681) (682) (683) (684) (685) (686)

Cruzan el campo de vna y otra parte, De no pequeña colera encendidos, Como fi del beligero eftandarte, Fueran a duro encuentro conduzidos: Sino incitados del furor de Marte, Son del laurel de Apolo perfuadidos, Pues quifo cada qual ganar la fama

(687) (688) (689) (690) (691) (692) (693)


Que tuuo del aplaufo que le aclama.

(694)

Huuo golpe de braço tan valiente, Que vn cuerpo armado penetrar pudiera Paffando de la adarga refsisftente, El ante duro como blanda cera: Aun

(695) (696) (697) (698)

Pág. 15 f Aun mas alla de la region ardiente, Recudida fubio caña ligera, Tanto, que defandar en años ciento No podra lo q anduuo en vn momento.

(699) (700) (701) (702)

El sol de quando en quando reboluia La vifta ardiente á ver la plaça bella, Y como, aunque de lexos defcubria Cada inftante mayor feftejo en ella, Sincopando los terminos del dia, Con el mármol de ocafo fu luz fella, Y en las ondas del Sur fe apagò luego, Porque quedafe el Orizonte ciego.

(703) (704) (705) (706) (707) (708) (709) (710)

De la noche, y los quatro partidores, A vn tiempo la batalla fue impedida, Si bien quedaron todos vencedores, Por no hallarfe ventaja conocida: Pero los campos dos competidores, Por no lleuar la palma repartida, Se emplazan de fu brio haziendo alarde, Para las alcancías de otra tarde.

(711) (712) (713) (714) (715) (716) (717) (718)

Permite el defafio el Marte Hifpano, Y ofrece honrarle hallandofe prefente. Y luego del afsiento soberano, Entre el quadron pueril baxo luciente: Seguido el concurfo ciudadano, Llegò al Ocaso, que ante fue fu Oriente D3

(719) (720) (721) (722) (723) (724) Y la Pág. 15v

Y la tropa de gente conuocada, Fue por diversas partes derramada.

(725) (726)

Aquella noche toda paffò en pefo El Sol tan defvelado, y defabrido, Apurando el difcurfo en el fuceffo Que fu luciente Imperio auia tenido, Que en el caos de tinieblas mas efpefo, Veftido eftaua y con el carro vnido Con no pequeño llanto dela Arora, De verle levantar tan à defora.

(727) (728) (729) (730) (731) (732) (733) (734)

Partiofe luego para el negro Ocafo, Y como la Provincia alborotada, Forçofamente le auia de fer pafto Para llegar al fin de fu jostada: El bordado de eftrellas azul rafo, De vna nube cobriò tan condenfada, Que al procurar aquellos Orizontes, Ni aun le pudieron ver fus altos montes.

(735) (736) (737) (738) (739) (740) (741) (742)


Yfsi entre pardas fombras desmentido, A efta Occidental Corte llegò, quando A fu competidor vio efclarecido, Que en el feftiuo coso venia entrando: De las afpiraciones del veftido, El Zephiro fe eftaua perfumando, Pues por hurtalle el ambar, vezes ciento Le alagaua con blando mouimiento.

(743) (744) (745) (746) (747) (748) (749) (750) No Pág. 16f

No pinto los primores vno a vno Del credito mayor de lo rodado, Por no hazer mi difcurfo aquí inoportuno Pues otra vez le tengo ya pintado: Yua con los affomos de zebruno, Galas haziendo de lo remendado, Acufando tal vez quando relincha, Con las manos ahogos de la cincha.

(751) (752) (753) (754) (755) (756) (757) (758)

En la forma del dia antecedente, A fu afsiento llegò el Marques, apenas Quando un toro enma[n]tado falio ardie[n]te, Que incendio palpitaua por las venas: Quexabafe abrafado, y a la gente No mouia a laftima fus penas, Siendo el gemido que formaua en vano, El del toro Falaris tyrano.

(759) (760) (761) (762) (763) (764) (765) (766)

Otro falio, que con el mefmo eftilo Murio abrafado en poborofa hoguera, Cuya efpantofa llama todo el Nilo, Inútilmente fufpender quisiera: Defvelo quiças fue de algun Perito, Sino de Deyanira astucia fiera Que Hercules de los toros le ha juzgado Y en la camifa el fuego le ha informado.

(767) (768) (769) (770) (771) (772) (773) (774)

El de la virginifsima lançada Segunda vez fe prefentó en el cofo,

(775) (776) Bien Pág. 16v

Bien que el hafta jamas facó manchada, Que es fu azero muy limpio luminofo: Intacto fe faliò de la estacada, Porque fu penfamiento valerofo, Aunque fiempre las armas tuuo preftas, Fiambre fe quedò para otras fieftas.

(777) (778) (779) (780) (781) (782)

Començaron las trompas refonantes, Requifitorias del marcial auio, De aquellos campos dos, que litiftantes Dexaron aplaçado el defafio: Depueftas las marlotas y turbantes, A la ufança Española, con tal brio Entraron en la plaça, que la tierra, Sonantes caxas pareciò de guerra.

(783) (784) (785) (786) (787) (788) (789) (790)

La batalla trabaron orgullosa,

(791)


Del mifmo modo que el paffado dia, Si bien fue mas luzida, y mas viftofa, Por las nueuas grandezas que incluìa: Defpedida con maña impetuofa Ardiente bala fue cada alcancia, Y compelidos de galantes furias. Ninguno quifo perdonar injurias.

(792) (793) (794) (795) (796) (797) (798)

Quanto pudo emprender el oro, y quanto A el deffeo le pudo fer pofsible, Tanto logrò el poder, la industria tanto, Allanando tal vez aun lo impofsible: Con-

(799) (800) (801) (802)

Pág. 17f Con que fobraron galas mânitas, Admirables, coftofas, y exquifitas.

(803) (804)

Si yo en particular de cada vno, Veftidos, y colores refiriera, Si fuera tinta el Reyno de Neptuno, Poca materia a tanto affumpto fuera. Ni hazer quiero el volumen inoportuno, Ni pudiera abreuiarle aunque quifiera; Y afsi en forçados numeros refiero Lo que puedo dezir, no lo que quiero.

(805) (806) (807) (808) (809) (810) (811) (812)

Quando el roxo Planeta disfrazado Paffo por la Ciudad, dexo fobre ella A la que toca el general cuydado De vozes acordeadas Ninfa bella, Para hazer de fus ecos informado, Si bien à fu pefar de toda aquella Solemnidad que el pueblo Mexicano Confagraua al Alcides Castellano.

(813) (814) (815) (816) (817) (818) (819) (820)

Duraua la batalla, y no fabia La Ninfa, a quien adjudicar pudieffe El lauro indiferente que deuia, Sino es que en partes dos diuidieffe: Viendo el Marques que agoniçaua el dia Ygualmente mandò que fe partieffe; Y afsi quedaron todos mas premiados, Siendo de fus aplausos celebrados. E

(821) (822) (823) (824) (825) (826) (827) (828) Efte Pág. 17v

Efte dichofo termino tuuieron Las fiestas altamente efclarecidas Que al illuftre valor de Efpaña hizieron, La Ciudad y nobleza agradecidas: Demoftraciones raras (fi bien fueron) A tan benigno Principe deuidas, Puefto que al bien comu[n] de fuerte anhela Que por folicitarle fe defuela.

(829) (830) (831) (832) (833) (834) (835) (836)

Gozale, o Patria mia, las edades Que puedan fer lisonja a tu deffeo, Pues tantas lograras felicidades, Quantos lustros tuuieres tal tropheo: Viue en fu amparo, fin que à variedades

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Del tiempo fe fujete tu recreo, Para que en triunfos de tus altas glorias, Eternate celebren las Hiftorias. F

I

(842) (843) (844)

N

(Remate con un adorno tipográfico)

En la obra de Doña María de Estrada que se transcribe en las páginas antecedentes, se narran los festejos que tuvieron ocasión por la llegada del Marqués de Villena a la ciudad de México. Los festejos aquí reseñados fueron tres en dos jornadas consecutivas: una corrida “completa” de 32 toros129 y una “nocturna” de 8 toros al anochecer del mismo día. Al día siguiente se presentó una “corrida de alcancía” que cerró el programa de festejos. Así pues, en el poema podemos leer todo este fasto en la estructura siguiente: Versos 1 al 32.- Presentación de la autora; aclaración acerca de su condición de poeta ya conocida pero que ha mejorado su desempeño como tal; disculpa anticipada por sus posibles incapacidades para narrar el fasto e invocación a las musas para que le inspiren y ayuden en la tarea poética. Versos 33 al 80.- Nota acerca de la necesidad de la Nueva España de tener un nuevo virrey y acción de gracias por habérsele ocurrido al rey (de quien, sin embargo, desliza un del Otoño la estéril monarquía/ y vaya en su carrera declinando, muy poco elogioso130) el designar para ello al Marqués de Villena. Versos 81 al 108.- Breve relación de los antecedentes del reino; referencia a la época prehispánica con reprobación de la práctica de los sacrificios humanos (Tanto manchó con víctimas sangrientas... recebiste oblaciones tan cruentas); referencia a la evangelización y la ventura de ser rescatados por la majestad del rey, a quien presenta como protector del pueblo. Se le llamaba “corrida completa” a aquella en la que se toreaban 32 toros por ocho cuadrillas de participantes (2 toros por cuadrilla) en dos tiempos, uno matutino y otro vespertino. Por la mañana se daba muerte a 16 toros y otros tantos en la tarde. Estas corridas eran considerablemente costosas y se reservaban para los festejos de mayor categoría (como el que nos ocupa). Más frecuente era la “media corrida” de 16 toros (sólo la porción matutina o vespertina) o la “cuartilla”, de 8 toros. Esta última era la más común en festejos de pueblos y ciudades pequeñas, fiestas de santos patronos o celebraciones de particulares. 130 Conviene recordar que en 1640 era rey de España Felipe IV, penúltimo de los Austrias y quien se caracterizó por su incapacidad de gobierno, la que lo llevó a delegar el poder en sucesivos favoritos, entre los que estuvo el muy impopular Conde-Duque de Olivares, quien era particularmente detestado por los nobles de las familias más antiguas. En este caso, igual puede estar hablando Doña María como heredera de un ilustre apellido castellano o puede deslizar el comentario como una forma de halagar a la familia del virrey, los López Pacheco, emparentados en primer grado con los reyes castellanos desde el siglo XIV y con denominación de “Grandes de España” desde el reinado de Juan II, padre de Isabel La Católica. 129


Versos 109 al 128.- Referencia a la entrada del virrey Villena, con nota en el versos 131 a la obra de la propia autora en el que específicamente hace la relación de la procesión y ceremonias de recibimiento. En una curiosa figura, en este tramo de versos le habla al Sol y lo acusa de sentir envidia (del veneno nocivo de los ojos . . .v. 128) de la magnificencia del virrey. Versos 129 al 136.- El festejo que se narrará a continuación es una corrida de toros, para la cual cooperan todos en la ciudad e incluso las deidades (Marte, Amor, Siringa, Iris). Especial atención a la figura del toro fogoso, horror del cielo (v. 129), que recuerda la imagen del toro celeste que incendia el cosmos y que se enfrentará a Zeus 131 (el robador de Europa, v. 132) Versos 137 al 163.- Descripción del escenario de la corrida. Se menciona un tablado con adornos de telas finas, brocados y plumajes. Se menciona la presencia de la corte en pleno, así como de los jueces y magistrados (y campea, es el de los Licurgos132, v. 161), a quienes no se detiene en decir que son mejores servidores de la justicia que lo que pudieron haber sido nunca antes Versos 164 al 215 y 240 al 255.- Continúa la descripción de los asistentes a la corrida. Entre ellos: los ministros del Tesoro (v. 166); el cabildo eclesiástico (v. 169); los comandantes del Regimiento Ciudadano133 (v. 173); el Consulado de comerciantes134 (v. 131

Zeus, rey de los dioses olímpicos, entre sus muchas conquistas amorosas tuvo el de Europa, princesa de Tiro, hija de Agenor y hermana de Cadmo, a quien raptó convertido en un toro blanco. La llevó sobre su lomo a nado desde la costa fenicia hasta la isla de Creta, donde recuperó su forma divina y la violó. De esta unión nacieron tres hijos: Minos, Radamantis y Sarpedón. Véase Ovidio, Las metamorfosis, ii 836 y ss. y Mosco, Idilios, ii 37-62 132 Referencia a Licurgo, mítico legislador de la polis espartana, quien compiló las leyes de organización de la misma hacia el 850 a.C. 133 De acuerdo a la descripción que hace Doña María en el mismo poema, se trataba de un cuerpo de “vigilantes” de la República, quienes parecen haber tenido una función de guardia civil o custodios de los cuerpos de gobierno (la figura utilizada es la de “Argos celantes de la República”, como referencia al monstruo de cien ojos creado por Hera para vigilar el Vellocino de Oro. Véase Hesiodo, Teogonía. Es de especial interés la presencia de este cuerpo de guardias, presumiblemente civiles para resguardar el orden pùblico, ya que en la Nueva España la aparición de cuerpos militares dependientes del gobierno virreinal se dio hasta 1754, en el marco de las reformas borbónicas de Carlos III. Previo a esta disposición, no existía un cuerpo de guardias profesional permanente ligado al virrey. No cabe pensar en que se refiera la autora a los guardias personales del virrey, ya que a éstos se les denominaba “Guardias del virrey” o “Guardia de corps”, a semejanza de la denominación dada en la corte española. Era función de estos guardias la protección DE LA PERSONA DEL VIRREY, así como de su familia y allegados. Sin embargo, Doña María menciona que este cuerpo protege a la REPUBLICA. Podríamos pensar en esta referencia como el hallazgo de un grupo militar hasta ahora no conocido o en una figura retórica. Sin embargo, formar parte de las procesiones, desfiles o espectáculos públicos era parte del discurso estamentario (véase Dolores Bravo y Nelly Sigaut en varias obras respecto a las fiestas y procesiones en el espacio público), por lo que es poco probable que sea ésta sólo una licencia poética o una invención literaria.


177); damas de la ciudad, a cual más hermosas; los senadores de la ciudad 135 (v. 241); ministros de la Real Caja y sus contadores (v. 245); los tribunales superiores: Sala del Crimen y Real Audiencia (v. 248 y 249). Vale la pena mencionar que los toda esta concurrencia arriba a la plaza a caballo (los varones) y en carruajes (las damas), de los que se describen también los jaeces. Versos 216 al 219.- Fin de la descripción del público y llamado a iniciar la corrida, por cierto al son del llamado de tres clarines. Versos 220 al 239.- Loa al virrey, a quien compara con el sol e indicación del mismo para dar entrada a las cuadrillas que se enfrentarán a los toros, las cuales están formadas por caballeros nobles tanto de la Península como del virreinato Novohispano. Es necesario resaltar el uso de la palabra “coso” (v. 230), misma que hasta la fecha se usa para denominar a la plaza de toros. Versos 256 al 271.- Nuevo grupo de versos de elogio al virrey. En éstos se describe su apariencia física, en la forma tradicional petrarquista: de arriba hacia abajo, iniciando en los cabellos del virrey y haciendo uso de las imágenes de color tradicionales de este estilo (cabellos de oro, frente blanca, mejillas color clavel, ojos negros brillantes, pecho y talle espigado, etc.) Versos 272 al 327.- Descripción de las ropas del virrey, su caballo y los jaeces y gualdrapas del animal, así como la actitud majestuosa del marqués. Versos 328 al 359.- Referencia a la noble familia de Villena con especial mención a la trayectoria militar del virrey, con una coda de referencia a que el cargo que ahora ostenta es “no durable” (v. 331). Se hace una recuperación del origen de la casa familiar que es noble tanto en Portugal como en Castilla. En los versos 341 a 343 se menciona que el virrey es asiduo practicante del correr toros, en forma muy exitosa, por cierto.

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El Consulado de Comercio era una poderosa agrupación de comerciantes de la ciudad y el reino, quienes a semejanza de las guildas flamencas y gonfalones italianos, reunían a los distintos tratantes por géneros o productos específicos y quienes lo mismo crearon sistemas comerciales que procuraron lograr canonjías y prebendas que aseguraran para sus miembros monopolios, exenciones de alcabalas o libertad para establecer precios o proteger sus mercados. 135 Debe referirse a regidores y miembros del cabildo, que eran los órganos de gobierno de la ciudad y el reino, ya que no existía el cargo de “senador” propiamente. Sin embargo, el uso de la palabra propia de la antigua Roma puede ser una forma de darle lustre al cargo.


Versos 360 al 387.- Inicio oficial de la corrida, que incluye la escena del recorrido del alguacil para “limpiar” la plaza (haciendo retirarse pobladores curiosos de la parte central). Esta sección incluye la descripción del primer toro de la tarde, de pelaje negro y que muere por acción de las lanzas. Versos 388 al 471.- Lidia de los tres primeros toros (el primero negro, el segundo con manchas negras sobre blanco y del tercero no se da la pinta del pelaje), a cargo de tres caballeros. Lidera la cuadrilla Enrique Pacheco (pariente del virrey, posiblemente hermano o sobrino y dos más: Juan de Cervantes y Nicolás de Bonilla. En el verso 440, se les llama a estos caballeros “partidores”, nombre con el que se denominaba en el siglo XVII a los que, desde el caballo, iniciaban la corrida para dar paso a las cuadrillas de toreros a pie. En el verso 441 se menciona que son ocho las cuadrillas que participaron en la corrida en primer lugar y ocho más a continuación de ellas, cada una diferenciada de la otra por el color de la ropa que usaban y se describen asimismo las armas y sombreros adornados de cada grupo, con la nota de que sabemos que estas galas fueron pagadas por la ciudad en honor del virrey (ref. v. 464 y 466 al 471) Versos 472 al 582.- Descripción de la lidia de “parejas”, en la que cada cuadrilla de peones (tres) ayuda a los dos líderes (caballeros principales) de cada cuadrilla en el enfrentamiento con los toros. En orden de aparición, son los caballeros principales: Marcos de Guevara y Gaspar de Molina; Martín Osorio y Carlos de Samano; Diego Cano y Pedro Trejo; Juan de Andrada y Gonzalo Bribiescas; Juan de Orduña y Agustín Chauela; Diego y Antonio de Mansilla; Juan Mexía Altamirano y Francisco de Peralta y Juan de Alcocer y Cristóbal de la Mora. Los caballeros del segundo grupo de cuadrillas fueron: Gabriel de Rojas y Rodrigo de Rojas (padre e hijo, por cierto); Juan de Grados y Simón Téllez de Trejo; Alonso Cervantes Villanueva y Antonio Estupiñán; Lorenzo Suárez y Francisco de Solís Bartassa; Felipe Morán y Rafael de Trejo; Juan Téllez de Trejo y Juan de Macaya; Iñigo Carrillo Altamirano y Fernando Niño y Juan de Casas Cervantes “el Joven” y José Limeno. A todos ellos les da el trato de “Don”136 y entre los relacionados

136

Forma honorífica de tratamiento. Reservada para los hijodalgos en España y para los criollos novohispanos descendientes de conquistadores o con familias reconocidas y con autorización expresa para usar esta denominación. Conviene recordar que la propia María de Estrada menciona en la introducción de su primera obra poética, la relación de la entrada del virrey ya mencionada, que ella es “señora muy


se aprecian apellidos de familias arraigadas en la Nueva España desde la época de la conquista (Mexía Altamirano, Téllez de Trejo, Niño, Cervantes, de Rojas, Suárez, etc.), característicos de Extremadura, a todos los cuales es posible encontrarlos en las obras de los cronistas de la conquista. Asimismo, se encuentran apellidos de origen vasco o gallego (Bribiescas, Estupiñán) que podrían corresponder a familias llegadas a América en años posteriores a la conquista y/o formar parte del séquito del virrey recién llegado. Versos 583 al 622.- Descripción del intermedio. En él, las cuadrillas y lidiadores se retiran a cambiar caballos y descansar, mientras que el público asistente recibe regalos (pomos de plata, licores, dulces, etc.) dados por Francisco del Castillo y Cristóbal de Balero, hombre de importancia en la ciudad el primero y Alcalde el segundo. En los versos 607 al 620 se describe cómo el nuevo virrey lanza comida al pueblo “a manos llenas”. Versos 623 al 710.- Inicio de la segunda parte de la corrida, en la que se presentaron dieciséis toros más, lidiados por los mencionados en la primera parte, en esta ocasión bajo la modalidad de la lidia de “cañas” desde los caballos. Todos los caballeros destacaron en su actuación por igual. Al finalizar esta segunda parte, termina la tarde y comienza la noche. Versos 711 al 718.- Se decreta que todos los lidiadores han tenido mismo brillante desempeño y se les nombra vencedores a todos. Esto no sentó bien a dos de los caballeros, quienes se desafiaron para otra corrida posterior. Versos 719 al 750.- Descripción de la caída de la noche en la ciudad y la salida del público de la plaza, ya sin orden alguno y con prisa. Versos 751 al 776.- Breve descripción de la corrida nocturna del día siguiente. No se hace el recuento minucioso del primer día y sólo se virrey y mencionan dos anécdotas: la presencia de Don Enrique de Villena de nuevo como lidiador y el que a uno de los toros, que había sido enmantado con tela y trementina, a la que se les prendía fuego para “iluminar” al animal, se le extendió el fuego al cuerpo y murió abrasado, escena que la autora no vacila en equiparar con el sacrificio de Hércules, a fin y al cabo, deificado por esta vía.

principal, con derecho a usar carruaje y a tener tratamiento de Doña, en virtud de las altas prendas de su familia mostradas y reconocidas en este reyno de la Nueva España . . .”, op. cit. v. 75 a 84.


Versos 777 al 828.- Tercer día de corridas, en esta ocasión en la modalidad de “alcancías”. En ella, a pesar de reunirse los caballeros contendientes del festejo y los dos que se habían desafiado (de los que no sabemos los nombres), lucieron tanto sus habilidades que no se declaró vencedor alguno y se menciona que sólo recibieron como premio los aplausos del público asistente. Versos 829 al 844.- Fin de la relación de las fiestas con nueva dedicatoria al virrey y despedida al éter con el deseo de que la “patria” guarde el recuerdo de tan ilustre ocasión por siempre.

Pareciera que desde alguno de esos balcones sobresale la figura de nuestra autora, doña María de Estrada Medinilla, mientras con toda una carga de asombro, va escribiendo sus versos, los que hemos revisado hasta aquí. Casa con telas colgadas, detalle del cuadro Traslado de las monjas de Valladolid, 1738. Fuente: Historia de la vida cotidiana en México. T. II. La ciudad barroca, lám. 16.


2.-SOR JUANA EN LOS TOROS: INTELIGENCIA Y BELLEZA JUNTAS. Antes de proceder a detallar la obra sorjuanesca, quisiera abordar de nuevo la concepción que sobre Góngora se tiene; y sobre todo para su influencia manifestada durante el siglo que toca revelar. "Todo el arte de Góngora -ha escrito Dámaso Alonsoconsiste en un doble juego: esquivar los elementos de la realidad cotidiana, para sustituirlos por otros que corresponden, de hecho, a realidades distintas del mundo físico o del espiritual, y que sólo mediante el prodigioso puente de la intuición poética pueden se referidos a los reemplazados". Así, si nos hablara del toro, sólo por medio de la alusión a la fiera que mintió al amante / de Europa... de igual manera, y con los mismos propósitos recurrieron los poetas novohispanos a estas alusiones mitológicas. Pongo conclusión al intento de influencia de Góngora en el ambiente literario de la Nueva España: no fue aceptada tan ciega o tan superficialmente como cierta crítica se había empeñado en suponer; sino que, contrariamente, el gongorismo novohispano tuvo todas las características de un movimiento literario perfectamente consciente de los recursos estilísticos y de los propósitos estéticos de su creador. Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana -Sor Juana Inés de la Cruz- (1651-1695), a los tres años leía y a los seis o siete soñaba con estudiar en la Universidad. A los ocho rimaba una Loa eucarística. Al no poder hallar paz en el mundo “entréme Religiosa porque... para la total negación que tenía al matrimonio, era lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad de mi salvación..."; y aunque habría preferido vivir sola, sin nada que embarazase el sosegado silencio de mis libros..., vencí las impertinencillas de mi genio... con el favor divino y la fuerza de la vocación... Su más íntimo y familiar comercio eran los libros, de los que llegó a poseer cuatro mil; y la gloria de sus escritos y su sapiencia -bíblica, teológica, filosófica, humanística, astronómica, y aún pictórica y musical-, llenaban el orbe hispano... No deja de escribirse de ella, su sola composición literaria ha sido motivo de investigaciones y publicaciones en diversas épocas y hasta una de las últimas novedades,


El enamorado de Sor Juana de José Pascual Buxó,137 vuelve a presentárnosla como una figura connotada, a la altura de quienes representaron el "siglo de oro" de las letras españolas: Góngora, Lope, Juan Ruiz de Alarcón, puntas de lanza de aquel movimiento. Sor Juana, al igual que María de Estrada Medinilla, mucho anterior a ella, (publicó dos obras en 1640: Relación escrita por Doña María de Estrada Medinilla, a una Religiosa monja prima suya, de la feliz entrada en México día de S. Agustín a 28 de agosto de 1640 del Excelentísimo Señor Don Diego López Pacheco y Descripción en octavas reales de las fiestas de toros, cañas y alcancías con que obsequió México a su virrey el marqués de Villena) escribieron de toros. ¿Qué raro encanto poseía -por aquel entonces- la fiesta que detentaba la nobleza y que Sor Juana supo descifrar mejor que nadie? Veamos. 1681 SEGUNDO NOCTURNO xxxvii VILLANCICO IV Coplas A la Asunción de su Reina, majestuosamente ufanas, las Flores y los Planetas hacen fiestas, juegan cañas. En la campaña del aire formaron lucida plaza, donde de cristal las nubes fingen balcones de plata a cuadrillas los Luceros de oro sacaron la gala, cuando las Flores salieron hermosa pompa de grana. Salió galán en su carro ese de brillos Monarca, y más hermosa que nunca la Luna, a partir la plaza.138 137

José Pascual Buxó: El enamorado de sor Juana: Francisco Álvarez de Velasco Zorrilla y su carta laudatoria (1698) a sor Juana Inés de la Cruz. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1993. 234 p. Hoy día, existe un informe denominado “Acervo del Centro de Documentación Sor Juana Inés de la Cruz”, publicado por la Universidad del Claustro de Sor Juana y la Vicerrectoria de Investigación y Posgrado, donde en un archivo de 45 páginas, aprecen Bibliografía, Libros colectivos de crítica sobre Sor Juana , Artículos en libros colectivos sobre Sor Juana y Artículos sobre Sor Juana en revistas, con 459 fichas en total. 138 Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. II. Villancicos y Letras Sacras. Edición, prólogo y notas de Alfonso Méndez Plancarte. México, 4ª reimpr. Fondo de Cultura Económica-Instituto Mexiquense de Cultura, 2001. LXXVIII-550 p. Ils., retrs., facs. (Biblioteca americana, serie de Literatura colonial, 21)., p. 284-285. Además: pág. 491. Verso 3 y ss. Las Flores y los Planetas... Cfr. Núm. 270 (Asunción, 1685): “Las Flores y las Estrellas / tuvieron una cuestión”...; y en ambos, idéntico aire... Sólo que,


El estribillo que acompaña este villancico, es muy semejante al de la pieza a capella “Las estrellas se ríen” que Juan Gutiérrez de Padilla escribió en 1629 (obra citada en su momento en este trabajo). Por eso, cabe la pena citar a continuación parte del estribillo que escribe nuestra autora, como parte de los Villancicos que se cantaron en la Santa S.I. Catedral de la Puebla de los Ángeles, en honor de la Asunción gloriosa de la Reina de los Ángeles, Nuestra Señora, este año de 1681, en que se imprimieron (...) 1681 ¡Afuera, afuera, afuera…! I.-¡Afuera, afuera, afuera, aparta, aparta, aparta, que trinan los clarines, que suenan las dulzainas! 2.-Estrellas se despeñan, auroras se levantan. I.-Bajen las luces, suban fragancias, cuadrillas de jazmines, claveles y retamas, 2.-que corren, 3.-que vuelan, I.-que tiran, 2.-que alcanzan, I.-con flores, 2.-con brillos, 3.-con rosas, I.-con llamas. Todos.-¡Afuera, afuera, afuera; aparta, aparta, aparta! 2.-¡Vuelen, corran y tiren de Luces lanzas! 3.-¡Tiren, corran y vuelen de Flores cañas! 2.-¡Víctor, víctor la Esfera lucida y clara! 2.-¡Víctor, víctor las Flores hermosas viaras! Todos.-¡Qué a su Reina celebran, en gloria tanta,

aquí, en alegoría de juegos de cañas... Cfr. Góng., son “A las Damas de la Corte, pidiéndoles favor para los Galanes Andaluces”: ...¿Quién en la plaza los bohordos tira, mata los toros y las cañas juega..., en el torneo de la valentía? Y ya “a lo divino”, Valdivieso (“Romancero Espiritual”, 1612) tiene una “Ensaladilla de Navidad” en que el Amor, la Omnipotencia y la Gracia, Porque está parida la Reina, corren toros y cañas juegan...


las Estrellas, las Flores, el Sol y el Alba!139 1683 LOS EMPEÑOS DE UNA CASA140 SAINETE SEGUNDO (. . . . . . . . . .) ACEVEDO141 Silbadores del diablo, morir dispongo; que los silbos se hicieron para los toros.142 (. . . . . . . . . .) JORNADA TERCERA ESCENA TERCERA CASTAÑO143 Dame licencia, señor, de contarte un cuento que viene aquí como piedra en el ojo de un vicario (que deben de ser canteras): Salió un hombre a torear, y a otro un caballo pidió, el cual, aunque lo sintió, no se lo pudo negar. Salió, y el dueño al mirallo, no pudiéndolo sufrir, le envió un recado a decir que le cuidase el caballo, porque valía un tesoro, y el otro muy sosegado respondió: “Aquese recado no viene a mí, sino al toro”. Tú eres así ahora que me remites a un paseo donde, aunque yo lo deseo, no sé yo si volveré. Y lo que me causa risa, aun estando tan penoso, es que, siendo tan dudoso, me mandes que venga aprisa. 139

Op. cit., p. 285-286. Además: pág. 491. ¡Tiren… de flores cañas!... Cfr. Góng., Sol. I, 804, llamando a los Amores para que, “de sus carcajes..., flechen mosquetas, nieven azahares”... ¡Víctor, víctor!... Cfr. Núm. 317: “¡Víctor, víctor Catarina!”... -La Esfera: el cielo. 140 Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. IV. Comedias, Sainetes y Prosa. Edición, prólogo y notas de Alberto G. Salceda. México, 4ª reimpr. Fondo de Cultura Económica-Instituto Mexiquense de Cultura, 2001. XLVIII-720 p. Ils., retrs., facs. (Biblioteca americana, serie de Literatura colonial, 32)., p. XVIII. Los Empeños, con su loa, sainetes, letras y sarao, se representó en la casa del Contador don Fernando Deza, en Méjico, el 4 de octubre de 1683, con motivo de un festejo ofrecido a los virreyes Condes de Paredes y en ocasión de la entrada pública del nuevo arzobispo don Francisco de Aguiar y Seijas. 141 Acevedo, es uno de los interlocutores, junto a Muñiz, Arias y compañeros. 142 Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. IV., op. cit., p. 123. 143 Castaño, es uno de los interlocutores, junto a Don Carlos.


Y así, yo ahora te digo como el otro toreador, que ese recado, Señor, lo envíes a Don Rodrigo.144

Incluyo a continuación, como parte fundamental de esta obra, dos sonetos de Sor Juana Inés de la Cruz, los que la revelan como poetisa de altos vuelos, afecta (muy probablemente) a las fiestas de toros, a pesar de su condición que no iba con el siglo, aunque en él a veces se dejaba llevar, como arrobada de su mucho universo tan variante siempre. Ca. 1685 Encarece de animosidad la elección de estado durable hasta la muerte. Si los riesgos del mar considerara, ninguno se embarcara; si antes viera bien su peligro, nadie se atreviera ni al bravo toro osado provocara. Si del fogoso bruto ponderara la furia desbocada en la carrera el jinete prudente, nunca hubiera quien con discreta mano la enfrentara. Pero si hubiera alguno tan osado que, no obstante el peligro, al mismo Apolo145 quisiere gobernar con atrevida146 mano el rápido carro en luz bañado, todo lo hiciera y no tomara sólo estado que ha de ser toda la vida.147

144

Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. IV., ibidem., p. 131. Apolo: con Atena es acaso el más celebrado y representativo de los dioses griegos. Es el tipo de la belleza masculina en su flor. Todos los más altos y útiles menesteres humanos se le atribuyen, o se ponen bajo su tutela: música y medicina; profecía y arte de las armas; ganadería y agricultura. 146 Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. I. Lírica Personal. Edición, prólogo y notas de Alfonso Méndez Plancarte. México, 5ª reimpr. Fondo de Cultura Económica-Instituto Mexiquense de Cultura, 1997. LXVIII-638 p. Ils., retrs., facs. (Biblioteca americana, serie de Literatura colonial, 18)., p. 521. Méndez Plancarte anota sobre los versos 9 a 12: “quien repitiese la temeridad de Faetone, que trágicamente osó regir el carro del Sol”... (Cfr. Ovidio, Metam., II, I-366). 147 José María de Cossío: Los toros en la poesía castellana. Argentina, Espasa-Calpe, 1947. 2 vols. Vol. I., p. 181: Sor Juana Inés de la Cruz. Segundo tomo de las obras..., Barcelona, 1693. Cfr. Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. I., op. cit., p. 521. Vuelve a acotar Alfonso Méndez Plancarte: Estado que ha de ser toda la vida...; en el Convento, o –igual y aún más- en el Matrimonio (pues si éste lo disuelve la viudez, siempre cabe dispensa para los votos). –Esta ponderación, igual la pudo escribir la Dama, o ya la Jerónima. Y en la segunda hipótesis, bien anota Fernández Mc. Grégor: “Aun los verdaderos caracteres místicos tienen períodos de dudas: aquellas acidias que tanto los desconsuelan. No es extraño que la joven Monja haya tenido sus combates y parece que lo prueba aquel soneto”... (“La Santificación de Sor J.”, Méj., 1932, p. 50). –Mas la animosidad del título, más bien será sinónimo de ánimo: la valentía, indispensable para esas grandes resoluciones, que Sor J. mostró dos veces: al ingresar en S. José de las Carmelitas, y luego en S. Jerónimo. 145


Ca. 1685 Habiendo muerto un toro, el caballo a un caballero toreador148 El que Hipogrifo149 de mejor Rugero150 ave de Ganímedes151 más hermoso,152 pegaso de Perseo153 más airoso, de más dulce arion154 delfín ligero fue, ya sin vida yace al golpe fiero155 de transformado Jove156 que celoso los rayos disimula157 belicoso, solo en un semicírculo de acero. Rindió el fogoso postrimero aliento el veloz bruto a impulso soberano: 158 pero de su dolor, que tuvo, siento

148

Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. I., ibidem., p. 544. Gran soneto cortesano y taurino-mitológico, que ignoramos –se pregunta A. Méndez Plancarte- por qué incluyó X. VIll. entre los “Morales” y no entre los “de Homenaje”..., y que luce en “Los toros en la Poesía Castellana” de José Ma. de Cossío, como "ejemplo instructivo”, ya que no “modelo imitable”, donde “todos los tópicos de la más exaltada expresión culterana se dan cita”... (Madrid, 1931, I, p. 162 y t. II, 181). Respecto al título. En ocasión idéntica, rimó Góng. su décima “Murió Frontalete”..., a D. Pedro de Cárdenas, por un caballo que le mató un toro. 149 Hipogrifo: Animal fabuloso compuesto de caballo y grifo. De medio cuerpo arriba águila, y de medio abajo león. 150 De Rugero (“Ruggiero”, el gallardísimo paladín) y su Hipogrifo o caballo volador. Y el mismo nombre (allí igualmente grave, no esdrújulo), en “La Vida es Sueño”, de Calderón: Hipogrifo violento que corriste parejas con el viento... 151

Ganímedes: copero y amado de Júpiter. Sor Juana: OBRAS COMPLETAS. Vol. I., ibid., p. 545. En Calderón, el mismo corcel es “pájaro sin matiz” (o sea, sin plumas); y en Ruiz de Alarcón (o de quien sea la Parte I de “El Tejedor de Segovia”), el bridón de Vargas es un Hipogrifo que: 152

Goza en los vientos privilegios de ave.. Y Ariosto, VI, oct. 18, compara a su “Ippogrifo” con el águila portadora del rayo... –Así, aquí, este caballo es el águila que arrebató de Troya al gentil Ganímedes Para Ser copero en el Olimpo: sólo que este jinete es “más hermoso”... –Cfr. Góng., Sol. I, v. 7-8; y D. Alonso Ramírez de Vargas, en su Rom. de los Rejoneadores, en las Fiestas por la Mayoridad de Carlos II, Méj. 1677, cuando “el juego de Toros... duró seis días”... (Poets. Novs., III, 91). 153 Perseo: semidiós, hijo de Zeus y de Dánae. 154 Arión: figura del poeta griego transformado en delfín. 155 Ib., p. 545. Verso 1-5. “El que fue Hipogrifo, Águila, Pegaso y Delfín de un caballero superior a Rugero, Ganímedes, Perseo y Arión (ese caballo admirable de un jinete pasmoso) yace sin vida”... y cfr. Góng., décs. “De unas fiestas”...: Juegan cañas, corren toros / cortesanos caballeros, Por lo gallardo Rugeros / y por lo lindo Medoros... 156

Ib. Verso 6: de transformado Jove que, celoso...: el Toro, en quien se pensaría que Júpiter se había de nuevo metamorfoseado, como para el rapto de Europa. (Ovidio, Metam. II, vv. 847-51). 157 Ib. Verso 7: “los rayos disimula”: en las astas del Toro ha trocado Jove sus rayos... Cfr. Ramírez de Vargas, op. cit. 158 Ib., p. 546. Verso 10: impulso soberano...: cfr. La déc. De Alarcón sobre el asesinato del Conde de Villamediana.


más de activo y menos de inhumano,159 pues fue de vergonzoso sentimiento de ser bruto, rigiéndole tal mano.160

Sor Juana –la décima musa-161 incorpora en su poesía infinidad de elementos de la mitología clásica. Los mejores poetas y prosistas de la época eran escogidos para depositar en sus obras no sólo su estilo personal. También -y entre otras- la influencia que venía desde el Renacimiento y que en la Edad Barroca fue seña de devota religiosidad. Por eso la mitología se convirtió en un elemento que se añadió y enriqueció a las letras. Caballeros y protagonistas en fiestas de aquella época lo fueron: D. Diego Madrazo, D. Francisco Goñi de Peralta y el mismo conde de Santiago, don Juan de Velasco. ¿Buscaba sor Juana quedarse en la publicidad del siglo? De revelarlo nos profundizaríamos en vericuetos y laberintos, llegando a alguna respuesta. Por ahora no dejo más que sorprenderme al admirar su construcción creativa. Pero dice mucho que la obra de una mujer estuviese por encima de la vida común, que fuera el centro de atención y de ataques inclusive -por tratarse de alguien con una vida limitada a razones silenciosas y silenciadas (me parece que nacer mujer en aquellos tiempos significaba nacer en medio o dentro de un pecado). La vida doméstica -casarse con dote-, o la religiosa -casarse con Cristo-, eran dos destinos rígidamente trazados; aunque la prostitución fue otra alternativa. Ca. 1689 EPIGRAMAS CON ADVERTENCIA MORAL, A UN CAPITÁN MODERNO. Capitán es ya Don Juan; mas quisiera mi cuidado, hallarle lo reformado antes de lo Capitán. Porque cierto que me inquieta, en acción tan atrevida, 159

Ib. Verso 12: en los textos (y X. VIll. y Abr.): más de activo...; pero suplimos la clara errata con el afectivo, que piden verso y contexto...: que, más que a la cornada, sucumbió el noble bruto a la vergüenza de serlo bajo riendas tan sabias... 160 Salvador Novo: Mil y un sonetos mexicanos. Selección y nota preliminar por (...). 3ª ed. México, Editorial Porrúa, S.A., 1971. 253 p. (“Sepan cuantos...”, 18)., p. 76. 161 Francisco de la Maza: LA MITOLOGÍA CLÁSICA...op. cit., p. 227-228. Las nueve musas eran: Caliope, que preside en el poema heroico; Clío, en la historia; Erato, en la poesía amorosa; Talía, en la comedia; Melpómene en la tragedia; Terpsícore en el baile; Eutropia, en los instrumentos; Polimnia en la oda y Urania en la astrología. A cada una de estas musas se les llegó a pintar entre ciertas obras con el jeroglífico correspondiente al arte que presiden. Por otro lado, hay una “undécima musa”, título que asimismo se adjudicó Pita Amor.


ver que no sepa la brida y se atreva a la jineta.162

No puedo dejar de mencionar lo que nos refiere –regresando a nuestra “décima musa”en de “Amor es más laberinto”,163 obra que se ocupa en hacer un desarrollo poético sobre el antiguo mito del Laberinto del Minotauro. En la comedia aparece esta cita: Ca. 1690 Amor es más laberinto Comedia. ESCENA V.164 Laura El Toro le quitará a vuested de ese cuidado, y verá cómo le saca el alma con gran decoro. Atún ¿Para qué quiero yo toro, si tú puede estar vaca? Laura ¿Y el nombre? Atún Atún me han llado. Laura El Toro dará de él cuenta, que de carne se sustenta. Atún A bien que yo soy pescado. 162

Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. I., ibidem., p. 231. Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. IV., ibid., p. XXIII. Esta obra ha sido considerada como “mitológica” o “mitológico-galante”. Es cierto que le da pie la fábula del laberinto de Creta, y que por su escena desfilan el rey Minos, el héroe Teseo, el dios Baco, infantas y príncipes; pero fábula y personajes han sido transportados al mundo común de la comedia de capa y espada. La acción dramática, las pasiones que la mueven y las personas entre quienes se mueve son equivalentes a las de Los empeños: típica comedia de capa y espada. Los caracteres de ambas son muy semejantes, y en las dos –repito, apunta Alberto G. Salceda- el objeto de estudio, es el amor. Las complicaciones y enredos, equivocaciones, cruzamiento y entrecruzamiento de afectos y reacciones –cortados por el mismo patrón en una y otra obra, y valiéndose de parecidos recursos- no tienen otro propósito que mostrar cuán intrincado y complejo laberinto el amor es. 164 En ella, son interlocutores Teseo, Fedra y Atún y Laura solos; Ariadna y Cintia, al paño... 163


Laura En ser carnicero emplea todo su conato fiero. Atún Más que sea carnicero, como pescador no sea.165 (. . . . . . . . . .) Escena IX. BACO ¿Tal agravio llegó a ver y persevero en vivir? Sin duda es por carecer, o de alma con que sentir, o de vida que perder. Cuando a esta injusta tirana con mayor fineza adoro, hallo que quiere, liviana, al amante de su hermana, que claro está que es Lidoro. ¿Qué este ultraje sufra aquí mi dolor? ¡Ah, ingrata fiera!, ya que me dejas así, ¡No me dejaras, siquiera, por quien te quisiera a ti? Que aunque tan ingrata estás, es tan noble mi despecho, que juzgo que siento más que los celos que me das, la ofensa que a ti te has hecho. Racimo Bien lo has gritado, Señor; sosiégate y ten cordura, mas no es culpable el furor que si Amor solo es locura, ¿Qué serán Vino y Amor? Y aunque es tan grande insolencia, si la consecuencia saco no te ofendo, que en consecuencia no es mucha la diferencia entre ser Toro y ser Baco. Aunque también te confieso que es cosa muy enfadosa que te carguen con exceso, en la cabeza otra cosa, sobre su ordinario peso.166

En la Jornada II,167 apunta:

165 166

Ibid., p. 237-238. Ib., p. 247-248.


ESCENA I168 TEBANDRO Si opuesto siempre, el hado riguroso dispuso que en el Príncipe, costoso fuese el fin de sus prendas un violento trágico estrago, fúnebre lamento, siendo los juegos en que se excedía tragedia de su misma gallardía; pues con primor de partes las más diestras, en cuyas lides fue, sin desvarío, el que daba lección al mismo brío. REY Qué importa el que gallardo, osado lidia, si feroz contra él tiene la envidia, enemigo tan fiero e inhumano que se precia de aleve y de tirano; pues contra el que feliz más se previene, tiene sed de lo mismo que no tiene, cuya injuria de locas esperanzas hidrópica de horror bebe venganza. Pero con el tributo, manjar viviente de un hambriento bruto que habita el Laberinto obscuro, tanto que es eco de pavor, voz del espanto, han de acabar mis iras repetidas tantas infames temerosas vidas.169 ESCENA III (Sale TESEO del Laberinto) Teseo Infeliz soy y dichoso en un tiempo, pues combaten a mi pecho, entre imposibles, amantes neutralidades. Fedra, a quien mi amor erige rendimientos por altares, adoraciones me intima, afectos me persuade. Ariadna, a quien no le debo menos que la vida amante, si no me rindo a su Cielo, de ingrato he de hacer alarde: Porque si fue el instrumento para que yo me librase dando muerte al Minotauro, ¿En qué pecho noble cabe Ib., p. 207. Es la propia autora quien aclara, en la Comedia de “Amor es más laberinto”, que “las jornadas primera y tercera son de la Madre Juana; y la Segunda, del Licenciado Don Juan de Guevara, ingenio conocido de la ciudad de Méjico”. 168 Salen el REY y TEBANDRO. 169 Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. IV., op. cit., p. 256. 167


recibir el beneficio, para no saber pagarle? Pues en este Laberinto donde vivo, ni aun señales deja la duda al recelo, para que riesgos me asanten; pues con el hilo piadoso que su amor supo fiarle sólo a mi valor, mi vida tuvo en su piedad rescate. Por cuya fineza quiso, para que yo me librase (...)170 Las Dos enamoradas hermanas, Fedra y Arïadna, a hurto una de otra, aguardando a Teseo en la misma oscura sala del palacio de Creta... ESCENA X171 Arïadna El manto de la noche, en sombras tinto, que medroso vistió de mis temores tupido laberinto de pavores, no es mayor que mi obscuro Laberinto. Parecido a mi suerte, no es distinto el color de sus trágicos horrores, porque sin luz me pinta los rigores que yo sin descansar hago y me pinto. Sin que haga intermisión mi amor constante de alivio, mi tormento, que es la herida que apetezco, más viva y penetrante me lisonjea, cuanto más sentida; pues por vivir muriendo, tengo amante mi tormento por alma de mi vida.172 Fedra y Arïadna: -¡Qué largas que son las horas de la esperanza! Y qué fijos en el alma los tormentos de un mal, cuando está remiso! -La noche, con los horrores y las sombras que ha tejido de miedos y confusiones, de mi muerte es vaticinio. -Si llego a vivir y muero triunfando de lo que vivo, nunca mejor vence amando un corazón, que vencido. -Mi fortuna es un achaque 170

Ibidem., p. 259. Salen FEDRA y ARIADNA, cada una por su puerta. 172 Méndez Plancarte: Poetas..., (1621-1721) Parte segunda, op. cit., p. 86. En “Amor es más Laberinto”, comedia de Sor Juana en sus Jornadas I y III, el acto de Guevara ofrece honda afinidad con los otros, hasta en minucias de estilo: la diéresis de “Ariadna”, el aconsonatar “descansa” y “confianza”, el verso “En buena filosofía” (cf. Sor Juana, Villancico de la Asunción, 1690, IV); los verbos de fantasía: “nos minutaure”, “desde lacayo, infantarme”..., (como los “leonorear” o “ensalamandrar” y “enfenizar” de Sor Juana); y el vulgarismo “meter en un zapato”, (aquí, de una airosa danza: “Al aire / lo metéis en un zapato”; y allá si Diana compite con la Asunción, Esta “la meterá en un zapato”), etc. 171


tan de gusto, en asistirlo, que el remedio de mi daño es de mi daño incentivo. -Tanto apetezco mis males que hidrópicamente aspiro a sed de nuevos tormentos que bebo y no desperdicio. -Tanto me hallo con la pena del dolor que no mitigo, que imaginando el descanso, me cansa lo que imagina... -Descuidada dejé a Fedra; que no quiero más testigos de mi pasión amorosa, que mis amantes suspiros. -Temiendo estoy que Ariadna me eche menos, porque libro en su descuido el descanso que sin ella solicito... (. . . . . . . . . .) -Esperar quiero a Teseo... -Amor, ¡qué fiero cuchillo a la garganta me has puesto para morir a sus filos!... -Pero sabrá mi congoja (. . . . . . . . . .) -Pero sabrá mi delirio, sentir que en mis confusiones Amor es más Laberinto!... Monólogo de Teseo,173 desdeñado por Ariadna, a quien habla creyéndola Fedra. -¿Qué es esto que me sucede, señora? Si en el bajío de lo infeliz dió mi nave, mi suerte lo habrá querido. Aunque por amaros sea como descollado pino que –verde gigante- un rayo su vana pompa deshizo; como la flor que a la Aurora le bebió el blanco rocío, para morir a la tarde de achaque de haber vivido; como en cuna azul el Sol, purpúreo rubí encendido, que después, en el Ocaso, topacio agoniza tibio; como la menuda grama cuyo verde, hermoso aliño, 173

Ibidem., p. 87. El Monólogo de Teseo es típicamente calderoniano en su tono, su amplificación por metáforas concéntricas y recurrentes, y aun algún eco preciso como éste de Mejor está que estaba, pintando Calderón el recogerse de Flora: Se reclinó mejor Sol Que el que en campo de Zafir suele madrugar Topacio, suele acostarse Rubí...


en seco polvo convierte el brasero del Estío; como cristal que, en Verano corriendo, armónico vidrio, comprimido en el Invierno suspende lo fugitivo, así seré! Porque yo, nave en golfo de peligros, pino mi altivez errada, flor mi amor, mi daño Estío, rayo el incendio del pecho, cristal el mar de suspiros, si encuentro por mis desgracias, entre males tan nocivos, para mi cristal Invierno, para mi escollo desvíos, para mi Sol triste Ocaso, para mi nave bajíos, para mi flor desalientos, para mi verdor olvidos, todos aquestos contrarios, de mi Amor fieros ministros, me parecerán lisonja cuando los logre castigo!...174

Un último dato relativo a la obra de nuestra protagonista, se refiere a la polémica “Carta atenagórica de Sor Juana”, aparecida en 1691. Según José Antonio Rodríguez Garrido El objetivo central es ofrecer dos textos escritos entre enero y febrero de 1691 en la Ciudad de México que habían permanecido ignorados por la crítica actual. Ambos forman parte del intenso debate entre los hombres de letras del centro del virreinato de la Nueva España a raíz de la publicación efectuada por el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, encubierto bajo el nombre de Sor Filotea, de la crítica al sermón de Vieira escrita por Sor Juana, que el obispo bautizó con el título de Carta atenagórica. La única copia hasta ahora conocida de estas dos obras se conserva en la Biblioteca Nacional del Perú, en la ciudad de Lima, y se trata de un auténtico sobreviviente del desastroso incendio que afectó a este repositorio en 1943.175

Y es que el único texto que durante la intensa polémica que desató la Carta atenagórica circuló bajo el nombre expreso de quien lo escribió fue probablemente la Defensa del Sermón del Mandato del padre Antonio Vieira del escribano Pedro Muñoz de Castro. Su autor confiesa que al llegar a su casa, el 9 de enero de 1691 a las seis de la tarde, halló un ejemplar de la obra de Sor Juana publicada por el obispo de Puebla. Estaba acompañado de una carta de alguien, cuyo nombre no se declara; en ella, se le retaba a que, pues era tan aficionado de los escritos del padre Vieira, lo defendiera de la contradicción de Sor Juana.176 Ibid., p. 84-85. Procede de “Poemas” de Sor Juana, T. II, ed. 1692 y ss. José Antonio Rodríguez Garrido: La carta atenagórica de Sor Juana. Textos inéditos de una polémica. Universidad Nacional Autónoma de México, Seminario de Cultura Literaria Novohispana. Instituto de Investigaciones Bibliográficas y Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 2004. 193 p. Facs. (Serie estudios de cultura literaria novohispana, 20)., p. 11. 176 Op. Cit., p. 25. 174 175


El asunto, hasta el momento sin ninguna importancia, va adquiriendo tintes que se tornan encontrados al saberse, por análisis de Rodríguez Garrido, lo siguiente: -Hacia agosto de 1690: Sor Juana conoce el Sermón del Mandato, sobre la mayor fineza de Cristo, del padre Antonio Vieira en la versión publicada en Madrid, 1670. En una de las rejas del convento de San Jerónimo desarrolla su crítica a las razones del orador portugués y alguien (el enigmático destinatario del texto escrito a quien Sor Juana se refiere simplemente como “Vuestra Merced”) le pide (o le “ordena”) que la ponga por escrito. La fecha aproximada de la versión oral y la posterior redacción de la crítica de Sor Juana la proporciona el Discurso apologético al reseñar los acontecimientos en las primeras páginas (“avrá sus seis meses que vino [el sermón de Vieira] a dar a las manos [del] ingenio incomparable de la Madre Juana Ynés de la Cruz”, f. 14v). -1º de marzo de 1691: Sor Juana firma su Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, que remite al obispo de Puebla acompañada de un texto de la polémica que, por su erudición, es el único que considera digno de los ojos de la autoridad episcopal.177

Finalmente, en el capítulo denominado “Una hipótesis sobre el origen”, José Antonio Rodríguez Garrido, Sor Juana escribe un romance, en respuesta al del “caballero del Perú que la aplaude”, y donde la autora parece confesar, sin embargo, que las pistas que siguió para descubrir al encubierto autor fueron otras. Al final de dicho texto, declara que ha podido descubrir el anagrama del autor aplicando complejas operaciones combinatorias, donde no puede dejar de aparecer una insinuación al tema mitológicotaurino: 1691 Y así, sabed que no estorba… Y así, sabed que no estorba El curioso Laberinto178 En que, Dédalo escribano, Vuestro nombre ocultar quiso: Pues aunque quedó encerrado, Tiene tan claros indicios Que si no es el Mino-Tauro, Se conoce el Paulo-minus.179 Pues si la Combinatoria, Con que a veces kirkerizo, 180

177

Ibidem., p. 41 y 43. Tras mencionar el “curioso Laberinto” en que se oculta el nombre del autor (el romance de cincuenta y cinco cuartetas en que el Conde de la Granja ha alabado a Sor Juana), declara Sor Juana “que si no es el Mino-Tauro, / se conoce el Paulo-minus”. 179 El Paulo-minus procede de un pasaje del Salmo (8:6), en que el salmista dirigiéndose a Dios y refiriéndose al hombre declara: “Minuisti eum Paulo minus ab Angelis” (Lo hiciste poco menos excelente que los ángeles). De acuerdo con ello, este pasaje del poema de Sor Juana supondría un elogio indirecto al talento poético del encubierto autor del romance, poco menor que el de los propios ángeles, o podría – menos elogiosamente- significar que no se conoce al Minotauro, sino sencillamente al hombre escondido en el laberinto textual. 180 A juzgar por la referencia al Ars combinatoria del padre Atanasio Kircher, requeriría quizá convertir las letras en números y pasar luego a combinaciones numéricas cuyos resultados, a su vez, se reconvertirían en letras. El moderno editor de Sor Juana confiaba en que en la obra del padre Kircher estaría sin duda la 178


En el cálculo no engaña Y no yerra en el guarismo, Uno de los Anagramas Que salen con más sentido, De su voluminosa suma Que ocupara muchos libros, Dice... ¿Dirélo? Mas temo Que os enojaréis conmigo, Si del Título os descubro La fe, como del Bautismo. Mas ¿cómo podré callarlo, Si ya he empezado a decirlo, Y un secreto ya revuelto Puede dar un tabardillo; Y así, para no tenerle, Diré lo que dice, y digo Que es el Conde de la Granja.181 Laus Deo. Lo dicho, dicho.182

En los complicados recursos de la literatura, y las todavía más elevadas argumentaciones de que dispuso Sor Juana Inés de la Cruz para ir desmenuzando y poniendo al descubierto al extraño personaje, me exijo terminar y no divagar como lo hago cuando escribo de personaje monumental como lo fue Juana de Asbaje. Es un hecho: se acerca a la fiesta caballeresca, a la corte por las luces de diversa tonalidad que irradió en inteligencia y belleza juntas. Su mundo intelectual a todos sorprendió en un fin de siglo XVII que comenzaba a mostrarse agitado (recordemos el motín del 8 de junio de 1692), telúrico en cuanto a esa búsqueda de identidad que era el ser; nuestra concepción o entidad en una nación presentida. Los criollos y mestizos la empujaron a ese logro común poco más de un siglo adelante bajo los conocidos acontecimientos del XIX, estigmas todos ellos de un destino que no halló fácilmente la calma, efímera casi siempre, en medio de la pasada centuria, crisol de los más diversos y encontrados comportamientos de una sociedad civil, política y religiosa, liberada de su tutor colonial durante trescientos años, pero al que no renunciaba tan fácilmente. Creo que con las corridas de toros se tiene la muestra cabal de dicho síntoma.

pista para conocer la clave que ella empleó para desentrañar el acertijo, aunque más allá de eso no se interesó en revelar este “problema critográfico”. 181 No sólo el romance del Conde de la Granja no contiene ninguna alusión al hecho de que incluyera un anagrama cifrado que impeliera a la escritora descubrirlo, sino que además la manera como Sor Juana se refiere a las operaciones que ha efectuado resulta tan irónica que no creo que pueda tomarse en serio: supuestamente tales cálculos son tan complejos que para llegar al anagrama correcto se requiere realizar una “voluminosa suma / que ocupara muchos libros”. Los indicios principales con que Sor Juana contó para reconocer al “caballero del Perú” fueron tal vez externos al texto: en mi opinión, la mediación de su sobrino, Juan Antonio de Oviedo. 182 Ibid., p. 111-112.


Un valor nuestro, tan legítimamente universal como Sor Juana Inés de la Cruz nos emociona gratamente. Por ello es que dedico estos bien intencionados y sencillos apuntes sobre su obra. Durante este siglo se mantienen firmes las expresiones del toreo caballeresco, dominantes en la vieja y nueva España. Creció notablemente la afición de personajes de la nobleza, cuyas hazañas quedaron plasmadas en versos y relaciones de fiestas, que hoy son testimonio curioso. En aquel entonces se percibe un efecto que comenzó a aislar a España del resto del mundo, y desde luego, de sus colonias, a las que afectó un fenómeno ya conocido como "tibetanización"... a la orteguiana.183

Facsímile de la firma de sor Juana Inés de la Cruz.

183

NOTA: Este asunto continuará más adelante, justo en el capítulo 14: LA POESÍA TAURINA ESCRITA POR MUJERES MEXICANAS.


3.-EL CASO DE ANA MARÍA DE GUADALUPE Y NAVA CASTAÑEDA, TORERA HACIA 1725. El nombre de Ana María aparece en términos de una escasa información, cuyo solo registro procede de algunos documentos localizados en el Archivo General de la Nación. “Torera” es el oficio con que el que se le registra en el folio citado pero no hay más datos al respecto. De confirmarse su protagonismo en algún tipo de celebración o interviniendo directamente en fiestas de toros, ello permitiría entender que la presencia femenina, aunque de alguna manera estaba limitada por razones de género, cabría aquí como la confirmación de que la Nava y Castañeda se convierta en la primera torera en la Nueva España, por lo menos a partir de estos registros. Para la época a que me refiero, la práctica del toreo estaba detentada por los hombres quienes, más a caballo que a pie desempeñaban las diferentes suertes que se realizaban por entonces. Casada con un albañil debe haber sido en todo caso el tipo de personaje que intentaba colocarse en términos marginales lo cual no le permitía demasiada libertad de movimiento en medio de condiciones rigurosamente fijadas por los estamentos taurinos de entonces. Habría que presupuestar la posibilidad de que Ana María haya intentado poner en práctica algún tipo de suerte que llamara la atención, en función de su sexo, y no tanto a caballo sino bajo otro tipo de expresión. Para esas épocas ya se practicaban algún tipo de mojigangas, y así lo hago saber en un texto que a continuación presento: Como una constante, el conjunto de manifestaciones festivas, producto de la imaginaria popular, o de la incorporación del teatro a la plaza, comúnmente llamadas “mojigangas” (que en un principio fueron una forma de protesta social), despertaron intensas con el movimiento de emancipación de 1810. Si bien, desde los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX ya constituían en sí mismas un reflejo de la sociedad y búsqueda por algo que no fuera necesariamente lo cotidiano, se consolidan en el desarrollo del nuevo país, aumentando paulatinamente hasta llegar a formar un abigarrado conjunto de invenciones o recreaciones, que no alcanzaba una tarde para conocerlos. Eran necesarias muchas, como fue el caso durante el siglo pasado, y cada ocasión representaba la oportunidad de ver un programa diferente, variado, enriquecido por “sorprendentes novedades” que de tan extraordinarias, se acercaban a la expresión del circo lo cual desequilibraba en cierta forma el desarrollo de la corrida de toros misma; pues los carteles nos indican, a veces, una balanceada presencia taurina junto al entretenimiento que la empresa, o la compañía en cuestión se comprometían ofrecer. Aunque la plaza de toros se destinara para el espectáculo taurino, este de pronto, pasaba a un segundo término por la razón de que era tan vasto el catálogo de mojigangas y de manifestaciones complementarias al toreo, lo cual ocurría durante muchas tardes-, lo que para la propia tauromaquia no significaba peligro alguno de verse en cierta media relegada. O para mejor entenderlo, los toros lidiados bajo circunstancias normales se reducían a veces a dos como mínimo, en tanto que el resto de la función corría a cargo de quienes se proponían divertir al respetable. Desde el siglo XVIII este síntoma se deja ver, producto del relajamiento social, pero producto también de un estado de cosas que avizora el destino de libertad que comenzaron pretendiendo los novohispanos y consolidaron los nuevos mexicanos con la cuota de un cúmulo de muertes que


terminaron, de alguna manera, al consumarse aquel propósito.184

Si bien, las mojigangas fueron ya toda una realidad entre los años que aquí se apuntan, ya hay desde el primer tercio del siglo XVIII insinuaciones claras de ese patrón de comportamiento, aunque no tan evidentes como ocurriría más adelante. En diversas consultas sobre documentos de la época, apenas si sabemos nombre de personajes secundarios, por lo que siendo Ana María de Guadalupe y Nava Castañeda una protagonista en ese tenor, parece que pretender seguir adelante con escasos testimonios, como los que –y cambiando de tercio y hasta de siglo-, he encontrado varias notas periodísticas que refieren a varias precursoras en estos menesteres. Por ejemplo JUEVES DE EXCELSIOR, del 17 de marzo de 1949, p. 34: PRECURSORAS DE CONCHITA CINTRÓN. (…) La historia es larga y copiosa. En 1820, cuando aquel mozo de Puerto Real que en vida se llamó Bernardo Gaviño, toreaba en la plaza de Carlos III de La Habana, tuvo ocasión de alternar varias veces con una torera criolla, María Ávila “Morenita”, que en la suerte de frente por detrás –hoy la repetida “gaonera”-, y con las banderillas, era algo de asombro. En México, en 1810, proclamación de la Independencia, hubo fiestas taurinas, en las que Pilar de la Cruz, mexicana cien por cien, floreó y banderilleó a caballo dos toros de Atenco –iniciación de aquella ganadería- y con un éxito apoteótico. Y esta mujer era tan brava, que de ella se dice que encontrándose discutiendo, cierto día, condiciones de contrato con un empresario de Puebla llamado Allende, llegó con él a las manos y con tales arrestos que le golpeó e hirió con un palo, dejando maltrechos y en el suelo a dos servidores del indicado Allende que se encontraba en la estancia.

O esta otra publicada en EL UNIVERSAL, D.F., del 30 de mayo de 1852, p. 4: TOROS. En la plaza principal de San Pablo, para el domingo 30 de mayo de 1852. Si la numerosa concurrencia que tuvo a bien asistir a esta plaza el pasado domingo, quedó enteramente complacida al ver la arrogancia y valentía de los toros que se jugaron, no quedará menos gustosa con los Siete toros bravos que están escogidos para que sirvan en la presente corrida. Intermedio extraordinario. Lo raro de este intermedio consiste en que una mujer nombrada Refugio Macías, se presentará en el circo montada en un hermoso corcel con garrocha en ristre, para picar a un toro de los valientes de la lid, cuyo lance tiene acreditado esta Lidiadora mexicana por Tierradentro, en las plazas de Querétaro, San Luis Potosí, etc., según los informes que ha tomado la empresa; y si la fortuna favorece su valor, como ya le ha sucedido otras veces, ofrece, sin apearse, clavar algunas banderillas al mismo toro. Con el objeto de aumentar la distracción de esta tarde, se presentará Antonio Pérez de Prian, Hércules Mexicano, a ejecutar varias suertes de equilibrios y fuerzas hercúleas, que desde luego increcerán la aprobación de sus compatriotas. Los otros intermedios se cubrirán con dos toros para el Coleadero, finalizando la función con el toro embolado de costumbre. (…)NOTAS.-La entrada a la media sombra se hará por la puerta que mira al paseo de la Viga. Dará principio a las cuatro y media, si el tiempo lo permite.

Fondo: José Francisco Coello Ugalde. Sección: Aportaciones Histórico Taurinas Nº 29, Serie: “Las mojigangas: Aderezos imprescindibles y otros divertimentos de gran atractivo en las corridas de toros en el mexicano siglo XIX”, marzo de 1998. 210 p. ils., fots., facs. (Inédito), p. 6 y 7. 184


El eco de ambos mundos del 1º de noviembre de 1874. El Monitor Republicano del 11 de abril de 1875, p. 4.

El pájaro verde, del 12 de julio de 1877, p. 2.

Como una escena del pasado, registro de nuestro tiempo. Alternativa de Mary Paz Vega, hecho que ocurrió en la plaza de toros de Cáceres, España el 29 de septiembre de 1997. Su madrina fue la también matadora Cristina Sánchez, y el testigo Antonio Ferrera, quienes en conjunto, lidiadron toros de José Luis Marca.

Y si dudan de las virtudes de María la Torera, viene a continuación, otro capítulo con otra mujer… Lupe, la Torera.


4.-“LUPE LA TORERA” METIDA EN AMORES CON SANTA ANNA Y CON BERNARDO GAVIÑO, NO ES OTRA QUE GUADALUPE LUNA, HIJA DEL “TORERO LUNA”. Durante los años de la independencia de México surgieron una buena cantidad de personajes del más variado repertorio. Uno de ellos “El torero Luna” salta a la fama por ser quien en octubre de 1810 aprehendió cerca de Acámbaro a los coroneles realistas García Conde y Rul y al intendente Merino “cuando iban rumbo a Valladolid (hoy Morelia), enviados por el virrey -don Francisco Xavier Venegas-, como nos dice José de Jesús Núñez y Domínguez en su HISTORIA Y TAUROMAQUIA MEXICANAS. Al parecer su nombre completo era José Manuel Luna, torero profesional de a caballo. Intervino en las corridas en el primitivo coso del Paseo de Bucareli desde diciembre de 1796 hasta febrero de 1797, y siguió toreando en varias plazas del interior del virreinato durante la primera década del siglo XIX. Iniciada la lucha de Independencia se incorporó a las filas insurgentes bajo el mando directo de Ignacio Aldama. En lo militar es uno más de los dirigentes estratégicos que junto a los mismos jefes insurgentes mantienen en alto la iniciativa de liberación. Supone Núñez y Domínguez que “el torero Luna” perdió la vida en la batalla de Aculco, ocurrida el 6 de noviembre de 1810, puesto que resultó ser muy Sangrienta. Por su parte Leopoldo Zamora Plowes en su sabrosísima comedia mexicana QUINCE UÑAS Y CASANOVA AVENTUREROS, nos dice de Luna lo siguiente: Años después [a los hechos de Aculco] Luna, que estaba a las órdenes del general Mier y Terán, aprehendió a Rosains, que había sido secretario de Morelos y que a la muerte de este [ocurrida en Ecatepec el 22 de diciembre de 1815] se hizo intolerante a sus desmanes.185

Esto es, todavía lo encontramos con un lustro de diferencia a lo último señalado por Núñez y Domínguez, cumpliéndose con la sentencia del bardo José Zorrilla quien, en su Juan Tenorio apuntaba: “los muertos que vos matáis, gozan de cabal salud”. Es el mismo Zamora Plowes quien no da una versión que confrontada con la de Núñez y Domínguez adquiere otro cariz. Sin embargo, si no murió en la batalla de Aculco, ¿abandonaría el belicoso principio de la emancipación -convencido de que no podría continuar, para

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ZAMORA PLOWES, Leopoldo: La comedia Mexicana. Quince uñas y Casanova aventureros. Novela histórica picaresca. Con 200 notas históricas, biográficas, toponímicas, genealógicas, folklóricas, etc. México, Talleres Gráficos de la Nación, 1945. 2 Vols. Vol. 1, p. 56-57.


abrazar las filas de su verdadera vocación? Eso no lo sabemos y peor aún, cuando hay un vacío de información de por medio. Pero el hecho es que deja una línea hereditaria con toda su inquieta realidad en su hija Guadalupe, Guadalupe Luna, mejor conocida como “Lupe la torera” quien por su encanto y atractivo atrapa a Antonio López de Santa Anna, excéntrico personaje de la historia mexicana decimonónica. Por cierto, Victoriano Salado Álvarez la tiene identificada como Luisa, y no como Guadalupe. Mujeriego, dueño de un poder que a veces cayó en el caos, en el vicio, en la tiranía... En la dictadura. De nuevo con Núñez y Domínguez. Este dice al respecto de “Lupe la torera”: La afición del funesto dictador por el bello sexo era desmedida; tan grande como la que sentía por las peleas de gallos. No paraba mientes ni en pelos ni en tamaños. Un día, al salir del famoso palenque de San Agustín de las Cuevas, hoy Tlalpan, su mirada de águila se detuvo en una de tantas “margaritas”, que así se llamaba entonces a las mujeres de mala vida, que a la puerta de la plaza lucía el agresivo castor de su falda de “china”, sus chinelas de raso amarillo, su bordada camisa, su banda de flecos de plata y su rebozo “palomo”. La apiñonada carne de sus mórbidos brazos y sus rotundas pantorrillas, el gracioso óvalo de su rostro horadado por dos hoyuelos incitantes, sus pupilas corvinas y sus cabellos nigérrimos recogidos en dos gruesas trenzas, cautivaron desde luego al dictador, que, acostumbrado a apoderarse de aquello que le gustaba, ordenó a uno de sus edecanes o “rufianes de banda verde” como les decía el vulgo, averiguara quien era aquella moza y la emplazara para sitio conveniente y propicio. Desastrosos fueron los informes que recibió Santa Anna acerca de aquella sacerdotisa del placer. Era una muchacha como tantas otras, a quien apodaban “La Torera”, porque desde su adolescencia había rodado de torero en torero y siempre andaba entre gente de coleta. Se decía que el célebre espada español Bernardo Gaviño fuera su primer amante y que muchas veces habíalo acompañado por distintas ciudades de la República cuando Gaviño iba a lidiar reses bravas aun desafiando a las partidas de indios bárbaros en las regiones del Norte. No obstante ello, el dictador se empeñó en que fuera suya, presa de uno de esos accesos de satiriasis que eran tan frecuentes en él. Y una hermosa tarde, vestido pomposamente con su uniforme de Generalísimo, descendió de su espléndida carroza frente a una casa de arrabal, que eran su “garçoniere” y cuyo aspecto exterior no denunciaba el lujo con que se hallaba amueblada dentro. Era el sitio escogido por Santa Anna para dar rienda suelta a sus instintos bestiales. Ahí estaba ya “La Torera”, que con gran desparpajo recibió a la presidencial visita. Y tantos mimos y zalamerías empleó la antigua barragana de Gaviño con el dictador, que lo hizo despojarse de su brillante casaca, constelada de cruces y condecoraciones, de su albo chaleco de áureos botones y de su sombrero montado. Y así lo introdujo a la próxima alcoba, suplicándole que permaneciera allí en tanto que ella se ocupaba en cualquier menester; pero la pizpireta muchacha inmediatamente que desapareció el General se puso el chaleco, se encasquetó el sombrero de plumas tricolores, se enfundó en la levita llena de fulgurantes entorchados y empuñando el bastón que remataba un topacio, que usaba el dictador, abrió la puerta, se escapó de la casa y se fué a vagar por las principales calles de la ciudad de México. Y como a todo el que le preguntaba le decía la procedencia de aquellas fastuosas prendas, no hay para qué expresar el asombro, la sensación y las risas que provocó aquella salida de la popular hetera. Cuando llegó a oídos del dictador la burla de que era objeto, fué acometido de un ataque agudo de rabia y los edecanes procedieron inmediatamente a aprehender a la despreocupada “margarita”.


La conseja no cuenta qué castigo se impuso a “La Torera”, pero es fama que desde ese día no se la volvió a ver por ninguna parte.186

Los pasajes taurinos están plagados de anécdotas, vivencias de todo orden que nos llevan a entender, sobre todo para el siglo XIX que muchas manifestaciones de la vida cotidiana se matizaban con un delicioso “chismorreo” como el que se reseña, con las reservas del caso. Es un hecho que “El torero Luna”, convertido en figura de cierta fama fue protagonista en varias jornadas independentistas y que, con toda seguridad, aprovechando tiempos libres, entre batalla y batalla los dedicaba para torear, en compañía, quizás de los cabecillas de la rebelión. Me refiero a Hidalgo, Morelos, Allende; 187 ganadero, torero y 186

José de Jesús Núñez y Domínguez: HISTORIA Y TAUROMAQUIA MEXICANAS. México, Ediciones Botas, 1944. 270 pp. ils., fots. (pág. 149-151). 187 Fausto Antonio Marín: “Mocedades de Ignacio Allende” en “América, Revista antológica”, Nº 66, Vol. IV agosto de 1951, p. 195. CHARRO Y TORERO Alentemos ya un fugaz anticipo del centauro arrojado que en tardes lejanas largara a paseo melindres y seguridades para estrechar la diestra del dios de las correrías, un tanto demoníacas, por las que se fugan los negros humores de la inactividad, pero hasta estas líneas no nos disponemos a salir al frente del Allende auténtico que es el charro, al igual que lo es el torero. El primero sustenta la bella tradición que encuentra muy escasas semejanzas en lo redondo del planeta, siendo sus características un conjunto de virtuosismos (cuya pormenorización causaría la gestación de abultados volúmenes) que, en resumen, motivan la conjugación airosa del hombre y del bruto y que denomínase, con épicos acentos, el charro mexicano El segundo contiene en su castiza acepción una sutil sugerencia en la que la fiereza del animal y el don de mando y temple del humano que le presta alientos de gloria representan la más objetiva, colorida, afiebrada fiesta del valor. El teniente de dragones muda con amplia satisfacción el uniforme galoneado por el atavío del charro, y los domingos, cuando menos, pasea al ritmo de los remos del bruto de gran alzada que con el cuello erguido, las grupas relucientes, las crines cepilladas, hace sonar sus herrados cascos en el empedradillo de la rúa principal de San Miguel el Grande. También la mangana es en sus manos una forja de siluetas y arabescos de fugaces vida, y en el coleadero -puños de acero y rabos de hierro- el charro pone de manifiesto una cuasi profesión en la que se doctora sólo el alumno constante y entusiasta que aúna a la perseverancia los dones particulares de destreza, competencia y pericia. Muchos fueron los malos golpes sufridos en el rudo aprendizaje, muchos y seguidos, hasta que sólo sobrevinieron aquellos en los que las causas accidentales intervienen con el sello de inevitables. Entre contusiones y sangrías, vergüenzas y rabietas, Ignacio logró al fin alcanzar la borla de maestro de charrería. De ahí a significarse en el dramático arte de Cúchares sólo había un paso, el mismo que dio sin prevenciones mayores; y largar el rojo trajo ante los cuernos sobrecogedores de los toros de sangre asesina fué asunto de cotidiana entrega en el sumun de actividades entusiastas de Allende. En encierros improvisados por los hacendados del Bajío, en formales corridas de festividad religiosa, en los extensos llanos de la región, aun en patios y corrales, aquel teniente era el torero tras del cual iban los vítores entusiastas del espectador. Cuando la gesta de 1810 se inició, la Nueva España perdió un representativo de la virilidad charra y torera, pero México ganó, en cambio, un paladín de su libertad eterna. Durante veinte días, cuyo eje es el 29 de septiembre, la villa parece una enorme feria. Tras la procesión, misas, rosarios, sermones y bendiciones, el festejo de sabor pagano, sobresaliendo las corridas en las que se lidiaban “los toros más famosos por su bravura y en el último día toreaban de las personas decentes o notables, todas las que querían, repartiéndose las comisiones con arreglo a su inteligencia o humor, por lo que había capitán, toreros, locos, lazadores y picadores, haciéndose con este motivo mucha mayor la concurrencia... Siendo capitán, como debe suponerse, don Ignacio Allende”. Cierta vez, semejante al todo circunstancial esbozado y apoyado en el testimonio del historiógrafo


mejor lazador respectivamente, y otros que también escribieron páginas importantes para una historia aún por conocer en detalle. En cuanto a Guadalupe Luna, poco conocemos de ella. Sin embargo, de nuevo es el propio Zamora Plowes quien da el argumento de peso al respecto de la relación entre los Luna: Lupe es hija del famoso torero Luna, aquel insurgente que fue terror de los españoles en Michoacán.188

Y amante o no de Santa Anna, amante o no de Gaviño, que también era un mujeriego incorregible, no dudamos que “Lupe, la torera” anduviera “colocada” en alguna cuadrilla mixta, común entonces, o como una “torera” más. Durante el siglo XIX destacan: Victoriana Sánchez, Dolores Baños, Soledad Gómez, Pilar Cruz, Refugio Macías, Ángeles Amaya, Mariana Gil, María Guadalupe Padilla, Carolina Perea, Antonia Trejo, Victoriana Gil, Ignacia Ruiz "La Barragana", Antonia Gutiérrez, María Aguirre "La Charrita Mexicana" y desde luego, la española Ignacia Fernández “La Guerrita”, a lo largo de la segunda mitad del siglo antepasado. “Lupe, la torera” probablemente se escapó de esta nómina femenina más por andar en escándalos públicos con personajes de alta jerarquía que por el gusto de seguir en las lides taurómacas. Sanmiguelense Benito Abad Arteaga, en que al inquieto milite tocó en suerte matar un toro, se produjo un fenómeno que los espectadores explicaron como una sencilla demostración del don intuitivo de la bestia que olfateaba en Ignacio al temible adversario que habría de dar con sus pellejos en el destazadero. Que era un toro de bandera nadie lo dudaba al verle embestir con el máximo de su poder a los de a caballo, hacer con bríos por el capote, mostrar limpia acometida a la incitación de los banderilleros, pero “esquivaba de alguna manera la presencia de Allende que lo llamaba para matarlo, pues sólo daba el primer bote y no el segundo, que es en el que hace lance el torero”. El público, entre el que sobresalía el elemento femenino, principió a tomar la cosa a chunga, con la consiguiente reacción airada del “capitán” que no encontraba oportunidad de perfilarse y hundir el acero en la cruz del sagaz bruto. Los gritos de: ¡Ese bien te conoce! ¡Esta noche cenan juntos! ¡Le han asustado las patillas, teniente! ¡No le matas ni con un cañón! ¡Arriba el torito vivales!, encendieron el ánimo de Ignacio, máxime cuando el mal pensado cuadrúpedo eludió, ya decididamente, el encuentro, y volviendo el rabo prefirió beber los vientos de la distancia. Los espectadores tuvieron la humorada de correr apuestas, en mayoría favorables al bicho, sobre su problemático fin. Secamente, Ignacio dio orden imperiosa a jinetes e infantes para que redujeran, dentro del un círculo de carne protegida por los chuzos de los picadores, el espacio privativo de la res y él entró al mismo seguro de que ya nada le impediría salir airoso del lance. A un paso del burel que con las pezuñas removía nerviosamente la tierra del coso, alargó la siniestra hasta tomarle de un cuerno, tendió la espada y, tras la diestra armada, llevó el peso de su robusta humanidad. El estoconazo fué fulminante. El animal, herido de muerte, dejó escapar por el hocico una bocanada de sangre negra, dobló los remos y se desplomó a la sombra de su victimario. Tras el estupor general, el público desgranó en honor de Ignacio de Allende la más estruendosa de las ovaciones escuchadas en aquel lugar de la Nueva España amparado por la presencia emocionada de San Miguel. 188 Zamora Plowes, op. cit., p. 50.


Probablemente en aquella época le fueron dedicados los siguientes versos a nuestra protagonista: Churripamplí se casa con la torera. Y por eso le dicen churripamplera. Y ejto ej tan verdad, como vera un borrico volá por lo elemento: churrimpamplí de mi pensamiento ¿dónde te hallaré? Y en la ejquina tomando café Si quierej ir a los toroj cuando lojaya, no monte en la rucia sino en la baya; y si tienej dinero tomaraj el asiento primero, con grande ternura: y veraj al negrito Ventura con su ejcarapela: ese si que la pava la pela.

¡Qué porte! ¡Qué estampa! ¿Acaso será “Lupe la Torera”? Patricia Masse Zendejas: Simulacro y elegancia en tarjetas de visita. Fotografías de Cruces y Campa. México, INAH, 1998. 136 pp. Ils., retrs., fots (Alquimia) (Pág. 66: Mujer no identificada).


UN DATO MÁS, PUBLICADO EN EL BLOG: APORTACIONES HISTÓRICO-TAURINAS MEXICANAS, el 21 de junio de 2011. EFEMÉRIDES TAURINAS DECIMONÓNICAS. LA SIGUIENTE EFEMÉRIDE SUCEDIÓ UN 7 DE JULIO DE 1839. El hecho al que me refiero, fue dado a conocer en

En ese número, José Sánchez de Neira se refirió al contacto que tuvo con los escritores taurinos mexicanos Julio Bonilla, “Nemo” y “Don Gertrudis”, que “hacen propaganda” en publicaciones como El Arte de la Lidia, El Zurriago Taurino y El Estandarte. Estos tres personajes, junto a Eduardo del Frago, Eduardo Noriega y otros, comenzaron la interesante aventura de escribir de toros en momentos claves para el desarrollo de un nuevo capítulo que se gestó a partir de 1882 primero, con la presencia de José Machío y de Francisco Jiménez “Rebujina” que, como españoles, alternaron en sitios que permitía el “decano” Bernardo Gaviño. Luego en 1887, arribó un grupo sólido de toreros encabezados por Luis Mazzantini y Diego Prieto “Cuatro-dedos”. En 1884 comenzó a publicarse El Arte de la Lidia, primero bajo la égida de “Plutón” y poco tiempo después bajo la dirección de Julio Bonilla Recortes. En una investigación que estoy redactando, y que lleva el título “Julio Bonilla y El Arte de la Lidia. (Un guardado secreto de la prensa taurina en México. 1884-1909), me refiero


en detalle a estos pasajes, de los que compartiré algunos adelantos en este blog. Pero el hecho es que en La Lidia. Revista taurina, Sánchez de Neira, importante tratadista de aquella época, refiere que recibió curioso obsequio por parte de dichos señores, consistente en un cartel en seda el cual encierra una serie de datos que marcan ciertos antecedentes alusivos a la suerte del quiebro que Antonio Carmona El Gordito ejecutó con mucha fama en sus mejores años. Pero esos hechos ocurrieron en la plaza de San Luis Potosí allá por 1839. Nada mejor que incluir su contenido.


Muchos de los festejos que ocurrieron a lo largo del XIX mexicano tuvieron la finalidad de estar dedicados a personajes públicos, políticos en su mayoría, con lo que se afirmaba su presencia. Tal es el caso del General de Brigada D. Isidro Reyes, encumbrado por alguna circunstancia de las muchas que sucedieron en ese siglo. Es el mismo Reyes quien, a través del discurso mostrado en el cartel, agradece a la Compañía de gladiadores, definición antigua de la actual cuadrilla, la cual y conforme a ciertos “usos y costumbres”, se permitían el atrevimiento de anunciar las incidencias y los detalles de cuanto iba a suceder en el ruedo, cosa por demás insólita, pues entre otras cosas, no nos imaginamos que habría sucedido con Casimiro Cueto quien “hará el salto mortal vendados los ojos”, ni de lo que ocurriría con Ildefonso García quien jineteando un toro, “y cuando éste se halle reparando en su mayor fuerza, se le pasará al pescuezo…” Acto seguido, Antonio Escamilla, “con los pies engrillados en el centro de la Plaza, pondrá dos banderillas”. También llama la atención, aunque no están incluidos todos los detalles aparecidos en ese “cartel de seda”, que en esa ocasión, actuó entre los “gladiadores” una mujer, quien se desempeñó como “picadora de toros”. Tal era Teresa Alonso. Su nombre, viene a enriquecer una importante nómina de toreras que ahora incluyo en este trabajo. Tampoco puedo omitir los siguientes dos carteles: -Medidas: 39.4 x 16.8 cm. -Características principales: PLAZA PRINCIPAL DE TOROS /EN EL PASEO NUEVO (Puebla) / GRAN FUNCIÓN PARA EL DOMINGO 1º DE DICIEMBRE DE 1850. Deseando corresponder la favorable acogida con que / el bondadoso público de esta ciudad ha recibo las fun- / ciones anteriores, tenía yo dispuesto para la última que / se verificó, que Manuela Gómez se presentase á ban- / derillar el cuarto toro, como lo ha hecho en algunos / otros puntos de la República; pero la copiosa lluvia que / cayó en ese día y que anegó completamente la plaza, ya / no sólo impidió que esto se verificase, sino que aun sirvió / de un insuperable obstáculo para que se concluyese la / corrida como se tenía anunciada. Hoy, pues, ligado a / tan benévolo público con nuevos y más poderosos vín- / culos de gratitud, he dispuesto se lidien á muerte siete / escogidos toros de la acreditada raza de Atenco, pre- / sentándose en el tercero Manuela Gómez, como se ha- / bía ofrecido, y además un embolado para los que gusten / torearlo. La compañía ofrece desempeñar sus tareas con el / mayor esmero y dedicación, y por mi parte procuraré / llenar mis obligaciones hasta donde me fuere posible, á / fin de agradar a tan ilustrado público. Si esto lo lle/ gare a conseguir, quedarán satisfechos los deseos de Mariano González. NOMBRES DE LOS TOROS 1º Marte 2º Júpiter 3º Cupido 4º Baco

5º Vulcano 6º Neptuno. 7º Apolo 8º Plutón


PAGAS Sombra Lumbreras con 8 boletos Medias lumbreras con 4 boletos Boletos sueltos para lumbreras. Sol

4 reales 5 pesos. 2 ps. 4 rs. 5 reales. 2 rs.

-Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. -Imprenta: de Macías.189 -Medidas: 40.6 x 16.8 cm. -Características principales: PLAZA PRINCIPAL DE TOROS / EN EL PASEO NUEVO (Puebla) / GRAN FUNCIÓN PARA EL DOMINGO 8 DE DICIEMBRE DE 1850. Convencido el empresario de que cuan- / do el ganado viene en número bastante / pierde mucho de su fiereza, por el tiem- / po que permanece encerrado, ha dispuse- / to se conduzca de dos en dos funciones, / no obstante los crecidos gastos que esto / origina. Así se ejecutará en lo sucesi- / vo, pues no aspira el que suscribe sino á / complacer á un público de quien tantos / y tan señalados favores ha recibido. En / prueba de su gratitud y del deseo que lo / anima de agradar a sus favorecedores, / ha escogido para la tarde de este día / seis bravísimos toros de la acreditada ra- / za de Atenco que acaban de llegar, de / los cuales será uno banderillado y muerto / por Manuela Gómez, que tantos aplau- / sos mereció en la corrida anterior. Si los ilustrados poblanos recibieren / con agrado la función que hoy les dedi- / co, quedarán con usura recompensados / los deseos de Mariano González NOMBRES DE LOS TOROS 1º El Vagabundo 2º El Peregrino 3º El Valiente

4º El Tirano 5º El Sanguinario. 6º Pocas chanzas PAGAS

Sombra Lumbreras con 8 boletos Medias lumbreras con 4 boletos Boletos sueltos para lumbreras. Sol La función comenzará a la hora de costumbre. -Estado de conservación: Bueno. Es copia del original. -Imprenta: de Macías.190

189 190

Proporcionado por la Maestra Blanca del Razo Lazcano. Proporcionado por la Maestra Blanca del Razo Lazcano.

4 reales 5 pesos. 2 ps. 4 rs. 5 reales. 2 rs.


5.-DATOS ACERCA DE UN ÓLEO CON MOTIVO TAURINO, PINTADO EN MÉXICO HACIA 1860. Con motivo de la próxima exposición que, con tema taurino será inaugurada en el museo “Franz Mayer”, y en la cual me fue solicitada la asesoría histórica correspondiente,191 las museógrafas encargadas de su montaje, Andrea Cabello, Rocío Martínez y Montserrat Mata, me han pedido identificar un curioso trabajo al óleo, del que ahora mismo doy mi dictamen.

191

Estimado Maestro Coello: Le estamos adjuntando la foto del cuadro de la torera que le habíamos mencionado, para ver si usted puede identificar de quién se trata. Los datos que tiene el coleccionista son: autor anónimo, óleo, ca. 1840. Medidas .67 X .56 Si pudiera identificarla sería muy bueno para completar la cédula. Gracias por todo su apoyo MuseArte Andrea Cabello, Rocío Martínez, Montserrat Mata. Noviembre de 2004.


Durante el siglo XIX actuaron en plazas mexicanas: Victoriana Sánchez, Dolores Baños, Soledad Gómez, Pilar Cruz, Refugio Macías, Ángeles Amaya, Mariana Gil, María Guadalupe Padilla, Carolina Perea, Antonia Trejo, Victoriana Gil, Ignacia Ruiz "La Barragana", Antonia Gutiérrez, María Aguirre "La Charrita Mexicana" y desde luego, la española Ignacia Fernández “La Guerrita”. Entre todas ellas, es difícil identificar a la modelo que aparece en este óleo (aunque podría tratarse de Soledad Gómez, Ángeles Amaya o Antonia Trejo, que actuaron en el curso de 1864), mismo que debe ser fijado hacia 1860-1870 (y no con el ca. 1840 como lo indica su propietario), en virtud de varias razones: La figura femenina, viste un traje con la típica línea de diseño español. Medias blancas, faja y corbatín azules. Montera bastante pequeña. Capote de paseo austero en bordados y largos vuelos. El trazo del cuerpo es un poco desproporcionado: anchas caderas y torso pequeño. Lleva en su mano derecha una copa con la que celebra, fuera del ruedo, un brindis. Su rostro tiene la razón del ideal femenino, muy al estilo de los pintores románticos de la época. ¿De quién se trata específicamente? ¿La esposa del hacendado que se mandó hacer con cierta modestia este retrato? ¿La amante del hacendado? ¿De una actriz de moda en teatros como el Gran Teatro Iturbide, Teatro Hidalgo o el Gran Teatro Nacional? Y es que dicha pintura ilustra a un personaje que aparece en segundo plano, junto a quien tiene todas las características de un sacerdote. Ese varón, de 25 a 30 años, viste sombrero de copa redonda y ala con bordados de gusanillo, chaqueta de astrakán, pantalón de paño y posible botonadura de plata, a modo de franja, indumentaria mitad civil, mitad campesino, de este peculiar señor hacendado, como podemos verlo en estas dos interesantes imágenes del pasado192 que aparecen a continuación:

192

Enrique Fernández Ledesma: La gracia de los retratos antiguos. Prólogo de Marte R. Gómez. México, Ediciones Mexicanas, S.A., 1950. 156 pp. Ils., fots., p. 95 y 108. Ambas imágenes, nos ayudan a entender la moda establecida, sobre todo entre ciertos personajes cuya capacidad económica nos permite conocerlos como ricos hacendados, que gozaban del privilegio de vestir con cierto lujo, mismo que iban a lucir, con ese desenfado a los estudios de daguerrotipistas y ambrotipistas de la época.


FOTO 1

FOTO 2

La figura masculina, tiene, por alguna razón mucho parecido con la del que aparece en la FOTO 1, debido a que además se toca de unas patillas bastante peculiares y tiene un porte atractivo. Aunque esto no es indicativo de que se trate del mismo protagonista del óleo. Generalmente las mujeres toreras en el México del siglo XIX, hasta donde se tiene información, no se ponían taleguilla. Se tocaban con un vestido a modo de que aparecieran los bordados usuales en dicha prenda, si es que estos se destacaban pues, al menos dos de las imágenes más evidentes, una mexicana, 193 la otra, origen de Gustavo Doré194 que nos muestran, en sus detalles el uso de olanes, un concepto totalmente distinto al registrado en el óleo que se califica.

José Francisco Coello Ugalde: APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS Nº 24: “Colección de imágenes alrededor del toreo, desde el siglo XVI y hasta nuestros días. (1999-2004)”. ficha Nº 114: ESCENA TAURINA reproducida en un cartel de mediados del siglo XIX. Fuente: MEXICAN ART & LIFE. Abril, 1939. 194 Op. Cit., ficha Nº 631: Gustavo Doré: Teresa Bolsi, torera andaluza. Fuente: Gustavo Doré. Una visión de la obra del genial grabador francés. Lima, Perú, Editorial PPURO S.C.R.L., 1981. 193


FOTO 3

FOTO 4

Lo que es notable es el uso de prendas normalmente empleadas por hombres, pero que no exime a la mujer de portarlas. Tal es el caso que adoptaron a finales del XIX tanto Ignacia Fernández La Guerrita195 (FOTO 5) como Dolores Pretel Lolita196 y otras pertenecientes a la cuadrilla de Señoritas toreras (foto 6) que hicieron campaña en nuestro país entre 1897 y 1904, aproximadamente.

FOTO 5

FOTO 6

Ibidem., ficha Nº 290.-Ignacia Fernández “La Guerrita”. Actuó al lado de Ponciano Díaz en Tenango del Valle, Edo. de Méx. hacia 1897. Fuente: Acervo fotográfico “Culhuacán” dependiente de la Dirección de Monumentos Históricos del INAH y, Fototeca del INAH (Archivo “Casasola”). Ex-convento de san Francisco, Pachuca, Hgo. 196 Ibid., ficha Nº 1268.-Cuadrilla de señoritas toreras. Matadoras: Dolores Pretel “Lolita” y Emilia Herrero “Herrerita”. Banderilleras: Rosa Simó, Encarnación Simó y Dolores Prats. Se presentó en México desde 1897. Esta hermosa y evocadora imagen, fue lograda por los importantes fotógrafos J. y G. Valleto. Fuente: Colección Diego Carmona Ortega. 195


La mano y el pincel, o el pintor y la escuela.

Respecto a la perspectiva, podemos apreciar hasta tres planos, ella la señorita torera en el primero; sacerdote197 y hacendado en segundo. Campo, horizonte y los enamorados, el tercero. Precisamente el campo es una imagen en la que abunda la vegetación y existe un cielo azul plagado de nubes en escena por demás todo un símbolo de declaración del romanticismo… mexicano. En cuanto a la línea y estilo, podrían tratarse de trabajos elaborados por Félix Parra o Manuel Serrano. Lamentablemente, al no aparecer un registro autógrafo en dicho óleo, es difícil estimar su procedencia, pero las líneas y los trazos me permiten sugerir a ambos creadores, aunque me inclino más por el primero que por el segundo. Dicha obra, sigue en alguna medida, el modelo de los apuntes de Gustavo Doré, sobre todo en aquel denominado El triunfo del espada que asume una actitud triunfal en la plaza, levantando la mano izquierda con la montera y afirmando su posición mesiánica con la mano derecha a modo de guerrero triunfador. El traje que porta la señorita torera del óleo aquí analizado, presenta, además, una aplicación de bordados ligeros, golpes o “machos” apenas insinuados, que permiten pensar más en recoger el diseño implantado en alguna obra teatral, de las varias que se representaron con este tema en los principales escenarios de la ciudad de México, que en el propio destinado a ser un auténtico traje de luces para su uso en el ruedo. ¿De qué posibles obras teatrales se recogería dicho modelo? Allí está una nómina interesante198 y que puede ser imaginada, bajo los siguientes títulos: -La perla de Andalucía, El torero y las lindas malagueñas, Juguete del señorito y la maja, La macarena, Manolas y toreros después de la corrida, El andaluz y la mexicana, El torero y la mexicana, Majas y toreros…, entre otras que no fueron registradas. Es curiosa la presencia –intermediaria- del sacerdote. Su actitud displicente, sentado a la mesa, ¿es la de un elemento de la iglesia en común acuerdo con la posible relación de la pareja o un simbólico obstáculo para las pretensiones del caballero y la señorita torera? 198 Maya Ramos Smith: El ballet en México en el siglo XIX. De la independencia al segundo imperio (1825-1867). 1ª edición, México, Editorial Patria, S.A. de C.V., Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y Alianza Editorial, 1991. 360 pp. Ils., grabs. (Los noventa, 62). Véase: Apéndice IV. REPERTORIO DE BAILE (1841-1867), p. 331-349. 197


Al son de alguna melodía que sale de esa guitarra del fondo, donde el intérprete pretende a la mujer que aparece a su lado, sólo alcanzamos a oír lo que muy seguramente se escuchaba en aquellos años de inestabilidad política, misma que se diluía en escenas campestres como la que ahora admiramos, en esta imagen de

donde la amartelada pareja se solaza en ilusiones, o quizá construyendo quimeras bajo los compases de La Declaración de M. Rizo:

Música que se acompaña de estos ingenuos versos:


Como puede apreciarse, la labor no fue nada fácil, si para ello entendemos que tratándose de un anónimo, lo demás es echar mano de la mera subjetividad y un buen criterio capaz de entender el contexto reunido en este maravilloso material de origen mexicano. Textos e imágenes de: José Francisco Coello Ugalde Doctorante en Historia Noviembre de 2004.


6.-EN EL “BUSCAPIÉ”: UN ATAQUE SEVERO A DOS MUJERES TORERAS QUE ACTUARON EN MÉXICO EN 1865. Hoy, que está de moda el abierto y deliberado ataque a las mujeres por parte del secretario del Trabajo, Carlos Abascal Carranza, el señor que trabaja en la Sacristía del Trabajo (y parece que no ha entendido que es en la Secretaría del Trabajo donde despacha), el asunto a tratar en estas notas, pudiera alimentar más aún sus ímpetus misóginos. Desde luego que no será así. Solo se trata de un capítulo histórico curioso. La nota de "El Buscapié" que aquí se reproduce, no puede ser más evidente. A la actuación del primero de enero de 1865, que debió ser bastante destacada, en la que alternaron "una mujer orizabeña" y "otra mujer peruana", integradas a la cuadrilla de Bernardo Gaviño, una como picadora, la otra como banderillera, el éxito debió obligar a repetirlas el domingo 12 de febrero. Lamentablemente no se repitió la historia, y hasta resultó contraproducente, pues, conforme a lo nota del redactor de este "periódico rojo, satírico y burlesco...", ambas fueron un fiasco rotundo. Gaviño, hombre dado a la alternancia, o mejor dicho, a manejarse con un criterio incluyente, no dudó en agregar en su "trouppe" la presencia de dos féminas que, o le causaron una muy buena impresión, o estaban causando algo destacado, como para ganarse ese privilegio. Lamentablemente no pudieron prosperar sus aspiraciones, puesto que el resultado no pudo ser más evidente, e incluso debieron haber tenido que poner tierra de por medio para evitar más escándalos. Las mujeres en la vida de Bernardo Gaviño, como en la de cualquier gran torero de fama, pero más aún, las mujeres con virtudes de valor, dispuestas a salirle al toro, fueron asunto que se dio con cierta frecuencia en su trayectoria como "capitán de gladiadores" o "jefe de cuadrilla", dispuesto no solo a montar un espectáculo clásico, sino el que fuera capaz de romper con las ortodoxias más cerradas. Y así como estuvieron estas damas en su cuadrilla, también se incluyeron "locos" en ambas funciones, fenómeno que iba siendo cada vez más frecuente y que puede comprobarse tanto en la cartelería como en las fuentes hemerográficas que han sido consultadas. La indignación de quien redactó la reseña de esta tarde destaca el hecho de que fue poco edificante para las mujeres asistentes, el hecho de que actuaran tanto la orizabeña como la peruana con fracaso de por medio, "enardeciendo los ánimos...", que llegaron en varios de los casos a los puñetes. Si además la vestimenta de ambas mujeres no fue del todo propicia para la ocasión, se


les confundió con un "Mas-cu-at" vestido de hembra, "Mas-cu-at" debe haber sido algún personaje de las obras teatrales que estaban de moda entonces, y cuya figura debe haber estado cercana a lo estrafalario. Peor fue el epíteto que lanzó otro aficionado: "que son orangutanes hábiles, y ahora debían de hacer una representación las señoras en toda forma, que de esta, estoy seguro no se burlarán los periódicos". Vaya que sí fue un auténtico escándalo en de la tarde del 12 de febrero. La súplica final de parte del enviado de "El Buscapié" fue la de un encargo a la empresa para presentar un espectáculo digno, para evitar desgracias como las de las lámparas de kerosene que en esos días estaban causando, según los rumores en el ambiente, "enfermedades terribles tales como aneurisma, hidrofobia y otras muchas". Si la empresa, al enviar "unos billetes" (o boletos, para mejor entenderlo y no someter dicho término a la suspicacia) a la redacción de "El Buscapié" buscaba resarcirse de todo mal, es porque o pretendía tener contento al mencionado periodista o para avisar que la siguiente función borraría todo aquel mal momento que pasaron los aficionados, la tarde torera de aquel invierno de 1865 en la plaza de toros del "Paseo Nuevo". Es hora de pasar a leer lo que de manera íntegra se escribió en EL BUSCAPIE. PERIÓDICO ROJO, SATÍRICO Y BURLESCO; ILUSTRADO CON CARICATURAS, T. I., México febrero 16 de 1865, Nº 3. TOROS.El domingo último tuvimos el gusto de asistir a la función (mediante notre argent) e impulsados por varias personas del bello sexo, le vamos a decir cuatro palabras a la empresa de los cuernos. Las cosas que se presentaron a torear, no son pertenecientes al bello sexo que son cosas movibles y estas son la ironía de las mujeres, con lo cual en lugar de que el público se divierta, no hace más que enardecer los ánimos, que haya discusiones y como soluciones lógicas de ellas, puñetes. De un grupo que estaba cerca de nosotros oímos esta discusión: -Esto es un engaño! Nos han puesto a Mas-cu-at vestido de hembra. -No, decía otro, que son orangutanes hábiles, y ahora debían de hacer una representación las señoras en toda forma, que de esta, estoy seguro no se burlarán los periódicos. Encargamos a la empresa nos amenice tanto las tardes venideras, pues en lugar de divertirse se asusta el público puede haber muchas desgracias, pues hemos tenido noticias que así como las lámparas de Kerosene se quedan las gentes estupefactos, con semejantes cosas como las del domingo, producen enfermedades terribles, tales como aneurisma, hidrofobia, y otras muchas. Sabemos que la empresa quiere darnos una sorpresa mandándonos unos billetes y creemos que la función estará muy buena.

Vaya pues con la curiosidad. Ahora bien, ¿Qué fue de ambas “toreras”? Desconozco su destino, pero nunca más se volvió a saber de ellas.

México, D.F., 30 de marzo de 2001.


7.-INUSITADO ENCUENTRO CON IGNACIA RUIZ: TORERA Y ATRACANTE. Detrás de este retrato, que es uno de los cientos, quizá miles que recogen los registros penitenciarios de la segunda mitad del siglo XIX mexicano, se encuentra la afortunada mujer que un día probó la gloria de manera efímera y hasta compartió las palmas con el más importante torero que desarrolló fuerte hegemonía por cincuenta años. Me refiero a Bernardo Gaviño, quien vistió el traje de luces la friolera de 704 ocasiones. A continuación presento una muestra de auténtica curiosidad, que será el motivo del presente análisis.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 19 de febrero de 1865. Dos arrogantes toros de Atenco por la cuadrilla de Bernardo Gaviño y mojigangas como la travesura campestre de tres toros para el coleadero, entre otros entretenimientos. El programa dice: “1º.-Dos arrogantes toros de Atenco por la cuadrilla de Bernardo Gaviño. “2º.-La lid de un becerro por la compañía de mujeres, el que después de picado, banderillearán a caballo “La Limeña”, en competencia con Ignacia Ruiz “La Barragana”. “3º.-El segundo becerro, después de picado, será banderilleado por Victoriana Gil, parada en una silla. Enseguida se lanzará el becerro y será jineteado por la ranchera Antonia Gutiérrez. “4º.-Se procederá a la gran travesura campestre de tres toros para el coleadero. “5º.-Lidia del tercer toro de muerte por la Cía. de Gaviño. “6º.- y último.-Toro embolado”.199

Es una lástima que quien un buen día alcanzó el reconocimiento popular, otro lo cambiara por el desprecio que la sociedad tuvo al encontrarla culpable de robo. La que un día se integró a la interesante relación del protagonismo femenino en los toros, sumándose a nombres como los de: Victoriana Sánchez, Dolores Baños, Soledad Gómez, Pilar Cruz, Refugio Macías, Ángeles Amaya, Mariana Gil, María Guadalupe Padilla, Carolina Perea, Antonia Trejo, Victoriana Gil, Antonia Gutiérrez, María Aguirre "La Charrita Mexicana" y la española Ignacia Fernández “La Guerrita”, a lo largo de la segunda mitad del siglo antepasado, no es ahora más que una simple y desgraciada delincuente que tiene que dejarse retratar, cubrir con el rebozo la poca o mucha vergüenza que podía mostrar ese rostro moreno, de rasgos indígenas y cuyo nombre y

199

Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España. 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. T. I., p. 170.


remoquete juntos, recuerdan el de alguna célebre suripanta o “margarita” decimonónica dedicadas a las muchas y variadas formas de ejercer el efecto del amor…, aunque fuera comprado. Identifíquese. Me llamo Ignacia Ruiz, me dicen “La Barragana” Estoy aquí por robo. Apenas unos pocos años atrás probé fortuna en los toros, aunque sin demasiada suerte, pero la vida me ha llevado por senderos sinuosos que no siempre resultan ser los mejores. Desgraciada de mí que hoy enfrento la sentencia de usted, señor ministro, a quien pido clemencia, la necesaria para no padecer más penurias. El Juez parece decirnos: Ese rostro aparenta inocencia pero también un dolor que tuvo que tragarse la –ahora sí- inconmovible mujer que cometió el delito de que se le acusa. Al parecer, su caso fue muy controvertido, ya que para Eduardo Ruiz, a la sazón secretario del Chinaco Vicente Riva Palacio, juarista a ultranza-, la tal Barragana era patriota y no maleante, en tanto que para Pablo Robles –también de tendencia liberal y republicano-, sólo era una marimacho feroz, sanguinaria y carente de propósitos libertarios.200 Por aquellos años, con caminos infestados de bandidos, no faltaban también algunas asaltantes. Tal es el caso de “un” maleante solitario que cada semana atracaba la diligencia que iba a Morelia hasta que, calcula Khevenhüller en su “Diario”-, juntó una buena suma de dinero y decidió cometer su última fechoría, en la cual reveló su identidad al perplejo grupo de pasajeros: ¡era una mujer y la pistola que utilizaba en sus robos estaba descargada! Otro caso es el de la Carambada, que operaba por los alrededores de Querétaro y que, cometida su fechoría, “esgrimía la pistola en una mano y se descubría un pecho con la otra. “Mira quién te despojó”, gritaba con entusiasmo, lo que era todo un ataque contra el machismo. 201 El hecho demuestra que eso de los toros no se le dio a Ignacia Ruiz como sí ocurrió con Lupe “La Torera”, de ahí que tuviese que delinquir para sobrellevar la vida en medio de

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Orlando Ortiz: Diré Adiós a los señores. Vida cotidiana en tiempos de Maximiliano y Carlota. México, Santillana Ediciones Generales, S.A., de C.V., 2007. 291 p. (Punto de lectura, 402), p. 46. 201 Op. Cit., p. 45-6. Además: Pablo Robles: Los plateados de tierra caliente. México, Dirección General de Publicaciones y Bibliotecas / SEP y Premiá editora, 1982. (La Matraca, 8).


sus limitadas circunstancias. Ese es en buena medida, otro de los reflejos de la necesidad movida por la pobreza. En el intenso quehacer de la investigación, de pronto aparece este interesante retrato 202 que de buenas a primeras me ha causado una curiosidad más allá de lo normal. Y una vez más me lleva a la confirmación de que una parte del gremio taurino es muestra cabal en donde pululan delincuentes de baja estofa o se hace notar otro sector por su fuerte carga de analfabetismo e ignorancia. Ahora bien, la pregunta que sigue aquí es en relación a su alias: “La barragana”. ¿”Barragana” de quién? La fotografía del último tercio del siglo XIX tuvo entre otras funciones, la de un registro sobre aquellos personajes de la sociedad cuyo destino de pronto los tuvo frente a situaciones ingratas, tales como el robo, el asesinato, la prostitución. En el caso de Ignacia Ruiz quedó la “mancha” de haber sido acusada de robo, aunque hasta el momento no ha sido posible confirmar si en los registros sobre prostitución, y debido a su seudónimo confesado, también aparece algún retrato que confiere como en el caso, el uso de una escenografía en la que quedan registrados varios componentes: a)La extracción social de donde proviene el acusado (el caso de “La Barragana”, nos refleja el de una mujer humilde, puesto que el rebozo es prenda distintiva de aquellas, a diferencia de los vestidos de grandes vuelos entre las de dudosa reputación que además en auténtico desparpajo, luces sus encantos). b)Aquí se emplea una silla. En el caso de las prostitutas, aparecen algunas columnas y pedestales como elemento de decoración, sin faltar los telones de fondo. El control que debió tener la autoridad sobre aquellos personajes nos lleva a pensar que, haciendo el uso pertinente del estereotipo fotográfico que imperaba por entonces, no podía romper con ciertos moldes, esquemas o modelos establecidos, de tal forma que ello nos permite conocer la delincuencia en cartes de visite estilizadas hasta donde lo permitía el decoro. Vago y efímero podría resultar el texto que ahora empiezo a rematar, pero es que el hallazgo no pudo ser más afortunado. Conocer a los personajes que rondaron cerca de

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Se encuentra en el fondo Felipe Teixidor del Archivo General de la Nación. Autor no identificado. México., ca. 1870. Impresión a la albúmina 4 x 2.5 pulgadas.


otro gran protagonista del toreo en México como lo fue Bernardo Gaviño me llena de gusto por el hecho de que este valioso retrato se une a la ya amplia iconografía que con todo y las circunstancias que se desprenden de él, nos permite acercarnos a otro más de los personajes de ese largo periodo taurino encabezado por el diestro de Puerto Real. Aunque caras vemos…

Arturo Aguilar Ochoa: La fotografía durante el imperio de Maximiliano. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1996. 191 p. Ils., fots. (Estudios de fotografía, 1).


8.-LOS TOREROS... HEMBRAS. En nuestros tiempos, cuando existe una peligrosa opinión masculina al respecto de lo que las mujeres deben hacer o decidir sobre su cuerpo, relacionando todo esto con el aborto, tema de difícil exploración, porque emana un espíritu misógino extremadamente radical, no puede ser la excepción el hecho de que también muchos hombres, incluidas algunas mujeres seguramente tradicionalistas, y cuyo sentido común no es congruente con la realidad, hacen que se viva un debate sobre el hecho del papel que el sexo femenino tiene en el toreo, protagonizando diversas actuaciones y vistiendo, en consecuencia el traje de luces. Tal es el caso de Raquel Martínez, torera mexicana que ha sido desplazada y relegada por ese tipo de opinión. Más tarde apareció en escena Cristina Sánchez y, aunque demostró tener la capacidad para enfrentar el acoso, este fue más efectivo que sus personales propósitos, por lo que tuvo que tomar la difícil decisión de retirarse, forzada, también porque en la medida de las pocas oportunidades no podía desarrollar su técnica y su estética de tal forma que se emparejara con el ritmo que los del sexo masculino sí iban acumulando, sin enfrentar demasiados obstáculos. Ello no es nada nuevo. El presagio de la decadencia moral y las costumbres durante el porfiriato, era el resultado –entre otras cosas-, de la presencia de “marimachos”, homosexuales, o de mujeres dedicadas a realizar actividades, consideradas propias de los hombres. De ese modo, un periódico de la época como es El Arte de la lidia, año III, México, domingo 9 de enero de 1887, Nº 11, emitió al respecto de este asunto la siguiente nota: Los toreros... hembras. Parece mentira que nos hallemos en el último tercio del siglo XIX. Nada está en su lugar, todo el mundo parte por camino distinto del que debe seguir. Decimos esto, ante la aparición de astros de la tauromaquia, del género femenino. La Fragosa, La Espartera, La Garbancera, La Servanta, La Navarra, Carmen Lucena y otras que, conceptuando que es igual dar muerte a un berrendo, que zurcir un par de calcetines, se han lanzado a los redondeles abrazando una profesión tan impropia del sexo con que la naturaleza las dotó. Tiempo hace, y no poco, que el toreo no se toma e serio; no se mira la importancia del riesgo que corren los hombres a él se dedican, y se cree que dejándose doce o catorce dedos de pelo en un mechón, arrancando del hueso occipital, ya es lo bastante para poder vestir de luces y decir en calés, colmados y tabernas. -Yo soy torero. ¡Qué engaño tan lamentable! ¿Cuántas y cuán diferentes condiciones se necesitan para poder decirlo y probarlo ante la apiñada muchedumbre de una plaza de toros? Cuánto es necesario hacer para demostrar que todo se hace a conciencia, que lo que se practica, obedece a principios fijos, y que el salir victorioso de una corrida que


es un rato de buen humor de la Providencia, que da la mano a tal o cual desventurado, a quien muchas veces el mal querer de desalmados amigos obliga a vestir la ropa que tantos maestros tardaron en llevar y que tan justa estuvo a los mismos en tantas ocasiones. El permitir en un redondel la presencia de una mujer, es el desprecio absoluto de su sexo, la mujer tiene en el mundo otra misión que cumplir que la de sortear reses y matar añojos; tiene el del orden moral de su domicilio, las labores propias de su sexo, la educación de sus hijos en el temor de Dios, y considerar que su misión sobre la tierra se es otra que fomentar la familia y no andar errante de circo en plaza, expuesta a los dicterios de las masas, que no reparan ni ven más allá de que sus deseos se satisfagan, cueste lo que cueste, y caiga quien caiga. Aun recuerdo la infortunada matadora Martina García, aquella mujer anciana, casi decrépita que todas las veces que salía a torear, si no tenía la suerte de matar por cualquier parte al becerro, caía al suelo con la cara tinta en sangre, y en brazos de cuatro asistencias, que la trataban como si fuese un caballo herido, sin respetar la menor de las conveniencias, era conducida a la enfermería de la plaza y acostada como un meco en uno de los hules de los catres de curación. Una vez ha toreado en Madrid La Fregosa, su estreno fue unas contusiones tremendas, ocasionadas en la cara, que la obligaron a retirarse a la enfermería con el maxilar inferior casi partido. Otra, su rival, La Espartera, tuvo también necesidad de abandonar el redondel por haber sufrido de una grave cortadura. Si hombres duchos y experimentados en tan ruda faena sufren contratiempos de importancia, ¿qué no ha de ocurrir a seres débiles que no han nacido para la pelea, sino para el afecto y la tranquilidad? Gran parte de culpa tienen, y sentimos decirlo, las autoridades que conscientes y firman carteles de toros y novillos en que dichas desventuradas figuren, haciéndolo en perjuicio del arte, que requiere un poco más de formalidad y atención; pues cuando se trata de un espectáculo que por su índole puede costar la vida a un hombres, más atendible, si no tanto, será, que se respeto la de una débil mujer. Foméntese en buena hora la afición a los toros; salgan muchos y buenos toreros que practiquen con las reses las más arrojadas suertes; créense, si el espíritu y la marcha del siglo lo permiten, escuelas de tauromaquia; pero nunca jamás se permita que las mujeres abracen la profesión del toreo; humillando para ellas, denigrante para el que las ve, y que revela tan poca compasión en el que permite que se exhiban en los circos taurinos esas desgraciadas, a quienes ciega la ignorancia o la falta absoluta de sentido común. Hora es, pues, de que esos espectáculos desaparezcan de las plazas de toros, y de que las autoridades gubernativas no autoricen ningún cartel en que se haga pasar al público un mal rato, en vez de proporcionarle su solaz más o menos grande, dentro de su diversión favorita, el arte taurino. EL TIO CAPA.

Para que se entienda el sentido de lo que hace un momento hemos leído, es necesario comprender que en aquella época, se llegó a manejar la idea de que la mujer poseía una menor capacidad en medio de su debilidad, docilidad y sumisión. El extremo fue que opinaran que la mujer tenía un cráneo más pequeño que el hombre, por lo que entonces, sus pensamientos no podían quedarse más que en casa. Los mensajes y opiniones se dirigían a señalar que sus limitaciones (las de la mujer en el porfiriato) eran tremendas. Parece que la epístola de Melchor Ocampo se respetaba y cumplía, como se respeta y se cumple “fielmente” hasta hoy. Y nada hay nuevo bajo el sol. Entre 1827 y 1834 estuvo de visita por nuestro país el viajero alemán Eduard Mühlenpfordft, quien en su obra Ensayo de una descripción de la República de México, referido especialmente a su geografía, etnografía y estadística, editado en Hannover en 1844, nos descubre una interacción cultural entre los descendientes de los conquistadores y de los conquistados.


En las líneas que siguen, apunta la asimilación de conductas originales de los primeros por parte de los segundos: Entre los indios más prósperos observé ocasionalmente una costumbre notable, con la que al parecer se buscaba resaltar la condición especialmente elevada del varón, del señor de la casa; él come solo, en una cama bien provista de colchón, cojines, sábanas y cobijas. En cambio, la mujer, los hijos y demás personas toman sus alimentos en la cocina o en algún otro cuarto (...) En estas casas la mujer muestra una sumisión total ante el varón y nunca habla de éste sin llamarlo “el amo”. No sé si ésta ya era una costumbre entre los antiguos indios o la aprendieron de los españoles, que con frecuencia veían y trataban a sus mujeres indígenas o de color como seres de clase muy inferior.

Este párrafo alude a una diferencia de comportamientos según el nivel social de los indios y refleja una estratificación no siempre registrada por otros observadores de la comunidad indígena de esos años, quienes solían hablar de ésta como de un todo compacto, sin contrastes al interior. Lo que sí es patente, -según anota José Enrique Covarrubias-, es una percepción de la síntesis cultural acarreada por la historia, que de esta manera no queda exclusivamente representada por los mestizos sino también por los indios. Esta aguda conciencia de Mühlenpfordft sobre las transformaciones sociales y culturales de la población autóctona me parece notable y la extraño, por cierto, en muchos defensores actuales de la indígenas, quienes hablan del indio actual como si fuera el mismo de hace 500 años. 203 Como vemos, de ese tiempo a esta parte, poco ha cambiado la reflexión que sobre la mujer y sus “puntos débiles” se tiene al respecto de su participación abierta y decidida en actividades de la vida pública. Por lo tanto, debo decirles que estoy a favor de la presencia femenina en el toreo. La mujer ha tenido que enfrentar demasiadas calificaciones que minimizan su capacidad, una capacidad que ha podido demostrar en otros oficios, no solo en la casa, “con que la naturaleza las dotó”, como dice “El Tío Capa”. En el término de los iguales ha logrado colocarse en el ámbito profesional, pero el hecho de que no guste como un protagonista más en la fiesta de los toros, es porque seguramente absorbe o desplaza el sentido de rudeza, agresividad y demás adjetivos de la brutalidad que maneja sin dificultad el hombre. Si el asunto tuviera que ver con el hecho de que rebaja la imagen que para el torero tiene el traje de luces, no veo una razón clara

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José Enrique Covarrubias: VISIÓN EXTRANJERA DE MÉXICO, 1840-1867. 1. EL ESTUDIO DE LAS COSTUMBRES Y DE LA SITUACIÓN SOCIAL. Mühlenpfordft, Sartorius, Fossey, Doménech, Biart y Zamacois. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, 1998. 180 pp. (Serie Historia Moderna y Contemporánea, 31)., p. 28.


que explique tal situación que sí razonan los prejuicios, logrando poner un tupido velo de contradicciones en la reflexión menor de quienes no se atreven a reflexionar con la mente y no con las vísceras. Este seguirá siendo un tema polémico y me parece que las mujeres que pretendan arriesgarse siguiendo los pasos a Raquel Martínez, Cristina Sánchez o Mari Paz Vega, tendrán que enfrentar el pensamiento primitivo de quienes no aceptan incorporarse por consecuencia, al pensamiento moderno.

El Universal Taurino, México, D.F., T. III, N° 95, del 7 de agosto de 1923.

POST SCRIPTUM Termino con una reflexión, quizá reiterada, pero necesaria: Ha sido imposible desterrar el dogma misógino, que más que dogma parece ser estigma, parece entrañar como entraña la marca de fuego y esta se hunde en una muy sospechosa actitud de aceptación, pero no de convencimiento. Convencimiento de la equivocación que ha dejado un patriarcado que navega incluso desde épocas muy primitivas, haciendo a un lado a la mujer, convirtiéndola en utensilio, artículo de placer y de desprecio ante sus enormes facultades que me empeño en ponerlas a la par que los hombres en una sociedad de iguales.


9.-UNA MISMA MUJER: DOS SUERTES DISTINTAS. Soledad Baños, Ignacia Ruiz “La Barragana”, -¿acaso “Lupe” la “Torera”?-. ¿Quién habrá sido esa enigmática mujer ilustrada en la cabecera de algún cartel para anunciar la próxima corrida de toros celebrada en San Pablo o en el Paseo Nuevo, allá por la quinta o sexta década del siglo XIX? Soledad, Ignacia o Guadalupe. O Soledad Gómez, Ángela Amaya, Antonia Trejo, Mariana Gil..., el caso es que una de ellas quedó plasmada en interesante recreación donde dos son las suerte que ejecuta con gracia y donaire, debido a la pluma –ya de Campillo, ya de Iriarte-: la muerte simbólica con una banderilla y la colocación de un par de adornados palitroques desde un barril. Es evidente ese toque femenino, delicado en los movimientos recogidos. El vestido nos recuerda aquella graciosa imagen que Enrique Fernández Ledesma recogió en su memorable y curioso libros La gracia de los retratos antiguos. Allí aparece una dama criolla vestida con traje español, para un baile de fantasía en 1867. Rica mantilla de Almagro, falda de gros perla con blondas de encaje de Chantilly, cenefa de raso sujeta con pasamanería y zapatillas de felpa bordada. Entre ese y este vestido hay enormes semejanzas, de la, nuestra protagonista, estrecha la figura en esa cintura sometida a los corsés agobiantes. Luego, más allá del recato un atrevido escote (o que de atrevido se tenía en esa época), junto al de la espalda. En la suerte simbólica se le ilustró con olanes amplios en tanto que en banderillas esa parte del vestido lleva mangas cortas y estrechas. En ambos aspectos, va tocada con una peineta sencilla. Pie pequeño y valor de leona. Enfrentarse a toros como los de la figura no era cualquier cosa, y menos en una mujer, que ligadas a actividades no muy bien vistas por algún sector de la sociedad, levantaba sospechas. Me llama la atención la forma pecular en que ella toma la muleta, para consumar la suerte fingida. En esa época todavía no se utilizaba como hoy, el estaquillador y es, en todo caso, la continuidad de aquella muleta primitiva que conocemos en las ilustraciones de la época de “Pepe Hillo” o Montes. Este instrumento, tal y como se montaba, deben haberlo seguido utilizando muchos de los diestros de la segunda mitad del XIX, hasta que –fruto de alguna soterrada evolución- sufrió las necesarias reformas o actualizaciones,


bajo el criterio de tratados y Tauromaquias, cuyo discurso silencioso y anacrónico hacía su labor respectiva, influyendo entre la torería.

ESCENA TAURINA reproducida en un cartel de mediados del siglo XIX. Fuente: MEXICAN ART & LIFE. Abril, 1939.


10.-JUANA BERMEJO, IGNACIA FERNÁNDEZ O SOLEDAD GUERRA, LAS TRES CON EL SOBRENOMBRE DE “LA GUERRITA”, PERO SÓLO UNA ESTUVO EN MÉXICO. Las cuatro fotografías que ilustran estas páginas, nos presentan a una mujer que por sí misma, refleja el sentido de una extraña visitante que estuvo en nuestro país, en las postrimerías del siglo XIX. Para empezar, llama la atención el siguiente dato: El Universal, T. XVII, 3ª. Época, de sept-oct. De 1890, Nº 202 recoge una nota sobre una corrida de toros efectuada en Zacatecas. 30 de noviembre. “Ayer se dio una corrida en la que banderilló dos veces y mató dos toros “La Guerra”, una mujer española”. (También actuó en Guadalajara, el 21 de noviembre de 1897, alternando con El Ecijano, quienes lidiaron ganado de Cuisillos. Ella se enfrentó a dos toretes. A uno lo remató de un pinchazo y una estocada y al otro de una sola estocada. La aplaudieron con frenesí y le arrojaron bastante dinero. Nota de El Toreo. Semanario Ilustrado, año III, Nº 2 del 29 de noviembre de 1897). También lo hizo en la plaza de San Bartolo, Naucalpan, el 8 de diciembre de 1897, alternando con El Señorito, en la lidia de toros de la Vaquería de Atenco. La novedad de la corrida fue la presentación de la torera española Ignacia Fernández La Guerrita, que estoqueó dos becerros que jugaron en 3º y 4º lugar. Es tan valiente como lo puede ser cualquier torero. Al primero lo mató como Dios le dio a entender y el 2º lo dejó vivo. Para novilladas de chufla está de primera. (El Toreo. Semanario Ilustrado, año III, Nº 4, del 13 de diciembre de 1897). ¿De quien se trata entonces? Aquí tenemos tres nombres distintos y un mismo sobrenombre. Por eso, al ocuparme de Juana Bermejo, Ignacia Fernández o Soledad Guerra, surge la enorme duda sobre quien de las tres fue la verdadera mujer que posó para el fotógrafo W. Scott en el improvisado estudio del que salió directamente a la plaza, seguramente una tarde del mes de enero de 1898, para actuar al lado de Ponciano Díaz, en la plaza de toros de Tenango del Valle, en el estado de México. Nuestras conclusiones apuntan a la persona de Ignacia Fernández “La Guerrita”, quien vino a probar fortuna por estas latitudes. ¿Cómo comprobarlo?


Según Emilia Boado y Fermín Cebolla en su libro Las señoritas toreras, publicado en Madrid el año de 1976, nos dicen que en 1898, Ignacia Fernández fue contratada en México, y decide quedarse en nuestro país, “porque pagaban mejor”. Dieciocho años permaneció en la tierra charra, ganó mucho dinero y cosechó cinco cornadas tremendas, hasta retirarse en junio de 1910. ¿Es entonces “la Guerra”, aquella mujer española que actuó en Zacatecas en noviembre de 1890, la misma que aparece alternando con Ponciano Díaz en 1898 y la que citan los dos autores anteriores, como la que permanece en México hasta por dieciocho años? Concluyo diciendo que sí, puesto que ninguna otra mujer española visita este país, sino hasta cuando aparece la cuadrilla de “Señoritas toreras” la tarde del 20 de febrero de 1898 en la plaza de toros de “Bucareli” en estos términos: 6 toros y toretes de muerte de Tepeyahualco. Estreno en México de la notable cuadrilla de Señoritas Toreras. 4 toretes de Tepeyahualco. Matadoras: Dolores Pretel “Lolita” y Angela Pagés “Angelita”. 2 toros de Tepeyahualco, lidiados por una cuadrilla que capitanean los dos auxiliares de las SEÑORITAS TORERAS, matando los dos toros el valiente diestro José Huguer MELLAITO. Luego, en 1902 y 1904, respectivamente surgieron otras dos cuadrillas, una que se presentó en la plaza de toros “Chapultepec” la tarde del 25 de diciembre de 1902, cuando se presenta la nueva “Cuadrilla de Señoritas Toreras”. Matadoras: Dolores Pretel “Lolita” y Emilio Herrero “Herrerita”. Cinco toretes de San Diego de los Padres. Banderilleras: Rosa Simó, Encarnación Simó y Dolores Prats. ¡Un lleno total! Mucho gustó toda la cuadrilla y todas ellas fueron aplaudidas de continuo por los entusiastas espectadores. “Lolita” mató de un estoconazo al tercero de la tarde y le dieron una oreja. Luego, en el siguiente novillo, salió montada en un garboso caballo, vestida ya no de luces sino con falda de terciopelo negro, chaqueta corta y un calañés en la cabeza, para clavar lucidamente algunos rejoncillos. (H. Lanfranchi).

Y la que actuó en la plaza de toros “México” de la Piedad, en novillada extraordinaria para el viernes 1º de enero de 1904. Presentación de la cuadrilla de SEÑORITAS TORERAS. 5 toretes de San Diego de los Padres. Lidiadoras: Emilia Herrero “Herrerita”, Isabel Guerro “Joseita”. Sobresaliente, Josefa Molas “Pepita”. Gran novedad! Rejoneo en bicicleta por “Pepita”. Ignacia Fernández, en las tres fotografías muestra un traje a la usanza de la época, ¿acaso obispo y negro con chaleco en oro?- donde predominan los golpes prolongados, con unas hombreras que tienen remates que parecen cascadas. Una montera cuyos


“machos” muestran un perfil refinado, si se trata de entender que quien diseñó aquella “prenda” lo hizo pensando en el toque femenino, no tan tosco como lo llevan los matadores. No falta el listón, a modo de barbiquejo o barboquejo con el que solían amarrar la montera para mejor comodidad, o cuando sin brindar, realizaban la faena tocados de aquel añadido, para lo cual debían afianzarse bien de él y no perderlo en un trance difícil. Su capote de paseo, más bien austero en los bordados. Y las poses, ¡por Dios! ¡Cuánto de delicado hay en ellas! Perdida la mirada en ésta, citando para banderillas en aquella o recargando la mano en la de más allá, lista para ser autografiada. El “estudio”, improvisado a cual más, pero con un toque tan mexicano que el tapete o “petate”, la cortina de fondo y hasta la piel disecada de lo que parece ser un gato montés, desempeñan el escenario perfecto de tres fotografías que quedaron inscritas para la posteridad. La última de ellas, presenta a una Ignacia Fernández madura, que en nada aparenta la presencia torera de los años mozos. Más bien, puesto el delantal, en espera de los días finales de la existencia, en actitud serena, tranquila que ocultan las glorias pasadas, pareciendo recordar sus hazañas acumuladas en México, desde aquella jornada en Zacatecas, hasta sus últimas apariciones, en junio de 1910. No hay duda, Ignacia Fernández es “La Guerrita”, modelo de femineidad en el toreo, muestra cabal de la capacidad de otras tantas mujeres, hoy en día representadas en el toreo por Raquel Martínez, Cristina Sánchez y Mari Paz Vega, suficiente soporte que se afianza en el territorio todavía cerrado por parte del sexo masculino, pero que reconoce y le da cada vez más un lugar de privilegio, a la mujer en los toros.


11.-MARÍA AGUIRRE “LA CHARRITA” MEXICANA, FUE EN EL SIGLO XIX UN “GARBANZO DE A LIBRA”. El 30 de diciembre de 1963, muere María Aguirre La Charrita Mexicana. Cerca de cumplir un siglo de vida, habiendo nacido en 1863, le dedico a continuación la siguiente semblanza. María Aguirre (1865-1963) decidió seguir una línea poco común en cuanto a la presencia que la mujer tuvo en México a finales del siglo XIX, asumiendo y haciendo suyo por tanto un papel protagónico donde la podemos ver participando activamente en quehaceres al parecer solo privativos del sexo masculino en eso de montar a caballo y realizar suertes arriesgadas. Había estupendas actrices, cantantes, autoras, pero una que se distinguiera manejando las riendas, sentada al estilo de las amazonas, y colocando un par de banderillas a dos manos, como lo muestra el impecable grabado de José Guadalupe Posada, francamente era un “garbanzo de a libra”. De ahí que la “Charrita mexicana” escalara rápidamente hacia una cima, en la que, si no se mantuvo por mucho tiempo, lo hizo en cambio con bastante consistencia.

José Guadalupe Posada. Un par de banderillas a caballo colocado por “La Charrita mexicana”. Grabado en relieve de plomo. Fuente: Carlos Haces y Marco Antonio Pulido. LOS TOROS de JOSÉ GUADALUPE POSADA. México, SEP-CULTURA, Ediciones del Ermitaño, 1985.


Esposa en primeras nupcias con Timoteo Rodríguez.204 El “acreditado artista” Timoteo Rodríguez era un consumado gimnasta, que para eso de los “trapecios leotard, el bolteo en zancos o los grupos piramidales” en que participaba no tenía igual, pues era de los que arrancaban las palmas en circos como el de la INDEPENDENCIA, ubicado en la calle de la Cruz Verde Nº 2. Precisamente, el admirable vuelo conocido con el célebre nombre LEOTARD, fue la última invención de este, suerte ejecutada por un solo individuo en dos trapecios, lo cual “causa admiración y sobresalto ver al artista salvar tan largas distancias cual lo puede hacer solo un ave”. A la muerte de este, ocurrida luego de padecer una cornada el 10 de marzo de 1895 y en la plaza de Durango, festejo a beneficio de su esposa, cornada que le causó un toro de Guatimapé. Por alguna razón, que llamaría descuido, se declaró la gangrena con tal rapidez que 4 días después falleció el que fue acróbata y torero al mismo tiempo. Curada la herida de la primera viudez, María casó una vez más, ahora con el cubano José Marrero, quien ostentaba el remoquete de “Cheché”. Este era otro torero de la legua, por lo que pronto se entendieron. Ambos continuaron sus andanzas, sobre todo al norte del país, sin dejar de hacerlo también en más de alguna plaza del centro del país. La vigorosa ejecución de tan arriesgada suerte, el buril firme y seguro de Posada hacen que el resultado de la colocación de ese par a dos manos desde el caballo, siga levantando carretadas de ovaciones, a más de un siglo de haber ocurrido. Cuarenta años después, una guapa peruana recuperó –con otro estilo- la presencia femenina en los ruedos. Me refiero a “Conchita” Cintrón, de la cual se guardan gratos recuerdos. Una calavera le fue dedicada en 1894 así: La Charrita. La cojió un toro de Atenco al poner las banderillas y al caerse del caballo se deshizo la Charrita.

María actuaba como amazona en el circo “Toribio Rea”, donde conoció a Timoteo Rodríguez, casándose con él hacia 1885. Montaba de amazona y ponía los dos palos a la vez, con una mano, a la media vuelta. 204


María Aguirre “La Charrita Mexicana” en una de tantas imágenes ya en plena época madura. La Lidia. Revista gráfica taurina. México, D.F., 26 de febrero de 1943, Año I., Nº 14.

Un año más tarde, la prensa trataba su caso en los siguientes términos: Con motivo de un posible viaje por parte de María Aguirre a España, el Suplemento a El Enano, Madrid, del 18 de julio de 1895, p. 4, expresaba lo siguiente: De El Arte de la Lidia, de México: “Es un hecho que en este año, emprenderá viaje a España con el objeto de trabajar en las principales plazas de la Península, la popular y aplaudida Charrita mexicana, María Aguirre de Marrero. En su viaje le acompañará su esposo el valiente matador de toros José Marrero “Cheché”, quien piensa tomar la alternativa en Madrid para después regresar al país”. Ya verá la Charrita y ya verá Cheché que aquí los cornúpetos no son de Guanamé.

Todavía, a principios de siglo XX, María Aguirre seguía actuando con cierta frecuencia, hasta que su nombre poco a poco fue perdiéndose… Con los años, algunas publicaciones periódicas, como Revista de Revistas la “desempolvaron” del olvido, trayendo desde aquel territorio, y en varias entrevistas de nuevo a la “palestra” a quien fuera famosa amazona, esposa de dos toreros, Timoteo Rodríguez y José Marrero, a quienes vio morir con motivo de percances en el ruedo con muy pocos años de diferencia. Así, la valiente “charra” fue soportando la vida, hasta que, llegado el año de 1963 y casi con un siglo de vida, terminaron sus días, rodeados de recuerdos y amarguras…


12.-EN LOS TOROS, LA MUJER SE INSCRIBE SEGURA PARA PROPORCIONAR LO MEJOR DE SU EXPRESIÓN. Desde la creación del mundo, la mujer ha tenido un papel determinante y protagónico, cuyo fondo y trasfondo han forjado con su presencia y su influencia lo mejor de la sociedad. Sin ella, muchos valores humanos no serían posibles. Motivo de inspiración y de amores; del arrebato y la guerra. Vienen a este apunte los históricos episodios de Cleopatra y Florinda la Cava. E. H. Carr importante historiador nos refiere en su libro ¿Qué es la historia? un pasaje sobre la Causación en la historia donde encontramos lo siguiente: La otra fuente de la agresión debe buscarse en el arcano de la nariz de Cleopatra.205 Es la teoría según la cual la historia consiste en rasgos generales, en una serie de acontecimientos determinados por coincidencias fortuitas, y tan sólo atribuibles a las causas más casuales. El resultado de la batalla de Actium206 no se debió a las causas que suelen exponer los historiadores, sino al encantamiento amoroso en que Cleopatra tenía a Antonio (...)207 Es descortesía gratuita hacia la belleza de Cleopatra sugerir que el enamoramiento de Antonio no tenía causa. La conexión entre la belleza femenina y el enamoramiento masculino es una de las secuencias de causa y efecto más regulares que observamos en la vida cotidiana. (...) qué es con exactitud lo que hace la nariz de Cleopatra en las páginas de la historia. Y Montesquieu le responde: “Si una causa particular, como el resultado accidental de una batalla, ha reducido un Estado a la nada -escribió en su obra acerca de la grandeza y la decadencia de los romanos- es porque había una causa general que hizo que dicho Estado pudiese hundirse con una sola batalla”.208

205

Cleopatra VII (69-30 a. de C.) Última reina de Egipto, perteneciente a la dinastía de los Ptolomeos. Lucha por el trono de Egipto contra su hermano, Ptolomeo XIII, en una guerra civil, en el año 51 a. de C. Cuando llega Julio César a Egipto, se une a él y derrota, con su ayuda, a su hermano. El 46 a. de C. viaja con Julio César a Roma, con quien vive hasta el asesinato de éste el 44 a. de C., año en que regresa de nuevo a Egipto. Cuando Marco Antonio alcanza el poder de las provincias orientales de Roma, Cleopatra marcha a entrevistarse con él en Asia Menor, con el fin de mantener la independencia de Egipto. Cleopatra se casará con Marco Antonio el 37 a. de C., lo que hace que éste pierda mucha popularidad en Roma. Tras la batalla de Actium, Cleopatra se suicidará, junto con Marco Antonio en Alejandría. Egipto pierde su independencia como reino y se convierte en provincia del Imperio bajo César Augusto, el vencedor de Actium. 206 Actium. Nombre de un promontorio rocoso, situado en la costa de Acarnania, en el NO de Grecia, donde tuvo lugar la batalla en que Marco Antonio fue vencido por César Augusto el 2 de septiembre del 31 a. de C. Tras la derrota, Marco Antonio y Cleopatra huyeron a Egipto, donde se suicidaron. Egipto pasó a ser una provincia romana. La batalla de Actium señala el fin de la guerra civil en la antigua Roma y el inicio del Imperio de César Augusto. 207 Marco Antonio. (h. 82 a. de C.-30 a. de C.) General romano, líder político y compañero de Julio César en el triunvirato del año 43 a. de C. Procedente de una noble familia, fue nombrado comandante de caballería en Palestina y Egipto, poco antes de participar con Julio César en la Guerra de las Galias. En el 49 a. de C. fue tribuno y apoyó a Julio César ante el Senado y en la guerra civil que mantuvo contra Pompeyo (49-46 a. de C.). Tras asumir el control de la parte oriental del imperio, visitó Alejandría y se convirtió en amante de la reina de Egipto, Cleopatra. Regresó a Roma y se casó con Octavia, la hermana de César Augusto. El 37 a. de C. marchó a Siria, divorciándose de Octavia, al tiempo que estableció una alianza militar con Cleopatra y rompió con César Augusto y el triunvirato. Las fuerzas de César Augusto derrotaron al ejército conjunto de Marco Antonio y Cleopatra en la batalla de Actium el 31 a. de C. Cleopatra y Marco Antonio regresaron a Alejandría, donde se suicidaron. 208 E.H. Carr: ¿Qué es la historia? 10a. edición. México, Planeta/Seix Barral, S.A., 1981. (Ciencias Humanas, 245). 217 pp. (pág. 131-38).


Y es que la nariz de Cleopatra fue un accidente que modificó el curso de la historia. Por lo que vemos, el encantamiento de tan arrebatadora mujer originó cambios significativos en el destino de los hechos ocurridos en la batalla sostenida en Actium. Así también nos vamos a encontrar con un asunto semejante referido de manera por demás sugerente y atractiva, por José Alameda en su libro La pantorrilla de Florinda y el origen bélico del toreo209 alrededor de Florinda la Cava de la que dice: Florinda la Cava, hija del conde don Julián. Su aventura con el rey don Rodrigo fue causa de la invasión de España por los árabes. Y el nombre de “la bañista imprudente”, como le llama graciosamente Gautier, ha quedado en la leyenda, contribuyendo sin duda al sedimento de escepticismo, que hace cantar al hombre del sur de España coplas como ésta: Una mujer fue la causa de su perdición primera, que no hay perdición de hombre que por mujeres no venga.210

Sorprendida en el baño por Rodrigo quien, escondido detrás de una cortina admiraba no solamente desnuda a Florinda, sino que esta, aprovechando la delicia del agua que acariciaba su cuerpo, mediase su pierna, su “pantorrilla” de la que, seguramente tuvo para sí comentarios que el mismo Rodrigo debe haber aprobado desde las alturas de la torre en que se encontraba. Y el propio Alameda, apoyado en una visión proporcionada por Teófilo Gautier se concreta en opinar que el episodio de “la bañista imprudente”, “no le viene mal al amanecer histórico de una colosal tragedia”. Dice Gautier: ¡Ved en lo que se fundan los grandes acontecimientos! Si Florinda hubiese tenido la pantorrilla poco formada y la rodilla fea, los árabes no hubieran ido a España. Desgraciadamente, Florinda tenía el pie pequeño, los tobillos finos y la pierna más blanca y mejor formada del mundo. Rodrigo se enamoró de la bañista imprudente y la sedujo. El conde Julián, padre de Florinda (gobernador de Andalucía), furioso por aquel ultraje, traicionó a su país para vengarse y llamó a los moros en su ayuda. Rodrigo perdió aquella famosa batalla de la que tanto se habla en los romanceros (...) Fue una idea absurda la de colocar un baño de doncellas delante de la torre de un rey joven.211

La presencia de dos mujeres tan significativas como Cleopatra y Florinda la Cava dejan asomar un preludio que significó para cada una, distintos acontecimientos de ordenes mayores. Para el caso de Florinda -que es el que más se acerca a nuestro entorno temático-, estalla, para bien o para mal, con influencia de ella o no, la histórica “guerra de los ocho siglos” de la que referiremos algunos pasajes más adelante. 209

Carlos Fernández Valdemoro, seud. José Alameda: La pantorrilla de Florinda y el origen bélico del toreo. México, Editorial Grijalbo, 1980. 109 pp., ils., retrs. 210 Op. cit., p. 37. 211 Ibidem., p. 32-3. La cita está tomada de la obra de Teófilo Gautier: Viaje por España. Prólogo de M. Vázquez Montalbán. Barcelona, MATEU, 1971. 366 pp., p. 182.


Aquí esa posible relación habida entre la presencia femenina en actos con fuerte carga acrobática y mitológica.

¿Qué más presencia de la mujer puede haber desde la antigüedad que “La Diosa de las Serpientes”, o la “Sacerdotisa del Minotauro” o las mujeres acróbatas que ejecutaban suertes tan difíciles pero eficaces que saltar “al trascuerno” evitando un percance que hubieran podido provocar los descomunales pitones de aquellas reses sagradas? Incorporada desde la mitología con un papel protagónico importante, la mujer tiene tanta trascendencia como el hombre en actos que, per se llevan implícito el riesgo de sus vidas. Y justamente, la forma en que mujeres y hombres han expuesto sus cuerpos al riesgo de un percance desde tiempos tan remotos como los referidos aquí nos sugiere el profundo rito que se ha constituido desde entonces y hasta hoy, contando con todos sus cambios y modificaciones en los que uno y otro, hombre y mujer se han ubicado cada quien en sitios determinados o no por la circunstancia temporal. Bajo estas últimas apreciaciones la mujer tiene desde entonces una participación directa en la tauromaquia. Este ejercicio de siempre ha tenido connotaciones de bárbaro, cruel y


sangriento. Durante la guerra de los ocho siglos el toro sirvió como pieza de práctica permanente afinándose así los aspectos bélicos de la conflagración. Después de esta guerra (726-1492) el giro de lo bélico a lo estético surtió efecto y el espectáculo con todo su esplendor se apoderó de la plaza pública. Los caballeros buscaban en el contexto mismo de las suertes un lucimiento, pero también el favor de una sonrisa, de una mirada femenina.

Cuadrilla de señoritas toreras. Registro fotográfico tomado en el gabinete de Valleto. Matadoras: Dolores Pretel “Lolita” y Emilia Herrero “Herrerita”. Banderilleras: Rosa Simó, Encarnación Simó y Dolores Prats. Se presentó en México desde 1897. Fuente: Colección Diego Carmona Ortega.

Poco a poco el toreo llegó a la entraña del pueblo y muchos personajes surgieron como nuevos héroes populares para darle a esa nueva expresión del toreo de a pie, la circunstancia que fue punto de partida dentro de la expresión que hoy acaricia el cambio de milenio.


De mujeres en los ruedos mexicanos contamos con antecedentes que se remontan a fines del siglo XVIII, precisamente en fiestas celebradas en la plaza de toros "El Volador" dedicadas en noviembre de 1785 al Exmo. Sor. Dn. Bernardo de Gálvez, virrey de toda la Nueva España y Capitán General. Y como don Bernardo se propuso condescender con el pueblo: En este mismo día en la Mañana en un Virloche con presteza suma se vido la Persona mui Galana del Conde Galvez qe. como una pluma volava de la Plaza el pavimento como las Aves cruzan pr. el viento.

Es Manuel Quiróz y Campo Sagrado autor de los Pasajes de la Diversión de la Corrida de toros por menor dedicada al Exmo. Sr. Dn. Bernardo de Gálvez... 1786, y gracias al trabajo de Salvador García Bolio212 es posible conocer en detalle los hechos de noviembre y diciembre de 1785, donde actuaron en 22, 23 y 24 de noviembre dos, cuatro y seis mujeres respectivamente. El veinte y dos siguieron las corridas de Toros dando al Publico contento Se vieron dos Mujeres aplaudidas al mirarlas torear con tanto aliento pues fuertes Amazonas les entregaban al toro Sus Personas.

Sin embargo, los esfuerzos del señor virrey por ganarse una popularidad hasta entonces desconocida, mancillaba, por no decir, prostituía, la alta dignidad del Conde de Gálvez. Nos dice Carlos María de Bustamante: ¿Qué es esto de dar gusto al populacho en barullo para girar en un quitrín en derredor de la plaza de toros como pudiera Nerón en la de Roma para ganar aplausos? ¿Qué sentarse al lado de una mujerzuela banderillera, con agravio de la decencia pública, ya en el de su misma esposa que lo presenciaba?213

Sin comentarios. Durante el siglo XIX están: Victoriana Sánchez, Dolores Baños, Soledad Gómez, Pilar Cruz, Refugio Macías, Angeles Amaya, Mariana Gil, María Guadalupe Padilla, Carolina Perea, Antonia Trejo, Victoriana Gil, Ignacia Ruíz "La Barragana", Antonia Gutiérrez,

212

Salvador García Bolio y Julio Téllez García: Pasajes de la diversión de la corrida de toros por menor n

a

n

dedicada al Exmo. Sor. D . Bernardo de Gálvez vir-rey de toda la Nueva Esp. Cap. Gral (1786) de Manuel Quiros y Campo Sagrado. México, edición privada, 1989. 50 pp. Facs. (Cuadernos Taurinos, 4). 213 Andrés Cavo, S.J.: Los tres siglos de México durante el gobierno español hasta la entrada del ejército trigarante, continuación de la obra del Padre (…). México, 1852.


María Aguirre "La Charrita Mexicana" y desde luego, la española Ignacia Fernández “La Guerrita”. De las toreras que han actuado en nuestro país, se tiene noticia de una española apodada “La Reverte”, más valiente que muchos toreros; de la famosa Rita González “La Pola”, que actuó en la plaza de toros de San Pablo; de Ángela Amaya, que ejecutaba todas las suerte del toreo, y María Gil que banderilleaba en competencia con aquélla: toreras que desde el 12 de marzo de 1857 fueron presentadas en nuestra metrópoli por Bernardo Gaviño; y de Dolores Sánchez “La Fregosa”, que surgió en 1885, siguiéndola en tal oficio posteriormente, “La Garbancera”, “La Belgicana”, “La Guerrita” y otras.

Cuadrilla de Señoritas Toreras, que vinieron a México a finales del siglo XIX. Fotografía probablemente tomada por C.B. Waite. En: La Fiesta. Semanario gráfico taurino, Nº 127. México, D.F., 26 de febrero de 1947.

En 1894 el crítico taurino Mariano Armengol “Verduguillo”, organizó la Cuadrilla de Señoritas Toreras en que figuraron las matadoras Dolores Pretel “Lolita” y Ángela Pagés


“Angelita” y las banderilleras Rosa y Encarnación Simó, María Pagés y Francisca Vargas “Paquita”. Debutaron el 10 de marzo de 1895 en Barcelona, y contratadas por el empresario don Gonzalo Quílez vinieron a México, dando su primer becerrada con toretes de Tepeyahualco, el 20 de febrero, en la plaza de Bucareli, auxiliadas por los diestro José Huguet “Mellaito”, José Vargas “Negrito” y Sandalio Fandós. Luego, en la plaza de toros Chapultepec vuelven a repetir, justo el 25 de diciembre de 1902 anunciándose como la “cuadrilla que se fundó en Barcelona, España, en 1894 y desde entonces hasta la fecha, ha toreado con éxito más de 400 corridas en las principales plazas de toros de ESPAÑA, FRANCIA, PORTUGAL y MÉXICO”. Esa ocasión, además de la “Lolita” intervino Emilia Herrera “Herrerita”. Como se ve, el auge de las mujeres toreras era ya una realidad. A su regreso a España se les puso veto para torear a las mujeres, siendo el principal opositor el famoso “Guerrita”. Se disolvió la cuadrilla. Lolita contrajo matrimonio con el novillero Eduardo Serrano “Gordito”.

ESCENA TAURINA reproducida en un cartel de mediados del siglo XIX. Armando de María y Campos. Los toros en México en el siglo XIX, 1810-1863. Reportazgo retrospectivo de exploración y aventura. México, 1938.

Las mujeres toreras a caballo, datan del año 1818. Hacían el “despeje” de la plaza; desmontaban de sus cabalgaduras y ejecutaban diversos bailes en el ruedo antes de principiarse la corrida. Y tomaban parte en las pantomimas y mojigangas taurinas.214 Podemos ver con curiosidad el hecho de que muchas toreras actuaron en México 214

Véase: José M. Álvarez: AÑORANZAS. El México que fue. Mi Colegio Militar. (En bibliografía).


durante la centuria pasada. Pocas opiniones -por no decir que ninguna- son las que nos llegan hasta nosotros para conocer lo que la prensa dijo de ellas en su momento. Algunos grabados que ilustran los carteles a mediados del XIX las presentan como refinadas señoritas con vestidos muy elegantes, clavando banderillas o pasando de muleta; o quizás señalando un puyazo de maravilla. Pero hasta ahí se limitan los testimonios. En otra parte de este panorama veremos, por ejemplo, las andanzas de María Aguirre quien se destacó durante una época que permitió su presencia, y no digo “permitió” como una condicionante, sino porque era posible cuando el espectáculo gozaba de una intensidad y de una búsqueda permanente por lo nacional. La “Charrita mexicana” gozó de un cartel envidiable, alternando con Ponciano Díaz, eje de un periodo que transitó de las demostraciones típicamente mexicanas a las del rigor establecido con la incorporación del toreo de a pie, a la usanza española y en versión moderna por parte de un grupo de toreros hispanos que se toparon con la oportunidad de renovar el ambiente tauromáquico mexicano. Y aún así, Ponciano y “La Charrita” se sublevaron, siguieron sosteniendo en “rebeldía” la bandera de una expresión que si bien, terminaría por desvanecerse en definitiva, pero que con su fuerza y con un radio de influencia y de acción lo suficientemente fuertes el público continuó disfrutando de sus quehaceres, en medio de ciertas realidades que ya no ajustaban con la nueva moda impuesta; aceptada de facto por una afición concientizada gracias a ese nuevo amanecer en el toreo de fines del siglo XIX. Con esa nueva expresión también llegó la mujer vistiendo el traje de luces y cumpliendo con todas las formalidades establecidas por un espectáculo en el que “el torero” ha sido protagonista esencial. Ignacia Fernández “La Guerrita” en fugaz visita por nuestro país alternó con el torero de Atenco en un mano a mano, y se le puede admirar en algunas fotografías obtenidas por C. B. Waite o W. Scott en lo que probablemente sea la plaza de Tenango del Valle, o quizá la de Santiago Tianguistenco, allá por 1897. La presencia de la mujer en el toreo como expresión estética o artística ha tenido, de siempre un papel importante. Ya vimos que es tan valiente como cualquier torero que se compromete con la vida y con la muerte, en los instantes del mayor peligro frente al toro. Pero también su imagen ha sido motivo para ser retratada en los cientos, quizás miles de


carteles que nos recuerdan más de alguna tarde torera. En nuestro país, hubo a principios de siglo una “tiple” de fama, llamada María Conesa que, si no dedicó su actividad propiamente al espectáculo taurino, estuvo muy cerca y hasta tuvo la oportunidad de retratarse junto a un célebre toro, llamado BONITO de Arribas, Hnos. Corrían los primeros días del mes de febrero de 1908, en los corrales de la plaza el Toreo de la Condesa, el también famoso torilero Miguel Bello se encargaba de cuidar, acariciar a ese estupendo, bien presentado y bello animal que, por su sola presencia causaba admiración. Acudió la diva quien no quiso desperdiciar el momento, conservándose hasta dos fotografías que hoy son una auténtica curiosidad.

Col. del autor.

Juanita Cruz, María Cobián “La Serranita” y también Conchita Cintrón fueron “ídolos” en su momento. De Conchita Cintrón, no podemos olvidar sus creaciones literarias: ¿Por qué vuelven los toreros? y Aprendiendo a vivir, en las que encontramos, por encima de todo, el carácter humano, de sufrimiento y de gozo también, que tienen todos aquellos que pueden enfrentar en vida, la muerte de un lance torero. María Luisa Garza escribió en 1922 el libro titulado Los amores de Gaona. San Antonio, Texas, E.U.A.215 Curiosamente quedó firmado con el seudónimo de LORELEY. Independientemente de lo que cualquier torero puede despertar en cuestiones 215

María Luisa Garza (LORELEY, seud.): LOS AMORES DE GAONA. San Antonio, Texas, E.U.A., Art Advertising Company, 1922. 112 p.


sentimentales y amorosas (Gaona tuvo consigo una aureola especial, cargada, lo mismo de su relación con la Moragas, tiempo después del escándalo con la Noecker), fue el mismo “indio grande” quien se encargó de aclarar que “los únicos amores intensos, verdaderos, son los de mi madre y de mi hijo; estos son los que realmente constituyen la razón de la vida y la felicidad de la mía”. Bajo esa realidad, María Luisa Garza deja esta novela como evidencia del carácter abierto en el que una escritora puede ingresar al género literario-taurino, que, como se ve, ya no se encuentra limitado a la creación femenina.

Patricia Mc Kormick, torera norteamericana. Col. del autor.

No debemos olvidar aquí a Josefina Vicens, autora del LIBRO VACÍO,216 quien por los años cuarenta firmaba colaboraciones en Sol y Sombra y Torerías como PEPE FAROLES. Ocupó la dirección general de TORERIAS, revista que se codeaba con publicaciones como La Lidia o El Redondel. Torerías contaba con un contenido que abarcaba casi en su totalidad las noticias taurinas, complementadas por las de espectáculos y variedades. Sin embargo, Josefina Vicens no mostró ambición en cubrir secciones importantes. Reducía su actividad a notas

216

Josefina Vicens: El libro vacío. México, Ediciones Transición, S.A., 1978. 230 p.


cortas donde establecía su opinión sobre los hechos del momento y sus protagonistas. Además, de vez en vez publicada algún interviú acompañado del reportaje gráfico donde el fotógrafo buscaba no excluirla, haciéndola aparecer junto a sus entrevistados. Aficionada a los toros, supo luchar en momentos de difícil apertura a favor de la mujer y tan lo logró, que se hizo cargo de la publicación ya mencionada. En aquel entonces sobresalían junto a ella Esperanza Arellano "Verónica" y Carmen Torreblanca Sánchez Cervantes.

De nuevo la “matadora” Patricia Mc Kormick. Col. del autor.

PEPE FAROLES es el seudónimo que ocultaba a Josefina Vicens, futura creadora que logró alcanzar alturas insospechadas. ¿Por qué emplear ese sobrenombre como lo hizo en su momento sor Juana, al tener que asumir a la sociedad masculina y así ingresar a la Universidad?


Carmen Madrazo Solórzano es una autora admirable que en sus libros: Cornadas al viento, La última tarde, pero sobre todo en El rey del temple encontramos el sello nostálgico que no puede faltar en las páginas de su creación llena de anécdotas, pasajes familiares, de todo un mundo que giró en torno a ella, para pintarnos una época hermosa de la que no reniega. Antes al contrario, la exalta y la recrea para trascenderla a nuestros días, sin pizca de dolorosos y amargos sinsabores, error que no cabe en sus excelentes trabajos. Esperancita Arellano, mejor conocida como “Verónica” fue otra gran escritora taurina, que publicó excelentes colaboraciones en el Universal Taurino y Toros y Deportes. De visión muy crítica, se convirtió en una autoridad en la materia, estando sus escritos a la altura de cualquier otro colaborador, en una época que exigía calidad, y donde el estilo depurado de escribir abundaba, lo que permitió a la afición un aprendizaje, por añadidura. En nuestros días la labor de Rosita Rivera dejó huella en las páginas de OVACIONES, puesto que sus perfiles biográficos o técnicos aparecidos cada miércoles, los esperábamos con ansia para conocer, entre la anécdota y el recuerdo también, lo que fueron y significaron toreros de otras épocas. Asimismo, una de las mujeres más activas en estas lides, es, evidentemente, Ana Mari Miñón, hija del recordado periodista José Miñón “Toriles”, la cual sigue la misma escuela de su señor padre, y domingo a domingo, en sus transmisiones por radio, nos deja sin habla por el valor que a veces les falta a otros y a ella, de manera franca, le sobra. Crítica en sus apreciaciones, no deja a veces, títere sin cabeza, pero no por un sistemático procedimiento de hostigamiento o fastidio. Antes al contrario, busca con cada observación despertar el interés y la crítica razonada para valorar mejor un espectáculo que pretende digno, gallardo, hermoso. Shanik Berman y Más cornadas da el hombre representan el vivo y sabroso “cachondeo”, la insinuación alburera, pero fina que puede darse al darle una interpretación al toreo. Ella es una mujer arriesgada, rebelde, desinhibida, pero inmediata a la explicación de lo que significa para el pueblo una tradición que no solo es rigor, seriedad y hasta solemnidad. Encontramos en sus actitudes mucha heterodoxia que todavía no asimilan los “tradicionalistas” que podrían tacharla de hereje. Sin embargo, su


belleza y su cuerpo nos invitan a convertirnos de pronto en bravo toro dispuesto a embestir en el terso capote de su mirada, y en la muleta de sus ojos. Y ya no digo más al respecto de la estocada... En la actualidad se encuentra trabajando por y para el espectáculo una nueva generación de mujeres que, con grandes esfuerzos, buscan dignificar al espectáculo, enriquecerlo también si la tarea es intelectual. De ese modo vemos muy activas lo mismo que a Marisol Fragoso y Cynthia Fernández periodistas, que a la Lic. Patricia Mendoza funcionaria del Centro de la Imagen, o Carmen Parra, pintora.

“Caballero en plaza”. Óleo sobre tela. Obra de Rosana Fautsch Fernández.

No acabo todavía de imaginar que los toros, con todo el significado masculino que ostenta y alterado por valores machistas y hasta misóginos deje lugar para la mujer inteligente, misma que se ha ido incorporando con fuerza en un espectáculo que ya da cabida a sus capacidades que pueden compararse a la de todos aquellos participantes en el quehacer artístico y literario, cuyo bagaje tan amplio es capaz de comprenderlo todo. Y en ese todo, la mujer se inscribe segura para proporcionar lo mejor de su expresión. Ya no sólo es la belleza, es también su inteligencia.


13.-JOSEFINA VICENS: DETRÁS DE LA NOVELISTA, UNA GRAN AFICIONADA A LOS TOROS. La vida de Josefina Vicens se aglutina en escasas, pero no por ello, notables producciones literarias. El libro vacío (1958) es su obra mayor. Los años falsos (1982) completa el trabajo novelístico. “Petrita” un cuento y los guiones cinematográficos “Los perros de Dios”, así como “Renuncia por motivo de salud” la colocan en un sitio exclusivo entre los grandes creadores del siglo XX en México.

Aquí tienen ustedes a Josefina Vicens. Col. del autor.


En apretada biografía podemos anotar que nació en Villahermosa, Tabasco el 23 de noviembre de 1911. Mujer inquieta como pocas logra abrazar las causas sociales siendo decidida su participación a favor de los derechos humanos; en el Departamento Agrario, en la Confederación Nacional Campesina y luego como cineasta, por lo que ocupó la presidencia de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas. También fue miembro vitalicio del Sindicato de la Producción Cinematográfica. Muere el 22 de noviembre de 1988. Solo por explorar un pequeño pasaje de El libro vacío -antes de pasar a describir una actividad poco conocida en ella- vale la pena dejarnos llevar por el vértigo de su emoción al escribir; emoción que proyecta en José García, el protagonista de la obra: Mi mano no termina en los dedos: la vida, la circulación, la sangre se prolongan hasta el punto de mi pluma. En la frente siento un golpe caliente y acompasado. Por todo el cuerpo, desde que me preparo a escribir, se me esparce una alegría urgente. Me pertenezco todo, me uso todo; no hay un átomo de mí que no esté conmigo, sabiendo, sintiendo la inminencia de la primera palabra. En el trazo de esa primera palabra pongo una especie de sensualidad: dibujo la mayúscula, la remarco en sus bordes, la adorno. Esa sensualidad caligráfica, después me doy cuenta, no es más que la forma de retrasar el momento de decir algo, porque no sé qué es ese algo; pero el placer de ese instante total, lleno de júbilo, de posibilidades y de fe en mí mismo, no logra enturbiarlo ni la desesperanza que me invade después.

Y bien, ¿de qué actividad poco conocida estoy hablando? Resulta que Josefina Vicens, allá por los años cuarenta firmaba colaboraciones en Sol y Sombra y Torerías como PEPE FAROLES. ¿Cronista taurina? Ni mas ni menos. Y no sólo eso. Ocupó la dirección general de Torerías, revista que se codeaba con La Lidia o El Redondel, por ejemplo.


Aquí, dos muestras de su quehacer cotidiano en Torerías. Col. del autor.


Josefina mantuvo en su revista una línea crítica, con un formato que iba en semejanza con La Lidia, publicación de la que era director Roque Armando Sosa Ferreiro, teniendo entre su grupo de colaboradores al recordado Dr. Carlos Cuesta Baquero. Torerías sustentaba su contenido en noticias taurinas, complementadas por las de espectáculos y variedades. Sin embargo, Josefina Vicens no mostró ambición en cubrir secciones importantes. Reducía su actividad a notas cortas donde establecía su opinión sobre los hechos del momento y sus protagonistas. Además, de vez en vez publicada alguna interviú acompañada del reportaje gráfico donde el fotógrafo buscaba no excluirla, haciéndola aparecer junto a sus entrevistados.

Portada de un número de Torerías. Col. del autor.

Aficionada a los toros, supo luchar en momentos de difícil apertura a favor de la mujer y tan lo logró, que se hizo cargo de la publicación ya mencionada. En aquel entonces sobresalían junto a ella Esperanza Arellano “Verónica” y Carmen Torreblanca Sánchez Cervantes. PEPE FAROLES es el seudónimo que ocultaba a Josefina Vicens, futura creadora que logró alcanzar alturas insospechadas. ¿Por qué emplear ese sobrenombre como lo hizo en su momento sor Juana, al tener que asumir a la sociedad masculina y así ingresar a la Universidad?


Josefina Vicens mantuvo la idea de que los toros es una actividad metafísica en la que el hombre se atavía con todo lujo y se prepara a encarar su cita con la muerte. Muerte es aniquilamiento, muerte es la danza de una belleza efímera llena de precisión, donde además, se juega con ella para salvar la vida. Por eso, la síntesis de la tauromaquia que ella pudo ver está en la vida que se matiza de riesgos y de una temeridad que quizás iba en armonía con su forma de ser. No acabo todavía de imaginar que los toros, con todo el significado masculino que ostenta y alterado por valores machistas y hasta misóginos dejara lugar para una mujer inteligente, que supo enfrentar el riesgo, y además demostrar que no cedía un ápice en sus esfuerzos por demostrar su afición hasta los extremos ya vistos en esta pequeña retrospectiva inédita de su vida. He ahí, una nueva y desconocida faceta de la Vicens, mujer ejemplar.


ADEMÁS:



14.-LA POESÍA TAURINA ESCRITA POR Y PARA MUJERES MEXICANAS. Hasta hace un tiempo, se tenía la idea equivocada de que la única mujer que había escrito poemas alusivos al tema de los toros era Sor Juana Inés de la Cruz. Esta afirmación me la hizo un día la apasionada, como apasionante actriz y poeta Elia Domenzáin, quien también ha escrito al respecto. Mi respuesta fue más allá de la sola “Décima musa”, al afirmarle que junto a ella se encontraban otras, pero cuyas obras no han sido divulgadas en forma general. Así que, para dar una muestra del significado que tiene la inspiración femenina en los toros, me parece oportuno recoger, de mi trabajo inédito Tratado de la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI”, ambiciosa compilación que he reunido de 1985 a la fecha en poco más de mil páginas, aquellos materiales que dan respuesta, en lo general, a aquella impresión que se llevó la Domenzáin cuando tuvo oportunidad de hacer la revisión de todo ese compendio. Darse cuenta de que no sólo es sor Juana Inés de la Cruz la única autora novohispana fue toda una sorpresa para ella, misma sorpresa que comparto con todos ustedes.

Don Bernardo de Gálvez, Conde de Gálvez era entusiasta aficionado a los toros, pero también un “don Juan”, pues esta señorita torera le quitaba el sueño. Fuente: Antonio Navarrete. TAUROMAQUIA MEXICANA, Lám. Nº 12. “Señoritas toreras”.


1747

Rondemos por el tiempo, encaminémonos a paso acelerado por las calles saturadas de la historia y detengámonos ahora frente a una puerta la que, al abrirse, descubre a doña María Teresa Medrano quien nos entrega el siguiente soneto: En la proclamación de Fernando VI Del caos informe el dedo soberano a luz saca las obras en seis días; porque sólo en un seis las mayorías puede ostentar el resto de su mano. No sin oculto al parecer arcano muestra en España iguales bizarrías, cuando en Fernando sólo monarquías de un senario Perfecto forma ufano. La Monarquía Española, al mundo entero ya en perfección numérica compite, pues de Fernandos es el sexto esmero: Y porque más su innúmero acredite, como Dios se remite a lo primero, a sus obras Fernando se remite.217

José María de Cossío: Los toros. Tratado técnico e histórico. Madrid, Espasa-Calpe, S.A. 1974-1997. 12 v., T. II., p. 267. 217

Salvador Novo: Mil y un sonetos mexicanos. Selección y nota preliminar por (...). 3ª ed. México, Editorial Porrúa, S.A., 1971. 253 p. (“Sepan cuantos...”, 18)., p. 73.


1841 Tres veces suena el clarín: ¡atención!, la señal se oye Tres veces suena el clarín: ¡atención!, la señal se oye, se dilata la caverna, y con muda expectación la gente que hincha el circo abre la boca en todas partes. Surge con salto formidable el poderoso bruto y, mirando salvajemente, huella con pie inquieto la arena, sin lanzarse ciegamente al enemigo. Con su testuz amenazante apunta a todas partes y dispone su ataque, sacudiendo inquietamente la cola enfurecida, y sus ojos fulguran chispas...218 1843 A N… EN LOS TOROS. Encanto de mis ojos Ángel hermoso fuiste, Y al alma apasionada Con magia seductora embebeciste, Mientras la plebe inmensa alborozada Brutal gozo sentía, Viendo en la lid a la indomable fiera Que con el hombre su furor medía. Ya no es de aquel momento La inspiración ardiente Que con su influjo al pecho estremecía: Cesó la turbación que robó al alma Aquel instante de azarosa calma. Yo recuerdo tan solo Que al mirar, ¡oh mujer! tu faz divina Huiste a mis ojos sorprendente y bella Como la luz de estrella matutina; Hermosa y apacible Como la linfa pura Del cansado arroyuelo Que dibuja tendido en la llanura El precioso zafir del claro cielo; Modesta y candorosa Como la blanca rosa, Que en el rico pensil no muestra ufana Ni el ardiente carmín que a otra colora, Ni las perlas que guarda en la mañana Llanto feliz de la rosada aurora. Un numen pareciste De inspiración y precursor de amores; Ángel de compasión en los dolores, Bálsamo grato al corazón del triste. Absorto en tu belleza Me encumbré a una región do no veía La triste realidad que me envenena, Y que a veces sombría Se opone a mi ventura, Y los instantes del placer convierte En gotas de amarguísima dulzura.

218

Madame Calderón de la Barca: La vida en México, durante una residencia de dos años en ese país. 6a. edición. Traducción y prólogo de Felipe Teixidor. México, Editorial Porrúa, S.A., 1981. ("Sepan Cuántos...", 74)., p. 58-59.


Allí no vi sino tu rostro bello, Purísimo destello Del Dios que te formó, mujer divina. Así mi pecho se sintió agitado Y se grabó tu imagen peregrina Cual reflejo en el piélago rizado Su blonda luz la estrella vespertina. ¡Ah! Por qué no te ví dentro de un templo Levantando hacia el cielo tu mirada Y entre gratos perfumes y armonía Orar entusiasmada? ¡Por qué no te adoré cuando en el alma Se derrama el placer sublime y puro, La religiosa calma Que al hombre tranquiliza, Y hace que olvide el porvenir oscuro?..... Mas no, te ví en el mundo Circundada de galas y de amores Respirando tal vez el soplo inmundo Con que halagan los falsos amadores. Y a mi vez no resiste La blanca flor el corrompido aliento Ni el furioso Aquilón, que su alba frente Nació para hacerme al soplo blando Del céfiro amoroso Que en el recinto hojoso De la floresta umbría Bebió de los jazmines la ambrosía. Yo recuerdo también aquel instante En que esquivaste el congojado rostro Del polvoroso circo do luchando El indomable toro con la muerte Vacila y cae, y muerde el polvo inerte. ¡Cuán bella en tu semblante La compasión se vía! ¡Qué insensato al mirarte no sintiera La misma pena que a tu pecho hería! Y en tanto el lidiador que triunfó ufano, Sanguinario y gozoso se recrea En escuchar al pueblo que inhumano E imbécil su barbarie clamorea. México, junio 18 de 1843. Lucio. (Escrita para el Siglo XIX).219 1889 A mi distinguido amigo el popular diestro mexicano Ponciano Díaz (Con motivo de su viaje a España) Antes de que te ausentes caro amigo, antes que partas de tus patrios lares; escúchame por Dios, lo que te digo, en estos de amistad tiernos cantares. ¿Por qué vas a partir? ¿Cuál es tu anhelo? Laureles mil, ya ciñen tu cabeza;

219

El Siglo Diez y Nueve, D.F., del 30 de junio de 1843, p. 3 y 4.


piensas quizá encontrar bajo otro cielo de los que aquí te amamos la terneza? ¿Por qué vas a partir? Yo sé que dejas un santo hogar donde tu madre mora; donde eleva por ti sus tiernas quejas y por tu ausencia inconsolable llora. Aquí tienes afectos, tienes gloria que tu arrojo y valor han conquistado; páginas indelebles en la Historia, las flores y los triunfos que has soñado. Tu tierna Patria quedará llorando al escuchar tu postrimer adiós; y por tu vuelta quedarán regando tu madre y los arcángeles a Dios. LUISA GODOY Aguascalientes, abril de 1889.220

Las mujeres también participan en el toreo. Interesante imagen que nos acerca a Soledad Gómez, Juana Hoyos o Manuela García. Colección del autor.

220

Carlos Cuesta Baquero. Trabajos Inéditos. (1920-1945. Obra mecanuscrita). Documento Nº 43, p. 225.


1892 PASES DE MULETA Todo el que de observador se precie, puede afirmar que no trato de engañar al concienzudo lector si digo, a fe de poeta, que es corriente en las mujeres el toreo de muleta. Modistilla que camina al taller apresurada y te lanza una mirada al revolver de una esquina, y continua formal su camino: está probado... esta pasa al natural. Nodriza que con corpiño y collar de cascabeles sale en busca de donceles dando de mamar al niño, y del rubor a despecho echa al aire entreambas ubres... Esta, si pasa, es de pecho. Mujer que te lance un sí sin saberlo su doncel, y al llegar donde está él te dice: -aguárdame aquí: Y quedas mondo y lirondo esperándola cien años... Te ha dado un pase en redondo. Casada que a su marido engaña con gran primor, menospreciando el honor del que le dio su apellido, y avanza de salto en salto, de un amante al otro amante... No pasa más que por alto. Yo conozco a más de cuatro que ejercitan el trasteo en su casa, en el paseo, en el café, y en el teatro; y si la niña no es lerda, me consta, lector, que pasa con la derecha y la izquierda. En fin, para terminar confesaré al sexo feo, que en lo tocante al trasteo la mujer sabe triunfar. (. . . . . . . . . .) Tratad con una coqueta y vereis como exclamáis


¡Me dio el quiebro de muleta!221 M. Núñez de Matute.

Ángela Pagés (Angelita). Col. del autor. 1898 Las señoritas toreras. Sensacional hoy en México de las muchachas toreras que se burlan de las fieras con un valor estratégico y manejan el estoque la capa y las banderillas con saber. Esas chiquillas van a causar el disloque quizás harán furor o han de hacerlo, sin quizás, en México, nada más, por su gracia y su valor. Dolores Pretel, LOLITA 221

Pimienta y mostaza (Salsa indispensable para las comidas dominicales). 1ª época. Jueves 21 de julio de 1892, N° 1.


Diez y siete abriles. Es ni muy bonita ni fea, y guapa cuando torea con valentía a la res. De su carrera a través justas palmas alcanzando y entusiasmos mil causando, deja siempre impresión grata con los palos, cuando mata, lo mismo que rejoneando. Salerosa, bien apuesta, de facultades y vista palmas nutridas conquista sin dejar de ser modesta. hizo, en la taurina fiesta revolución femenil y ha probado, veces mil, soberanas condiciones para llevar pantalones con entereza vil. Sabe Lolita Pretel, aunque parezca inconexo, las labores de su sexo practicar de un modo fiel. y a pesar de su cartel, como buena matadora, es también cortés señora al hablar; sabe solfeo y ha de escribir, según creo, de manera encantadora. Ángela Pagés, ANGELITA. Es hoy continuo reflejo de habilidad consumada en el difícil manejo de la muleta y la espada. Ha sufrido tres cogidas de la lidia en el fragor, y ¡oh rareza! esas heridas aumentaron su valor. Cuadra bien, con perfección ante los toros, y aprieta con la espá hasta el corazón porque se encuna completa. Ella y Lolita, primores bordan con las banderillas y ¡cómo gustan, señores, en el cambio de rodillas! No es cual Lolita elegante mas sí como ella valiente de los becerros delante… o Sánchez de Neira miente. Los cronistas de cartel han comparado a Angelita


con Juan Molina, con él; y a la Lolita Pretel, casi nada, con Guerrita. Esta nueva novedad que en México se presenta y con partidarios cuenta ya por toda la ciudad, me dará oportunidad para apreciar tal valer y mis revistas hacer -que son todo mi recreohablando de su toreo como Dios me de a entender. Alsásua.222

Dolores Pretel “La Lolita”. Fotografía tomada en la Habana, hacia 1895. Col. Del autor. 222

El Popular, D.F., del 4 de febrero de 1898, p. 1.


Ca. 1900 Guadalupe la Chinaca. Con su escolta de rancheros, diez fornidos guerrilleros y en su cuaco retozón que la rienda mal aplaca, Guadalupe la chinaca va a buscar a Pantaleón. Pantaleón es su marido, el gañán más atrevido con las bestias y en la lid. faz trigueña, ojos de moro y unos músculos de toro y unos ímpetus de Cid. Cuando mozo fue vaquero, y en el monte y el potrero la fatiga le templó. para todos los reveses, y es terror de los franceses y cien veces lo probó. Con su silla plateada, su chaqueta alamarada, su vistoso cachirul y su lanza de cañotos, cabalgando pencos brutos ¡qué gentil se ve el gandul! Guadalupe está orgullosa de su prieto; ser su esposa le parece una ilusión, y al mirar que en la pelea Pantaleón no se pandea, grita: ¡viva Pantaleón! Ella cura los heridos con remedios aprendidos en el rancho en que nació, y los venda en los combates con los rojos paliacates que la pólvora impregnó. En aquella madrugada todo halaga su mirada finge pórfido el nopal y los órganos parecen candelabros que se mecen con la brisa matinal. En los planos y en las peñas, el ganado entre las breñas, rumia y trisca mugidor azotándose los flancos, y en los húmedos barrancos busca tunas el pastor. A lo lejos, en lo alto, bajo un cielo de cobalto que desgarra su capuz, van tiñéndose las brumas, como un piélago de plumas irisadas en la luz. Y en las fértiles llanadas, entre milpas retostadas de color, pringan el plan, amapolas, maravillas, zempoalxóchitls amarillas y azucenas de san Juan. Guadalupe va de prisa de retorno de la misa, que en las fiestas de guardar, nunca faltan las rancheras, como sus flores y sus ceras, a la iglesia del lugar;


Con su gorra galoneaba, su camisa pespunteada, su gran paño para el sol, su rebozo de bolita, y una saya suavecita y unos bajos de charol; con su faz encantadora, más hermosa que la aurora que colora la extensión, con sus labios de carmines, que parecen colorines, y su cutis de piñón, se dirige al campamento, donde reina el movimiento y hay mitote y hay licor, porque ayer fue bueno el día, pues cayó en la serranía un convoy del invasor. ¡Que mañana tan hermosa! ¡cuánto verde, cuanta rosa y que linda la extensión! rosa y verde se destaca, con su escolta, la chinaca, que va a ver a Pantaleón. Amado Nervo. Las mujeres. "Estoy aquí por haber hecho caso a mi esposa", confesó apesadumbrado Maximiliano, que junto con Miramón y Mejía esperaba el momento de su ejecución. "Nada tiene que lamentar su Excelencia — respondió el general Miramón—, yo estoy aquí por no hacerle caso a la mía." La anécdota revela que junto a la historia oficial, la de héroes y antihéroes, cielos de la Patria e infiernos cívicos —donde los hombres parecen ser protagonistas únicos—, camina una historia paralela, diferente, llena de sentido común y determinante para la nación mexicana: la historia femenina. El panteón cívico de la Patria concedió graciosamente algunos pedestales innegablemente bien ganados: Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Margarita Maza, Carmen Serdán, entre las más representativas. Pero fue al mismo tiempo injusto al arrojar al anonimato a muchas otras, intelectuales, políticas, activistas y guerreras en cuyo "sepulcro de honor" sólo alcanza a leerse la palabra: "desconocida". En el siglo XIX muchas hicieron relucir sus espadas por la independencia, en la defensa del territorio nacional o en las guerras entre liberales y conservadores. Las hubo insurgentes. Rita Pérez, llamada La Generala Moreno, se encargó de administrar los recursos del fuerte insurgente, El Sombrero. En los años más cruentos de la lucha perdió dos hijos en combate, a una hija, fusilada por negarse a intercambiar prisioneros con el ejército realista, y a un bebé recién nacido. Quizá su único consuelo fue presenciar el triunfo de la independencia. Manuela Rafaela López Aguado, casada con Andrés López Rayón y viuda desde 1810, se adhirió a la causa insurgente junto con sus cuatro hijos. En diciembre de 1815 uno de ellos, de nombre Francisco, fue aprehendido y doña Manuela recibió un ultimátum: si no persuadía a sus hijos de deponer las armas, lo fusilarían. "Prefiero un hijo muerto que traidor a la Patria" —fue su estoica respuesta. En los últimos días de diciembre, Francisco fue pasado por las armas. El célebre poema de Amado Nervo "Guadalupe la Chinaca" es el más atinado retrato de la bélica bravura femenina ante la nación invadida, puesta a prueba por los franceses en 1862. "Con su escolta de rancheros/ diez fornidos guerrilleros/ y en su cuaco retozón/ que la rienda mal aplaca/ Guadalupe la Chinaca/ va a buscar a Pantaleón." La vocación de las armas parecía innata en las chinacas. Combatían, curaban, cuidaban a sus hijos y dirigían batallas. Agustina Ramírez podría ser la representación ideal de la "patria encarnada". Mujer originaria de Sinaloa, apoyó la causa de la República junto con su familia, y la guerra contra los franceses le cobró cara su heroicidad: perdió a su marido y a sus doce hijos. Llamada La Heroína, Soledad Solórzano apoyó a los guerrilleros republicanos de la región de Michoacán, prestando auxilio a los heridos. Capturada por los imperialistas belgas, fue colocada al frente de la trinchera para impedir el asalto guerrillero sobre Tacámbaro y, a pesar del embate, salió con vida. Años más tarde, en su poema "Primero es la Patria", Juan de Dios Peza pasaría lista ante el sepulcro de doña Soledad. Algunas otras mujeres no tomaron las armas, pero su cercanía con el poder determinó en México la elevación del segundo imperio. La emperatriz Eugenia de Montijo, con su idea de establecer una civilización latina en América —de ahí el término Latinoamérica—, y Carlota Amalia, con su sueño de gobernar "el imperio más hermoso del mundo", influyeron en las decisiones políticas de sus esposos: Napoleón III y Maximiliano de Habsburgo. Quizá en el Cerro de las Campanas el infortunado emperador recordó las


palabras de Carlota cuando pensaba adbdicar: "mientras haya un pedazo de tierra, habrá un imperio", al tiempo que su inerte cuerpo caía sobre un puñado de tierra. Al iniciar el siglo XX, las mujeres cambiaron la espada por el activismo, la fundación de clubes políticos, las letras y la cultura, como Elena Arizmendi, fundadora de la Cruz Blanca, o la maderista María González. Los asuntos femeninos no se reducían a ser "buenas esposas" o "madres responsables". Para la historia, resulta difícil imaginar a Mercedes González, la madre del presidente Madero, aconsejando: "No andes con contemplaciones, imponte un poquito, porque si no tendremos que batallar [...] hay que quitar a Huerta [...] está haciendo la contrarrevolución". El presidente desoyó los desinteresados pero sensatos consejos maternos y terminó sus días víctima de una traición a manos de Victoriano Huerta. Con la revolución en marcha, las mujeres no vacilaron en llevar al hombro los pesados 30-30, infiltrarse en los campos enemigos como las célebres espías constitucionalistas que en más de una ocasión denunciaron los turbios negocios de los generales revolucionarios o protestar por la dictadura y la represión, como María Arias Bernal, María Pistolas, a quien Obregón le entregó su arma "por ser ella el 'único hombre' que hubo en la Ciudad de México durante la Decena Trágica". La historia mexicana podría reescribirse a través de los ojos de la mujer. Cientos de anécdotas y hechos de suma importancia han sido definidos por la participación femenina. El siglo XX agregó una lista interminable de mujeres valiosas: intelectuales, escritoras, políticas, artistas, profesionistas, deportistas y científicas. Son las nuevas insurgentes, las valerosas republicanas y las audaces revolucionarias que buscan que su historia no corra paralela, sino converja en una sola: la gran historia nacional.-223

Mary Paz Vega, Hilda Tenorio y Lupita López. Fotografía de Jorge Raúl Nacif, publicada en el portal de internet: “AlToroMéxico.com” con fecha 8 de marzo de 2012. 1938 Lorenzo Tarde de sol que en ardorosa lumbre 223

http://www.letraslibres.com/index.php?art=6286, Alejandro Rosas. abril de 2000.


vuelca a la arena su entusiasmo de oro, cual arrancada de Goyesco lienzo, rodear la hazaña del torero cumbre. Estatua y ritmo que se plasma y vibra; cual arrancada de Goyesco lienzo, así surgió del inmortal Lorenzo la figura genial, músculo y fibra. Y en el milagro de la tarde inquieta son hombre y fiera escultural figura en la que el arte a la emoción se engarza; y al tremolar su mágica muleta, se vuelca en apoteósica locura la aclamación para el inmenso Garza. Blanca Stella G. De Santillán.224 1939 PLEGARIA DE LA MACARENA Madre mía de la Esperanza oh Virgencita Morena, no es que pierda la confianza sino que muero de pena. Quiero que triunfe, que viva y que en hombros salga ileso, con su sonrisa expresiva a darme el sabor de un beso. Esquívale con tu mano la feroz acometida, si con torpeza o espanto pone en peligro su vida. Si su capote de raso ce algún lance pinturero, haz que atruenen los aplausos que es la gloria del torero. Mas no permitas, Señora, que del hechizo en los brazos de alguna belleza mora, rompa de mi amor los lazos. La llama consume el cirio, mi alma la angustia y la pena. ¡Destruye todo mal fario, virgen de la Macarena!225 Mercedes Segura (Enero de 1939)

224

La Divisa. Semanario Taurino. T. IV, año IV. México, D.F., abril 30 de 1938. Número extraordinario, p. 51. Enrique Silva Ramírez (Curro de Silva, seud.): Vamos a los toros. México, Cultura Taurina, S.A. de C.V., 2001. 240 p. Ils., retrs., fots., p. 30. 225


Ilustración de Luz María Sosa y Sandoval. Reproducción digitalizada hecha por el autor. 1944 A LUIS CASTRO “EL SOLDADO” Er niño de los milagros le llaman a mi torero, porque las penas s´alivian tan sólo con ir a verlo, tan pleno de señorío, tan rico de lucimiento, con la muleta tan guapo, con el capote, tan quieto... De tal manera se ciñe la seda al bronce del cuerpo, que hasta insulta de gallardo y hasta deslumbra de apuesto. Su mirada es tan brillante como es su estoque certero, y es ladrón de voluntades cuando da la vuelta al ruedo recogiendo a cada paso flores, risas y sombreros. Er niño de los milagros es de mi barrio er modelo: Cuerpo de jaca andaluza, porte majo y ojos negros. ¡Cómo vuelan las plegarias preñadas de sentimiento,


para que arguno las oiga, de sus labios entreabiertos, para que no haya mal fario, para que no sople er viento, para que no sarga un “pavo” con resabios y con nervio, y cuando miro esos labios ya temblando, ya sonriendo, con claveles los comparo de contornos cenicientos. ¡Ay, moreno, morenito! ¡Milagroso de los ruedos! ¡Quién te prendiera milagros como ar Cristo de mi pueblo!... Er sol no quiere marcharse por no perder el festejo, que cuando torea mi niño nadie abandona su asiento; yo mi barrera no cambio por la promesa de un cielo, y renuncio a todo halago tan sólo por ir a verlo. ¡Cómo vagan sus miradas, de las lumbreras ar ruedo, como palomas prendidas en el engaño de su sueño! Y cuando miro esos ojos culpables de mi tormento, cómo quisiera gritarles para que me oiga su dueño: “¡Que no hay toro que te coja, que no hay mal fario ni viento, que no hay nada que resista tu mando artista y soberbio! ¡Dibuja los naturales, burila bien los de pecho, domina a la res pujante, enloquece ar mundo entero! De aquellos toreros majos, desde Francisco Romero, exhuma las viejas galas de las glorias der toreo; enséñanos los desplantes sevillanos o rondeños, recorran tus manos brujas toda la escala del genio, y cuando ar fin, a la cara te eches er brillante acero, ¡Bríndame er toro, serrano por la afición que te tengo! ¡Ay, moreno, morenito, milagroso de los ruedos! ¡Quién te prendiera milagros como ar Cristo de mi pueblo!226

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La Fiesta. Semanario gráfico taurino. Nº 9, México, D.F., 22 de noviembre de 1944.


Josefina Ferreyra Mireles. 1945 GRANADA Princesa cautiva que guarda celosa la Sierra Nevada, tú fuiste la novia heroica y altiva, la soberbia y gentil prometida de apuesto y osado sultán sarraceno. Supiste de ensueños, de amores, de glorias, regaste tu suelo con sangre cristiana y fue tu rocío el llanto del moro. Respalda a la Alambra la nieve serrana, cobija tu tierra un cielo sereno, reluce en tus campos el oro de Febo y aroma tu ambiente feraz jazminero. Granado la Mora, historia y leyenda, conjuro hechicero que velan los siglos; sultana cautiva que evoca grandezas, juncal chavalilla que teje un recuerdo de amor y tristezas...

María Felix, al lado de Agustín Lara, compartiendo barrera de primera fila en la plaza de toros “México”, probablemente durante los primeros festejos que se dieron durante la inauguración de dicho coso, en 1946. CÓRDOBA Inspira tu nombre el sabor de lo viejo, de aquello que queda formando un recuerdo, de lo que dejara grabado en tu seno


el grave y pausado correr de los tiempos. Conservan tus calles rumores de fiesta, el fino sonido de los cascabeles que agitan al aire rumbosos corceles que tiran garbosos de arcaica calesa... Y guarda tu ambiente, arcano inviolable, el reír de las majas, el valor del torero, el piafar de las jacas y el valioso tesoro que a tu suelo donara el arte agareno... Legado de moros tu regia Mezquita, regalo de reyes tu historia moruna... pagano recuerdo que aun vibra en el ara que lleva hasta el cielo ofrendas de incienso...227 Carmen Torreblanca Sánchez Cervantes. 1945 POR LA QUE QUIERO ¡Brindo este toro a la mujer que quiero -a la que tiene plenos luminares en los ojos profundos y juglares-, con la diestra en el puño del acero! Por ella va: si en esta empresa muero, que la gracia juncal de sus andares se derrame en un luto de cantares sobre la tumba de su novillero. Por ser rosa de luz de luna llena su carita de Virgen Macarena, -piel y carne hecha flor de mis antojos-, Porque sabe ser trágica y morena, como su raza, ¿brindo esta faena avivada con lumbre de sus ojos!228 Josefina Ferreyra Mireles 1947 Triunfo y apoteósis de “Joselillo” A José Rodríguez “Joselillo” en el día de su presentación. Nervios de pleta caliente de Federico García. Nervios de plata que bordan lances de milagrería. ¡Qué poema extraordinario el gran gitano le haría al capote desmayado de tu ardiente fantasía! Fiebre de crispadas ansias

227 228

La Lidia. Revista gráfica taurina. Nº 113. Año III. 2 de febrero de 1945. La Fiesta. Semanario gráfico taurino. Nº 21. México, D.F., 14 de febrero de 1945.


a la tarde estremecía. Y el lucero de la noche, asombrado, descendía. El viento frandulero de estupor enmudecía, y quieto quedó, tan quieto, que un sepulcro parecía. Silencio de adoraciones a las almas recogía. Y en tu ser alucinado, un astro resplandecía. Derechazos, naturales sedientos de eternidad. Lentejuelas que palpitan sin prisa en la obscuridad. Enloquecido, el tendido la muerte pídete ya de aquel toro, que embrujado en tu capote se va. Pero en tu frente hay promesas y anhelos de inmensidad. Y en tus labios hay frescura ardiente de manantial. La Virgen gitana llora azucenas de cristal. Y San Gabriel te protege con el nardo de su afán. Córdoba peina sus crenchas y ya la Giralda está aromando la corona que tu frente ceñirá. Mas no olvides que en la arena de esta fiel Tenoxtitlán (sic) cien mil corazones locos tu retorno aguardarán. Gloria Noriega.229 1947 Gloria y Muerte de “Joselillo” Has muerto, José, y no has muerto, Pues tu gloria vivirá Como una rosa de luz Y sangre en la eternidad. ¡Qué noche de soledades Bajo el cielo se extendía! ¡Qué noche bañada en lágrimas Sobre tu nombre caía! 229

La Fiesta. Semanario gráfico taurino, Nº 163, 19 de noviembre de 1947.


Tus arterias gimen rotas Sin reproche a la impiedad De aquellos que no lograron Tu corazón doblegar. Tempestad de savia joven, De inspiración y verdad. Herida que se desangra Cuando no puede llorar. Sobre el sol brilla tu nombre; Tu nobleza, sobre el mar. A inmolarte fueron pocos, A llorarte muchos más. El lucero que una tarde De octubre resplandecía, De emoción, cuando al conjuro De tu nombre descendía; Como un cirio doloroso, Llorando melancolía Sobre tu sepulcro, en noche De octubre también ardía. Has muerto, José, y no has muerto, Pues tu gloria vivirá Como una rosa de luz Y sangre en la eternidad. Gloria Noriega.230

En: Antonio Abad Ojuel (seud. Don Antonio) y Emilio L. Oliva Paíto: LOS TOROS. Prólogo de Antonio Díaz-Cañabate. Barcelona, Librería Editorial Argos, S.A., 1966. 463 p. Ils., retrs., facs. 230

Op. cit.


1967 Toreros mexicanos. Centurias ha, que pasaron en que surcaron los mares con Hernán Cortés, al mando tras la aventura sus naves. A Cuauhtémoc atormentaron en ese afán de conquista y esta tierra avasallaron en la entrega “malinchista”. Pero el águila gloriosa despertó de su letargo ¡y sacudió muy airosa! la esclavitud de su rango. Pues se adueñaron de ruedos califas y faraones con su capote señero ¡tributo de emperadores! Con más esplendor su reino volvió a lucir el Teocali dueño y señor del imperio ¡del gran clarín de la tarde! Que al rugir en Guanajuato el león con toda su gloria escudó el gran califato ¡con ese par de Pamplona! Y esta tierra de prodigio al meco vió entre su fronda un trigre airoso y altivo que desmayó a los de sombra. El tejedor del sarape de Saltillo vió a su niño lucir su toga y en pases ¡Maestro con “Nacarillo”! Un orfebre sin rival luce el cielo tapatío creador de suertes genial de inolvidable troniío. También Michoacán su historia escribió de imperialismo ¡poniendo ese rey la nota! del temple y del torerismo. Nos trajo al gran faraón Texcoco por un capricho y el Nilo se desbordó ¡cuando apareció “Tanguito”!


¿Quién ha podido olvidar? de México al gran torero que una sinfonía inmortal escribió sobre los ruedos. Mandó de grandes caudales que en muletilla atesora “El ave de Tempestades” llevó a la cima su gloria. Nos trajo también Mixcoac un soldado de leyenda que un mantó llegó a bordar de esmeraldas en la arena. Fue “Corazón de León” aquél que con una “Oreja de Oro” se consagró y culminó sus faenas. Sin olvidar que en el ruedo glorioso de los aztecas un “Don Luis” lució sereno seda y oro en su “Brionesa”. En la capital un lienzo plasmó de grandes faenas ¡Ese torero el inmenso! genial con sus “Sanjuaneras”. Un volcán hizo erupción de hidrocálida cantera cuando toreó “un gran señor” con dramatismo y solera. Ruano Llopis se inspiró con el arte de una estatua dueño y señor del color Andrés, modeló en la plaza. Mexicano el gran Ciclón figura nón de la fiesta fue de los ruedos un sol de imponderable grandeza. Tlaquepaque en su violín le canta al gran muletero al diestro que a “Tabachín” ¡inmortalizó certero! De inspiración sin igual artistas de gran hondura y “El León de Tepatitlán” asombró con su bravura. Y de éstas frutas maduras llegó el sabor al oriente pues conquistó ese gran buda ¡un matador jalisciense!


Excelsa la Nueva España no admite en su raza esclavos aunque Malinche la ingrata entregue a los mexicanos. Claudia Romano. 231

Aquí podemos apreciar, entre otros a: Eduardo Solórzano, el banderillero Manuel Gómez Blanco “El Yucateco”. Indudablemente no puede escapar el nombre de Conchita Cintrón. La plaza es “El Toreo” de Puebla. El año, 1939. 1967 Al matador de toros mexicano José Gómez Primer torero en el mundo que actuara en El lejano Oriente. Presentándose en el estadio de Tokio el 22 de mayo de 1962. José Gómez y Aladino El sol brilla en las riberas del Fujiyama, y dormido con su lámpara en la diestra bajo un árbol Aladino. Surca fantásticos mares 231

Claudia Romano: Alamares de sangre. Poesías. México, Imprenta Franciscana, 1967. 88 p., p. 38-41.


un galeón, en la escotilla lleva luces y alamares capotes y banderillas. Abrillanta en la cubierta sus rayos el sol y afilan sus estoques las abiertas ventanas de fantasía. Que abren del ruedo las puertas sobre el festón amarillo que con exóticas cuentas tiene el Oriente prendido. Ya las pagodas despiertan y al instante el peregrino a su lámpara amonesta llamando al mago escondido. Más ¡Oh, grandiosa sorpresa! a lo largo del camino una caravana regia atraviesa por el río. Tímido calla y se acerca ¿serán patriarcas del Nilo? Con esos cofres de perlas ¿y tan fastuosos vestidos? Acaso vendrán de Persia emperadores lucidos o Samurais de Nagoya ¿con tapetes prometidos? Místicos adorarán sagrados bueyes egipcios o Tauro grandioso altar ¿viene a formar con sus ritos? Estremece un torbellino ¡del gran Buda la impaciencia! Y un príncipe conmovido entra al son de las trompetas. Vestido de verde olivo con los escudos aztecas marcha garboso y altivo con su montera en la diestra. Sus ojos llevan los ritos de las morunas leyendas y terciopelos dormidos son sus pestañas serenas. Baña su cabello negro el fuego del sol naciente mientras atraviesa el cielo ¡el águila y la serpiente! Su penacho de color


sobre el estadio se prende cuando el esteta el primor de su capote le tiende. Al toro su gran rival que ha llevado hasta el Oriente su bravura y al pelear Valparaíso le enciende. Borda gran Tenochtitlán maravillosos aretes desprendidos del ritual del “Teocali” de Insurgentes. Oro bruñido y coral cantares sobre la arena lentejuelas y un rosal bordados con la franela. Comienza Tokio a cantar bajo un cielo de cerezos y las perlas a hilvanar zapatillas para el diestro. Le aclaman nubes y mar los súbditos de Hirohito le abrazan para entonar el Sakurá entre suspiros. Y al son de aquellas trompetas pisando alfombras de armiño bajo una lluvia de estrellas con alamares prendidos le siguen preciosas geishas con kimonos y abanicos. Claudia Romano. 232 1974 RECUERDAME Cuando sonaban clarines. y pasodobles. Y había toros. Y muerte en la primavera ...no quiso Dios que me fuera... ¡Ay, Amapola! Cuando se oigan clarines y pasodobles. ¡Recuérdame cuando me muera!233 Conchita Cintrón. Guadalajara, 1974.

232

Op. Cit., p. 77-80. Conchita Cintrón: ¿Por qué vuelven los toreros? México, Editorial Diana, 1977. 234 p. Ils., fots., p. 3839. 233


Hermoso perfil. Recuérdame… 1975 TORO BRAVO Ha terminado la lidia y la bravura roja del toro tiñe de rojo la arena. Tiembla, herida, la fiera extendiendo su cuello de sangre, y envuelta en un marco de angustias, vencida se desploma Cuernos blancos sin lunas, ojos negros sin soles, casta brava cortada por el viaje de una espada.234 Conchita Cintrón Sevilla, 1975. (Corrida de Guardiola) 1983

Es posible que existan en la memoria popular textos orales relacionados con el ritual del chocolomo,235 pero no he podido recopilar documentos –como dice Francesc Ligorred 234

Op. Cit., p. 139-140. Francesc Ligorred Perramon: “El chocolomo: tradiciones mayas y costumbres españolas”. El chocolomo constituye uno de los capítulos olvidados dentro de los estudios de las tradiciones, de la historia y de la antropología de los mayas peninsulares. De hecho, los temas relacionados con la ganadería y con la pesca han sido poco tratados hasta fechas recientes en comparación con los abundantes análisis sobre sistemas de trabajo en Yucatán que hacen referencia a la agricultura; ya sea la tradicional milpa (veneración por el maíz) o el cultivo, también tradicional por su amargo recuerdo para los campesinos mayas, del henequén 235


Perramon- que hagan referencia, en concreto, a este acontecimiento. Aunque, en marzo de 1983, tuve la oportunidad de grabar, en Santa Elena, la canción Ay, coten uaye matador (El matador), que se presenta a continuación y cuya autora fue doña Berta Arana. Ay, coten uaye matador (El matador) Ay, coten uaye matador bic a con ten u poI le uacxoo, turnen leti u poI le uacxoo in conmah ti doña Viviana. Ay, coten uaye matador bic a con ten le u may e uacxoo turnen leti u may e uacxoo in conmah ti coxbe Cervera. Ay, coten uaye matador bic a con ten le u zeboo le uacxoo, turnen leti u zeboo le uacxoo in conmah ti coxbe Cervera. Aquí me siento a cantar sin malicia y atención; Lakin cu tah, Chikin cu bin, leti zazecunti tyacoo cah. Niña hermosa techoo hach cichpami yoko cah; yacun ten cin yacun tech. Tux tunaa talek, tuncuruchuh; Talen tun Campech tuncuruchuh; Baax tun ta tazah tuncuruchuh; Chan hunppe niña, tuncuruchuh; Baax tun u kaba, tuncuruchuh; María Fidelia, tuncuruchuh; Cux tun u mama, tuncuruchuh; María Viviana, tuncuruchuh; (esclavitud). Existe una excepción muy ilustrativa: la apicultura. La producción de miel en Yucatán ha generado una serie de fenómenos sociales y culturales que giran en torno a las abejas mayas y a las abejas extranjeras, y que pertenecen, por igual, a los espacios de la realidad y del mito. El presente ensayo pretende aportar notas acerca del chocolomo, pues es necesario un trabajo de campo más diversificado (regional) y prolongado para definir este tema. Pero sí estamos en condiciones de asegurar la novedad del chocolomo como objeto de estudio etnológico, ya que apenas existe bibliografia al respecto fuera de algunos datos de carácter gastronómico. Otro aspecto a tener en cuenta es la riqueza etnocultural del chocolomo que, dentro de los sistemas de trabajo entre los maya-yukatekos, afecta a diferentes niveles: formas de producción, recursos alimenticios, organización social y aspectos rituales. Este ensayo se presentó como ponencia en el XIII Congreso Internacional de Ciencias Antropológicas y Etnológicas (Ciudad de México, 1993), para luego ser publicado, en Mérida, en el Nº 153 del suplemento cultural Unicornio (¡Por esto!), correspondiente al 27 de febrero de 1994. Finalmente, ese mismo año, apareció una versión, con el título "El chocolomo: tradición y/o mestizaje entre los mayas contemporáneos de Yucatán", dentro de la obra Sistemas de trabajo en la América Indígena (Coord. Claudio Esteva Fabregat), editada por la Biblioteca Abya-Yala (Nº 13, pp. 211-226) en Quito, Ecuador.


Cux tun u tata, tuncuruchuh; Juan Casanova, tuncuruchuh. Asi lo ven, así lo ven, tome la burundanga Ilevalo a dónde quieras. Traducción: Ay!, ven acá matador no me vayas a vender la cabeza del toro, porque la cabeza del toro se la he reservado a doña Viviana Ay!, ven acá matador, no me vayas a vender la pezuña del toro, porque la pezuña del toro se la he reservado al viejo Cervera. Ay!, ven acá matador, no me vayas a vender el sebo del toro, porque el sebo del toro se lo he reservado al viejo Cervera. Aquí me siento a cantar sin malicia y atención; surge por el Oriente, se desvanece por el Poniente, e ilumina la faz de la tierra. Niña hermosa tú eres la más linda del mundo, quiéreme para que te quiera yo. ¿De dónde vienes? , tuncuruchu; Vengo de Campeche, tuncuruchu; ¿Qué trajiste? , tuncuruchu; Una niña, tuncuruchu; Cómo se llama? , tuncuruchu; María Fidelia, tuncuruchu; ¿Quién es su mamá? , tuncuruchu; María Viviana, tuncuruchu; ¿Quién es su papá? , tuncuruchu; Juan Casanova, tuncuruchu. Así lo ven, así lo ven, tome la burundanga llévalo a dónde quieras.236

El tema de la canción y la presencia de palabras y versos en castellano hacen pensar que nos encontramos ante una composición de origen netamente colonial (o más reciente), pues la influencia del castellano, en general ausente de los textos poéticos mayas (en 236

Este material fue publicado en el libro U Mayathanoob ti Dzib (Las Voces Mayas de la Escritura). Ediciones de la Universidad Autónoma de Yucatán, México, 1997., p. 181-193.


verso), se encuentra representada aquí por ciertos signos lingüísticos lexicales y gramaticales (Ej. el sustantivo "matador"). Hay también un recurso literario propio de la lírica espafiola: la repetición periódica de un verso o secuencias de versos completos (estribillo): Ay, coten uaye matador. De la misma forma parecería actuar la expresión tuncuruchuh (lechuza); Andrés Tec Chi y Ma Luisa Góngora Pacheco recogen, dentro del volumen correspondiente a cuentos sobre apariciones de la colección Maya Dziibo 'ob Bejla'e (1994), los textos X-Wáay Tunkuruchu) (La mujer Tunk'uruchú) y Tunkuruchu), juntúul ch'iich' bisaj t'aan (Tunk'uruchú, el pájaro mensajero). En relación con el viejo Cervera, quizás tenga algo qué ver con don Antonio Cervera, dueño del rancho Santa Rosa y alcalde de Bolonchén en 1840, ya que esta población se halla en el camino que va de Sta. Elena a Campeche.

Cuadrilla de Señoritas Toreras. El Enano.Madrid, 15 de agosto de 1896. 1987 VUELTA AL RUEDO En una tarde de toros Alonso imponente está


con su montera en la mano un brindis dedicará. Como clavel en su diestra la roja muleta va lleno de arrojo y solera el péndulo traza ya... Ha heredado de los genios su manera de torear es coloso de los tercios que domina por igual. Es el Rey de los toreros y amo del redondel por valiente ¡vuelta al ruedo! Que la gloria es para él. ¡Torero! ¡Torero! Gritan al verle pasar Y con el garbo en su terno gracia predica al andar. ¡Torero! ¡Torero! la afición vuelve a gritar al ver que en sus manos luce su valor hecho verdad.237 Patricia Landa. 1992 FERMÍN ESPINOSA “ARMILLITA” Torero inmortal Fermín Espinosa “Armillita”, torero inmortal tu sigues viviendo en tu suelo natal; todos dicen que “Armillita” es el amo de los ruedos, por el portento de ser el mejor de los toreros, por su arte y su valor, el maestro de maestros, emociona la afición y al morir sigue viviendo... En tardes de fiesta con pie varonil sale el maestro a matar o morir, torero en el alma de la multitud, no ha habido torero más grande que tu. Luce en los ruedos el traje de luz cual grande torero del cielo azul, su grácil figura gira en el ruedo, lleva en el paso el ritmo torero, su cuerpo flamingo y su paso postinero se mueve al ritmo de su faena. ¡Torero! Abre con el capote, precioso en las banderillas, cierra con la muleta, mata de una estocada, corta rabo y oreja, la gente lo ovaciona con vivas y con olés y los sombreros rodando hasta sus pies, Patricia Landa: El perfil de un torero. “Pasión en los ruedos”. México, Ediciones Mariscal, S.A., 1987, ils.. 384 p., p. 70. 237


la figura de “Armillita” se eterniza allá en los ruedos y su estampa está aquí en su suelo. Fermín Espinosa “Armillita”, torero inmortal, tu sigues viviendo en tu suelo natal. Fermín Espinosa “Armillita”, torero inmortal tu sigues viviendo en tu suelo natal.238 Dora Elia Aguilar Gaona. (Versión memorizada por “El Saltillense”)

Frances Eskirne Inglis, es decir Madame Calderón de la Barca, dejó escrito en: La vida en México, durante una residencia de dos años en ese país (1839-1841) la siguiente impresión: “Los toros son como el pulque. Al principio, les tuerce uno el gesto… Después, les toma uno el gusto…”. José Joaquín Blanco. EL DIARIO DE UNA MARQUESA. México, Ed. Tecolote, 1994.

238

Pablo Pérez y Fuentes: ARMILLITA. Colección homenaje a los Ases de la Fiesta, editada por la Hermandad Taurina. José Luis Carazo “Arenero”. México, Magazine de Servicios Gráficos, 1992. 34 p. Ils., retrs., fots., p. 21.


1992

En un sentido homenaje que se le dedicó a Rafael Solana, la reconocida poeta Griselda Álvarez, de quien no tenía ubicado ningún trabajo en torno al tema de los toros, es ella quien le tributa el siguiente POEMA DEDICADO A RAFAEL SOLANA Como un hombre de libros y de arte has logrado vivir tu vida plena muy cerca de los toros, en la arena donde sangre y belleza se comparte. Hallas en el soneto fiel baluarte de tu prestigio sólido: la escena en el teatro repites goce y pena que tu creador espíritu reparte. Un hombre sin rencor si te examinas. Hoy la amistad de jura vasallaje, pues con tanta cultura y disciplinas ¡qué fácil es rendirte un homenaje!

Y de la misma autora colimense, va este soneto, también en honor del creador de Debiera haber obispas: EN TU CUMPLEAÑOS A mi amigo Rafael Solana Equis aniversario, ¡qué bien cuenta un año más para quien tanto ha dado en novela, en teatro apasionado, o en los toros, estética sangrienta! Tu sostenido periodismo orienta, tu ejemplo de trabajo es obligado, y aunque esté como el mío remendado en nuestro corazón vives sin renta. Apoyador tenaz, al que se inicia sabes brindar tu gran nobleza humana, tu estímulo como primicia; siembras alumnos, cepa mexicana que seguirá tu huella vitalicia: Maestro en todo, Rafael Solana. Griselda Álvarez.239 1999 SANGRE Y ARENA De entre danzas las siluetas se van formando 239

RAFAEL SOLANA HOMBRE DE LETRAS, DE TEATRO Y DE TOROS. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Instituto Nacional de Bellas Artes, 1992. 16 p. Fots., retrs. (Una vida en el teatro, 2), p. 7.


a veces la arena se salpica y otras se llena de luces. Con el astado por delante los toros se convierten en fortaleza en lunas o bailarinas según las sombras de sangre y arena.240 María Eugenia Gutiérrez

Fotografía publicitaria de María Cobián La Serranita Mexicana, Conchita Cintrón y Juanita Cruz. “Tres damas que torean”. (Ca. 1940). Col. del autor. 2001 ¡CARGAITO CON SU CRÚ...! Cargaíto con su crú va por la calle er mosuelo... ¿Ay, míralo cómo va, lo mismo un Nazareno! Con espinas en las plantas, con abrojos en er pecho, sin Verónica piadosa, ni Simón er Cirineo, ni Virgen de los Dolores que lo acompañe en su duelo. ¡Ay, que la crú no se mira porque la yeva mu dentro;

Tomado de la invitación que da a conocer la exposición de María Eugenia Gutiérrez: “Círculo Mágico. Dibujos, Tapices y Esculturas”, que se presentó en el Hotel Calinda & SPA, de Tlaxcala, en octubre de 1999. 240


tan sólo por los gachones ojazos de luz de insendio, asoma, coló de llanto, su drama de ser torero! Antié pasó por mi calle, ¡mira qué bien lo recuerdo" yevaba er traje tan roto, tan deslusío y martrecho tan yenito de jirones, ¡ay, mare, tan harapiento, que mejor bajé los ojos por no quedármelo viendo! Pero ar yegá junto a mí tuvo tan gallardo gesto, que echando atrás la gorrilla para alisar er cabello, no paresía un derrotao, no paresía un mocosuelo. No paresía er torerillo que en er barrio conosemo... Ningún rey moro ha tenío la vibración de su acento, cuando "¡Morena! -me dijo-, mañana voy ar Potrero; si hoy me ves er esta facha, mañana verás lo bueno. Me han prometido dos toros... dos torazos de desecho, pero a sacarles partío se va, cuando se es torero. Así me lo dijo entonces. ¡mira qué bien lo recuerdo" pero no todo nos sale a media der deseo... Si por unos duros más, si por unos duros menos, o... por argo paresío, la corría no le dieron. Que no tiene apoderaos, ni público, ni dinero, que es naiden er muchachito, que es más humilde que er suelo, aunque él sabe, ¡pobresillo" que en er fondo de su pecho se baten las gallardías de "Lagartijo" y "Frascuelo"... Y ora, ¡míralo ónde va! lo mismito un Nazareno. ¡cargaíto con su crú! ¡Solito con su madero, que tampoco tiene mare como er niñito der cuento: "Desnuíto y por er mundo como un cantar callejero!" Con la crú que no se mira porque la yeva mu dentro... Tan sólo por los gachones ojazos de luz de insendio, asoma, coló de llanto su drama de ser torero.241 241

Enrique Silva Ramírez (Curro de Silva, seud.): Vamos a los toros. México, Cultura Taurina, S.A. de C.V., 2001. 240 p. Ils., retrs., fots., p. 55.


Josefina Ferreyra Mireles. 2001 PLATERO Orfebre de platería, he venido por un marco, de aquellos que en un asombro cincela tu diestra mano; que en prenda de sus amores me regaló su retrato el mozo más altanero de los que mi tierra ha dado. tiene una fragua en los ojos soñolientos y enlutados, lleva con gran señorío la montera y el gallardo capotillo de paseo sobre los hombros echado. Ojos con brillo de luna, brillo de estoque acerado tiene en la cara el mocito que me diera su retrato; ondulaciones de fiebre modelan los gruesos labios sobre el campo de aceituna del grave rostro bronceado perfil recio y hechicero, barrio de Triana cantado en ritmo de soleares, bulerías y fandangos; carne que huele a torero, torso cimbreño moldeado en bronce de hechicería por un conjuro gitano. ¡Orfebre de platería, para un torero es el marco! Quiero una trama exquisita en que se mezclen, cantando, de Pastora Imperio giros, escobillas y trenzados; oro de tarde de fiesta, canto ronco y desgarrado de pechos en agonía, de peteneras vibrando con fondo de castañuelas en un castizo colmao. ¡Milagros, milagros quiero! Prodigios pido a tu mano para hacer un marco digno desde donde su retrato pueda sonreírme a solas en las sombras de mi cuarto. Orfebre de platería, para un torero es el marco; que vaya resplandeciente a fuerza de cincelados. ¡Ponle diamantes, rubíes y joyas de contrabando! Y si nada de eso tienes,


¡pon las perlas de mi llano! Orfebre de platería, dime qué quieres en pago. como no hay oro en el mundo, como no hay metal tan alto con que pagarte pudiera, habré de ofrecerte en cambio versos de estirpe torera; tan sencillos, tan gitanos, como pases naturales... versos que liga cantando la guitarra en una copla; mi romance castellano.242 Josefina Ferreira Mireles.

Col. del autor.

2001 POR LA QUE QUIERO ¡Brindo este toro a la mujer que quiero -a la que tiene plenos luminares en los ojos profundos y juglares-, con la diestra en el puño de acero! Por ella va: si en esta empresa muero, que la gracia juncal de sus andares 242

Op. Cit., p. 123.


se derrame en un luto de cantares sobre la tumba de su novillero. Por ser rosa de luz de luna llena su carita de Virgen Macarena, -piel y carne hecha flor de mis antojos-, Porque sabe ser trágica y morena, como su raza, ¡brindo esta faena avivada con lumbre de sus ojos!243 Josefina Ferreira Mireles.

Imagen tomada del portal de internet “Opiniónytoros.com” el 9 de agosto de 2013. 2001 BRINDIS ¡Voy a brindar por ti! Por la elegancia garbosa y señorial de tu capote! ¡Por la heroica arrogancia 243

Ibidem., p. 162.


con que esquivas el cuerpo en el derrote del graneado burel! ¡Por tu prestancia, que esparce la fragancia de incendiario y magnífico cartel! ¡Voy a brindar por el orgullo moro de los pasos enérgicos y bravos con que le andas al toro! ¡Por la gracia del cite, mientras va mi impaciencia rogando a la Divina Providencia el milagro de un quite! Brindo porque eres símbolo y hornaza donde se funde, noble y altanero, el timbre de una raza; y que en arcilla humana quiso forjar con amoroso anhelo, por la gracia del cielo su raza americana. Yo tenderé mi angustia en la barrera igual que un pañolón de fantasía, que tu sangre torera hará hervir en festejo de colores y en puñados de sol; será mi aplauso espuela alentadora, y el vino que te dé mi cantimplora será vino español. ¡Dios te guarde, torero, porque tienes de una jaca cimbreña y encastada los gallardos vaivenes! porque vibra la arena de deseo, y se estremece, y llora, y se desgarra, igual que una guitarra cuando haces el paseo! ¡Por ti que haces surgir en un momento de inspiración divina el milagro del estremecimiento! ¡Por la pasión taurina que nace de la entraña y que en la lengua de amor me habla de España! ¡Yo brindo por la imagen de tu lecho, guadalupana dulce, a quien implora el fervor de tu pecho! ¡Por la que pone brida a los corceles del pálido terror, y a los bureles, sujeta la ansiedad de los pinreles con un gesto de amor! ¡Voy a brindar por ti, por tus faenas, por los lances que tienen resplandores como de lunas llenas; porque tienes prodigio de cintura que al quiebro, en banderillas, le llueven maravillas a la gracia gentil de tu escultura! ¡Brindo por la muleta y el acero con que escribes las árabes leyendas


de sabor milagrero! ¡Brindo por el color con que iluminas con manos peregrinas el pabellón ibero y mexicano de mis ansias taurinas!... ¡Brindo por la muleta y el acero! ¡Brindo por ti!... ¡Torero!...244 Josefina Ferreira Mireles. 2002 2 de Octubre (Ethel Krauze) Los he visto en las noches, en las fiestas, fantasmas en el vino y la risa de los amigos: Buscando el amanecer, y el amanecer no era. Se quedaron muriendo: Buscando su hermoso cuerpo y encontraron sangre abierta. Se quedaron muriendo. No volvieron. Se quedaron helados en la esquina de las balas: muchedumbre de abejas en picada, abejorros de plomo plumas negras negras alas cayendo en la tarde del viernes, en la plaza, en el ruedo sin toros, sin olés, sin golondrinas. Se quedaron muriendo en Tlatelolco. Festín de banderillas: sólo ellas vinieron ese día a picarles el lomo, la cabeza, a cortarles la oreja, a montarlos en hombros. Banderillas, banderolas: bayonetas. Ya vienen cayendo esas punzantes mariposas: diamantina de acero, alfileres dormidos voladores, 244

Ibid., p. 163.


cuchillitos roedores, ladradoras avispas. ¡Qué deslumbrante espectáculo! ¡Qué tremendo con los últimos humos de la pólvora! Los veo, ahora, cuando alguien ha cumplido diecisiete años. Y ellos siguen abrazándose al aire con el grito en las manos, buscando, todavía, amanecer el 3. Llegar siquiera al final de ese octubre: era mes de canciones y lunas antes de Tlatelolco. También los veo morir en los que no murieron. En los que se rindieron a la yerba, o al trago, a la democracia, al burócrata, al dólar, al bastardo, a la niebla. Los veo en los señores de traje y corbata, en los traidores: los que cumplen cuarenta, los que pagan la cuenta con tarjeta, con su firma: los del miedo. Los del deme la carta, caballero. Licenciado ¿al ajillo? ¿a la mostaza? ¿al curry suculento, o el chateaubriand desea? ¡El poeta con papas, para dos y bien asado, con su salsa bernesa! Los he visto rondar en los pasillos, en las salas de espera, a la hora de las tortas y en el tedio. En los que piden permiso y compermiso y cómo no. En los que cuidan la entrada y las espaldas; en las bocas cerradas. Sí señor, señor,


lo que el señor ordene. ¿Quién mató a mis hermanos? ¿Quién les puso esa trampa, esa trompa de fuego en la sien y en le cuello? ¡Los que diga el señor! ¿Qué no está en el memorándum? No, su sangre si viene cantando: es un chorro de espinas en el sueño, un espasmo de soles sofocados. ¡Siete copias, y un recado, y un testigo, y el cuerpo del delito! No se cerraron los ojos ante los cuernos de hierro. Cerraremos el archivo. Levantaron la cabeza. No hay pruebas por el momento. La miel de su inteligencia, hasta que diga el señor hasta que amanezca. Pero el señor aún no ha dicho. Nadie dice. No. Nadie dice los traigo atragantados en la copa en la ropa en los zapatos. Nadie dice. Pero se metieron por la fuerza en los renglones, se acodaron en la mesa, me preguntaron cómo estuvo todo.245 2002 MINOTAURO Con tu canto cristalízales todas sus esperanzas en una gran torre de marfil; que todo se torne enorme, altísimo pilar, afiladísima columna hecha de redes de hilos cristalizados brillando como diamantes encadenados hacia el tapiz de las constelaciones estelares en el cielo, cósmicas torres, góticas elongaciones apuntando hasta la tinta azul añil del infinito dentro del tiempo en el espacio del existir. Minotauro, con tu canto

245

Machete@rte, del Miércoles 2 de octubre del 2002, Número 480.


cristalízate los sueños, tus anhelos, mis deseos, maravillas por vivir.246 Elia Domenzáin.

He aquí a la guapa y “torerísima” autora. 2002 AL TOQUE Al toque del clarín de un cielo andaluz, me transporto elevada sobre cuarenta mil voces del olé mántrico gritándole a Dios. Al vuelo en el ruedo, las tus luces del terno, me brindan ilusiones y promesas 246

Elia Domenzain: Y ahora, soy yo la torera. Dibujos de Gilberto Aceves Navarro. México, Grupo Resistencia, S.A. de C.V., 2002. 71 p. Ils., p. 19.


de viajar en tu faena. Me tientas, me burlas, me seduces, me dominas y con los ojos clavados en el fondo del mirar, me citas a torearme en la danza de jadeos, me ventilas capotazos airados de estupor. Muda y mansa en la sombra, brava y tora en el sol, me someto a tus ojos sin intuir el puyazo, ni sospechar la traición.247 Elia Domenzáin. 2002

En la revista Matador, apareció un curioso trabajo que fue “bajado” de la internet el cual recrea la figura del rejoneador de moda en estos tiempos: Pablo Hermoso de Mendoza, quien la tarde del 15 de diciembre de 2002 volvió a sumar otra memorable página, cuando despidió a su notable caballo “Cagancho” que como “Rocinante”,248 “Tambor”249 o hasta el “Chamberín”,250 por mencionar tres caballos muy conocidos, se han convertido ya en figuras hípicas emblemáticas. Voy a ofrecerle a la Virgen... Voy a ofrecerle a la Virgen, mi caballo torero, para que te bendiga contra el miedo con tu cuerpo de Armonía y tu cera de ángel-cielo. Quiero que vengas conmigo, que con tus ritmos de briosos truenos le cantes la Salve a la Virgen, acompañes los no-silenciosos silencios, y que con tus dos ojos luceros la observes allí, en el cielo. La Virgen que te veía, moreno te observa cuando estás en el ruedo, preso de tardes de gloria, preso de tardes de miedo; y cuando tus ojos luceros lloran, quieres cantarle en tu albero, que no te abandone la Virgen ante ese toro negro; 247

Op. cit., p. 28. Famoso por ser el caballo del Quijote de la Mancha. 249 Caballo que sirvió de modelo a Manuel Tolsá para fundir su famosa estatua dedicada al rey Carlos IV, que el pueblo ha denominado como “El Caballito”. 250 Era el caballo que tantas glorias y triunfos le dio a Luis G. Inclán, salvándole la vida en alguna ocasión a este notable autor de costumbres, al que dedicó una de sus obras: Recuerdos de El Chamberín. 248


y tus ojos se van al mar pues ya no miran allá al cielo, ya no son luceros negros, que son corales de ensueño; y esos corales a la Virgen deben adornar en el pelo, pelo de Gracia y de Don, que te cuida en el silencio.

Conchita Cintrón, rejoneadora, actuando en “El Toreo” de la Ciudad de México (Ca. 1940). Col. Del autor. Y tus crines cuando trotas que convertido lo han en hebras de seda de espesos deseos. y tu manto color azabache transparenta tus adentros, sangre roja de volcán que brota en tus venas, que brota en el viento porque será teñidora de ese albor rosado pálido en el cielo. La arena del ruedo no podrá tintar nunca adornará tu dorado albero. Tu Virgen que te verá, aunque no la observes en el cielo, por ti llorará lágrimas de cristal, por ti, lágrimas del cielo, que caerán y se romperán y se clavarán en tu pecho, y entonces tu entenderás,


caballito moreno. “Por ti debí llorar hasta que quedara ciego, hasta que de contar las estrellas en el mar, mis ojos volaran como esos luceros; hasta que de amor sintiera que no cupo corazón en mi pecho. Te dejé de observar y mirar y tus cristales de dolor se me metieron en los adentros.251 María José Casany 2002 Voy a tomar al toro por las astas. Voy a tomar al toro por las astas Me dejaré poseer por el valor de Nadie y enfrentaré al animal que insiste hacia mí jadeando con una angustia de máquina de vapor. No voy a apartarme como hacen los toreros. Lo miraré a los ojos e incluso le sonreiré arrebatándole el segundo previo a su embestida. Voy a tomar al toro por las astas Ese animal que viene a roerme el centro de los huesos después de derrumbarlos Bestia hermosa, bello bestial con los cuernos como brazos abiertos. Hasta el final voy a dejarlo creer que me ha victimado; y en la segunda parte del último tiempo del último compás, en la mera anacrusa de lo sucesivo voy a tomar el toro por las astas y volaré girando sobre su columna ardiente salvando los pastizales donde yace mi eternidad. Carmen Avendaño252 2004 SOL Y SOMBRA El cuarto Banderillas de lujo son los celos. 251

Matador, año 8, N° 2, diciembre de 2002, p. 21. Dicha información fue reproducida por Tadeo Alcina Rivera que procede de: www.talavera.toros.org/COLABORADORES/canas/cagancho. 252 Carmen Avendaño: Más allá de la palabra cielo. Morelia, Michoacán, Ediciones El Árbol, 2002. Publicado por CHICLANERO el 24 de enero de 2008. http://tauromagia-chiclanero.blogspot.com/. Carmen Avendaño nació en Santiago de Chile, en 1976. Reside en Monterrey, México desde 1995. Estudió música, teatro e idiomas. Ha publicado traducciones, poesía y cuento en diversas revistas literarias. En 2001 recibió dos premios estatales, uno en poesía y otro en crítica cinematográfica. Perteneció al taller de Saúl Ibargoyen de la Casa de la Cultura de Monterrey. Entre 2002 y 2004 estuvo a cargo del restaurante literario El Árbol, que da nombre a un proyecto editorial dentro del que la autora editó su poemario Más allá de la palabra cielo y la antología de cuento y poesía Caja de Viento.


Piquetes agobiantes de colores. Madera con acero filosísimo, a cada movimiento lacerante. Herida no mortal, insoportable. Epitafio sin tumba, enmascarado. Quemadura que sangra a media fiesta. Los celos se contienen, se derraman. Son coágulo agresivo, festón que escurre sangre helada. Los celos se atoran con la vida, pero rumbo a la muerte esperan el estoque o la cruceta. Quizá el golpe de gracia del olvido. El sexto Este domingo buscas tablas, y te consiento. Quieres ir al engaño por la izquierda y no me niego. Quieres reposar y no protesto. Duermes. Tu voz celeste y oro se apagó con el sueño. No me aflijo. Y de esta tarde quedan sólo un arrastre lento detalles memorables y claveles.253 Lucía Rivadeneyra.

Lucía en la ilusión de otro de sus libros… 253

Poemas publicados en la revista Tierra adentro abril-mayo 2004, No. 127 p.61-62. A la manera de una tradicional corrida de toros, con 6 ejemplares, y el de regalo, Lucía Rivadeneyra, nos ofrece en Sol y Sombra tan sugerente propuesta. Además: Lucía Rivadeneyra: Robo Calificado. Puebla, Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultura, Editorial Colibrí, S.A., 2004. 101 p. (Colección: As de Oros de poesía).


2006 Qué bella es la fiesta brava… Qué bella es la fiesta brava Y que delicia el danzón Dos culturas mexicanas Ritmo, arte y esplendor. El ser torero es un sueño Y hay que tener valor De enfrentar un toro bravo De entregar el corazón. El danzón es la expresión Un arte muy peculiar Expones el corazón Con la gracia al bailar. Dos culturas que se viven Y que México abrazó Una de la madre patria Otra por la contradanza Y que Cuba nos envió. El danzón ritmo y cultura La fiesta brava pasión Exigentes disciplinas Para la superación. Grandiosa puesta de sol Es el sentimiento azteca Al cite de un toro bravo Al exponerse el coleta. Oro, seda, sangre y sol Va bordando la faena Pinta lances y remates El torero en la arena. Se engrandece el corazón Y hasta el viento se embelesa Con el ritmo del danzón Al bailar pieza por pieza. Dos hermosas melodías Y un montuno paíflorear Estribillos y remates Al bailar disfrutarás. Como México no hay dos Una frase muy bien hecha Y en la arena están los toros Y en la pista las orquestas. Qué ritmos y qué remates Al tocar las danzoneras Qué valor al ajustarse Con faroles y gaoneras. Sé que ustedes me dirán ¿De qué nos estás hablando? Del ritmo que hay al torear


O del remate bailando. Sólo hablo de dos artes De grandes expositores De toreros en el ruedo Y en la pista bailadores. En el día brilla el sol Por las noches las estrellas Como México no hay dos Qué frase tan verdadera. Rosa de Alba “La Solana”254 2006 Toro aciago. Primer toro. (. . . . . . . . . .) Música insensata. Las trompetas anuncian mi desdoro tamborilean en mis acordes de música insensata

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ESTO, edición del 22 de junio de 2006. El danzón en los toros. Analogías en el ruedo y la poesía, por Francisco Lazo. Amigos, resulta que el danzón interviene favorablemente en el toreo. No solo es música, verso y baile que nació hace más de cien años en Cuba y que trascendió a la América española, muy en particular a México, donde obtuvo carta de naturalización, sino que coinciden sus expresiones con la del lidiador, pues los que lo practican andan muy cerca uno del otro y de ahí surgen pasos y pases para disfrutarlos. La torera a pie y rejoneadora tapatía Rosa de Alba "la Solana", quien sorprendió a todos con un pronto retiro de los ruedos, se ha dedicado a manifestaciones ligadas con la tauromaquia como son la pintura, la poesía y la música allá en su nativa Guadalajara. Ha encontrado que el danzón tiene muchas analogías con el toreo tanto por su ejecución como por su ritmo y momentos gratos que los identifica. Así pues, si la fiesta tiene el pasodoble, el cante, la rumba, la canción ranchera y la lírica como demostraciones de alegría, el danzón los iguala, ya que acumula emociones y una larga tradición en el regocijo multitudinario. Hay que agregar que también aparece en la música clásica con los danzones número 2 para orquesta, 3 para flauta, guitarra y pequeña orquesta y 4 para orquesta de cámara debidos a la inspiración del reconocido músico sonorense Arturo Márquez, quien ha sido merecedor de varias distinciones de nuestro Gobierno, de Estados Unidos y de Francia. Rosa de Alba agregó recientemente a su directorio literario la poesía titulada "De los toros y el danzón", relación que viene a ser una prueba más de la que existe entre ambos. TORERAS MEXICANAS: La historia de nuestra fiesta registra un elevado número de mujeres toreras que se han distinguido en la lidia de reses bravas tanto a pie como a caballo, señalando a María Aguirre "la Charrita mexicana" como la primera de ellas. A los veinte años ya era amazona y cuatro años después torera, actuando bastante y con éxito en el interior del país y en plazas capitalinas; en 1917 se presentó en El Toreo de la colonia Condesa, se retiró en 1921 y falleció a los noventa y ocho años. Han sobresalido otras mujeres que combinaron ambas especialidades y buen número de ellas vistiendo de luces integraron cuadrillas y recorrieron el país hasta llegar a la ciudad de México. En el presente destacan entre varias la caballista Mónica Serrano y a pie Elizabeth Moreno, Marbella Romero y en particular Hilda Tenorio, a quien un serio percance en las rodillas la ha tenido alejada de los ruedos por ocho meses, lesión que sufrió toreando en una novillada en la México previa a su doctorado y se espera que lo alcance este mismo año pues ya ha iniciado sus entrenamientos. Hay que subrayar que Conchita Cintrón, chilena de nacimiento y peruana por adopción, es la más distinguida de todas las toreras a caballo y a pie que hayan podido existir, modelo de carácter y arte. Toreras hay de muchas otras nacionalidades como españolas, colombianas, estadounidenses, guatemaltecas, inglesas, canadienses, venezolanas y hasta una alemana.


Un círculo más pesado que una ciénaga trastorna mis días cordeles que atan mi desventura Tu voz me atenaza mientras muere. (. . . . . . . . . .) Estoque Me regalas tu música en avalancha. La espera me embiste toro aciago Tu ausencia es hija de la calle donde deambulo enloquecida El estoque del dolor entre las piernas. Estilete Alrededor de la letra: Tú forjador de mis horas de ausencia Al entrar al ruedo cuando tus palabras perforan mi rostro me pronuncio más silenciosa que la muerte. Segundo toro. Maja desnuda Maja desnuda tendida fuera de tu casa Las cinco de la tarde: el olor a sangre despertó a los vecinos. Picador Bajo el sol el toro y el torero se confunden luz y sombra en los pinceles maestros. Bajo el sol el picador se confunde y lanza su pica al cielo no en Flandes. Y yo me confundo cuando armo un acertijo Me sobran las palabras.


Punto final Vistieron al toro de luces lo llevaron en andas amortajado como a un torero que perdió su sombra Te desangraste sobre el escritorio al final de tu novela de majas sin ventura sin ponerle a la historia punto final.

La Jornada, en un número publicado hacia 1995. Desmemoria Las Manolas caen en la arena lentejuelas de un día de fandango declinan en tercera persona para no mirarse al espejo y se olvidan del plural y hasta de la primera persona. Reversa Manejo la tercera persona cuando viajo y echo la reversa para mirar mejor al espejo que cuelga del Árbol de la Noche Triste. No hay que culpar al diestro él era –con minúscula y en tiempo pasadotan sólo un instante voz de tenor que paraliza.


(. . . . . . . . . .) Tercer toro. Abrigar Abrigar sueños como niños de pecho alimentar cada sueño sueño único Ser madre y padre a la vez de un tumulto de pesadillas agolpadas en un mismo regazo… Luego… salir a la plaza a torear recuerdos Espero la embestida. Traje de luces La muerte estrena su traje de luces te coge. Toro aciago te reproduces en las telas de Gironella en los lienzos de Picasso en el capote de Dominguín en el sudario de Manolete en las bragas de tu maja vestida y en la piel de tu maja al desnudo El traje de luces cárdeno refleja los besos perdidos en la arena. Un poema más un poema más (o de más) Al toro le da lo mismo que le canten o no que lo celebren en la arena o en el corral donde se sueña Minotauro Un poema menos (es lo de menos) El torero echa de menos que se lo lleve en andas pretende ganar dentro y fuera del ruedo no perder el estilo en su traje de estrellas cortado a la medida de su osadía. Jamás da un paso en falso y se defiende boca arriba como bestia. Esa es la imagen del torero febril la maja la confunde con el toro y se imagina la Ariadna de todas las Cretas.


(. . . . . . . . . .) Dolorosa Me viste la tristura de la noche y la solitud palabra dominguera Me viste la luna y me amortaja y me enciende fuego… Las estrellas en tu traje de luces celebran la faena La afición recoge las cenizas con sus manos vacías de cascabeles. Entro al quite… Precio Todo tiene un precio hasta el olvido Se paga con moneda franca y con las manos en cruz como rebeldes insubordinados Todo tiene un precio el traje de luces y la mortaja Los dolores de parto los estertores de la muerte y la expulsión del alma del infierno del cuerpo Todo tiene un precio y lo pago con tu muerte. Encías Las encías me sangran y la lengua se encoge a punto de celebrar sus esponsales con la muerte La sangre nos acompaña partera exacta de día veladora inerme de noche Mal pagada es la sange que me fluye y sin embargo corre y me recorre Mis ojos inyectados de sangr -sangre mixta de maja toro y de torerote observan en la incertidumbre de la desierta arena. (. . . . . . . . . .) Recuerdos terribles


No hay como una corrida dominguera los toros se creen toreros los toreros sufren de amnesia y las majas recorren el camino de Ariadna en busca del Minotauro perdido. Becky Rubinstein F.255

Un contingente de mujeres a la usanza charra mexicana, desbordó el ruedo de la plaza de toros “México” aquel 5 de febrero de 1946, día de la inauguración de este coso representativo en la captal del país. Col. sel autor. 2007 Crónica rimada en Tenexac. El primero de febrero, antes de la Candelaria, vino el Pana a un tentadero dispuesto a dar la batalla. Los Solórzano arribaron anunciando su llegada, que traía una camioneta de leña bien retacada.

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Becky Rubinstein F.: Toro aciago. México, Tintanueva ediciones, 2006. 47 p. (Colección Autores del 2000). (Cita de varias páginas). Además en: Castálida. Revista del Instituto Mexiquense de Cultura. Año 13, invierno de 2007, Nº 33, p. 75. Becky Rubistein, es Maestra en Letras españolas por la UNAM, doctora en Letras modernas por la Universidad Iberoamericana. Poeta, periodista y promotora literaria. Tiene publicados, entre otros: Toro aciago (poesía), Lindilis y Maximino o el desenlace enlazado y Un árbol patológico (libro de cuentos para niños). Su libro –del que hemos tomado el presente muestrario-, fue merecedor del VIII Premio Nacional de Poesía Tintanueva 2006. Por lo tanto, este se convierte en el mejor homenaje que en lo personal puedo tributarle a la autora, incluyéndola en el Tratado. (N. del A.)


Pero no era para Paz como pensaba la gente, fue para Lalo Ramírez, aunque se encontrara ausente. Se reunieron al evento grandes personalidades, escritores de talento y agregados culturales. Estaban todos atentos sentados en la tribuna, Julio Téllez, Pepe Mata, Antolín Castro, Toño Luna En el palco observaba, con su puro y su sombrero, el matador Riveroll con Sabino el ganadero. Beto Vazquez, juez de plaza, no faltó en el escenario, completando la mancuerna con Benja el veterinario. Matadores de renombre, jóvenes y de solera Pana , Téllez y Martínez y cerrando Villanueva. También Herminio Morales, Cónsul de la madre España, aplaudía los naturales y ocurrencias del Pana. Que al templar un derechazo con mucha casta y salero, el matador de un mal paso rodó en el centro del ruedo. Cuando se incorporó comentó firme y seguro: “Tendré que quitarme de esto, Pues me caigo de maduro”. Emociona por completo hasta a los más chiquititos, como un lorito huasteco Le gritaba Fidelito. Por su tesón y valor, al terminar la faena, le dimos al matador entusiasta en hora buena. Ha luchado en contra viento, contra terribles mareas, ahogándose en cada intento para volver a la arena. De ver tanta voluntad al no aceptar su condena, otra oportunidad Le dio la Virgen Morena. Poniéndole en su camino a dos sinceros aliados, Chilolín, un gran amigo, Salvador Solórzano, su apoderado. De la México el sendero con los lauros de la gloria, salió en hombros el torero Paladeando la victoria. Y así dejando en la historia su capote y su muleta,


salió por la puerta grande el matador tlaxcalteca. Nos volvemos a la tienta, con el frío de temporada caminamos a la hacienda al terminar la capeada. De castañuelas, claveles y escuchando sevillanas, todos brindamos alegres por el retorno de “EL PANA”. Rosalía Yano Bretón. Febrero de 2007. HACIENDA DE TENEXAC256 2007 Ariadna enamorada. I Te pertenezco de ojos vendados. Llego a ti, doncella sostenida por el hilo de mi sangre, para mitigar tu sed de imposibles y del terror liberar tu memoria, pero del laberinto soy el ciego deseo que te conduce a la muerte. II Me interno en tu noche bifurcada por crípticos sonidos, ecos fantasmales que los muros recuerdan entre cientos de galerías que celan tus pasos; te busco para morir, atravesada por el doliente resplandor de tus ojos, para renacer en la embestida de tu sangre contra la mía, provocación de infatigable galope que encabrite el aliento. III Devórame, amor, devórame, que el tiempo consume ávido el bocado de nuestra historia. Piérdeme en el dédalo indescifrable de tu cuerpo, y burlemos a las voces que de sal nos reclaman al abrir los ojos de ayer. Bébeme, amor, recíbeme, que para ti mana incesante esta herida y de amaneceres teñirá la piel de pájaros Donde poderosa se debate tu respiración. Luego, un nombre me habrá de resucitar entre tus labios. Elianne Valdés Santiago. 257 256

Portal Opiniónytoros.com del 14 de febrero de 2007. Ha llegado a Opinionytoros una crónica rimada escrita por la ganadera doña Rosalía Yano Bretón, a quien cariñosamente los amigos le llamamos Mosy, fue escrita tras la tienta celebrada el 1 de febrero en la ganadería de Tenexac, en donde fueron recibidos por su hermano el patriarca de la familia, don Sabino Yano, y su hermana Paz, así como por los jóvenes ganaderos Susan, Eduardo y Santiago... don Antolín Castro y su distinguida esposa Eugenia, la prestigiada escritora Muriel Feiner, don Julio Téllez, don Herminio Morales, Cónsul de España en México, la gran Nadlleli Bastida y José Mata, quienes vieron torear al artista de Apizaco El Pana, acompañado de dos de los jóvenes que están dando fuerza a la nueva baraja taurina mexicana: Israel Téllez y Guillermo Martínez. 257 Castálida. Revista del Instituto Mexiquense de Cultura. Año 13, invierno de 2007, Nº 33, p. 114. Elianne Santiago, estudió la licenciatura en Letras latinoamericanas en la UAEM y el diplomado en Creación


2009 Romance moderno de Julieta y Pajarito. Cuatro y media de la tarde de un veintinueve de enero; las crónicas lo consignan como un recuerdo imborrable. ¡En la plaza de los toros un toro levantó el vuelo! Ya las beatas se persignan ¡sálvame San Pantaleón! ¡Ay, San Juan Nepomuceno!, en verdad ya ni la chingan: Todo está escrito en el guión, bien y mal bajan del cielo. Cuatro y media de la tarde en el reloj del recinto, cuando sale furia que arde, el taimado Pajarito. La bestia se muestra inquieta y al presentir el peligro, sin dudas ni indecisiones vuela, rauda hacia el tendido, donde la espera Julieta en su balcón de domingo.

Julieta Gil Elorduy. Julieta Gil Elorduy, directora de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, en entrevista con La Jornada explicó las múltiples ventajas que reporta el proceso de digitalización de los valiosos acervos que se resguardan en ese recintoFoto Roberto García Ortiz Disponible febrero 26, 2013 en: http://www.jornada.unam.mx/2011/08/16/cultura

literaria, en la SOGEMA, Estado de México. Se ha desenvuelto en el campo de la cátedra, de la corrección de estilo y en el ámbito editorial como coordinadora de la revista Castálida, del IMC. Actualmente se desempeña como correctora de estilo de la revista La Colmena, de la UAEM; realiza estudios en sicología y una especialización en sicoanálisis, en CEPSIMAC.


En una estampa torera digna del maestro Ruano, como en un cuadro de antaño, salto y pasmo se entreveran. ¡Que no quiero verla, no no la quiero ver más nunca! Es tan sólo una pregunta, hoy me falta la memoria. ¿Quién es, amigo Romeo en esta trágica historia, a quien Pajarito busca? ¿Julieta como trofeo y a su gran amiga Gloria? El burel rastrea a su presa y a trompicones avanza recordando la dehesa el breve espacio atraviesa y en un momento la alcanza. Sin inmutarse, Julieta se encuentra frente al bovino, con su mano diestra intenta alejar de sí el peligro. Mas el toro enardecido rompe y rasga la chaqueta y perfora su intestino. ¡Que no quiero verla, no, no la quiero ver más nunca! La plaza entera enmudece, mas pronto estallan los gritos, los cabales palidecen, ¡ay, el miedo vuelto río! Ya llegan los monosabios, ya se acercan los toreros. Vallina en el graderío lo fulmina como un rayo, encajándole el acero. En hombros de la asistencia cruza lentamente el ruedo, camino a la enfermería. La espera el hombre de ciencia mas no el villano Herrerías. Ya es hora de despedirme pues mi mente se fatiga sólo me resta decirle a Julieta que es mi amiga: ¡que no quiero verla, no, no quiero ver más la liga! José Luis Solana, 23 de febrero de 2006.258

Aquí las tienen a todas: María Teresa Medrano, Madame Calderón de la Barca, Luisa 258

Heriberto Murrieta y Sergio Hernández Weber (Coordrs.): El vuelo histórico: Pajarito. México, Talleres de Gráficos I.D.M., 2009. 125 p. Fots., ils., p. 109.


Godoy, M. Núñez de Matute, Blanca Stella G. De Santillán, Mercedes Segura, Josefina Ferreyra Mireles, Carmen Torreblanca Sánchez Cervantes, Gloria Noriega, Claudia Romano, Conchita Cintrón, Berta Arana, Patricia Landa, Dora Elia Aguilar Gaona, Griselda Álvarez, María Eugenia Gutiérrez, Ethel Krauze, Elia Domenzáin, María José Casany, Lucía Rivadeneyra, Rosa de Alba La Solana y Rosalía Yano Bretón, y si hay algún nombre más que, por omisión no incluí en esta relación, mis disculpas más sinceras. En otra parte del presente trabajo, como ya es sabido, se encuentran María de Estrada Medinilla y sor Juana Inés de la Cruz. De Frances Eskirne Inglis, que no es otra que la viajera extranjera Madame Calderón de la Barca, quien estuvo en México entre 1840 y 1842, se incluyeron unos versos que en lo particular le atribuyo. Sólo de Catalina de Eslava, no fue posible localizar ninguna referencia, y hasta incluso, quiero sospechar que su poesía no es de la del tema que ahora se estudia. Pues bien, este preciado ramillete de poco más de veinte escritoras repartidas en cinco siglos, se precia de ser fuente de inspiración en la poesía, en cuyo género, a lo que se ve cultivaron, han cultivado y seguirán cultivando el tema de los toros.

Fotografía tomada del portal de internet “Opiniónytoros.com” con fecha 20 de septiembre de 2009.


15.-TODO MEXICO HABLA DE ELLA. EVOCACION ESPECIAL A CRISTINA SÁNCHEZ DE PROFESIÓN: "TORERO". Todo mundo habla de ella. El aficionado y el que no, se sorprenden de la novedad que significa la presentación en la plaza de toros "México" de Cristina Sánchez en lo que fué la 18a. novillada de la temporada. El domingo 24 de septiembre de 1995 una importante página de la historia taurina fue escrita en la capital del país, cuando Cristina Sánchez se ganó el aprecio y el corazón de todos los que presenciaron el hecho. Alternó aquella ocasión con César Alfonso Ramírez "El Calesa" y con Diego Martín "Rubito" en la lidia de novillos-toros de Santa Isabel, propiedad de la Sra. Isabel Garfias Montero. Gracia, donaire, elegancia, pinturerismo femenino, todo esto y más irradiaba la hermosa madrileña, encanto de la afición capitalina que se admiró del quehacer torero de Cristina Sánchez. Su aparición en la plaza de Insurgentes tiene un significado sin precedentes pues por primera vez en muchos, muchos años una mujer vestida de luces sale a fajarse con los toros como cualquier otro que ejerce la profesión. Al menos recuerdo en condiciones similares a Ignacia Fernández "La Guerrita" quien hace casi un siglo conmovió a la afición mexicana, alternando, entre otros, con Ponciano Díaz. Juana o Ignacia Fernández "La Guerrita", torera española pasaba por nuestro país (hacia 1897), llevando el "remoquete" de uno de los "Califas"; nada menos que de Rafael Guerra. Y ante nosotros se muestra con toda la coquetería y gracia que pueda tener una mujer, antes que ser aguerrida. Toda una casualidad es haber alternado con Ponciano. Más o menos esto opinaba la afición del momento: -Dicen que es una real hembra y que deja muy atrás en cuestión de cuernos a un maleta cualquiera. -¡Claro, al fin mujer!... exclama el otro. -Lo cierto es que las del sexo femenino se están apropiando todo lo concerniente a los hombres. Cosas veredes. De mujeres en los ruedos mexicanos contamos con antecedentes que se remontan al fines del siglo XVIII, precisamente en fiestas celebradas en la plaza de toros "El Volador" dedicadas en noviembre de 1785 al Exmo. Sor. Dn. Bernardo de Gálvez, virrey de toda la Nueva España


y Capitán General. Y como don Bernardo se propuso condescender con el pueblo: En este mismo dia en la Mañana en un Virloche con presteza suma se vido la Persona mui Galana del Conde Galvez qe. como una pluma volava de la Plaza el pavimento como las Aves cruzan pr. el viento.

Es Manuel Quiróz y Campo Sagrado autor de los Pasajes de la Diversión de la Corrida de toros por menor dedicada al Exmo. Sr. Dn. Bernardo de Gálvez... 1786, y gracias al trabajo de Salvador García Bolio es posible conocer en detalle los hechos de noviembre y diciembre de 1785, donde actuaron en 22, 23 y 24 de noviembre dos, cuatro y seis mujeres respectivamente. El veinte y dos siguieron las corridas de Toros dando al Publico contento Se vieron dos Mujeres aplaudidas al mirarlas torear con tanto aliento pues fuertes Amazonas les entregaban al toro Sus Personas.

Sin embargo, los esfuerzos del señor virrey por ganarse una popularidad hasta entonces desconocida, mancillaba, por no decir, prostituía, la alta dignidad del Conde de Gálvez. Nos dice Carlos María de Bustamante en Los tres siglos de México durante el gobierno español hasta la entrada del ejército trigarante, como continuación de la obra del Padre Andrés Cavo S.J. México, 1852: ¿Qué es esto de dar gusto al populacho en barullo para girar en un quitrín en derredor de la plaza de toros como pudiera Nerón en la de Roma para ganar aplausos? ¿Qué sentarse al lado de una mujerzuela banderillera, con agravio de la decencia pública, ya en el de su misma esposa que lo presenciaba?

Sin comentarios. Durante el siglo XIX están: Victoriana Sánchez, Dolores Baños, Soledad Gómez, Pilar Cruz, Refugio Macías, Angeles Amaya, Mariana Gil, María Guadalupe Padilla, Carolina Perea, Antonia Trejo, Victoriana Gil, Ignacia Ruíz "La Barragana", Antonia Gutiérrez, María Aguirre "La Charrita Mexicana" y desde luego, la española Ignacia Fernández. Podemos ver con curiosidad el hecho de que muchas toreras actuaron en México durante la centuria pasada. Pocas opiniones -por no decir que ninguna- son las que nos llegan hasta nosotros para conocer lo que la prensa dijo de ellas en su momento. Algunos grabados que ilustran los carteles a mediados del XIX nos las presentan como refinadas señoritas con vestidos muy elegantes, clavando banderillas o pasando de muleta; o quizás señalando un


puyazo de maravilla. Pero hasta ahí se limitan los testimonios.

Cartel de su actuación en Celaya, Guanajuato en noviembre de 1995.

La prensa reciente se ha ocupado en abundancia al relatar pasajes de la mujer en los toros, y para el caso de Cristina Sánchez se nos antoja escribir lo siguiente: Curiosamente se llama asimismo "torero", categorizando un ejercicio, así, en masculino ya no sólo para hombres, sino también para mujeres, como hemos visto. Fue evidente la sorpresa de unos y el rechazo de otros. Esta forma de cerrarse ante una


limitante de creer que el toreo es privativo para el sexo masculino da idea de que seguimos afectados por el trauma del "machismo" (culto fálico) mismo que no le concede a la mujer ningún derecho, ni capacidad. Como que hay una misoginia recalcitrante. Antes al contrario si el macho ve sumisa a la mujer, o convertida en un objeto, mejor. Debemos recordarle al "macho" que la mujer se ha ganado derechos que la ponen en igualdad de condiciones frente al hombre. El caso de Cristina Sánchez para el toreo, y en estos momentos, no es nuevo. Pero es un fenómeno social que rebasó las ambiciones de Raquel Martínez, o de Maribel Atienzar, e incluso de Claudia Belmont, al verse boicoteadas, frenadas o desplazadas cuando al considerárseles para alternar con toreros, estos, terminaban condicionando la situación, excluyéndolas finalmente. Surge pues, en la persona de Cristina Sánchez un capítulo más para el toreo en México, al que, de una vez, deberemos entender como un espectáculo, como una diversión que los muy exigentes o rigurosos, amén de tradicionalistas a ultranza deben acabar por comprender. Es cierto que se trata de una costumbre cuatro veces secular en México, con todo un rito de por medio, pero acuden a disfrutar y a gozar de la corrida todos los que van a la plaza. ¿Acaso hay alguien que, deliberadamente vaya con el propósito de quejarse o de reclamar? En fin, todas estas situaciones de frescura y novedad son las que vino a producir la visita de esta "torero" madrileña llamada Cristina Sánchez, llegando a un momento en el que la temporada de novilladas francamente no se le veía nada notable, de no ser por el triunfador en solitario que fue Fernando Ochoa, mismo con el que alternó ocho días después, el domingo 1 de octubre, actuando como sobresaliente otra "torero" de origen oriental: Oday Imamura en la lidia de novillos de Xajay. Pues bien, termino recalcando de nuevo que el toreo como espectáculo se debe a estos ejemplos de atracción, que mueven multitudes y levantan olas de comentarios en todas direcciones. ¿Se imaginan si el toreo se comportara de modo lineal, frente a nosotros los mexicanos que terminamos -entre otras cosas- hasta burlándonos de la muerte? Sería algo simple y solemnemente aburrido.

24.09.1995


16.-¡NOVILLEROS!: ¿YA SE FIJARON? Apuntes para la segunda actuación de Hilda Tenorio, Juanito Chávez y “Joselito” Adame, que ocurrió el lunes 16 de septiembre de 2002, en la plaza de toros “México”. México, D.F., 16 de septiembre de 2002. Para la memoria. Envío Nº 16. Señora memoria: No importó que tuviésemos que soportar una caudalosa tormenta, para volvernos a sorprender con esa juguetona actuación de “Joselito” Adame, la cada vez más consolidada de Hilda Tenorio y las decepciones que pueden ser corregibles, por parte de “Juanito” Chávez, en una tarde que, aunque fría nos mantuvo pendientes de tres interesantes “niños toreros”, dueños de una capacidad, la suficiente a su edad, para que del tendido, se escuchara un grito rotundo y contundente como una muralla que afirmaba: ¡NOVILLEROS!: ¿YA SE FIJARON? Y es que con la “gesta” de “Joselito” Adame, volvimos a ver brillar con luz propia el sentido de la fiesta, luego de su peculiar puesta en escena. Apenas recuperados de una noche “mexicana” plagada de cohetones celebratorios, del “grito” convencional del presidente de la república, y de la peculiar conmemoración ocurrida en la catedral, el día 15, donde el celebérrimo Norberto Rivera Carrera, Arzobispo primado de México, encabezó la ceremonia religiosa, matizada por el hecho de que en la mismísima catedral metropolitana se cantaran no los maitines, ni el aleluya; mucho menos el agnus dei o el oratorio sino el himno nacional mexicano, el lunes 16 de septiembre, en medio de una ciudad reposada, distinta. Por otro lado, la parada militar volvió a reafirmarse ante el pueblo, en un desfile anacrónico, y como me ha dicho Raquel, mi mujer, un tanto cuanto fascista, por el hecho de la demostración contundente de un ejército sí, muy estable al interior, pero que no deja de infundir una imagen de ciertos temores, siempre asociados a acontecimientos de un pasado reciente que no los deja en buen lugar. O por el hecho de que en la actualidad no posee siquiera esa proyección de garante en donde podamos no solamente sentirnos orgullosos, sino perfectamente salvaguardados por lo mucho que significa un ejército bajo las ordenes de un sistema inestable, que no les ha permitido salir de su esquema todavía cuadrado en el que se mueven esas “fuerzas armadas”, poco conscientes de la realidad a la altura del ciudadano común y corriente, porque entrar en territorios castrenses es someterse a disciplinas


obtusas que no son capaces de entender más que su propia convicción, entrando en serios conflictos con la que nos pertenece.

Publimetro del 4 de septiembre de 2009. Fotografía incluida en la portada de dicha publicación.

Hilda Tenorio, lo mismo que “Joselito” Adame, se constituyen con demasiadas razones y argumentos, en punta de lanza de la próxima generación que está por venir, con ellos a la cabeza. Anunciados todavía como “niños toreros”, asumirán y reafirmarán la oportunidad de verse colocados en sitios de privilegio, envidiables, que solo pertenecen a los elegidos, pero hasta que esa edad se los permita. Y ellos lo son, porque aunque parezca una casualidad, y hasta una gracia por todo lo que hacen y son capaces de hacer en el ruedo, pues resulta que su quehacer, en la mayoría de los casos, les resulta bastante positivo. Y claro, con añojos, utreros o becerros los riesgos pueden ser menores, porque el ganado a esa edad no desarrolla genio ni sentido, como si se tratara de un toro, con sus cuatro o cinco hierbas, que ese sí, en teoría, está listo para ser lidiado por un matador de alternativa, con mayoría de edad. Con el tiempo podremos corroborar si lo suyo fue algo pasajero, o de veras algo muy concreto, muy en firme, que no hay sino mostrar nuestro gusto por lo que estas dos importantes piezas, junto a Aldo Orozco representan en este momento para la tauromaquia, la cual no se ha podido reponer de la severa crisis por la que viene pasando. Respiros así, alientan de nuevo. Aldo Orozco es preciso verlo no una, sino las veces que sea necesario para confirmar su caso fehacientemente. Por su parte Hilda Tenorio, ese lunes 16 de septiembre, y con el ruedo


parcialmente anegado, mostró unas cualidades que demuestran su asimilación con rapidez y eficacia de esa tauromaquia que viene aprendiendo. Aunque niña, y próxima a la pubertad, expone como cualquier torero, con firmeza y seguridad, arriesga lo que tiene que arriesgar pero sin las locuras de esa próxima juventud, quedando acentuada la declaración de principios que trae muy bien entendida en la cabeza, porque ha aprendido a serenarse, y con procedimientos técnicos válidos pone la tauromaquia a su servicio. Y como su capacidad ahora mismo no tiene límites, cubre los tres tercios con muy buen conocimiento de la escena. Donde tiene que afinar es con la espada. Con un futuro prometedor en puerta, esos inconvenientes tendrán que desaparecer. “Joselito” Adame, sabe moverse con tal intuición y espontaneidad a veces un poco prefabricada, que pronto se adueña del escenario. Gracias a diversos factores de su propiedad, sabe crear la química con la cual es capaz de conquistar no solo a los públicos, sino a los más renuentes. Su “ángel” o “pellizco” son tales que, de buenas a primeras genera condiciones propicias donde el talento de sus 10 o 12 años se declara inocente y preparado al mismo tiempo para hazañas mayores. Ahora bien, pocos “niños prodigio” han logrado escalar las fronteras solo concedidas a unos cuantos. Allí están Rafael Guerra, José Gómez Ortega, los Bienvenida, Luis Miguel Dominguín, Fermín Espinosa o “El Juli”, por citar a los más connotados. Una buena guía espiritual y la tutela adecuada en sus modalidades de teoría y práctica le tienen asegurado lugar de honor. Su “gracia”, su “salero” espontáneos como son a su edad, en otra inmediata simplemente no los podría tolerar el público. Aunque..., quien sabe. Todo depende de ese estado de ánimo común sincopado con el efecto que haya sabido dejar desde que su nombre: “Joselito” Adame figure en carteles de esta manufactura. El día de mañana, cuando haya alcanzado la pubertad y la adolescencia, ojalá que también lo alcancen la gloria, y que siga con ese toque de gracia que tan bien le va. Su estatura podría ser un inconveniente, pero no su corazón que de lecciones infantiles ya no puede más. Listo pues, para batallas mayores. Esperemos las próximas temporadas para verlo en las filas de los novilleros y corroborar que lo suyo no fue una casualidad. Por ahora, esas dos orejas que obtuvo, esas ya no se las quita nadie.


17.-RAQUEL SÁNCHEZ, MARBELLA ROMERO e HILDA TENORIO: EL CARTEL DE LAS PRIMERAS TORERAS DEL SIGLO XXI EN LA PLAZA “MÉXICO”. El solo cartel celebrado la noche del viernes 10 de octubre de 2003, se constituyó como una efeméride de las que se consideran como “joyas”. Era la octava de una irregular temporada de novilladas bajo la organización del “intocable” Rafael Herrerías que, con todos los actos cometidos en últimas fechas, parece demostrarnos la fuerza delictiva que ha acumulado. Pues bien y con las distancias de rigor, el hecho merece una apreciación aparte. Desde 1995, y luego en 2001 y 2002 no figuraban los nombres de mujeres toreras como en su momento fue el caso de Raquel Sánchez, Mari Paz Vega y la entonces becerrista Hilda Tenorio. Sin embargo, las coincidencias en actuaciones les permite aparecer reunidas –por primera vez-, en el coso máximo del país: la plaza “México”. Esa noche, lógicamente el cartel causó expectación, traducida en la mejor entrada hasta ahora de un serial del que aún no han salido más que algunas estrellas fugaces. De él estamos esperando un nuevo alter ego de la novillería, luego de que han pasado 20 años tras el celebrado surgimiento de una super nova –efímera- en el firmamento, que se llamó Valente Arellano.

Las Señoritas toreras, cuadrilla que hace poco más de un siglo actuó en forma continua en diversos cosos mexicanos. Col. del autor.


Las tres novilleras se las entendieron con un encierro chiquito pero picoso de El Vergel. Raquel Sánchez demostró capacidad que tendrá que afinar. Ojalá se mantenga, al margen de la misoginia, el bloqueo de quienes se consideran invadidos o rebasados por presencias tan incómodas como estas (recuérdese el caso de Cristina Sánchez). Marbella Romero, me recordaba por su complexión a alguna de las “señoritas toreras” que vinieron a estas tierras, entre 1895 y 1902. Chaparrita, gordita, pero que en ese cuerpo cabe tal valor y tal persistencia que, a fuerza de voluntad obtuvo agua de una piedra –refiriéndome a su primer faena-, la que, a pesar de lo mal rematada, los asistentes demandaron una oreja que paseó –no era para menos- con un reposo y disfrute impresionantes. Con una asistencia absolutamente relajada, pasaban ya de las 10:30 de la noche, Hilda Tenorio se alzaba triunfal con la otra oreja del festejo demostrando sus evolucionadas maneras que ha aprendido lenta y eficientemente de su reconocido maestro Rutilo Morales. Si con su primero lució el primor de la verónica y luego sus avances técnicos y estéticos al citar, templar y mandar, con el último de la noche, cuando ya la luna llena se asomaba indiscreta, se vio soberbia en banderillas. Varias series de muletazos corroboraron su ejercicio, culminando con la suerte de su lado y el estoque en su diestra mano. El Juez, Ricardo Balderas consideró la petición popular otorgando el segundo apéndice del festejo. 13.10.2003


18.-EL REGRESO A LOS ORÍGENES MITOLÓGICOS DEL TOREO. (¡QUÉ BIEN TOREÓ ELIZABETH MORENO!). Séptima novillada de la temporada 2004. Domingo 17 de octubre de 2004. Raquel Sánchez, Marbella Romero y Elizabeth Moreno con 6 de Sergio Rojas. ¿Qué es el origen de la tauromaquia? ¿La lucha del hombre y el toro por la supervivencia en el pasado más remoto? ¿El rito y el ciclo agrícola, donde en el sacrificio, entre otros animales, el toro fue víctima de aquella catarsis? ¿La lucha de Teseo y Minotauro, con el triunfo de este sobre aquel, gracias, entre otras cosas al hilo de Ariadna? ¿Cnosos y sus sacerdotisas acróbatas?

Entre este conjunto de supuestos, creo por ahora en las mismísimas sacerdotisas que, recuperadas en Raquel Sánchez, Marbella Romero y Elizabeth Moreno con su representación o puesta en escena del 17 de octubre de 2004, ha sido posible, en pleno siglo XXI el retorno a la génesis del toreo, con la sola diferencia de que no recurren a la acrobacia. En todo caso al moderno fomento de tauromaquias que van articulándose a


cada momento, consiguiendo tener una mejor composición luego de muchos años de constante mejora. Este nuevo vuelco, abre un sendero que da la razón a los orígenes mismos, corsoricorso (Giambatista Vico, dixit) cuya duración, en efecto, ha sido suficientemente larga para justificar su retorno y vuelta a andar, donde pasaron siglos para que la tauromaquia fuera detentada una vez más por el género femenino. Ya no son los espacios de la isla cretense. En todo caso, un nuevo escenario urbano que quizá no tenga nada que ver; acaso por la relación que la fiesta, como espectáculo, guarda con aquella razón original y delimitada por un entorno donde el ritual y la acrobacia, como efecto grandilocuente de todo significado al interior palaciego, jugaron un papel que dejó huella perecedera. Si no determinante sí en su mero papel simbólico, hoy recuperado con creces en una tarde que resultó harto interesante. Procuraré describir los hechos partiendo del presupuesto de que un buen número de medios informativos han divulgado su versión en tanto crónica, por lo que estos apuntes tendrán que contar con otro significado. Primera sacerdotisa: Raquel Sánchez. Nos demuestra ser dueña de una tauromaquia en pleno estado de consolidación, lo que es señal de que abrevó la oralidad transmitida tanto por maestros como por compañeros de esa legua venturosa que implica saberse frente a un novillo, vestida de luces. Desconozco, eso sí, qué tanto padezca ella y sus otras compañeras el egoísmo, cerrazón o boicoteo de sus iguales masculinos a la hora de ser considerada para actuar en festejos formales. Su paso es firme, claro, no dejan de notarse deficiencias en su hacer y su quehacer, en espera de que las afine (no colocar debidamente al novillo ante la cabalgadura o desentenderse de plano de esta labor, es, entre otros detalles, parte de ese proceso de afinación que deberá dar a su oficio). Lo que sí es un hecho, es que tanto Raquel, como Marbella y Elizabeth fueron capaces de plantarse valientemente, decididas, incluso al sacrificio, pero suficientemente seguras de sus actos. Es de lamentar que el ganado al cual se enfrentaron haya sido desigual en presentación y juego, predominando los novillos a fuerzas, flacos y esmirriados. De sus dos apariciones, la segunda de ellas me pareció más convincente aunque poco se conectó con los tendidos que sólo despertaron en medio de una estocada fulminante, para lo cual y luego de su consistente labor obtuvo merecida oreja.


Segunda sacerdotisa: Marbella Romero. En su búsqueda por la igualdad de género, Marbella simplemente nos demostró que ésta no fue su tarde. Estuvo a merced de sus presuntos enemigos con los que no se acomodó del todo, hasta verse implicada en más de un trance comprometido, por fortuna sin consecuencias que lamentar. Marbella, al lado de Hilda Tenorio y de sus otras dos compañeras ya ha dejado constancia de avances, solo que, en su calidad de novilleros, habrá que esperar la superación de esas ineficiencias hasta conseguir una estabilidad soportada por capacidades únicamente logradas por un oficio en constante movimiento. De no ser así, la atrofia es la única y más inmediata consecuencia, no siempre la más deseable. Ningún desánimo, puesto que tu condición como novillero supone para la afición una espera, tampoco demasiado larga y sí la marcada exclusivamente por la prudencia. A la pregunta de ¿qué debes corregir?, se encuentra el hecho de construir la faena a partir de las condiciones del ganado, pero no traer una preconcebida. Recuerda, y este es consejo que todo novillero debe entender: el ideal de estandarización de su monofaena tienen que quitárselo de la cabeza, y en el toreo, hasta donde se, no hay labor que se parezca o sea idéntica (aunque nuestros dogmatismos, prejuicios y demás polaridades digan lo contrario). Por otro lado, y sólo en función de sus experiencias, lograrán superar ese estado de imperfecciones hasta conseguir, eso sí, un estilo más definido. Tercera sacerdotisa: Elizabeth Moreno. Mi primer reacción en la plaza fue decir ¡qué bien toreas, Elizabeth! Claro, si con el capote pasaste inadvertida, asunto en el que Hilda Tenorio alcanza estaturas afortunadas, con la muleta simplemente nos deslumbraste con dos momentos invaluables, y aquí el contraste: Hilda se cae con la muleta en mano. Segura de sí, se plantó temeraria hasta brotar de sus manos collares de finas cuentas, donde el natural o el derechazo se desplegaron uno a uno hasta provocar el gozo colectivo, alterado en otros tantos momentos por los de pecho o forzados de ídem, barriendo literalmente los lomos en impecables ejecuciones que cimbraron a los asistentes, hasta elevar la tensión, sobre todo en el segundo acto o sexto de la tarde, traduciéndose aquello en gritos y olés emocionados; sombreros y prendas de vestir en la arena. Hacía ya un buen tiempo que las fibras más sensibles no se alteraban con faena novilleril (recuerdo que el último gran momento de emoción producido por una de altos vuelos, fue la tarde-noche en que José Antonio “Morante de la Puebla” estuvo genial de toda genialidad). Luego de tremendo susto, en el que todos creímos su inminente paso a la enfermería,


Elizabeth se levantó airada y airosa para continuar en la batalla. ¿Qué le faltó, qué le sobró a la ya significativa hazaña de Elizabeth Moreno? En afanes rigurosos, hilo y hebra a su toreo. Se le escapó de su control varias veces el enemigo, atrayéndolo a sus dominios, eso sí para vencerlo poco a poco. Le faltó seguridad con la espada, y aunque varios y fallidos viajes no permitieron la culminación a sus más hondos deseos, llegó la oreja bajo una petición unánime pocas veces vista. Le faltó la maravilla de las “verónicas” y otros lances… pero eso sí, le sobró lo que se llama afición, combinada con un aplomo y una firmeza como si hubiera llegado precedida por una racha de festejos, todos ellos triunfales. Esta tarde no representa, desde luego un primer cartel femenino en el ya avanzado siglo XXI, pero sí el que significa el que las circunstancias han sido más contundentes a la hora de tener o contar con un juicio crítico sobre el significado de tan gozosa jornada.

23.10.2004


19.-LA PLAZA “MÉXICO” TOMADA POR LAS MUJERES. Crónica de la décimo primer novillada. Plaza “México”, 12 de agosto de 2005. Mónica Serrano (a caballo). Marbella Romero, Hilda Tenorio y Elizabeth Moreno, con 6 novillos-toros de Arroyo Zarco y uno de Mar de Nubes.

Una vez más, el espíritu femenino habitó con todo su encanto a esa enorme plaza de toros llamada como nuestro país. El sólo rumor de su anuncio generó las naturales conmociones entre un buen sector de asistentes que, atendiendo al poder de convocatoria de dicho cartel, acudieron con el morboso deseo de encontrar una realidad distinta, en tanto que la afición comúnmente asidua a la plaza, la de siempre, y siempre en minoría, quedó rebasada por aquella masa de curiosos que quisieron dejarse fascinar por el curioso acontecimiento.

Col. del autor.


Curioso, me preguntarán, cuando lo más normal es que las mujeres siempre han estado presentes en este intenso ritual. Si no, habrá que echar una ojeada al pasado más remoto para encontrarlas, por ejemplo, en los frescos del templo de Cnosos (Grecia), realizando movimientos acrobáticos con alto grado de dificultad. Solo que un deprimente y decadente síntoma misógino las ha marginado hasta reducirlas a cualquier cosa. Pero su empeño es lo que vale, y vuelven a insistir y ahí están otra vez, ahora de forma masiva, si tomamos en cuenta que Mónica Serrano lo hizo como rejoneadora y sus tres alternantes de a pie, se han convertido poco a poco en firmes promesas. Sobre todo Hilda Tenorio.

Col. del autor.

A las cuatro de la tarde, y bajo un sol deslumbrante hicieron el paseíllo acompañadas de una gracia peculiar que despedía perfumes y esencias especiales. Este no era cualquier cartel, uno más en el panorama. Se trataba de la reunión de cuatro aspirantes, con la


semejanza de este o aquel programa donde aparecen varones. Su recibimiento fue apoteósico, cual si repitieran luego de tarde triunfal ocho días atrás. Pero al cabo del festejo, nos encontramos con un conjunto de elementos en los que fue evidente su estado de avance o rebote, si entendemos esto último como retorno al estancamiento. De Marbella Romero tenemos que hablar muy claro, pues si pretende dar el paso a las filas de matadores de toros, sus alcances todavía son limitados. Durante la lidia de sus dos ejemplares, puso en evidencia enormes dudas reflejadas en un miedo explícito y la consiguiente incertidumbre que supone no haber estado mentalizada para enfrentar tamaño reto. Ya no es una mujer joven (lo sigue siendo), pero no para el toreo. Cercana a cumplir sus 30 años, esa edad en cualquier torero refleja ya una carrera o trayectoria totalmente definidas, e incluso más de uno en condiciones consagratorias. Esto tampoco es una condición establecida por ningún organismo ni cosa que se le parezca. Pero es el que la tradición, y la experiencia han fijado para cumplir un ciclo, y si ese ciclo no se ve estimulado por una permanencia, una estabilidad, el torero está condenado a perder su ciclo vital y recuperarlo en términos que no mantienen ese grado de protagonismo en el que participan o son blanco del interés por parte de la afición. Todo en esta vida pasa incluso por los extremos. Alguna vez, y próximo a retirarse, el torero cordobés Rafael Guerra Bejarano “Guerrita” sentenciaba: “¡No me voy. Me echan...!” Pues bien, volviendo al caso reciente de Marbella Romero, esta chica debe tener muy claro que, de tomar decisiones contundentes en el toreo, tendrá que buscar a la brevedad a alguien que la auxilie en las nociones básicas de este ejercicio espiritual, pero también introducirla al complejo de la técnica, donde queda de manifiesto que lo que urge en este caso es un consejero fiel, honesto, para que reciba las lecciones de tauromaquia que fueran necesarias y reforzarlas desde el callejón. Del mismo modo, inculcarle un principio de lo que significa plantarse frente al toro, ayudar a que se olvide del temor, del pavor escénico, de que sus piernas sean soportes y no muestra de indecisiones, incertidumbre o miedo. En sus dos ejemplares pudimos constatar ese síntoma, pero Marbella, aún es tiempo de corregir. Elizabeth Moreno es una mujer muy guapa, atractiva, que antepuso estos dos privilegios femeninos ante una profesión que exige no solo el modelaje, territorio del que proviene en


sus búsquedas por la vida. Aquí, hay que plantarse y enfrentar el reto que se ha impuesto, obteniendo como ha obtenido triunfos resonantes, sobre todo en la fase de muleta (algunos adelantos positivos le pudimos constatar manejando el capote). El lote correspondiente no tuvo el peso de la suerte, por lo que su quehacer quedó reducido a muy buenas intenciones, y hasta por momentos corrió la mano con sabor y hondura, procurando dejar evidencia de lo bien que tiene metido en la cabeza no sólo los tres tiempos: citar, templar y mandar. También, agregando esa otra cuarta dimensión que es la de ligar. Así como un día se pudo integrar que para las dimensiones del espacio: ancho, alto y profundidad daban el sentido tridimensional para la física y las matemáticas. Pero todavía, los nuevos tiempos han agregado otra nueva dimensión: la relatividad. Así que: Citar Ancho

= =

templar alto

= =

mandar profundidad

= =

ligar relatividad

Entre que nos enteramos si estas ecuaciones tienen o no semejanza, lo que Elizabeth nos demostró es que existen altas probabilidades de que así sea, por lo menos en su toreo. Lamentablemente, ya lo hemos dicho, el ganado de Arroyo Zarco deslució en términos generales, tanto por su presentación, como por su juego. Y los que le correspondieron a la Moreno, tuvieron el toque de sosería, con un recorrido de pésimas hechuras y, lo peor de todo: con tendencias a la mansedumbre. Así que el sueño de una consagración, que ya lo merece, se quedó para mejor ocasión. Pero también algún extraño presentimiento rondó en términos de obsesión por la cabeza de Elizabeth, quien no pudo superar esa, yo diría con mucho cuidado, maldición. ¡Qué pena! Todo un empeño echado a la borda del barco que no la llevaba a ninguna parte. Y, lo que le supo a fracaso, hasta llevarla a romper en llanto, tendrá que ser muy pronto superado por otra oportunidad, que la merece, con mejor ganado y en mejores circunstancias emocionales. Como Marbella, Elizabeth Moreno estuvieron fatales con la espada, que es su talón de Aquiles, y a él tendrán que dedicarse con tesón y entrega si no quieren ver empañados los triunfos venideros. Hasta el final de estas notas decidí dejar el caso de Hilda Tenorio. Por cierto, Mónica Serrano, actuó también, desde el caballo. Su labor, en términos


generales fue voluntariosa, pero insabora e incolora, por falta de transmisión a los tendidos, a pesar de tener en frente a un novillo que no le iba del todo bien, pero que todo lo suyo se quedó en buenas intenciones, hasta verlo regresar por desgracia, al corral, por ese fallo terrible con la mal llamada “hoja de peral” y una actuación caótica de los de a pie.

Juanita Cruz.

Hilda, por su parte, es toda muestra de la novillera empeñosa, dueña de sí misma, de una experiencia acumulada con creces, gracias a la buena dirección y a los mejores consejos de su tutor, Rutilo Morales, un torero de la vieja guardia, quien ha sido capaz de transmitir, y ella de recibir todo ese bagaje de conocimientos que tanto uno como otro, han capitalizado en triunfos resonantes. Notamos en ella una suficiencia y que es, por mucho, la más aventajada de las tres toreras de a pie. Desde que toma el capote y


esboza las verónicas, y aquel quite de la Florentina (debido a Humberto Flores), que fue toda floritura, toda gracia y movimiento de barroquismos y churriguerescos, entre giros y vuelos y revuelos del capote hasta envolvernos en su encanto y su sencillez de juventud, en otro lance por chicuelitas. Lo mismo pasó con las banderillas. Sin más preámbulo que el necesario, la vimos citar a sus dos ejemplares, andándole a ambos, en algún momento hasta perdiendo los papeles de qué terrenos pisaba, pero nada más colocar sus pares de poder a poder, o aquellos otros al violín y salir airosa, levantaron a la concurrencia que no tuvo más remedio que rendirse ante ella, en palmas y alabanzas. Ciertos detalles, mínimos si cabe, son los que tiene que perfeccionar en este tercio, pero de que lo tiene dominado y sabe cual es el propósito, independientemente del lucimiento, la Tenorio sabe del mismo toda su importancia. Y a la muleta, y con ella, demuestra que sabe utilizar el engaño con ideas muy claras, sobre todo cuando en el prólogo de las faenas debe describir el contenido de la faena, a partir de una clara formulación de sus deseos. Así que sus dos novillos, que conservaron aspereza y mansedumbre en el tercio final, les pudo, castigándolos con la suavidad inicial con pases por abajo, sin la contundencia requerida, al fin mujer. Pero cuando ya los tuvo en la franela, corrió la mano a placer en series por ambos lados, quizá sin la intensidad esperada. Eso sí, con una contundencia que nos convenció, emocionándonos, y llenando el espacio con los primeros gritos de “¡Torera-Torera!” Como en ambos se fuera decidida tras la espada, corta en su primero luego de una entera de la que salió el novillo materialmente muerto, dos orejas harto merecidas. En el otro, y con una ración de espada casi completa, aunque con algún defectillo, el juez otorgó con mucha sensatez la oreja. Hilda, saldría de la plaza en hombros de los capitalistas. Tenemos en Hilda Tenorio, a una futura figura del toreo. 17.08.2005


20.-UNAS PALABRAS PARA EL ROBO CALIFICADO DE LUCÍA RIVADENEYRA. Lucía: Leí Robo calificado259 entendiéndolo en realidad como una suma; o mejor dicho, la summa de la creación poética en su más pura esencia, resultado de una bien consolidada formación literaria. Pues bien, ese ejercicio de lectura, recorrido en medio del gozo, contó con la capacidad de asombro como deslumbrante compañero y cómplice que nos insinúa, no podía ser de otra manera, un manual, el instructivo perfecto del suicida que no sólo medita el fin. También las diversas formas y hasta los matices con los que, desde y por la poesía vienen a encontrarse con la muerte. Así que ya no más corte de venas, ya no más sobredosis que se van por la puerta falsa. Basta recorrer los siete suicidas, y luego ese sol y sombra (por cierto, dedicado in memoriam a un protagonista indeleble que, como David Silveti se sabía –y a lo mejor tú misma no lo sabías-, el primer actor de Robo calificado). Por cierto, David: No he de preguntarte ahora qué te orilló al suicidio, cuando cada tarde morías un poco. Creo que al final, casi nada quedó de ti, que no fuera la imponente devoción por tu toreo. Una vez más Lucía: Nos garantizas entre vagabundeos y todos sus sentidos un bien morir, un bel morir, como lo dijera Álvaro Mutis en su saga de Maqroll el gaviero. El Robo… es una especie de absolución, de auténtico y legítimo perdón. Y dispuesto a partir al viaje sin retorno, el misterioso sacerdote, al aplicar los santos óleos, me orilla, como a todos sus fieles, a recapitular cada uno de los pasajes de nuestra vida, cosa que hice leyendo tu poemario con el que descubrí, de manera elocuente, la más bella forma de morir gracias a cada verso. Por lo tanto, este “canto general”, capaz de convocar el delirio de la muerte con todas sus obsesiones, desde el discurso poético, es el manual perfecto, la lectura que no puede quedar pendiente para enterarnos, al menos de que exista alguien como Lucía Rivadeneyra, quien logra embrujar las palabras, seducirlas. Y ya dominadas, las convierte en la inolvidable navegación por Robo calificado, su más reciente obra, publicada por

259

Lucía Rivadeneyra: Robo Calificado. Puebla, Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultura, Editorial Colibrí, S.A., 2004. 101 p. (Colección: As de Oros de poesía).


“Colibrí” en la deseable colección “As de Oros de poesía”. Aparece en portada empuñando el bastón de mando de ese poeta mayor que es Rubén Bonifaz Nuño, quien tiene la generosidad de pasar momentáneamente la estafeta de ese simple “bastón” que se convierte en báculo portado por los hacedores que viene sumando la casa editorial que le publica a la hoy también ganadora de varios premios de poesía, como el Nacional de Poesía Joven “Elías Nandino” (1987), el V Concurso Nacional de Poesía “Enriqueta Ochoa” (1998) o el más reciente Nacional de Literatura “Efraín Huerta” (2003). Editorial “Colibrí” y serie “As de Oros de poesía” tienen como propio el diseño de la portada, con la efigie en fotografía de cada uno de sus autores, lo que llama poderosamente la atención de estos ejemplares cuando uno los ve en la librería. Y cada creador, hoy le ha tocado a Lucía Rivadeneyra, no se deja tomar un retrato más en la vida. En el femenino continente, aunque invisible, se percibe su poesía. Bien lo decía Lope de Vega: “…es algo que se aposenta en el aire / y luego desaparece…” Saludo y celebro la aparición de Robo calificado, con la enhorabuena a su autora y mejor amiga. José Francisco Coello Ugalde Ciudad de México 9 de diciembre de 2004.


21.-EN 1840 Y 2007, DOS VISIONES SOBRE EL TOREO DE FRANCES ESKIRNE Y FUMIKO NOBUOKA, DOS MUJERES SENSIBLES. Gracias a los testimonios de la Marquesa Calderón de la Barca quien en la novena carta de La vida en México deja amplísima relación de una corrida presenciada a principios de 1840, empezamos a conocer parte de aquel ambiente que priva por entonces en la fiesta.260 260

Flores Hernández: Op. cit., p. 98. Cfr. Madame Calderón de la Barca: La vida en México, durante una residencia de dos años en ese país. 6a. edición. Traducción y prólogo de Felipe Teixidor. México, Editorial Porrúa, S.A., 1981. ("Sepan Cuántos...", 74)., p. 58-9. Carta IX, fechada en enero 5 de 1840. 6. Esta mañana temprano, día de la corrida de toros extraordinaria [a efectuarse en la Real Plaza de toros de San Pablo], aparecieron unos carteles en todas las esquinas, anunciándola, junto con ¡un retrato de Calderón! El Conde de la Cortina [don José Justo Gómez de la Cortina y Gómez de la Cortina] vino poco después del almuerzo, acompañado de Bernardo, el primer matador, a quien nos trajo a presentar. Os envío el convite impreso en seda de color blanco, orla de encaje de plata y unas borlitas colgando de cada esquina, para que veáis con qué primor suelen hacer aquí estas cosas. El matador es un hombre guapo, pero de exterior torpe, aunque dicen que es de una gran agilidad y muy hábil. Debo escribiros mañana una reseña de “mi primer corrida de toros”. 7. Ayer, por la tarde, había grandes temores de que lloviese, lo cual habría obligado a aplazar la lidia, no obstante se aclaró el cielo, y nunca sabrán los pobres toros cómo su serte dependió de las nubes. Un palco, de los del centro, con alfombra y araña de plata, dispuesto para nosotros; pero nos fuimos con nuestros amigos los Cortina, que tienen el suyo al lado. El espectáculo, a pesar de no haber visto la magnificencia de la arena de Madrid, me parecía movido y deslumbrante en grado sumo. Imaginaos un inmenso anfiteatro, con cuatro grandes filas de palcos, a cuyos pies se extienden los asientos al aire libre, lleno todo a reventar; los palcos ocupados por señoras lujosamente ataviadas; en las graderías el alegre colorido de una muchedumbre enardecida de entusiasmo; dos bandas militares, tocando a perfección trozos de óperas, señoras y campesinos, y oficiales de gran uniforme; una extraordinaria diversidad de colores, y todo el conjunto iluminado por este cielo eternamente azul. Ya podéis concebir que el espectáculo fue tan variado como curioso. Cerca de las seis y media, un toque de trompetas anunció la llegada del Presidente, quien vino de uniforme, con su estado mayor, y tomó asiento a los acordes de “¡Guerra! ¡Guerra! I bellici trombi”. Poco después los matadores y los picadores, a pie los primeros y a caballo los segundos, hicieron su entrada, saludando a todo el público alrededor de la arena, y fueron recibidos con un estallido de vítores. El traje de Bernardo, de azul y plata, era magnífico, y le costó quinientos pesos. Diose la señal, se abrieron las puertas, y salió el toro; no tan grande, ni de aspecto tan fiero como los de España, sino pequeño, nervioso, bravo y desparramando la vista. “Tres veces suena el clarín; ¡Atención!, la señal se oye, se dilata la caverna, y con muda expectación la gente que hincha el circo abre la boca en todas partes. Surge con salto formidable el poderoso bruto y, mirando salvajemente, huella con pie inquieto la arena, sin lanzarse ciegamente al enemigo. Con su testuz amenazante apunta a todas partes y dispone su ataque, sacudiendo inquietamente la cola enfurecida y sus ojos fulguran chispas...” Cuadro tan fiel como poético. La primera pose del toro es bellísima. Pasta, en su Medea, no podría superarla. Mientras, los matadores y los banderilleros llaman la atención del toro con sus capas encarnadas -y los picadores le clavan sus lanzas. Precipítase el animal contra los primeros y lanza al aire las capas que le arrojan; saltan los toreros la valla que circunda la arena; arremete contra los otros y derriba a los caballos, y muerden el polvo sus jinetes en varias ocasiones; recobrando, ambos, al instante el equilibrio, pues en ello no hay tiempo que perder. Quisieron después los matadores recurrir a los fuegos artificiales; eran unos cohetes adornados con ondeantes cintas que prendían en las astas del toro, y hacían que éste, al revolver


Esta mujer, Frances Erskine Inglis, escocesa de nacimiento, con unas ideas avanzadas y liberales en la cabeza acepta el espectáculo, se deslumbra de él y cumple narrando el desarrollo, al menos, de dos festejos que atestigua, tanto en la ciudad de México, como en Zempoala, Hgo. Madame Calderón de la Barca nos presenta un perfil sobre la personalidad de Bernardo Gaviño, quien vuelve a aparecer en la escena, considerando que las cartas de La vida en México fueron redactadas durante 1840 y 1842 fundamentalmente. Ambos deben haberse conocido en los constantes encuentros tenidos gracias a invitaciones de los hacendados de la época, quienes no podían dejar de incluir a personajes de tal estatura. Un segundo encuentro se tuvo en la hacienda de Santiago, del señor José Adalid, por los rumbos de Zoapayuca, estado de Hidalgo “viejo caserón que se levanta solitario en medio de grandes campos de magueyes. Junto tiene un jardín abandonado, y entre su enmarañada espesura retozaba un cervatillo domesticado que nos miraba asombrado con ojos salvajes”.261

la testa, se viera envuelto en llamas. Alguna que otra vez, el picador agarraba la cola del cornúpeto por su extremidad, y levantado el pie derecho le hacía pasar sobre la cola, y sin soltarla, corría el caballo en dirección contraria a la de la res, obligándola a caer en tierra. Enloquecido por el dolor, arrojando caños de sangre, erizado de dardos y cubierto de cohetes, corre el desafortunado toro en contorno, embistiendo, ciego, a hombres y caballos intentando saltar la barrera repetidas veces; mas la multitud, con su griterío y agitando sus sombreros, se lo impide. Por último, acosado, y al cabo de sus fuerzas, le da el golpe mortal el matador, lo que se considera como la suerte suprema. Quedóse inmóvil el toro, como sospechando que le había llegado su hora, dio algunos pasos vacilantes tirando cornadas al aire, y terminó por echarse. Una última cuchillada y el toro exhala el postrer aliento. Sonaron los clarines y tocó la música. Entraron a la plaza cuatro caballos, engancharon al toro de sus tiros y, echando a correr a galope, se lo llevaron fuera de la arena. Esta última parte produce una gran impresión y recordaba la de un sacrificio romano De manera similar dieron muerte a ocho toros. El espectáculo, en conjunto, es de una gran belleza; la habilidad de que hacen gala, divierte; mas ese modo de atormentar al toro repugna, y porque aquí embotan las puntas de sus cuernos, siente uno más simpatía por él que por sus adversarios del género humano No puede ser bueno el acostumbrar al pueblo a que vea estos espectáculos Sangrientos. Pero dejad que os confiese que si al principio me cubrí la cara porque no me atrevía a mirar, poco a poco fue creciendo mi interés de tal manera, que ya no pude apartar los ojos del espectáculo, y entiendo muy bien el placer que encuentran en estas bárbaras diversiones los que están acostumbrados a ellas desde la infancia. Terminó la corrida en medio de grandes y prolongadas aclamaciones, y luego procedieron a quemar un castillo de fuegos artificiales, levantado en el centro de la arena, y entre los resplandores de las luces multicolores aparecieron: primero, las Armas de la República, el águila y el nopal; y encima, ¡el retrato de Calderón! de uniforme azul y plata. Cayó a sus pies con gran estrépito el águila mexicana, mientras él seguía ardiendo en un chisporroteo y ráfagas de fuego, en medio de un redoble tremendo de aplausos y ovaciones. Este fue el remate de la función extraordinaria, y una vez que todo término nos fuimos a cenar en casa de la Condesa de la Cortina, escuchamos un poco de música por la noche, y regresamos después a nuestra casa tolerablemente cansados. 261 Calderón de la Barca: op. cit., p. 116-19. En su carta No XVI del mes de mayo de 1840 sigue narrando nuestra amable visitante: 7. El mismo día de nuestra llegada (a Tulancingo) vinieron de México Bernardo el Matador y su cuadrilla, trayendo consigo sus magníficos trajes, con el propósito de darnos una corrida en el campo. Como una hacienda de estas no es más que un enorme caserón vacío sin muebles y sin libros, no hay más remedio que buscar las diversiones puertas afuera, o bien en las grandes veladas dentro de la casa (...) Por las noches, todo el mundo se reúne en una gran sala, y mientras la Señora Adalid toca el piano, toda la concurrencia, administradores, dependientes, mayordomos, cocheros, matadores, picadores y criadas, ejecutan los bailes del país; jarabes, aforrados, enanos, palomas, zapateros, etc., etc.(...) Los bailes son


monótonos, con pasos cortos y con mucho desconcierto, pero la música es más bien agradable y algunos de los danzantes eran muy graciosos y ágiles; y si no fuera porque el hacer distinciones provoca la envidia, deberíamos mencionar con énfasis a Bernardo el Matador, al primero cochero y a una hermosa muchacha de falda corta roja y enaguas amarillas, con pies y tobillos à la Vestris. Y Bernardo, diose a bailar un Aforrado que iba así: 1 ¡Aforrado de mi vida! ¿Cómo estás, cómo te va? ¿Cómo has pasado la noche, no has tenido novedad? 2 ¡Aforrado de mi vida, yo te quisiera cantar! ¡Pero mis ojos son tiernos, y empezarán a llorar! 3 De Guadalajara vengo lidiando con un soldado, sólo por venir a ver a mi jarabe aforrado. 4 Y vente conmigo, y yo te daré zapatos de raso color de café. (...) Luego fueron a Zempoala y por la tarde, a la Plaza de Toros. La hora era fresca, nuestras monturas buenas, el camino bonito y sombreado, y la misma Plaza una cerca pintoresca circundada de árboles. Habían puesto unas sillas en una elevada plataforma, y el verde brillante de las arboledas, los deslumbrantes trajes de los toreros, el mugido de los toros bravos, la nerviosidad de los caballos, la música y la algazara y los gritos de los indios trepados en los árboles, arrebatada la atención, cuando menos a primera vista, por su salvaje grandeza. Bernardo iba vestido de raso azul y oro; los picadores, de negro y plata; los demás, de raso oscuro y oro; todos los de a pie llevaban un calzón que les llegaba a la rodilla medias de seda blanca, un pequeño gorro negro con cintas y un mechón de pelo trenzado, colgado atrás. Los caballos fueron, en general, buenos, y cada vez que se presentaba un nuevo adversario, parecían contagiarse del entusiasmo de los caballistas. Salían los toros unos tras otros dando bufidos, y como aquí suelen ser bravos y no les despuntan los cuernos como en México, los lances resultan mucho más peligrosos. A los toros no les mataron, pero fue más que suficiente el tormento que les dieron. Uno de ellos, cubierto de dardos y de cohetes, adornados con cintas y papeles de color, brincó de golpe sobre una pared muy alta y desapareció entre los bosques. Pensé después en este infeliz animal: ¡cómo ha de haber vagado la noche entera, bramando de dolor, con los dardos y sus alegres adornos penetrándole en las carnes! “Así, cuando el pastor, desde el seguro escondrijo, hiere con flechas traicioneras la cierva descuidada, ella se lanza, fugitiva, hacia el bosque. Furiosa, por el dolor que la atormenta, salta sobre el prado y se encamina en busca de silentes matorrales. Mas en vano, pues el dardo fatal va siempre, siempre, ensartado en su flanco y la atormenta...” La destreza de estos hombres es sorprendente; mas la parte más curiosa de la función fue cuando el cochero de los Adalid, un mexicano fuerte y hermoso, se montó en el lomo de un toro bravo, que cabeceaba y reparaba, como si estuviera poseído por una legión de demonios, y obligó al animal a dar vueltas y vueltas al galope, alrededor de la arena. Primero lazan al toro y le derriban sobre el costado, a pesar de su furiosa resistencia. Una vez que está derribado le montan, pero permaneciendo de pie, con las piernas abiertas, sin


Desde Tulancingo, y al estremecimiento de otra corrida (en la que seguramente también participó Bernardo Gaviño), madame Calderón lanzó su más famosa sentencia que luego se convirtió en complacencia que va así: ¡Otra corrida de toros ayer (8 de mayo, en Tulancingo) por la tarde! Es como con el pulque, al principio le tuerce uno el gesto, y después se comienza a tomarle el gusto (...).262

Estas dos cartas, la Nº IX y XVI aportan datos significativos sobre la personalidad de Bernardo Gaviño, pero fundamentalmente nos dan elementos sobre un torero que no se ha perdido del panorama. Antes al contrario, se está afianzando en nuestro país y si se ha perdido en el lustro que va de 1835 a 1840 es por razón de que no se encuentran noticias en la prensa de aquellos momentos. Por azar y por fortuna, madame Calderón de la Barca vuelve a ponerlo en circulación, manifestando que se trata de un matador que ocupa un sitio con estatura similar a la que tienen los hermanos Ávila, de Andrés Chávez o de Manuel Bravo, por entonces los diestros más connotados del momento. Las corridas de toros en la Plaza “México” Por: Fumiko Nobuoka (texto publicado el 28 de junio de 2007). Asistí a mi primera corrida de toros en enero de 1998. En aquel entonces, no conocía a nadie que tuviera el más mínimo interés en este espectáculo y que me comentara lo que podía esperar de ello. Lo único que sabía era todo lo negativo que se decía al respecto, lo que despertó mi curiosidad en entender el por qué tanta gente asistía a ver a un hombre y un toro en un ruedo. Aquel domingo era templado y asoleado. Caminé por la rampa a la barrera, donde se encuentran las primeras siete filas que rodean el ruedo; estaba ahí, a unos pasos del corazón de la plaza de toros mas grande del mundo, con cupo para 41, 262 personas sentadas. La que le sigue es la asombrosa plaza de Las Ventas ubicada en Madrid, que

descansar sobre el lomo del toro hasta el momento que quitan el lazo de la cabeza de la res, que se levanta y se enloquece pretendiendo en vano quitarse una carga a la que no está acostumbrada. Para desmontar debe repetirse la misma suerte, pues de otra manera el toro acabaría a cornadas con el jinete. El trance es terriblemente peligroso, pues si el toro se quita al hombre, su muerte es casi segura; pero estos mexicanos son magníficos jinetes. Un fraile, que pertenece a la Hacienda, da muestras de ser un apasionado admirador de todas estas faenas, y su presencia, en caso de un accidente desgraciado, como suele suceder, ofrece sus ventajas. En un momento, se oscureció el cielo, se interrumpió la fiesta, y en medio de una tremenda tempestad de lluvia y truenos montamos a caballo para regresar a casa a galope tendido. 262 Ibidem., p. 119.


representa un poco más de la mitad de la de México, y que tiene una capacidad para 23,798 personas. Antes y después de una corrida, es fácil encontrar gente deambulando por las calles, comiendo en los puestos alrededor de la Plaza toda clase de comida mexicana, pero sobre todo, cerveza. Las puertas se abren cuando el reloj grande que se encuentra en la pared de la última grada marca las 4 en punto. Si la corrida es importante, es fácil encontrar celebridades, políticos y atletas de renombre. Los banderilleros salen primero abriendo paso a los matadores. Desde el palco de juez, la trompeta suena dando inicio a la corrida. Como si se tratara de un acuerdo premeditado, todos en la plaza gritan "¡ole!" con tal fuerza que pareciera ser emitida por la Plaza misma. Los matadores se persignan o rezan antes de cruzar la plaza y saludar al juez. Poco después, el ruedo queda vacío y se suelta al primer toro. El matador, "parado sobre los riñones" (en el ámbito taurino es lo mismo que pararse firmemente), guía al toro elegantemente con su capote, acción que es seguida de un fuerte ¡ole! Posteriormente, hombre y "morlaco" (como también se le llama al toro) van hacia el picador (hombre a caballo que lleva una lanza de casi 3 metros de largo que tiene una filosa puya en el extremo) en una serie de pases dirigidos por el matador, mientras el elaborado bordado del traje de luces traza una línea dorada en el aire. Aquel día vi a la primera matadora profesional del mundo, Cristina Sánchez. Me enteré que es muy difícil que una mujer entre a la "Fiesta Brava", debido a las opiniones existentes sobre si es o no apropiada la presencia femenina en el ruedo. Fueron seis toros en total esa tarde, dos para cada matador, con los que uno a uno éstos mostraron sus habilidades. La maestría de un torero puede ser recompensada a consideración del público. En señal de aprobación, tras la muerte del toro una persona agita un pañuelo blanco. Si a este lo sigue una mayoría, el juez de plaza decide si el matador merece una oreja, dos orejas, o dos orejas y rabo dependiendo de lo buena que haya sido la faena. Es una comunidad peculiar la conformada por quienes gustan de esta actividad, e incluso tienen frases propias de los aficionados, como la de "tienen mal de la montera." La


montera es el sombrero negro de dos picos que usan los matadores, y la frase se refiere a la gente que gusta tanto de la Fiesta Brava que hasta son un "poco locos". En las gradas, el público se divide en dos grupos: los aficionados y los "villamelones". Los aficionados son los conocedores de la ciencia de los toros. Los villamelones son aquellos que fingen saber, pero en realidad no saben nada. El ambiente se presta para que el público se involucre en las corridas haciendo comentarios, diciendo cumplidos, gritando ocurrencias y sobre todo, haciendo críticas e interactuando entre sí. Existe una característica bolsa hecha con cuero de cabra portada por los aficionados llamada "bota", en cuyo interior colocan diferentes vinos y licores. Aquella tarde en que viví mi primer contacto con los toros, supe de su existencia cuando un hombre sentado cinco filas adelante mío, a quien no conocía ni volví a ver jamás, me convidó un poco de vino como muestra desinteresada de camaradería. Es una comunidad peculiar la conformada por quienes gustan de la tauromaquia, e inclusive los aficionados poseen frases propias, como aquella que reza "tiene mal de la montera." La montera es el sombrero negro de dos picos que usan los matadores, y la frase se refiere a la gente que gusta tanto de la Fiesta Brava que hasta son un "poco locos". En las gradas, el público se divide en dos grupos: los aficionados y los "villamelones". Los aficionados son los conocedores de la ciencia de los toros, por otro lado, los villamelones son aquellos que fingen saber, pero en realidad no saben nada. Se puede decir mucho sobre los toros. La Fiesta Brava es el resultado de la evolución de una tradición a caballo de los nobles del siglo XII. Es también un espectáculo artístico que siempre ha provocado discusiones y pasiones, ha sido amado por los aficionados y odiado por sus detractores, pero sobre todas las cosas, aún con el paso de los años y la llegada de nuevos espectáculos, ha persistido, y para regocijo de su público, continuará por muchas, muchísimas generaciones más. Aquel día, la Plaza me enseñó un mundo muy distinto al que me habían dibujado: una corrida de toros no se trata simplemente de la muerte del animal, sino de todo lo que precede a la vida del toro. Se trata de compartir una opinión sobre una faena, un matador y el bovino, donde las percepciones pueden ser tan singulares e irrepetibles como una huella digital.


22.-NUEVA DOCTORA EN TAUROMAQUIA: MARBELLA ROMERO. CRÓNICAS.



23.-PREGUNTA A UNA PINTORA. El “temple” no lo descubrió Belmonte, sino Goethe: “Como el astro: sin apresuramiento, pero sin retraso”. José Alameda. En efecto…, Velázquez se parecía un poco a Rembrandt que iluminaba las caras y los cuerpos dejando el resto en la oscuridad. En su cuadro más célebre, Las meninas, proyecta la luz en el grupo que las rodea y el pintor mismo se retrata frente a su caballete. Lo demás son sombras. Sin embargo, un personaje entra por una puerta y destila una blancura deslumbrante que resalta y complementa las tinieblas del fondo, donde figura un espejo borroso con los monarcas como espectros. Hasta aquí Fernando Benítez para explicarme un poco lo que eres como pintora del misterio y de la rara estirpe, empezando por el recuento de tu existencia, que es el más extraño de los relatos que en vida haya conocido de no ser otra que Rossana Fautsch Fernández, sometida a los más inexplicables pasajes, y donde uno a uno los enigmas en una obra de ficción, en cuanto realidad de la ficción se entiende, solo ahí pueden suceder. Cada vez me convenzo de que no es así. Pero es que formas parte de ese misterio y de esa ficción, y termino sin saber donde acaba y donde comienza todo ese aquelarre de extraños comportamientos. Es por eso que pregunto a tus pinceles lo tremendamente arrebatados que pueden ser los trazos que provienen de un corazón apenas controlado por esa mano que acaricia el horizonte blanco de la tela, al que da luminosidad todo ese vigor arrancado a la paleta (vigor, desaliento, apenas unas líneas..., no lo sé y quiero saberlo para entenderte hoy que más misteriosa pareces). Todas estas deshilvanadas ideas las planteo mientras admiro ese maravilloso acrílico sobre tela denominado “Temple”,263 sin más. Nada de parafernalias ni rebuscamientos. “Temple”, suficiente elemento para definir lo que en el toreo es una suerte, pasaje efímero 263

Obra que me ha sido obsequiada por su creadora. A lo que se ve, no tengo otra forma que agradecerle que escribiendo este rendido y sincero testimonio como muestra de admiración a la artista, otra rara faceta de la que no declaro ignorancia. Pero ahora me deslumbra teniendo tan cerca de mí un pedazo de su vida, porque “Temple” me acompañará por siempre. Y te deseo suerte, cuando suerte es el designio por las buenas cosas, el deseo de que todo salga bien. Y ese, en buena medida, también es mi deseo: que logres salir por la “puerta grande” de la eternidad.


pero que un ojo pendiente se encarga de atrapar toda esa materia de la que penderá el argumento principal de una obra que se pretende imperecedera como lo es la pintura. Y así lo logras, primero que todo, deteniendo el tiempo, justo en uno de los pulsos concretos en donde el toro embiste a un engaño en el insinuante despliegue de apenas un tiempo en el que se encuentra separado el hacer del toreo: citar, templar, mandar y ligar. En esa dimensión superada y separada de lo tridimensional, queda recogida su primer longitud de onda, si es que así se pudiera definir al cite, que, por otras circunstancias, obra de la sensible percepción estética, ya nos habla de que habrá de ocurrir el temple, quizá el más difícil de los tiempos donde “detener el tiempo” nos remite a dos versos geniales de Lope de Vega: “...es algo que se aposenta en el aire / y luego desaparece...”; o como concluyera magistralmente Pepe Luis Vázquez, el torero rubio del barrio de San Bernardo, en Sevilla: “El toreo es algo que se aposenta en el aire / y luego desaparece...” Y “Temple” recoge la transición de dos dimensiones: citar y mandar, como abrir y cerrar una puerta, pero no como este sencillo acto mecánico, si cabe la absurda comparación. Y me queda muy claro que el discurso taurino, para pasar de uno a otro nivel, aunque sea en fracción de segundos, queda testimoniado con la síncopa de una nota musical que ya sugiere la otra, gracias a la melodía y al ritmo que les acompaña, junto a la ralentización del suceso mismo. Y cómo no va a ser un suceso significativo, si recoger en cualquier obra pictórica el lance de la “verónica”, se convierte en uno de los ejercicios de mayor dificultad de elaboración, dadas las condiciones en las que se pretende detener la furiosa embestida de un toro recién salido al ruedo, con la cadencia de unas manos que parecen pedir perdón. Pues bien, todo esto logra ser captado con tal agudeza por una pintora que, deliberadamente pensó registrar el instante, la fugaz razón, el soplo etéreo, el inmaculado despliegue del capote, justo en el fragmento de un reducido tiempo en que los aficionados del tendido ya están invocando a dios, por medio del estentóreo, pero no por ello emocionado ¡olé! de ese primer movimiento de un capote abierto de par en par, como el paño que Verónica despliega a Jesús ensangrentado, camino del calvario, si es que se trata de suavizar la brutal embestida del bravo toro recién salido a la arena con el significado secular que tiene de suyo este lance fundamental del toreo.


En “Temple” está todo el cromatismo del sol y de la sombra, con los colores propios de la corrida de toros, y son precisamente estos, los que tienen que ser elegidos para conseguir el equilibrio de una técnica madura, firme, y que a la vista es placentera. Toro y torero resultan ser dos figuras que se asumen protagónicas dentro del lenguaje impresionista, aunque es evidente la influencia de Aceves Navarro que, al pertenecer al movimiento de la ruptura y seguir la línea denominada “Cobra”, deja en sus discípulos la tarea de consolidarse en la escuela de la pintura gestual que, como se ve sigue nuestra creadora, quien recoge, deteniendo también el movimiento, y afianzando con la plástica el instante donde se inscribe la culminación de su objetivo, asimismo llamado “Temple”. Se templa en la tauromaquia, mientras que la obra matiza y en esos matices, el torero ha perdido el rostro pero no su continente, enfundado además en un traje tabaco y oro de oníricas pinceladas. En cuanto al toro, este es trabajado sin las pretensiones de su hermosura animal. Se acerca, porqué voy a negarlo, al de aquellos ejemplares que Goya deja en el aguafuerte denominado como “Ligereza y atrevimiento de Juanito Apiñani en la de Madrid” que toma en calidad de préstamo y modelo Rossana Fautsch Fernández; pero dejando muy claro en la figura animal, las formas plásticas congruentes con su estilo, por medio del cual obtiene un propio toro. Toro y torero tienen una composición que se separa radicalmente del estilo pictórico establecido a partir de la enorme influencia que dejó entre muchos PINTORES y pintores, Carlos Ruano Llópis. Es cierto, ya han irrumpido con nuevas y frescas propuestas Rafael Sánchez de Icaza, Rafael Cauduro, Carmen Parra, Moisés Zabludovsky, Gildardo González García y Emiliano Gironella, entre otros. Abridle paso a Rossana Fautsch Fernández, que se encontrarán con una agradable sorpresa... Esta es apenas una de las obras de la guapa, guapísima pintora Rossana Fautsch Fernández, escapada con toda seguridad de algún lienzo del que aún no recupera su creador la pérdida irreparable; claro, es un hecho de que quienes ganamos somos nosotros, porque si de una pintura viene, pintora es. Y ese privilegio, unos cuantos. ¿Se nace o se hace? ¡Es!


Ya llegará el momento de cobrar los sacrificios, de exigirle la razón a la injusticia, pero que con los artistas se ensaña y alecciona con indiferencia a todos aquellos que se van de largo sin ni siquiera mirar la obra. Y si descalificar es el primer paso de la indiferencia, solo el tiempo corrige ese terrible defecto de los sensibles, ajenos de sensibilidad.

Obra de Rosana Fautsch Fernández.


24.-OTRA VEZ ESE MISTERIOSO ENCANTAMIENTO… El transcurso accidentado, o más bien desafortunado del ciclo de novilladas en este 2009 que ya nos alcanza en el mes de septiembre, tuvo a bien traernos la frescura de un cartel integrado por tres novilleras: Hilda Tenorio, Elizabeth Moreno y Lupita Moreno, que se las entendieron con 6 novillos de El Grullo, la tarde del 6 del mes y año ya mencionados, hecho que ocurrió en la plaza de toros “México”. Cada una con su propio estilo y personalidad, despertaron el interés y alentaron las pasiones en puntos que no se habían alcanzado en las siete novilladas que por ahora ya se han celebrado. No voy a hacer la crónica detallada de sus respectivos desempeños, que para eso el interesado podrá encontrar diversas anotaciones periodísticas en una gama de diarios impresos, reseñas radiofónicas o reportes que “fueron subidos” a través de la internet. Mi apunte va en torno al hecho de ver en ellas a tres elementos perfectamente identificables, incluso

como

cualquier

hombre

que

suele inclinarse

por

estas

manifestaciones, con el profundo y complejo fenómeno del sacrificio. No es tampoco ninguna rareza que eso ocurra en estos tiempos, puesto que ha sucedido en otras épocas. Lo que ocurre, en todo caso, es lo peculiar de un cartel donde el peso protagónico se ha destinado a mujeres, en un asunto “dominado” enteramente por el sexo masculino. Pero allí estuvieron la Tenorio Patiño, la Moreno y la López Maldonado, desplegando no sólo su “perfume de mujer”. No, ellas vinieron a partirse el alma para demostrar en sus muy personales estilos y maneras lo que conciben como tauromaquia. Y fue así como Hilda nos volvió a convencer de su consolidación y madurez, condiciones que la ponen al borde de la alternativa, que se la ha ganado con justicia cabal. En cambio Elizabeth, aunque sin ser la de aquella jornada del 17 de octubre de 2004, en que nos asombró con naturales que desde entonces quedaron tallados y pulidos para la eternidad, mantiene el empeño en medio de impurezas que no han podido mejorarse debido a las pocas oportunidades que tiene para torear, de ahí que ya sean nueve años los que lleva desde su presentación y no tenga por ahora un futuro garantizado. Por su parte, lo que vimos en Lupita López fue garbo, salero, vitola, aire y otro conjunto de duendes haciendo porque su alma trascendiera en una tarde que, como todas, dejan marca de fuego o


establecen permanencia, continuidad o cambio de ruta en el destino de los seres humanos.

Fotografía incluida en un cartel de comienzos del siglo XX. Posiblemente haya sido lograda en el gabinete de los Valleto. Tan apuesta figura es la de María Aguirre “La Charrita mexicana”. Col. del autor.

Hilda Tenorio se fue de vacío, pero lo que nos dijo con su quehacer, es el hecho de que se encuentra convertida en toda una figura del toreo en cierne y ya no hay para ella más tiempo que perder. La alternativa es el objetivo en puerta y ya es momento para hacer realidad semejante ilusión, luego de siete años de intensa lucha, que también llevan el doloroso peso de las heridas en el campo de batalla. Tuvo la fortuna de contar con el que es, a partir de ese momento, un apoderado “estrella”: Manolo Arruza, quien seguramente transmitirá y recomendará todos los secretos de que se tendrá que valer la michoacana en estos menesteres. En cuanto a Elizabeth Moreno, el tiempo la ha alcanzado. Ha


llegado a una edad en que lo que suceda será un asunto del destino, puesto que los años aquí cuentan mucho y si el cúmulo de oportunidades no ha sido el factor sustentable, ese es entonces el punto frágil en sus aspiraciones. Si bien tuvo la fortuna de salir de la plaza con una oreja, en realidad se debió al hecho de que su faena se consumó en medio de una tormenta y tuvo las agallas de soportar las pésimas condiciones de un ruedo que no permitieron sino una creación en términos bastante incómodos. Afortunada en la suerte suprema vio derrumbarse al enemigo y entonces el público que se había dispersado buscando refugio en palcos y otros sitios bajo techo, demandaba como podía el premio que, a regañadientes otorgó el juez de plaza. El quehacer de Lupita López reducido a un novillo, puesto que el festejo fue suspendido al finalizar la lidia del quinto de la tarde, quedó impreso con una fuerte carga de personalidad, indefinida o quizá dada en forma natural y espontánea, puesto que sus andares por el ruedo mostraron y demostraron a qué vino, y si bien no pudo dejarnos un panorama claro de esas circunstancias, al menos marcó con señales muy claras el propósito. Su estilo de mostrarse o plantarse en el ruedo me gustó, sobre todo por el hecho de que se veía el enorme disfrute que para ella significaba estar ni más ni menos que en la plaza mayor de este país, o lo que queda de ella, diciéndonos a cada momento de su presencia que no era una convidada de piedra más, sino una actriz activa y dinámica a la que el guión le daba el papel de torera incómoda, por lo que lo asumió y lo hizo suyo en toda su circunstancia. Con un valor que calaba, nos asustó de pronto en un momento de confianza excedida, en que pareciera haber adelantado la suerte y entonces, fue a dar con todo y su alma por los aires, afortunadamente sometida a un arropón, pero no al desagradable y angustioso vértigo de la cornada, de la que estuvo muy cerca. Lo que es muy cierto es el hecho de que este mismo cartel pueda repetirse no sólo en la misma plaza, sino que pueda irse programando en forma itinerante en otros tantos espacios taurinos, ávidos seguramente de un cartel tan fresco como este. 12.09.2009


25.-CARTEL CON SELLO DE MUJER.

La novillada se prolongaba más allá de lo razonable. Además, un toldo oscuro que amenazaba lluvia a cada instante se acercaba peligrosamente al impulso de un viento molesto que ya no cesó durante el festejo. En el ruedo de la plaza capitalina, tres novilleras pasaban apuros debido, y eso vale la pena reconocerlo a su entrega, aunque esta contara con una notable ausencia de técnica y rodaje, dos factores de peso a la hora de valorar diversos aspectos que determinan, en este caso tan particular, el destino de quienes, como ellas, se les vio reunidas en un cartel con sello de mujer. El destino a veces es cruel o se da como un golpe de suerte que si no se le aprovecha en seguida, así como llegó, así puede esfumarse. Es decir, un auténtico albur.

María Félix y Joaquín Rodríguez “Cagancho”.


Desde el paseíllo, las cosas apuntaban a cante mayor, pues se les veía tanto a Elizabeth Moreno, como a Lupita López y a Vanessa Montoya materialmente decididas al triunfo y no otra cosa. Uno era el propósito. El despropósito se apareció en forma de infortunio, puesto que habiendo puesto todo el empeño posible, pasaron ratos inesperados, tiempo este que incluso se extendió más allá de lo permitido y que en buena medida fue elemento clave a la hora de la verdad, pues se pasaron de faena y pasaron fatigas a la hora de oficiar con la espada, que hasta estuvieron en riesgo de ver regresar a sus enemigos a las corraletas. En el conjunto de los seis novillos, fue abrumador, y desesperante observar cómo, la ausencia de buenos consejeros y la práctica hasta la terquedad de esta suerte, brillaron por su ausencia. Es una lástima, pues al igual que otros tantos jóvenes del sexo contrario, ese aspecto parece estar en absoluto descuido, cosa que no pudieron ocultar, en la tarde del domingo 20 las novilleras actuantes. En todo caso fue más que evidente. Sin embargo, el público las trató con respeto y tolerancia. Hubo momentos incluso en que el silencio fue tal, y casi oíamos el pulso de Lupita López, cuando se perfilaba a matar a su segundo, quinto del festejo. En buen parte de los tendidos de la plaza aparecía la rumorología, se deseaban los “hubieras” y se invocaba al azar como fermento de las posibilidades que solo llegaron por instantes. Fue un espectáculo intenso aunque dotado de ciertas impaciencias generadas, ahora lo sabemos, por ese racimo de nervios y de pasiones encendidas que resultó ser la terna programada para tan especial ocasión. Con un poco más de visión por parte de muchos empresarios, estas tres mujeres, junto a Hilda Tenorio podrían contar en su haber con un destino más favorable. Los claros defectos que mostraron no son más que el resultado de una limitada trayectoria de actuaciones en varios años de andar en esto, por lo que tal insuficiencia es muestra del escaso apoyo, de la condición marginal que deben enfrentar como mujeres en un elemento detentado por hombres y cuyos controles se pueden convertir en auténticas murallas, sobre todo porque aplica la falocracia, el patriarcado, el machismo, o lo misógino de muchos que se oponen a la presencia femenina en el espectáculo. Eso no es de hoy, viene de mucho tiempo atrás, pero se ha relajado un poco en estos tiempos en que se ha permitido la presencia de la mujer en el quehacer taurino,


presencia que se ve reflejada en diversos testimonios y actuaciones, cuyo protagonismo, el más alto, es dejarlas torear, y si además lo hicieron tres en un mismo cartel, el aspecto se convirtió en algo enteramente novedoso, causante del morbo natural que por lo menos ayer no encontró el eco deseado, pues la entrada que registró la plaza de toros “México” con mucho era la de una tarde de novilladas cualquiera en estos tiempos. En todo caso, se habría esperado un mejor escenario, puesto que la terna no era cualquier cosa. Poesía no eres tú, clamaba y proclamaba Rosario Castellanos en la mejor de sus antologías poéticas, en contraste o confrontación con aquella postura bequeriana que respondía a la pregunta de cierta admiradora del poeta sevillano, sobre lo que para Gustavo Adolfo Becquer significaba precisamente la poesía. Su respuesta, aunque contundente no dejaba de mostrar el peso de un romanticismo que hoy parecería simplón. “Poesía eres tú”. Por eso, la antítesis que planteó Castellanos desde su actitud en tanto mujer, parece retar aquel episodio anacrónico. Si bien, por un lado Rosario Castellanos deja en tal obra su mejor sello, y lo confirma con una postura anti-romántica, propia de su tiempo y su estilo metido ya en plena contemporaneidad. Y actitudes como la suya fueron hechos aislados pero heroicos, como el de Carmen Mondragón o “Nahuí Olín”, Elena Garro, Remedios Varo, Pita Amor y hasta de la religiosa Concha Urquiza. Aquella condición limitada a la que quedaron sujetas, vistas además como agentes provocadores hoy día tienen plena libertad de acción, por lo que su condición, aunque restringida, tiene actualmente mayor cobertura que no se ha ganado por concesión, sino por justo derecho de equidad. En ese sentido, el hecho de que la mujer participe en el papel principal de un espectáculo supuestamente reservado para el hombre, me parece un avance significativo en las relaciones humanas que velan por la igualdad. Es muy común todavía, encontrarnos con actitudes intolerantes que se cierran al mundo por el hecho de pensar que la mujer vaya apropiándose de espacios antes reservados en exclusiva a su oponente natural: el hombre. Conforme avanzan los tiempos, su lugar en muchos sentidos adquiere un aspecto tan representativo per se, que no debe haber por ello ninguna reacción en contra. Lamentablemente todavía existen culturas que restringen y limitan su presencia, salvo que lleven elementos que oculten su apariencia como la burka o la "tarha", el pañuelo tradicional sudanés que cubre la cabeza y los hombros. De no ser así,


nos enfrentamos al terrible fenómeno de tortura, maltrato y lapidación, acusaciones fuera de lugar como el hecho de usar, entre otras prendas el pantalón de mezclilla (el caso de Lubna Ahmed al Hussein quedó inscrito en lo más ridículo de Ondurman, que pertenece a Sudán). "Si algunas personas se refieren a la sharia (ley islámica) para justificar la flagelación de mujeres por cómo se visten, entonces díganme qué versos coránicos o hadith (dichos del profeta Mahoma) lo dicen. Yo no los he encontrado", fue su respuesta ante la autoridad que la sentenciaba (a una multa, misma que al no pagar se tradujo en un mes de cárcel), mientras otras compañeras suyas eran sentenciadas a sufrir la penosa sentencia de latigazos infamantes. El incidente de Lubna Ahmed ocurrió en julio de 2009 al ser detenida en un restaurante por ir vestida con un pantalón ancho y una blusa larga. Que la mujer siga siendo objeto de actitudes como la anterior en este avanzado siglo XXI me parece una total condición anti natura que desfavorece a la razón humana, espectro que ha sido motivo de innumerables revisiones, sobre todo desde el momento en que el movimiento ilustrado de finales del siglo XVIII coincidía con la “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano”, adoptada desde el 14 de julio de 1789. Sin embargo, a la persona de sexo femenino no se le cita en ninguno de sus 17 artículos, lo que pone en un predicamento al texto fundamental. En fin que la discusión sobre el tema de la mujer sigue siendo, en la teoría o la práctica un polémico ardid planteado desde la posición masculina y se percibe que en ese sentido ha ido madurando lentamente hasta concederle –como ya se dijo- el lugar que la justicia le permite a la mujer que no solo va de insertarse en la vida doméstica como arquetipo (o encasillada en este ámbito), sino también en la vida laboral o académica. Por fortuna, para ellas es una auténtica realidad mostrarse y demostrarse con sus capacidades o limitaciones en el ambiente de los toros, y eso lo pudimos comprobar en el cartel que dichosamente fue programado para la tarde del 19 de septiembre de 2009 en la plaza de toros “México”. Cartel que por otro lado no tuvo, como era deseable, los resultados apetecidos en lo artístico, al margen de los buenos detalles que vimos a lo largo de un largo festejo. 20.09.2009


26.-¿UN MANO A MANO HISTÓRICO? QUE NOS DICE LA HISTORIA… Cierto sector de la prensa taurina, en aras de dar una información falta de sustento documental, ha dicho que el cartel del próximo domingo 27 de septiembre de 2009 se convierte no solo en una jornada histórica. Afirman que el “mano a mano” que sostendrán Lupita López y Vanessa Montoya, lidiando 6 novillos de José Garfias es el primer cartel con esas características en la historia del toreo en México (al menos, y eso no pongo la menor duda, en lo que va del siglo XXI, así como en todo el largo camino de la propia plaza capitalina). Quisiera aclarar, primero que todo, que la actuación de mujeres en los toros data de mucho tiempo atrás. No me referiré a las sacerdotisas del templo de Cnossos por que el presente texto no tiene fines de una reposada investigación y ni pretende ocuparse de una suma de acontecimientos del pasado remoto. En todo caso, me referiré al caso específico de nuestra nación. Durante el virreinato, la primera evidencia contundente es la protagonizada por Ana María de Guadalupe y Nava Castañeda, quien participó en diversas fiestas, allá por 1725, siendo algunas cuentas de gastos las que nos hablan de su participación. Casi al finalizar el siglo XVIII, es Manuel Quiroz y Campo Sagrado autor de los Pasajes de la Diversión de la Corrida de toros por menor dedicada al Exmo. Sr. Dn. Bernardo de Gálvez... 1786, y quien gracias al trabajo de Salvador García Bolio264 nos hace posible conocer los acontecimientos de noviembre y diciembre de 1785, donde actuaron en 22, 23 y 24 de noviembre dos, cuatro y seis mujeres toreras respectivamente. Dichos Pasajes… se encuentran escritos en sextetas, para lo cual invito a ustedes a su grata lectura. 1786 Pasajes de la Diversión de la Corrida de toros por menor dedicada al Exmo. Sr. Dn. Bernardo de Gálvez, Virrey de toda la Nueva España, Capitán General. 1786. Por: Manuel Quiros y Campo Sagrado. El veinte y dos siguieron las corridas de Toros dando al Publico contento se vieron dos Mujeres aplaudidas al mirarlas torear con tanto aliento pues fuertes Amazonas265

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Salvador García Bolio y Julio Téllez García: Pasajes de la Diversión de la Corrida de toros por menor dedicada al Exmo. Sr. Dn. Bernardo de Gálvez, Virrey de toda la Nueva España, Capitán General. 1786. Por: Manuel Quiros y Campo Sagrado. México, s.p.i., 1988. 50 h. Edición facsimilar. 265 Ángel Ma. Garibay K.: Mitología griega. Dioses y héroes. México, 5ª edición, Editorial Porrúa, S.A., 1975. XV-260 p. (“Sepan cuantos...”, 31)., p. 35.


les entregaban al toro sus Personas. 38 En catorce los Toros comenzaron de Nov.e del año ochenta y cinco en este día los gozos se explayaron y todos pretendieron con grande ainco el dar aproporcion con sus avilidades diversión.

Ya en pleno siglo XIX, la presencia femenina no fue ninguna casualidad. En 1858 encontramos este dato, tomado de un cartel que pertenece a la Colección del Lic. Julio Téllez, a quien agradezco el acceso a dicho documento. PLAZA DE TOROS / DEL PASEO NUEVO. / Domingo 20 de Junio de 1858. / CUADRILLA DE BERNARDO GAVIÑO. / TOROS DE ATENCO. / GRAN FUNCIÓN EXTRAORDINARIA / A BENEFICIO / DE MARIANO GONZÁLEZ, / La que honrará con su asistencia / el Exmo. Sr. Presidente Interino de la República, / DON FELIX Zuloaga, / Y DEDICADA / AL ILUSTRADO PÚBLICO / DE ESTA CAPITAL. Los innumerables aplausos que he recibido de mis favorecedores, me han impulsado a hacerles esta dedicatoria, seguro de que, como en todas ocasiones, me han de favorecer con su asistencia; mi esmero es cumplir con ese respetable público, me ha servido de norte para tomarme esta libertad. Tan luego como se presente en su palco el Exmo. Sr. Presidente de la República, la tropa destinada al efecto hará el despejo de la plaza y los honores debidos a S.E., y en seguida dará principio la función en el orden siguiente: Después del tercer toro se presentarán las famosa toreras SOLEDAS GÓMEZ, / JUANA HOYOS, / Y MANUELA GARCÍA, / que en competencia van a picar, banderillar y matar un / VALIENTE TORO / que nada dejará que desear a los espectadores. / Para más realce de la función, se colearán en otro intermedio / CUATRO TOROS 7 de distinta raza, cada uno con su pareja, que por ser diversión agradable al público no me he olvidado de ella. / Para concluir, se echará un valiente / TORO EMBOLADO / para los aficionados. La compañía me invita a avisar al respetable público que en la tarde de este día procurará complacer a cuanto se le pida. Con objeto de hacer más vistosa la corrida, todas las banderillas serán lujosamente adornadas. ¡Público generoso! Si la función saliere, como lo espero, del agrado de todos, quedarán colmados los deseos de vuestro servidor Mariano González. La función comenzará a las cuatro y media, tan luego como se presente en su palco el Exmo. Sr. Presidente, si el tiempo lo permite. TIP. DE M. MURGUÍA.

Este dato es del 7 de febrero de 1864: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Toros de Atenco. Bernardo Gaviño y su cuadrilla. El segundo toro lo lidiará la FEMENINA CUADRILLA, formada por: Soledad Gómez, Ángela Amaya y Antonia Trejo. Juego de la Capirotada y toro embolado. Aunque breve en información, por tratarse de datos tomados de la prensa de época, cuya información era muy precaria, sabemos que el domingo 12 de febrero de 1865 y en

Amazonas: el mito debe ser muy antiguo y por eso es confuso. Probablemente pertenece a una cultura prehelénica. En general es un pueblo de mujeres guerreras, que no tienen hombres consigo y que para tener descendencia hacen periódicamente venir varones. Lo cual tampoco es muy claro en su leyenda.


la PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F., se lidiaron cuatro toros de Atenco por la Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Aparecieron, como en la corrida del 1º de enero las mismas mujeres toreras. ¿A qué “mujeres toreras” se refiere la nota? Ese Domingo 1º de enero, se corrieron Cuatro toros de muerte de Atenco por la Cuadrilla de Bernardo Gaviño. “Jugado el segundo toro saldrá un toretillo que será picado por UNA MUJER ORIZABEÑA, en unión de los dos locos, y banderilleado por OTRA MUJER PERUANA, terminando con el toro GATO embolado. Lamentablemente se desconoce el nombre, tanto de la mujer orizabeña como de la peruana. En asunto de evidencias, las que siguen, nos dan una idea de que aunque aisladas, sus actuaciones generan un registro que se convierte en valiosa información. Casi al finalizar el siglo XIX, todavía contamos con estos datos: PLAZA DE TOROS “BUCARELI”, D.F. 20 de febrero de 1898. 6 toros y toretes de muerte de Tepeyahualco. Estreno en México de la notable cuadrilla de Señoritas Toreras. 4 toretes de Tepeyahualco. Matadoras: Dolores Pretel “Lolita” y Angela Pagés “Angelita”. 2 toros de Tepeyahualco, lidiados por una cuadrilla que capitanean los dos auxiliares de las SEÑORITAS TORERAS, matando los dos toros el valiente diestro José Huguer MELLAITO.

Y comenzado el siglo XX, otra cuadrilla de Señoritas Toreras arrancaba suspiros entre los varones al anunciarse como sigue: PLAZA DE TOROS “MÉXICO”, D.F. Novillada extraordinaria para el viernes 1º de enero de 1904. Presentación de la cuadrilla de SEÑORITAS TORERAS. 5 toretes de San Diego de los Padres. Lidiadoras: Emilia Herrero “Herrerita”, Isabel Guerro “Joseita”. Sobresaliente, Josefa Molas “Pepita”. Gran novedad! Rejoneo en bicicleta por “Pepita”. Tip. José del Rivero.-Victoria 11.-México.

Años más tarde, también encontramos el siguiente cartel: PLAZA DE TOROS “ESTADIO JALAPEÑO”, VERACRUZ. Domingo 17 de marzo de 1935. Presentación por primera vez de las señoritas toreras jaliscienses María Cobián “La Serranita” y Elena Morales “La Chiquita”, matando 2 ejemplares y 2 la notable cuadrilla de Los Charlots, Chaplin, Bigotón y sus Botones.

Así que, ateniéndonos a la historia, y siendo los datos muy escasos, el hecho es que contamos con la suficiente información para justificar de diferente manera la construcción de un pasado ocurrido en circunstancias que a la luz del presente, son más claras de entender. Sirvan pues estos informes para puntualizar que no siempre debemos adelantarnos a presupuestos espectaculares.


27.-DESPUÉS DE TODO… EVANESCENCIAS ENSOÑADORAS. Y no se trata de arrancar algún verso a ciertas letras de canciones amorosas, como para menospreciar toda la carga de significados que se revelaron en el marco de un “mano a mano” de suyo peculiar. Miren que organizar un festejo donde dos de los elementos sustantivos para el festejo fueron mujeres, y ya programadas en “mano a mano”, el hecho es que todo ese asunto permitió en su conjunto alcanzar otras escalas que por sí mismas, dan pie a la integración de un conjunto de escritos y manifestaciones, como las hubo, tanto al interior de la plaza, como en la redacción de varios periódicos, donde los redactores se encargaron de hacer correr tinta respecto a lo que protagonizaron tanto Lupita López como Vanessa Montoya, que tuvieron a bien encontrarse con una novillada justa, muy justa de José Garfias. Me adelanto a decir que por tanto no escribiré una crónica más en el horizonte. Para eso, encontrarán los interesados una gama muy amplia en la prensa. Aquí busco enlazarme con otro tipo de realidades como aquellas en las que el “planeta de los toros” quedó dominado por las mujeres. Sobre todo por el hecho de que si bien no fue una tarde que acumulara un buen conjunto de detalles, tuvimos oportunidad de confirmar un ventajoso paso de Lupita López en su condición de entender el manejo de la muleta y hasta de correr la mano, siendo la primera en enterarse de algo que ni ella misma esperaba. La estocada a su segundo, y con la que obtuvo el merecido corte de una oreja, tuvo la virtud de un aspecto que se llama “golpe de suerte”, colocada además en buen sitio, fue de rápidos efectos lo cual dio pie a que los allí reunidos nos entregáramos en un solo aplauso. Lo demás fueron meros coqueteos que ya no prosperaron en algo extraordinario. A los ocho días, precisamente el 4 de octubre, Lupita quedó “colgada” en el cartel de los triunfadores en la quebradiza temporada novilleril 2009, alternando con Santiago Fausto y Sergio Flores. Los tres se las entendieron con un feo y malo encierro de San Judas Tadeo. Y con ese ganado, la yucateca simplemente no pudo esbozar un apunte con la coherencia esperada, pues tuvo hasta la desdicha de que le sonaran los tres avisos en su segundo, último de la tarde y punto final de la temporada.


Lo que viene es un bien tiempo de reflexión, pero sobre todo de intensa búsqueda para encontrarse consigo misma en el difícil panorama de un ambiente al que tendrá que seguir encarando. Ya vimos, como en el caso de Hilda Tenorio que la perserverancia, pero sobre todo, el hecho de su cercanía con maestros y consejeros, le ha traído la buena razón de que con su experiencia acumulada y sobre todo por el hecho de que es joven, seguirá en esto. Si Lupita López encuentra en Hilda el modelo a seguir, es probable que el destino nos depare un buen semblante. Lupita vino a ser un aire de renovación en el curso de la que ya es otra temporada de novilladas más que han pasado al registro histórico. La de 2009 tiene la virtud de mostrarnos un balance donde la presencia femenil mostró, con su peso específico, suficientes razones para demostrar que no fue una casualidad. Es necesario dejar a un lado los prejuicios, abandonar el trauma patriarcal acumulado en esa larga noche de los tiempos y creer, sobre todo eso, creer, convencerse que la razón del equilibrio a la hora de poner en la balanza a los géneros no como rivales, sí como iguales, será el mejor de los resultados que permitirán a la tauromaquia, alcanzar un nuevo estadio en su progreso, entendiendo “estadio” tal y como lo señala el Diccionario de la Lengua Española, cuando lo considera como etapa o fase de un proceso, desarrollo o transformación. 10.10.2009


28.-APUNTES A UNA TESIS PRESENTADA POR NATALIA RADETICH FILINICH: “FILOSOFÍA Y SACRIFICIO: UNA EXPLORACIÓN EN TORNO AL SACRIFICIO TAURÓMACO”. Estamos frente a la primera tesis que, desde el territorio de la filosofía se ha elaborado en torno al tema de la tauromaquia en México. Su autora, la actual Maestra en Filosofía Natalia Radetich Filinich elaboró un trabajo académico de altísimo valor teórico en el que revisa y postula una serie de elementos relacionados fundamentalmente con uno de los más profundos misterios que emanan del toreo mismo. Me refiero al sacrificio del toro y en ello, le fue la vida al hacer extenso ejercicio hermenéutico, cognoscitivo y especulativo en torno a tamaño asunto. Ejercicio nada fácil si el tema tiene entre sus textos a ciertos “clásicos” como George Bataille, José Bergamín, Jacques Derrida o Michael Leiris cuyas ideas, como catedrales no habían sido puestas a revisión, en este caso por una inteligente pensadora, sabiendo que este aporte, desde México, le vendría muy bien para enriquecer, desde la filosofía su propia mirada al respecto del asunto que nos convoca. En el todo de su tesis, estructura un índice impecable. A saber: PRÓLOGO INTRODUCCIÓN I. LA PLAZA DE TOROS: RECINTO SACRIFICATORIO II. EL TORO: VÍCTIMA SACRIFICIAL, ESPECTRO DE LA DISOLUCIÓN La encornadura La potencia sexual y vital La animalidad III. EL TORERO: SACRIFICADOR, FIGURA DEL UMBRAL La posición o el lugar del torero Miedo, valor, serenidad El erotismo Cuerpo bello, cuerpo lacerado IV. NOTAS SOBRE EL SACRIFICIO El desprecio por el sacrificio La pregunta por el sacrificio Lo más extraño que tiene la existencia humana El sacrificio como crítica del trabajo Dos rasgos sacrificiales de la tauromaquia a)El pase tauromáquico b)El sacrificio del toro


el sacrificio taurómaco como sacrificio sin dios EPÍLOGO BIBLIOGRAFÍA ÍNDICE ICONOGRÁFICO La culminación en sus afanes, es lograda en la parte II: El toro: víctima sacrificial, espectro de la disolución, donde hace alarde de ese complejo ejercicio interpretativo y hermenéutico a la vez, que no les es dado más que a unos cuantos. Lo anterior, a partir de una imagen, aquella que se corresponde con el ejercicio de profundo valor filosófico puesto a la consideración de los lectores. He aquí el prodigio gráfico.

Antonio Abad Ojuel (seud. Don Antonio) y Emilio L. Oliva Paíto: LOS TOROS. Prólogo de Antonio DíazCañabate. Barcelona, Librería Editorial Argos, S.A., 1966. 463 p. Ils., retrs., facs., p. 276.

De lo demás, se encarga la autora. Luego, a lo largo del texto decanta muchas de sus inquietudes sobre los significados del


toro, pero sobre todo del sacrificio en cuanto tal. Por ejemplo, nos dice, en la página 14: “En este tenor, el sacrificio taurómaco es un sacrificio paradigmático; escapa resueltamente al cálculo de los medios y los fines, no busca nada, no quiere nada, no postula –ni siquiera en la explicación discursiva que ofrece de sí mismo- una finalidad como razón de sí. el sacrificio del toro en la fiesta brava es un sacrificio sin futuro y sin fruto: no quiere nada a cambio de su víctima, no busca la unión con una instancia trascendente o divina, no aspira a mantener ningún orden, no quiere constituirse en expresión de sumisión, no persigue un objetivo expiatorio, propiciatorio, adivinatorio o de gratitud. El sacrificio tauromáquico, digámoslo así, se aguanta a si mismo en su inutilidad constitutiva: no apela a ninguna finalidad para justificarse o para explicarse, no construye un discurso justificatorio alrededor de sí mismo”. Es decir, estamos frente a la experiencia sacrificial, considerada como el acto último que hombre produce –y en este caso concreto-, tomando como “víctima” al toro, en un complejo proceso denominado asimismo como tauromaquia. Estamos ante la lucha sostenido entre toro y torero que conducen a pensar que se trata del medio para justificar el fin como el sacrificio, mientras la propia autora se cuestiona “Y para qué todo eso?, ¿para qué se mata al toro”. La respuesta no puede ser sino ésta: “Para nada”. El sacrificio del toro en la fiesta brava es, estrictamente hablando, del orden de la gratuidad, se encuentra entre las prácticas que escapan al principio de utilidad y que no pueden pensarse desde su lógica. El sacrificio taurómaco es, sin duda, un escándalo: no persigue fin alguno, no tiene justificación. Pero su empeño no tiene propósitos demoledores, sino de justificación plena para hacernos entender que esta representación, que le es tan propia a la cultura occidental, no se ha convertido, a lo largo de varios milenios en un mero accidente. En ese sentido, Occidente no es solo un referente geográfico o punto clave en la brújula. Occidente también es reflejo pluriétnico y pluricultural de otras tantas latitudes concentradas en ese sólo término de identificación. Finalmente, en el Epílogo nos dice: La plaza, vimos, es lugar de dilapidación, allí se da muerte a los majestuosos toros y su muerte es un escándalo, pues no persigue fin alguno, escapa al cálculo de los medios y los fines. En efecto, el sacrificio tauromáquico nos ha


presentado el rostro del sacrificio inútil: pertenece a la inutilidad, no quiere nada a cambio de su víctima, no quiere conquistar los favores de una divinidad, no pretende comunicar con ella, ni mostrarle agradecimiento, sumisión o dependencia. El sacrificio del toro en la fiesta brava es sacrificio acéfalo, descentrado, inmolación que no quiere constituirse en tributo, ofrenda o intercambio. Así pues, la valiosa aportación de Natalia Radetich Filinich viene a ser, en estos tiempos de confrontación ideológica, de conflicto en el que dos frentes perfectamente definidos: los taurinos y los antitaurinos siguen sosteniendo, a veces tan ajenos a ideas como estas, que le vienen muy bien al espectáculo, para darle lustre, alejarlo de algún modo de los lugares comunes. Es por ello que los argumentos de nuestra autora, son de suyo, bienvenidos en momentos de escasez ideológica y sustantiva para justificar la pervivencia de un espectáculo milenario. Aquí los datos sobre su tesis de grado: Natalia Radetich Filinich: “Filosofía y sacrificio: Una exploración en torno al sacrificio taurómaco”. Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y LetrasInstituto de Investigaciones Filosóficas. Programa de Maestría y Doctorado en Filosofía. Tesis que, para obtener el grado de Maestra en Filosofía, presenta (…) Director de tesis: Dr. Ignacio Díaz de la Serna. Octubre de 2009. 134 p. Ils.


29.-HILDA TENORIO: MATADORA DE TOROS. El destino terrible de todas las mujeres es tener que aguantar a los hombres. Álvaro Mutis. PRECURSORAS DE CONCHITA CINTRÓN. (…) La historia es larga y copiosa. En 1820, cuando aquel mozo de Puerto Real que en vida se llamó Bernardo Gaviño, toreaba en la plaza de Carlos III de La Habana, tuvo ocasión de alternar varias veces con una torera criolla, María Ávila “Morenita”, que en la suerte de frente por detrás –hoy la repetida “gaonera”-, y con las banderillas, era algo de asombro. En México, en 1810, proclamación de la Independencia, hubo fiestas taurinas, en las que Pilar de la Cruz, mexicana cien por cien, floreó y banderilleó a caballo dos toros de Atenco – iniciación de aquella ganadería- y con un éxito apoteótico. Y esta mujer era tan brava, que de ella se dice que encontrándose discutiendo, cierto día, condiciones de contrato con un empresario de Puebla llamado Allende, llegó con él a las manos y con tales arrestos que le golpeó e hirió con un palo, dejando maltrechos y en el suelo a dos servidores del indicado Allende que se encontraba en la estancia.266

En un hecho considerado como “histórico”, la moreliana Hilda Tenorio, después de una atribulada trayectoria como novillera, y con el evidente testimonio de su tenacidad a prueba de todo, arribó al anhelado sitio que pretenden aquellos que aspiran a tener un lugar en la tauromaquia. El suyo adquiere dimensiones diferentes dado que al tratarse de una mujer, y con el propósito bien claro de que lo que quiere se puede, en medio de un ambiente detentado por hombres, lo ha logrado. Esa “terquedad” fue construida y alentada en varios años de lucha, que a continuación relato con más detalle, como resultado de su alternativa, es decir la obtención culminante de ese grado al que anhelan todos los matadores, y ahora matadoras de toros. Rememorar aquí y ahora las acciones protagonizadas por dos mujeres al comenzar el siglo XIX –María Ávila y Pilar de la Cruz-, que además se convierten en datos de la curiosidad histórica, le vienen muy bien en este momento en que se consolidan los anhelos que por siglos han sido frenados, violentados o ignorados no por la humanidad en su conjunto. No, sino más bien por el hombre en tanto dueño, propietario o usufructuario de unas condiciones que dicho género manifiesta como exclusivas. Y así ha sido al paso

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JUEVES DE EXCELSIOR, del 17 de marzo de 1949, p. 34.


de los siglos. Ahora que Hilda Tenorio ya es matadora de toros las palabras de Álvaro Mutis que abren este segmento, se dimensionan a unas escalas inimaginables. A ello debo agregar la manera cuidadosa de tratar este tema, sujeto a establecer, como dice Héctor P. Serrano Barquín la Diferencia sexual, inicialmente y construcción cultural de la identidad sexual –más aceptada en las décadas recientes- son nociones que han conceptualizado al género y sin duda, ambas constituyen aportaciones de la teoría feminista, hoy en día cuestionada indebidamente y considerada tanto radical como anacrónica, aunque conviene aclarar que el carácter beligerante que tuvo al darse dichas aportaciones teóricas se ha venido atemperando.267

Disponible febrero 26, 2014 en: http://www.oem.com.mx/esto/notas/n2162278.htm

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Héctor P. Serrano Barquín: Miradas fotográficas en el México decimonónico. Las simbolizaciones de género. Prólogo: Luz de Alba Velasco. Toluca, estado de México, Instituto Mexiquense de Cultura, Universidad Autónoma del Estado de México, 2008. 268 p. Ils., fots., facs. (Biblioteca mexiquense del Bicentenario), p. 23.


30.-PANORAMA DEL GÉNERO FEMENINO EN EL ESPACIO TAURINO. Estamos en 2010 y todavía se mantiene una resistencia en que la mujer es motivo de cuestionamientos en cuanto a su participación absoluta en el todo de la realidad. Qué difícil ha sido para el “género” femenino ser aceptado, en los diversos patrones del ritmo laboral, académico, artístico, literario o, en este caso, el taurino.


La mujer en el mundo del toro La participación de la mujer en el mundo del toro, cada vez en mayor medida, pone de manifiesto que es posible la presencia de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad. Sin embargo, el mundo del toro y su entorno es un mundo considerado desfavorable, habitual y vergonzosamente de machista. Sin embargo si entendemos que la cultura es todo aquello que contribuye a volver al ser humano más sensible, más inteligente y más civilizado, este término no debería tener cabida en nuestra fiesta, que además de ser arte, es cultura; no se trata de enarbolar la bandera del feminismo para reivindicar los derechos de la mujer en el mundo del toro; se trata de dejarse de polémicas absurdas como la que se ha provocado debido a la presencia de Maria Luisa Gaxiola en el callejón de la Plaza México como inspectora autoridad de callejón a partir diciembre del 2007. En lo que respecta a supuestas supersticiones me he encontrado con que los toreros hablan más de rituales, tradiciones o manías y que la presencia de mujeres en el ruedo o en el callejón no es relevante para ellos es increíble que un Obispo hable de supersticiones o que Luis Miguel González, Secretario General de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros hable de que se falta el respeto a las tradiciones cuando él le esta faltando al respeto a todas las mujeres discriminándolas, sería bueno que se documentara y leyera algo sobre los toros, las mujeres y Creta para que sepa algo de cultura y tradiciones, o que Humberto Flores a quien admiro como matador de toros diga que efectivamente una "mujer femenina" (lo cito textual) lo distraiga mientras se encuentra frente a un toro, creí que era un verdadero profesional, en fin… Si decimos que respetamos a esta fiesta que amamos no podemos ensuciarla con discriminaciones sin sentido; la pregunta en un programa de televisión (de fútbol) que se transmitió ayer 22 de enero era que si debía o no haber una mujer en el callejón y mi respuesta rotunda es NO, debería haber muchas más, ya que hemos sido varias las que nos hemos enfrentado a este estúpido machismo y sin embargo hemos apoyado y promovido la fiesta brava de diferentes maneras y para muestra no un botón, sino un ramillete: Tenemos a ganaderas como Isabel Garfias Montero, Laura de Villasante, Celia Barbabosa, Mónica Hernández de Aloi, María del Pilar Labastida, Mónica Serrano que además es rejoneadora como lo fue Conchita Cintrón y Juanita Cruz o como Ana Batista, María Sara, Raquel Orozco López, Patricia Pellén y Julia Calviere entre otras, de a pie podemos citar desde Nicolasa Escamilla, "La Pajuelera", a Dolores Sánchez, a Ignacia Fernández "La Guerrita", a María Salome "La Reverte" hasta mujeres como Cristina Sánchez, Maripaz Vega, Raquel Martínez, Raquel Sánchez y Marbella Romero, entre


otras muchas, pero muchas, por que también están novilleras como Hilda Tenorio, Elizabeth Moreno, Sonot Díaz, Lupita López y becerristas como Paola San Román. Y no son todas, no señor, también están las comunicadoras como Dolores López de las Heras, a quien se le permitió hacer entrevistas desde el mismo callejón de la Plaza México en dos temporadas (95-96 y 98-99), Paola Treviño y Gabriela Torres Landa que han estado en la misma situación; casos como los de Karina Chapa, Paulina Romero, María del Toral, Beatriz Cano, Nadlley Labastida, Ana Delgado, Aidé Félix, Bernarda Muñoz, Sorayda Hernández, Vicky Lozano, Alicia Ureña, Muriel Feinner, Rosa Jiménez Cano, Noelia Jiménez, así como las fotógrafas Carmen Moya, Olga Holguín, Raquel Montero quien sufrió una herida por un novillo en julio del 2006 en España y por su puesto quien les escribe estas letras: Laura Reséndiz que después de diez años de tomar fotos desde el tendido logré hacerlo desde el callejón de la Plaza de Toros Nuevo Progreso a partir del 10 de diciembre del 2006 y de lo cual me siento muy orgullosa ya que esto me ha abierto otras plazas como la de Morelia y la de Jalostotitlan, lo menciono porque me parece ridículo que la estén haciendo más de tos en "la Capital" que en "provincia".

Amigos es hora de que nos vayamos respetando y en lugar de atacar a Maria Luisa Gaxiola, la apoyemos todos, dejando que realice su importante labor en la fiesta de los toros. Atentamente Laura Reséndiz Fotógrafa Taurina www.lauraresendiz.com.mx P.D.-Omití muchos nombres, muchos, lo sé y me disculpo, les agradeceré a todos y a todas sus correos con su opinión y los nombres que consideren que me hayan faltado. GRACIAS.




NOTAS FINALES. Me ha comentado mi buena amiga Mary Carmen Chávez Rivadeneyra algunos detalles que, por su importancia, caben aquí como valioso desenlace a todo este propósito, el de acercarnos al territorio femenino en la tauromaquia, sobre todo la que se ha desarrollado en México. Que entre los nombres de las toreras más recientes, se encuentra el de la novillera Sara Edith, de la que Hilda Tenorio se ha convertido en su tutora principal, la cual ha toreado en varias plazas. Un dato interesante es el de la alternativa que Lupita López concedió a su hermano Carlos López en la corrida que se celebró el 7 de marzo de 2014 en Ciudad del Carmen, Campeche, con la presencia –como testigo- del rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, lidiando ejemplares de Cuco Peña y Golondrinas. Sin embargo dicha ceremonia no tuvo el visto bueno de la Asociación Nacional de Matadores de Toros, Novillos y Rejoneadores, debido al hecho de que el aspirante a matador desde años atrás no cotizaba con dicha Asociación, y de que “no tiene los merecimientos para recibirla y ésta es una más de las alternativa apócrifas que ha avalado la Unión Mexicana de Toreros (que es otra agrupación constituida con propósitos muy similares a la Asociación, aunque con diferentes enfoques) en los últimos años”, tal y como lo declaró en su momento el Matador de Toros Antonio Urrutia, Presidente de la Asociación Nacional de Matadores de Toros, Novillos y Rejoneadores. Hilda Tenorio y Karla Sánchez fueron, en su momento “testigas” en alternativas que se concedieron, aunque lamento no poder incluir los datos con la precisión requerida, salvo uno: el de que Karla Sánchez participó en la ceremonia en que se le confirmó la alternativa al rejoneador Juan José Rodríguez, en la plaza de toros “México”, la tarde del 27 de diciembre de 1992. Aquella ocasión, alternaron con Eulalio López “El Zotoluco” y con Manolo Mejía, en la lidia de 4 de la Soledad y 4 de La Venta del Refugio. Quiero terminar con la intención de compartir con el amable lector, de una entrevista que se le realizó a Esperanza Arellano “Verónica”, publicado en la revista Los Toros. Semanario del Buen Aficionado, en su número 4, con fecha 4 de enero de 1965. Luego de leerla concluí que para un trabajo como el presente, vale mucho la pena. Por su interés, la reproduzco en su totalidad.



APÉNDICE Nº 1 De la casa a la plaza: Las “señoritas toreras” en México durante el porfiriato. El caso de la ciudad de Aguascalientes” Por: Vicente A. Esparza Jiménez. Palabras preliminares. Para más de alguno los estudios sobre el toreo son una curiosidad, un recuento de plazas, toreros y ganaderías. Sin embargo, la tauromaquia nos habla de una época y de una forma de considerar este espectáculo por el Estado y la sociedad. Es poco lo que conocemos sobre la historia taurina en Aguascalientes durante el porfiriato, a pesar que desde hace algunos años se han hecho estudios sobre esta temática. 268 En cuanto a la participación de la mujer dentro de la fiesta brava nadie se había interesado hasta el momento. En España existen algunos estudios sobre las mujeres toreras.269 En México son pocos quienes las han investigado dado el problema de la “invisibilidad” de éstas. 270 El primer estudio sobre las “señoritas toreras” fue del periodista Ponciano Gaviño271 en la primera mitad del siglo XX.272 Recientemente José Francisco Coello Ugalde ha estudiado la presencia de la mujer en los toros desde la época colonial hasta nuestros días. 273 El propósito de este trabajo es analizar a las mujeres toreras en Aguascalientes que se presentaron entre los años 1904 y 1907. Contribuir al conocimiento de las “señoritas toreras” en México, pues no han sido objeto de estudio. Sobre la historia de las mujeres 268

Jesús Gómez Serrano, Mercaderes, Artesanos y toreros. La feria de Aguascalientes en el siglo XIX, Aguascalientes, ICA, 1985. Varios, Plaza de toros San Marcos: Imágenes de un siglo, Aguascalientes, ICACTM-E-CM, 1996. Jesús Gómez Medina, La ciudad, la fiesta y sus plazas. Apuntes para la historia del toreo en Aguascalientes 1896-1992, Aguascalientes, ICA, 1992. 269 Muriel Feiner, La mujer en el mundo del toro, España, Alianza, 1995. Emilia Boado y Fermín Cebolla, Las señoritas toreras. Historia, erótica y política del toreo femenino, Madrid, Flemar, 1976. Del primero únicamente tengo referencia. 270 El problema de la invisibilidad de las mujeres en la historia, se refiere a las pocas fuentes que existen, y a la idea de que la información que hay sobre las mujeres no tiene nada que ver con los intereses de la historia. Joan W. Scott, “El problema de la invisibilidad”, en Carmen Ramos (Coord.), Género e historia: la historiografía sobre la mujer, México, Instituto Dr. José María Luis Mora, 1993, pp. 38-65. 271 El sobrenombre, combinación de los nombres de Ponciano Díaz y Bernardo Gaviño, probablemente fue compuesto por Carlos Cuesta Baquero, cuyo anagrama, Roque Solares Tacubac, fue un periodista que en diversas etapas de su largo recorrido, empleó varios seudónimos. 272 Ponciano Gaviño, “Señoritas toreras”, en La Lidia, México, Núm. 24, 7 de mayo de 1943. Nada más tengo referencia de este artículo. 273 José Francisco Coello Ugalde, “La mujer en los toros. Segura, da lo mejor de su expresión”, en Nuestra Historia. La Gaceta CEHIPO, México, Núm. 47, abril, 2001, pp. 26-35. (El título original de este ensayo es el siguiente: “En los toros, la mujer se inscribe segura para proporcionar lo mejor de su expresión”).


tenemos un mejor conocimiento de la familia, vida cotidiana, demografía, trabajo fabril, política, legislación, educación y feminismo.274 En la medida que se realicen estudios sobre la presencia de las mujeres en la tauromaquia como partícipes y no como simples espectadoras, tendremos una mejor visión de cómo se han enfrentado a lo que parece ser una actividad masculina. Entendiendo cómo eran vistas por ciertos grupos sociales nos podremos formar una idea de lo que se entendía por la feminidad, que según Carmen Ramos es una construcción social y cultural que se da “por oposición a la masculinidad, como formas de vida, actitudes, conductas que se establecen como propias para la mujer”, pero que no es estática, sino que está en constante cambio. 275 El trabajo se ubica en el contexto de la reforma social llevada a cabo por los liberales del siglo XIX, que pugnaban por la reforma de la sociedad, pues según ellos estaba “impregnada de valores antiguos” y sumida en un lamentable estado de atraso “incivilidad e ignorancia”, que era necesario transformar para que México progresara y estuviera a la altura de las civilizaciones del mundo europeo.276 En este sentido, el gobierno y algunos miembros de la sociedad se opusieron a las corridas de toros porque las consideraban como “bárbaras” y “sangrientas”. Así, las “señoritas toreras” se enfrentaron a la oposición de la sociedad por practicar un espectáculo viril y por participar en una fiesta “incivilizada”, que no iba acorde con el progreso económico y social que estaba experimentando México durante el porfiriato. ¿Cómo entender a las “señoritas toreras”? ¿Dentro de qué categoría social las debemos considerar? Definitivamente en los grupos marginales, porque en la sociedad patriarcal en que vivían carecían de poder, y por lo mismo las “voces que se ocuparon de los diferentes aspectos de la vida de la mujer fueron, paradójicamente, masculinas en su mayoría”.277 Empero, esta dominación de los hombres sobre las mujeres es variable, por lo que como Ana Lidia García, “Historia de las mujeres en el siglo XIX: algunos problemas metodológicos”, en Eli Bartra (Comp.), Debates en torno a un metodología feminista, México, UAM-UNAM, 1998, pp. 199-228. 275 Carmen Ramos Escandón, “Mujeres Positivas. Los retos de la modernidad en las relaciones de género y la construcción del parámetro femenino en el fin del siglo Mexicano, 1880-1910”, en Claudia Agostoni, y Elisa Speckman, (Editoras), Modernidad, tradición y alteridad. La ciudad de México en el cambio del siglo (XIX-XX), México, UNAM, 2001, p. 292. 276 François-Xavier Guerra, México: Del antiguo régimen a la revolución, T. I, México, FCE, 1993, p. 182. 277 Sara Beatriz Guardia, “Un acercamiento a la historia de las mujeres”, en Revista de Tec de Monterrey, Núm. 10, primavera de 2001, p. 110. Carmen Ramos Escandón, “Mujeres Positivas. Los retos de la modernidad en las relaciones de género y la construcción del parámetro femenino en el fin del siglo Mexicano, 1880-1910”, p. 296. 274


dicen Georges Duby y Michelle Perrot: No significa ausencia de poder de las mujeres, sino que sugiere una reflexión sobre naturaleza de la articulación de estos poderes: ¿resistencias, compensaciones, consentimientos, contrapoderes de la sombra y de la astucia? Será menester reflexionar acerca de la dialéctica de la influencia y la decisión, de la potencia, oculta y difusa, que se atribuye a las mujeres, y en poder claro de los hombres.278

Las “Señoritas porfirianas” Los grupos dominantes en el México porfiriano tenían un ideal de lo que debería ser una mujer. La sociedad, el Estado, la Iglesia y el género masculino concebían el deber ser femenino de la siguiente forma: por su condición biológica tenía una función reproductora; la virginidad era un valor simbólico que la convertía en honorable, que en el hombre se derivaba de su posición social, económica y su moral; las madres solteras eran mal vistas, pues se consideraba una “anomalía social”, casi igual que la prostitución. [Tal asunto parece ser la extensión de un comportamiento que en buena parte del virreinato vivieron las mujeres en su conjunto. Pero la patología que se ventila es tan remota y extrema, que se va a los más oscuros inicios de la humanidad. La presente observación es de Francisco Coello] que adquiere legal y económicamente era tratada como un menor a cargo de su padre, tutor o esposo. Para la iglesia la reproducción únicamente se debería dar dentro del matrimonio. Se educaba a la mujer porque dentro de la familia era quien iba a enseñar a los niños valores y hábitos civilizados. La vida pública de la mujer existía dentro de las instituciones de beneficencia y en la educación al incorporarse como maestras.279 Estos son algunos estereotipos femeninos del siglo XIX que manejaban las instituciones, los hombres y las propias mujeres, quienes llegaron a interiorizar y difundir esta condición doméstica por medio de la lectura de periódicos literarios dedicados a la mujer. Por ejemplo, en el Liceo de Niñas de Aguascalientes existía el Álbum de la Mujer. Para 1888 el ayuntamiento compró dos suscripciones del periódico Las Violetas de Anáhuac para donarlo al Liceo, pues se trataba de una publicación “moral e instructiva” que podía ilustrar y perfeccionar los “deberes y obligaciones” de las mujeres que

Georges Duby y Michelle Perrot, “Escribir la historia de las mujeres”, en Historia de las mujeres en occidente, T. I, México, Taurus, 1993, p. 15. 279 Françoise Carner, “Estereotipos femeninos en el siglo XIX”, en Carmen Ramos, et. al., Presencia y transparencia: La mujer en la historia de México, México, El Colegio de México, 1992, pp. 95-109. 278


aspiraban al “saber humano”.280 Este periódico era redactado por mujeres de la élite de la ciudad de México y manejaba temas como historia de México, practicas de salud e higiene, análisis de posturas filosóficas, literarias, religiosas, morales y educativas. 281 Entre los sectores altos y medios, la lectura de manuales de urbanidad fue un medio eficaz por el cual los hombres y algunas mujeres difundieron el deber ser de la mujer. 282 En Aguascalientes podemos encontrar varios ejemplos de este ideal femenino, como la señora Paz Arteaga Terán, madre de Arturo Pani, pues la señora Paz “debió su instrucción a sus mayores en la familia: a sus tías, que eran piadosas, la enseñanza de la religión y la que concierne a las cosas todas de la casa”. Según Pani, su madre era “hogareña por excelencia, su casa era su mundo”.283 Sobre la participación de las mujeres en la vida pública hay varios casos, como el de Casimira Arteaga quien fundó un orfanato, la maestra Rosa Valadez como directora del Liceo de Niñas y el de Julia Delhumeau de Bolado, quien formó una compañía de teatro infantil de aficionados y escribió en 1893 un drama en prosa de tres actos titulado Actea.284 El deber ser femenino fue apropiado por muchas mujeres, sobre todo por las de la clase alta quienes leían y podían recibir educación dentro del hogar o en escuelas. Lo mismo pasó con las de la naciente clase media y en menor medida con las mujeres pobres. Sin embargo, como dice Carmen Ramos ¿ese estereotipo representa una realidad histórica? Conociendo la realidad histórica que las produjo, el mundo cotidiano en el que se movían e insertaban y ubicándolas socialmente podríamos tener más respuestas.285

280

Actas de Cabildo, libro 20. 21-01-1888. El Diario del Hogar, La mujer o Violetas de Anáhuac, proponían “la igualdad entre los sexos”. Cfr. Lucrecia Infante Vargas, “Igualdad intelectual y género en Violetas del Anáhuac. Periódico literario redactado por señoras, 1887-1889”, en Gabriela Cano y Georgette José Valenzuela (Coord.), Cuatro estudios de género en el México urbano del siglo XIX, México, Porrúa-UNAM, 2001, pp. 136 y 154. 282 Son varios lo manuales de urbanidad que se leyeron durante el porfiriato y aún en nuestros días, como el de Carreño. Cfr. Valentina Torres Septién, “Un ideal femenino: los manuales de urbanidad: 1850-1900”, en Gabriela Cano y Georgette José Valenzuela (Coord.), Cuatro estudios de género en el México urbano del siglo XIX, México, Porrúa-UNAM, 2001, pp. 97-127. 283 Arturo Pani, “Una Vida”, en Tres relatos de sabor antiguo, Aguascalientes, ICA, 1991, pp. 59-62. Las cursivas son mías. 284 Jesús Bernal Sánchez, Breves apuntes históricos, geográficos y estadísticos del estado de Aguascalientes, Aguascalientes, Filo de Agua, 2005, pp. 132-133. Julieta Orduña y Clara Martínez, “Mujeres de teatro en Aguascalientes. Siglo XIX y principios del XX”, en Mascarón, Año VII, Núm. 113, octubre de 2003. 285 Carmen Ramos Escandón, “Señoritas porfirianas: Mujer e ideología en el México progresista, 18801910”, en Carmen Ramos, et. al., Presencia y transparencia: La mujer en la historia de México, México, El Colegio de México, 1992, p. 143. 281


Durante el porfiriato debido al crecimiento económico que empezó a experimentar México muchas ciudades crecieron y se desarrollaron, produciendo un incremento demográfico y cambios sociales producto de la adopción e intercambio de ideas. Aguascalientes experimentó todos estos cambios durante el régimen porfirista. La población aumentó considerablemente, pues de 22 500 en 1861 pasó a 35 000 en 1900 y a 45 000 en 1910. Este incremento se debió a varios factores como la llegada del ferrocarril en 1884; el establecimientos de industrias como la fundidora de los Guggenheim en 1894, que ocupaba a más de 1 500 obreros; la apertura de los Talleres Generales de Fabricación y Reparación de Maquinas y Material Rodante del Ferrocarril Central Mexicano en 1903, en el que trabajaban más de 3 000 empleados; la instalación del molino de harina “La Perla” del inglés John Douglas; la apertura de las fábricas de tabacos labrados como la “La Regeneradora”, “La Tarasca” y “La Esmeralda”, que daban empleo a un “número considerable” de mujeres; las fábricas de textiles “La Purísima” y “La Aurora”, que ocupaban en sus telares a una “multitud de trabajadores”. 286 Así, todas estas empresas e industrias fueron afianzando a Aguascalientes como un centro económico importante de la región e hicieron que muchas personas inmigraran a la ciudad. El desplazamiento migratorio en busca de trabajo y mejores condiciones de vida trajo como consecuencia un cambió en la estructura de la familia: había varios matrimonios a la vez en varios lugares, se daba el abandono del hogar y era frecuente el “aparejamiento temporal sin mediación de una formalidad civil y religiosa”. 287 Así como había “señoritas porfirianas” dedicadas a la vida doméstica, abnegadas, desinteresadas de la vida política y social, salvo en la filantropía y en la educación, también existían las “señoritas trabajadoras” a quienes se les trató de imponer el mismo modelo. En Aguascalientes según el Dr. Jesús Díaz de León, las mujeres antes de casarse tenían que saber “hechar tortillas y cocer atole” porque eran las que tenían que

Jesús Gómez Serrano, “Una ciudad pujante: Aguascalientes durante el porfiriato”, en Anne Staples, Historia de la vida cotidiana en México, T. IV, Bienes y vivencias. El siglo XIX, México, FCE-El Colegio de México, 2005, pp. 257-260. Francisco G. Horrendo, Memoria Administrativa, 1883-1887, Aguascalientes, Imprenta Trinidad Pedroza, 1887, p. 186. 287 Carmen Ramos Escandón, “Señoritas porfirianas: Mujer e ideología en el México progresista, 18801910”, p. 145. 286


“preparar la comida del marido”.288 Trabajaban como empleadas domésticas, artesanas, obreras textiles, cigarreras, telegrafistas, maestras, enfermeras, actrices, cirqueras e incluso toreras, quienes intervinieron en un espectáculo que era considerado por algunos miembros de la sociedad como propio para el género masculino.289 Las “señoritas trabajadoras” –solteras, casadas o viudas–, su virtud no residía en su virginidad como en las de la élite, sino en su trabajo, pues ayudaban al país a avanzar hacia el “progreso” y la “civilización”. El trabajo fue visto por algunas mujeres como un instrumento para tener una mejor condición de vida y conseguir un mejor marido, pues las que sabían algún oficio tenían “mayor valor en el mercado matrimonial”.290 En Aguascalientes según Díaz de León, había “mujeres trabajadoras” porque el marido no ganaba “lo suficiente para la manutención o porque las abandona”. Se ocupaban como costureras, que era un trabajo mal retribuido porque ganaban “poco por lo barato de ella por la competencia que se hacen unas a otras”, eran por lo regular mujeres “solas” y casadas que trabajaban en su casa “de 6 de la mañana hasta 6 de la tarde”, y percibían de 12 a 25 centavos diarios. Las tortilleras, que eran “del bajo pueblo”, vivían en los suburbios de la ciudad, su trabajo empezaba a las 3 o 4 de la mañana hasta las 10 u 11 “en que se van a vender sus toritillas” y volvían a las 3 o 4 de la tarde para la preparación del nixtamal del día siguiente, era una mujer “embrutecida por tan rudo trabajo”. Las torcedoras de tabaco trabajaban de 6 de la mañana a 1 de la tarde, comían en la misma fábrica y seguían trabajando hasta las 6 de la tarde y en ocasiones hasta las 10 o 12 de la noche, todas eran muchachas fuertes, tenían de 12 a 20 o 25 años, era un trabajo mal retribuido. Las lavanderas ganaban de 2 a 5 pesos, lavaban la ropa a mano en las acequias y estanques, era un trabajo “rudo y pesado”. Las criadas ganaban según su ocupación, pues dentro de las labores domésticas había jerarquías, por ejemplo, las cocineras percibían de 2, 3 o 4 pesos cada mes; las

Jesús Díaz de León, “Apuntes para el estudio de la higiene en Aguascalientes”, en Alejandro Vázquez del Mercado, Memoria administrativa, 1887-1891, Aguascalientes, tipografía de Díaz de León, A. C. de Ricardo Rodríguez Romo, 1892, p. 219. 289 Para conocer el ámbito laboral en el que se insertaban las mujeres a mediados del siglo XIX. Cfr. Sonia Pérez Toledo, “El trabajo femenino en la ciudad de México a mediados del siglo XIX”, en Signos históricos, Núm. 10, julio-diciembre de 2003, pp. 81-114. 290 Carmen Ramos Escandón, “Señoritas porfirianas: Mujer e ideología en el México progresista, 18801910”, pp. 154-155. 288


recamareras de 2 a 3 pesos y las pilmamas de 1. 50 a 2.50 centavos. Por encima de todas estaban las nodrizas, que ganaban 5 pesos, aunque había otras que llegaban a ganar 8, 10 y hasta 15 pesos y casi formaban parte de la familia.291 Estas mujeres se dedicaban a todo estos oficios según su edad, condición social y por su puesto a su género, como eran concebida la división del trabajo, pues según los hombres las mujeres se ocupaban en labores “propias de su sexo”. También había otros oficios u ocupaciones que el doctor Díaz de León no pudo clasificar, por ejemplo, las vendedoras ambulantes, empleadas de comercios, bordadoras, floristas, modistas, parteras, pasteleras, comerciantes, profesoras, planchadoras, prostitutas, actrices, prestidigitadoras, cirqueras y toreras; éstas últimas fueron mal vistas por algunos miembros de la sociedad porque daban una imagen de pornografía al mostrar sus cuerpos con el traje de luces, como lo ilustró en 1898 El Popular de la ciudad de México, que muestra a través de la caricatura a una torera con nalgas muy pronunciadas. 292 Para algunos críticos taurinos las “señoritas toreras” no tenían el conocimiento del “arte” del toreo, y si llenaban las plazas donde toreaban era porque el público iba a ver sus cuerpos, así lo deja ver un dialogo que tomamos también del periódico El Popular: están dos mujeres platicando, una de edad avanzada y otra joven, y le dice la primera a la segunda: –Con que te presentes al empresario de las Señoritas toreras salimos de paso. –Pero yo no se nada de toreo. –¿Cómo no has de saber? Hija tienes unas cosas.....293

Sin embargo, durante el porfiriato hubo algunos cambios en la división del trabajo y esto fue percibido por el Dr. Díaz de León quien señaló: “por desgracia se va haciendo frecuente que muchas mujeres toman los cargos del hombre y mantengan a éste con el producto de su trabajo”.294 Las mujeres empezaron a trabajar como empleadas en aparadores de calzado, así el cuerpo femenino se explotó por los comerciantes para atraer a posibles clientes hombres; ingresaron a trabajos masculinos como fosforeras y

Todo lo relacionado con el trabajo femenino en Jesús Díaz de León, “Apuntes para el estudio de la higiene en Aguascalientes”, pp. 231-233. 292 El Popular, 21-02-1898. 293 El Popular, 14-02-1898. Las caricaturas y su contenido están firmadas con el seudónimo de Mamarracho. 294 Jesús Díaz de León, “Apuntes para el estudio de la higiene en Aguascalientes”, p. 233. 291


trabajadoras en establecimientos industriales, como podemos ver en el cuadro 1. Al ocupar trabajos que antes habían sido exclusivos de los hombres, éstos se empezaron a sentir desplazados por las mujeres, como lo muestra una nota que decía lo siguiente: El sexo débil no ha declarado la guerra [...] Antes la mujer descontenta con las labores propias de su sexo, se conformaba con coger la pluma [...] Pero ahora ya nos se trata de versos [...] con esto de apoderarse de nuestros oficios, están dejando libres algunos de los suyos y el hombre que no quiera vivir a costa de su señora y competidora, le quedan dos caminos! Uno, coser para afuera... y otro, ponerse a servir de niñera.295 CUADRO 1 “Señoritas trabajadoras” en Aguascalientes en 1896 Ocupación Aparadores de calzado Bordadoras Cantantes Cigarreras Comerciantes Costureras Domesticas Floristas Fosforeras Lavanderas Mesalinas Modistas Molenderas Obreras de establecimientos industriales Parteras Pasteleras Tejedoras Profesoras Tortilleras Vendedoras ambulantes Planchadoras

Mujeres 19 15 2 178 307 828 1568 15 4 143 65 30 104 68 20 6 28 69 603 121 206 Total: 4399

Hombres 11

832 534 2 42

523 19 354 13 82 Total: 2412

Fuente: El Republicano, 22-03-1896.

Las corridas de toros durante el porfiriato La apropiación de las mujeres en trabajos que supuestamente eran exclusivos de los hombres, también se manifestó en el espectáculo taurino cuando a parecieron las “señoritas toreras” en España y México. Antes de adentrarnos a este asunto es necesario conocer como era percibida esta fiesta por las autoridades y algunos miembros de la élite para entender a lo que se enfrentaron las mujeres toreras. Las corridas de toros eran consideradas por algunos como una fiesta “bárbara”, que no era posible que en el siglo del progreso296 se siguiera practicando. El Estado trató de SABAU, “¿Qué va a ser de nosotros?”, en El Contemporáneo, 24-03-1903. A contrapelo de tal expresión, hubo autor como León Daudet que cuestionó tal centuria. Véase: DAUDET, León: EL ESTÚPIDO SIGLO XIX. Informe sobre las insensateces homicidas que se han 295 296


controlar esta diversión, así en 1867 fueron prohibidas por Benito Juárez. Pasarían varios años para que esta ley fuera derogada, pues no fue sino hasta el año de 1887 en que se levantó la prohibición para lidiar toros, que sólo afecto a la capital de la República. Años después, en 1891 fueron nuevamente prohibidas pero por poco tiempo. 297 En Aguascalientes fueron abolidas por el gobernador Carlos Sagrado en 1900 debido al desorden que se registró en una función mixta de toros y circo en la plaza San Marcos. 298 Esta disposición no operó para las corridas dadas a beneficio de obras materiales y durante los festejos primaverales en el mes de abril,299 por lo que era un absurdo que existiera el decreto que las prohibía y fue derogado en 1903 por el gobernador Alejandro Vázquez del Mercado.300 Para evitar los desmanes dentro de la plaza el gobierno se enfocó en reglamentar las corridas de toros, sobre todo se nota una gran preocupación por los procedimientos técnicos de la lidia y por el comportamiento del público dentro del coso taurino. En los cinco reglamentos que expidió el Congreso durante el porfiriato,301 se prohibió la participación de niños y mujeres. Por ejemplo, el de 1905 en su artículo 20 decía: “a ninguna mujer, hombre inutilizado o joven menor de quince años, se le permitirá tomar parte en la lidia”.302 Otros que se opusieron fueron los antitaurinos porque consideraban que era “una fiesta bárbara que la civilización hará desaparecer a medida que la humanidad se purifique de sus instintos sanguinarios”.303 Algunos liberales amantes del progreso como Jesús F. López creían que México no debería imitar de otros pueblos la relajación de sus hábitos sociales, sino el “refinamiento de su civilización”, fomentando la educación y decían: abatido sobre Francia desde hace 130 años (1789-1919). Traducción: BENJAMÍN VENEGAS. Argentina, La Salamandra Editora, 1976. 221 p. 297 Guadalupe Monroy, “La diversión compensadora”, en Daniel Cosío Villegas (Coord.), Historia moderna de México, La República Restaurada. La vida social, México, Hermes, 1956, pp. 616-617. Moisés González Navarro, “Las horas de asueto”, en Daniel Cosío Villegas (Coord.), Historia moderna de México. El Porfiriato. La vida social, México, Hermes, 1956, p. 745. 298 El Republicano, 7-10-1900. 299 El Republicano, 24-03-1901, 13-10-1901 y 9-02-1902. 300 El Republicano, 7-06-1903. 301 El Republicano, 20-04-1879; el de 1894 en AGMA-FH., caja 206, expediente 11; el de 1898 en AHEASGG, caja 2, expediente 502 y el de 1905 en El Republicano, 14-05-1905. 302 El Republicano, 14-05-1905. 303 Así definieron las corridas de toros en 1896 unos vecinos del barrio de San Marcos ante el ayuntamiento local para que no permitiera la construcción de la plaza de toros San Marcos. AGMA-FH., caja 225, expediente 10.


Un español, gran hombre de Estado, decía que para el bienestar y la cultura del pueblo ibero era necesario Pan y toros. Los norteamericanos quieren para el hermano Jonathan, pan, carne y vino. Nosotros, descendientes de dos grandes razas, la azteca y la española, sólo anhelamos para el pueblo mexicano pan y escuelas.304

A pesar de que hubo oposición las corridas de toros siguieron practicándose, y fue común ver –en contra del reglamento taurino– a niños toreros en Aguascalientes, por ejemplo, en 1898 se presentó una cuadrilla infantil en la plaza del Buen Gusto y San Marcos.305 Estos festejos taurinos fueron permitidos porque dejaban ganancias al pobre erario municipal y porque muchos toreros aficionados y profesionales daban funciones para la beneficencia pública, mejoras materiales y la educación, por lo que estos actos eran bien vistos hasta por los detractores de la fiesta quienes decían: “la sociedad toda debe estar agradecida a los jóvenes, que han hecho servir a la barbarie como eficaz instrumento para fomentar la civilización y la cultura”.306 A principios del siglo XX se presentaron en Aguascalientes las “señoritas toreras” españolas en la plaza San Marcos, donde también torearon cuadrillas formadas por mujeres mexicanas. Las “señoritas toreras” se enfrentaron a la oposición de algunos miembros de la sociedad por participar en un espectáculo “bárbaro”, que no permitía que México avanzara hacia la “civilización” y por intervenir en una diversión que había sido dominada por los hombres, y que chocaba con la visión de lo que debería ser una mujer o el ideal femenino que ya en otra parte describimos. ¿Quiénes eran las “señoritas toreras”? Eran barcelonesas y fue entre los años de 1836 y 1840 que se formaron estas cuadrillas en España. Las “señoritas toreas” que vinieron a “hacer la América” pertenecían al cuadro llamado Las Noyas: Dolores Pretel, Lolita, Providencia Jornales y de sobresaliente Ángela Pagés; de banderilleras Encarnación Simó, Rosa Simó, Julia Carrasco, Isabel Jerro, María Pagés y María Mambea. Poco tiempo después se retiró Providencia y entró en su lugar como segunda espada Angelita, y así continuó la cuadrilla hasta 1902 cuando se separaron, formando Lolita y Herrerita una cuadrilla y Angelita y Pepita otra.307 Jesús F. López, “Una corrida de toros”, en Pot Pourri, Tomo II, Aguascalientes, Imprenta el Águila, 1897, p. 68. 305 El Republicano, 6-02-1898 y 13-02-1898. 306 El Republicano, 7-01-1879. Las cursivas son mías. 307 Emilia Boado y Fermín Cebolla, Las señoritas toreras. Historia, erótica y política del toreo femenino, pp. 52 y 125. 304


El empresario de las “señoritas toreras” era el Sr. González Quiles y su representante en México Ramón López.308 Se presentaron por primera vez en México el 20 de febrero de 1898 en la plaza de Bucareli con toretes de Tepeyahualco, figurando Angelita y Lolita como primeras espadas. En su debut les arrojaron “carretes de hilo, agujas, dedales y otros dijes e instrumentos femeninos”.309 Este comportamiento del público fue frecuente en muchas plazas, pues no encajaban con el ideal femenino que tenían algunos hombres y mujeres. Sin embargo, hubo algunos miembros de la prensa que las apoyaron porque a pesar de no tener “los conocimientos necesarios del arte taurino”, tenían el valor de acercarse más a los toros “que muchos maletas que andan por ahí con pantalones”. 310 Empero, el crédito que se les dio no fue total, pues como señaló el cronista, no conocían el arte de la tauromaquia, por lo que las relegaba de la fiesta, ya que era un espectáculo para quienes llevaban los pantalones, es decir, los hombres. Así, las diferencias de género se plasmaron dentro del ruedo. La presentación de las “señoritas toreras” españolas pronto fue emulada por las mexicanas, pues a un año de su presentación se organizó una cuadrilla en Guadalajara a cargo de un tal “Chiclanero”.311 Fue tanto el furor que causaron en su debut que las empresas de teatro que trabajaban en la capital de la República pusieron en escena la zarzuela titilada “las señoritas toreras”, que había escrito en 1895 M. Figerola Aldroféu. 312 Antes de su presentación el taurófilo Rafael Medina escribió unos versos en los que si bien las apoya, no deja de hacer referencia a la condición doméstica que le conferían a la mujer los hombres y las mismas mujeres. Toreo femenino En el diario “Las Tijeras” he visto en la gacetilla, que hay formada una cuadrilla de señoritas toreras. Que nunca meten la pata, que tienen mucho amor propio. Que hay unas que dan el opio y hay otras que le dan lata. 308

El Popular, 24-12-1897. Moisés González Navarro, “Las horas de asueto”, pp. 740-741. José Francisco Coello Ugalde, “La mujer en los toros. Segura, da lo mejor de su expresión”, p. 31. 310 El Popular, 22-02-1898. 311 El Popular, 6-10-1898 y 10-11-1898. 312 La Patria, 16-02-1898. Antonio Barrios, “Los toros en la zarzuela” en Gaceta Taurina, Año II, Núm. 9, Abril de 1997. [http://www.ikarus.com.mx/toros]. 309


Me alegro, ¡qué diantre! á ver si las hembras dan de sí estocadas hasta allí ó pican cual debe ser. No zurzáis más calzoncillos, niñas que el arte reclama, no cosáis, no hagáis la cama, que os esperan los zarcillos. Dejad la costura quieta, nunca más fregar el suelo. ¡Viva el arte de Frascuelo y que muera la escobeta! Venceréis al fin y al cabo; ¿Odiáis la cocina? ¡Bien! ¿Y el fregadero? ¡También! ¿Amáis á los cuernos? ¡Bravo! Seguid sin temores, hijas, venceréis en cualquier parte, ¡Salud, lumbreras del arte, Frascuelas y Lagartijas!313

Sin embargo, la presencia de la mujer dentro de la tauromaquia en México no apareció en el porfiriato, sino que se venía dando desde la época colonial. Los empresarios de toros para hacerlas más atractivas al público dieron corridas lidiadas por mujeres. 314 En 1775 a la entrada del virrey Bernardo Gálvez lidiaron toros varias mujeres. 315 En siglo XIX se sabe de la existencia de toreras mexicanas como Victoria Sánchez, Dolores Baños, Soledad Gómez, Pilar Cruz, Refugio Macías, Ángeles Amaya, Mariana Gil, María Guadalupe Padilla, Carolina Perea, Antonia Trejo, Victoriana Gil, Antonia Gutiérrez e Ignacia Ruiz, La Barragana.316 A finales de la centuria apareció la cirquera y después rejoneadora o caballista, María Aguirre, La Charrita Mexicana, quien se presentó en Aguascalientes en tres ocasiones (1904, 1905 y 1907). En su debut entusiasmó al público aguascalentense por “su habilidad y gallardía para manejar el caballo”. 317 De la participación de La Charrita Mexicana en Aguascalientes no hay referencia alguna de que haya sido objeto de críticas. Posiblemente así fue porque el toreo en ese momento “gozaba de una intensidad y de una búsqueda permanente de lo nacional” frente al toreo “moderno” que estaban practicando algunos matadores españoles.318 También es Rafael Medina, “Toreo femenino”, en Letras taurinas del siglo XIX, México, Plaza y ValdézSOCICULTUR-BTM-INBA, 1987, pp. 207-208. Reproducido también en José Francisco Coello Ugalde, “La mujer en los toros. Segura, da lo mejor de su expresión”, p. 32. 314 Juan Pedro Viqueira Albán, ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social en la ciudad de México durante el Siglo de las Luces, México, FCE, 1995, p. 41. 315 José Francisco Coello Ugalde, “La mujer en los toros. Segura, da lo mejor de su expresión”, p. 29. 316 Ibidem. p. 30. 317 El Republicano, 5-06-1904, 12-03-1905 y 10-02-1907. 318 José Francisco Coello Ugalde, “La mujer en los toros. Segura, da lo mejor de su expresión”, p. 30. Incluso, es muy probable que ella misma haya potenciado, tanto por su fuerte carácter, como por el hecho 313


probable que no se haya dado la crítica por su labor de subalterna y no de primer espada, y porque no se desprendió del vestido que usualmente llevaban puesto las mujeres, como si lo hicieron las “señoritas toreras” españolas y mexicanas, que usaban el traje de luces como los hombres. Las “señoritas toreras” en Aguascalientes En 1902 empezó la segunda temporada de las “señoritas toreras” en México, pero ya no venía Angelita, sino Emilia Herrero, Herrerita.319 El 21 de febrero de 1904 el periódico oficial anunció que para el día 6 de marzo se presentarían en el redondel de San Marcos “las intrépidas señoritas toreras”, quienes lidiarían a muerte “5 escogidos toretes de primera” de la ganadería de Venadero.320 Según Jesús Antonio de la Torre Rangel, la cuadrilla estaba organizada por un “mediocre novillero español” que se llamaba Manuel Moreno, Costillares. Las toreras eran: como primer espada, Elvira Segovia, sobresaliente su hermana María, y las banderilleras Horetensita, Rosita y Adelita.321 Sin embargo esto no es así y por otra fuente sabemos los nombres reales de la cuadrilla. Es un cartel comercial en el que podemos ver que la empresa taurina corrió a cargo de José C. Beltrán; las matadoras eran Emilia Herrero, Herrerita e Isabel Guerrero, Joseita; sobresaliente Josefa Mola, Pepita, y banderilleras Elvira Herrero, Elvirita, Josefa Mola, Pepita y Luisa Comas, Finita; como auxiliares José Turel, Tit y José Hernández, Pepín Chico. Los precios eran de 50 centavos y 2 pesos.322 De su debut únicamente conocemos que su presencia no fue bien vista por algunos asistentes a la plaza y por la prensa católica, a quien la presentación de las toreras le pareció una un acto “inmoral” porque desvirtuaba el deber ser de la mujer. El público les arrojó “toda clase de útiles del hermoso sexo”, haciendo alusión a que dejaran las corridas de toros para los hombres y de llevar el vestido de amazona, que lo lució en interminables tardes, la posibilidad de una condición imparcial debido al hecho de que su quehacer era desde el caballo, suerte que compartió, al menos nueve ocasiones con Ponciano Díaz mismo. Las características del vestido largo que portó eran como sigue: “vestida de azul marino floreado y bordado de seda. Sombrero, Jockey”. En las mangas llevaba impresa una suástica, símbolo que en aquella época debe haber tenido alguna connotación, la que habrá que estudiar con mucho cuidado. 319 Moisés González Navarro, “Las horas de asueto”, pp. 740-741. Emilia Boado y Fermín Cebolla, Las señoritas toreras. Historia, erótica y política del toreo femenino, p. 130. 320 El Republicano, 6-03-1904. 321 Jesús Antonio de la Torre Rangel, “Sobre el muy taurino año de 1904 en la plaza de toros San Marcos”, en Plaza de toros San Marcos: Imágenes de un siglo, Aguascalientes, ICA-CTM-E-CM, 1996, p. 44 322 El cartel existía en el AGMA-FI., y estaba sin clasificar y catalogar, lamentablemente fue hurtado y sólo conservo una copia fotostática, por cierto de mala calidad.


se regresaran a su casa, lugar que les correspondía ocupar según el ideal femenino que concebían algunos miembros de la sociedad. La prensa conservadora publicó lo siguiente: Elocuente protesta. No del todo desmiente la culta sociedad de Aguascalientes el honroso abolengo que en todas partes de la confederación le es reconocido. Al presentarse las toreras españolas en el redondel de San Marcos, fueron recibidas con una merecida rechifla. ¡Jamás habíase dado en Aguascalientes espectáculo tan inmoral! Cuando las españolas en su brutal y estúpida labor se hacían acreedoras de alguna ovación, el público, a quien ordinariamente se tilda por ignorante, con el mayor acierto arrojaban al redondel bolas de hilos, sopladores, cucharas y toda clase de útiles del hermoso sexo al que por desgracia pertenecían. Por más que haya progresado el indiferentismo religioso, por más que esta arraigada en nosotros la costumbre semisalvaje de nuestros conquistadores, sin embargo, el carácter indigno exige de la mejor ternura, sensibilidad, virtud, verdadera cultura y religiosidad.323

En junio de ese mismo año se presentó en la plaza San Marcos la matadora española Ignacia324 Fernández, La Guerrita,325 toreando junto con los empleados de los Grandes Talleres del Ferrocarril Central.64 Tampoco hay reseña de la corrida, pero se sabe que La Guerrita se inició en el mundo del toreo accidentalmente en Bayona, Francia, al sustituir a una torera que no se presentó a una función en la que trabajaría su esposo, el banderillero Clemente Pastor, Morenito. A partir de entonces La Guerrita se convirtió en una de las “mejores lidiadoras”. En México se presentó para la temporada de 1898 y permaneció en tierras americanas por 18 años “porque pagaban mejor”. Nunca alternó con otras “señoritas toreras” y según Moisés González Navarro, tenía un toreo “moderno”.326 El 3 de julio de 1904 reaparecieron en el coso sanmarqueño las “intrépidas señoritas toreras españolas” capitaneadas por Joseíta y Herrerita, lidiando a muerte cinco toretes puntales de la acreditada ganadería de Venadero.327 El empresario fue Guadalupe Medina, quien ya tenía experiencia en esto de formar empresa taurina. Presentaron como

323

El Católico, 13-03-1904. La Guerrita, estuvo identificada hasta por tres nombres: Juana Bermejo, Ignacia Fernández o Soledad Guerra. Sin embargo, fue Ignacia Fernández la que estuvo en activo en nuestro país entre 1898 y 1910. 325 Varias fueron las toreras que se apropiaron del sobrenombre de “La Guerrita”, que pertenecía al torero español Rafael Guerra. Se identifican por lo menos tres: Ignacia Fernández, Soledad Guerra y Juana Bermejo. Cfr. Emilia Boado y Fermín Cebolla, Las señoritas toreras. Historia, erótica y política del toreo femenino, pp. 109-110. 64 El Republicano, 26-06-1904. 326 Emilia Boado y Fermín Cebolla, Las señoritas toreras. Historia, erótica y política del toreo femenino, pp. 109-113. Moisés González Navarro, “Las horas de asueto”, pp. 740-741. 327 El Republicano, 3-07-1904. 324


novedad la suerte de Don Tancredo a cargo de la banderillera Luisa Comas, Finita. 328 Esta suerte la hacían los hombres y por emulación las empezaron a realizar las mujeres. Al parecer este invento no era de Tancredo López, “El Rey del Valor”, sino que éste lo vio hacer en Cuba a “Orizabeño”, quien practicaba “el arte de la estatua”. López después la presentó en España por primera vez en Valencia el 19 de noviembre de 1899 y en Madrid el 1 de enero de 1901, donde se hizo popular esta suerte: Antes de abrir la puerta de toriles se colocará en el centro del redondel, sobre un pedestal de medio metro de altura, Don Tancredo, vestido imitando la estatua de Pepeíllo, y previo aviso del citado sugestionador, se soltará el cuarto toro, de cinco años cumplidos, de la acreditada ganadería de Miura, de Sevilla, permaneciendo Don Tancredo inmóvil en su sitio, esperando las acometidas de la fiera sin temor ni recelo de que ésta llegue a él.329

La cuadrilla de las señoritas toreras se despidió de Aguascalientes el 10 de julio de 1904, pero ahora con la novedad de que la banderillera Josefa Molas, Pepita, lo haría montada en una bicicleta. Además, no actuaron solas sino junto con la cuadrilla de José Casanova, Morenito de Valencia, en la que figuraba el picador Leandro Huerta de 36 pulgadas de alto. Nuevamente la empresa estuvo a cargo de Guadalupe Medina, quien se presentó como picador en esa tarde.330 Los empresarios taurinos que contrataban a las “señoritas toreras” nunca encontraron oposición para montar sus festejos. Únicamente en el discurso existió la oposición hacía los espectáculos “bárbaros” siempre y cuando no interrumpieran el orden y la estabilidad que gozaba el país. Lo que se hizo fue reglamentar las corridas de toros, cuyas bases apuntan hacia la profesionalización de la fiesta brava. Solamente así se entiende porque fueron aceptadas por las autoridades, incluso en las que participaban mujeres. Donde si encontraron oposición las “señoritas toreras” fue en algunos miembros de la sociedad y la iglesia, por ejemplo, en 1904 la diócesis de Aguascalientes a través de una circular enviada a los curas les decía que persuadieran a los creyentes para que no fueran a las corridas de toros, y menos en las que toreaban mujeres, pues no se les estaba permitido “asistir a semejantes espectáculos en que tanto se ofende y lástima la

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AGMA-FH., caja 299, expediente 11. José María Moreiro, Historia, cultura y memoria del arte de torear, España, Alianza, 1994, pp. 107-108 y 134-135. 330 El Republicano, 10-07-1904. AGMA-FH., caja 299, expediente 11. 329


modestia cristiana y que son tan contrarios al decoro de una sociedad tan religiosa como la nuestra”.331 Años después de la presentación de las toreras españolas se empezaron a formar cuadrillas de toreras mexicanas y según la prensa conservadora esto era deshonroso para la familia, núcleo que le correspondía ocupar a la mujer, es decir, en la casa educando a sus hijos y no en la plaza de toros. Pese a la oposición de la prensa y de algunos hombres y mujeres, estas cuadrillas de toreras mexicanas siguieron presentándose en los ruedos de la República. En febrero de 1906 se presentó en la plaza de toros San Marcos la señorita Elvira Valdivia, ejecutando la suerte de Doña Tancreda, que la prensa anunció como “Doña Tranqueada”, haciendo alusión a los golpes que se llevaban cuando el toro las embestía. 332 También en octubre de ese mismo año torearon en dos ocasiones la cuadrilla de las “señoritas toreras mexicanas”. 333 No sabemos sus nombres, pero por el anonimato de ellos es de suponerse que no gozaban de fama en el mundo del toreo femenino. CUADRO 2 Mujeres toreras en la plaza de toros San Marcos de Aguascalientes 1904-1907 Fecha Toreras Ganado que lidiaron 6-03-1904 Isabel Guerro, Joseita y Emilia Herrero, Herrerita Venadero 5-06-1904 María Aguirre, Charrita Mexicana Pabellón 26-06-1904 Ignacia Fernández, Guerrita Garabato 3-07-1904 Isabel Guerro, Joseita y Emilia Herrero, Herrerita Venadero 10-07-1904 Isabel Guerro, Joseita y Emilia Herrero, Herrerita Venadero 12-03-1905 María Aguirre, Charrita Mexicana Pabellón 18-02-1906 Elvira Valdivia Peñuelas 7-10-1906 Señoritas Toreras Mexicanas Pabellón 28-10-1906 Señoritas Toreras Mexicanas Pabellón 10-02-1907 María Aguirre, Charrita Mexicana Cieneguilla Fuente: El Católico, 13-03-1904, El Republicano, 5-06-1904, 26-06-1904, 3-07-1904, 10-07-1904, 12-031905, 18-02-1906, 7-10-1906, 27-10-1906 28-10-1906 y 10-02-1907.

Consideraciones finales Las participación de la mujer en trabajos que realizaban comúnmente los hombres se dio durante el porfiriato, pues dado a las nuevas formas de vida urbana que experimentaron muchas ciudades debido al desarrollo económico, algunas mujeres

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José Antonio Gutiérrez, La labor social de la iglesia católica en Aguascalientes, Aguascalientes, ICA-DA, 1997, p. 139. 332 El Republicano, 18-02-1906. 333 El Republicano, 7-10-1906 y 14-10-1906.


ingresaron a la fuerza de trabajo aunque de manera limitada y así surgió la “nueva mujer”, pero “sin cuestionar o modificar su papel en la familia”.334 En este cambio se insertaron las señoritas toreras, quienes fueron cuestionadas por dedicarse a un espectáculo que hasta entonces había sido practicado en mayor medida por los hombres. En el toreo que realizaban hombres y mujeres había diferencias. Las mujeres no ejecutaban todas las “reglas del arte”. Se sabe que toreaban toretes o novillos y no toros como lo hacían los hombres; en ocasiones no realizaban la suerte de varas –se limitaron a torear con la capa, después las banderillas y por final el estoque–, lo que disgusto más de una vez a los puristas de la tauromaquia. Aunque también hacían mojigangas como los hombres, las de éstas eran más grotescas para los taurófilos, pues llegaron a poner banderillas montadas en una bicicleta, lo que hacía que el espectáculo que presentaban fuera considerado como bufo, una mezcla de toros y circo. Su actuación fue objeto de críticas por desvirtuar el deber ser femenino que tenían algunos hombres y mujeres. Pero también hubo quien las apoyó, pues la prensa a veces las presentaba como las “aplaudidas” señoritas toreras. Así, el crédito que se les daba de alguna manera nos indica los cambios que sufrió la concepción que se tenía sobre la feminidad en el porfiriato. La censura más radical vino de algunos miembros de la élite, pero sobre todo de los católicos, que veían en las toreras todo lo contrario a lo que debería ser una mujer. Falta mucho por conocer sobre las “señoritas toreras”: sus edades, pues la prensa a veces la presenta como “las niñas toreras”; su estado civil, aunque muchas debieron ser solteras, lo que les permitió andar de plaza en plaza por toda América Latina; su condición social, sus contratos laborales y sus “voces”. En la medida que se realicen estudios sobre ellas podremos tener respuestas pero también más preguntas, por lo que este artículo queda a deber.

Carmen Ramos Escandón, “Mujeres Positivas. Los retos de la modernidad en las relaciones de género y la construcción del parámetro femenino en el fin del siglo Mexicano, 1880-1910”, pp. 294-295. 334


Fuentes y bibliografía Documentales: Archivo General Municipal de Aguascalientes (AGMA) Fondo Histórico (FH) Fondo Impresos (FI) Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes (AHEA) Fondo Secretaría General de Gobierno (FSGG) Hemerográficas: El Católico (Aguascalientes) El Contemporáneo (México D. F.) El Popular (México D. F.) El Republicano (Aguascalientes) La Patria (México D. F.) Bibliografía: Barrios, Antonio (1997), “Los toros en la zarzuela”, en Gaceta Taurina, año II, núm. 9, Abril. [http://www.ikarus.com.mx/toros]. Bernal, Sánchez (2005), Jesús, Breves apuntes históricos, geográficos y estadísticos del estado de Aguascalientes, Filo de Agua, Aguascalientes. Boado, Emilia y Cebolla, Fermín (1976), Las señoritas toreras. Historia, erótica y política del toreo femenino, Flemar, Madrid. Carner, Françoise (1992), “Estereotipos femeninos en el siglo XIX”, en Carmen Ramos, et. al., Presencia y transparencia: La mujer en la historia de México, El Colegio de México, México, pp. 95-109. Coello Ugalde, José Francisco (2001), “La mujer en los toros. Segura, da lo mejor de su expresión”, en Nuestra Historia. La Gaceta CEHIPO, Núm. 47, Abril, México, pp.26-35. Díaz de León, Jesús (1892), “Apuntes para el estudio de la higiene en Aguascalientes”, en Alejandro Vázquez del Mercado, Memoria administrativa, 1887-1891, tipografía de Díaz de León, A. C. de Ricardo Rodríguez Romo, Aguascalientes, pp.177-248. Duby, Georges y Perrot, Michelle (1993), “Escribir la historia de las mujeres”, en Historia de las mujeres en occidente, Tr. Marco Aurelio Galmarini, T. I, Taurus, México, pp. 7-17. Feiner, Miriel (1995), La mujer en el mundo del toro, Alianza, Madrid. García, Ana Lidia (1998), “Historia de las mujeres en el siglo XIX: algunos problemas metodológicos”, en Eli Bartra (Comp.), Debates en torno a un metodología feminista, Universidad Autónoma de México-Universidad Nacional Autónoma de México (Programa Universitario de Estudios de Género), México, pp. 199-228. Gómez Hornedo, Francisco (1887), Memoria, 1883-1887, Imprenta Trinidad Pedroza, Aguascalientes. Gómez Medina, Jesús (1992), La ciudad, la fiesta y sus plazas. Apuntes para la historia del toreo en Aguascalientes 1896-1992, Instituto Cultural de Aguascalientes, Aguascalientes. Gómez Serrano, Jesús (1985), Mercaderes, Artesanos y toreros. La feria de Aguascalientes en el siglo XIX, Instituto Cultural de Aguascalientes, Aguascalientes. –, (2005), “Una ciudad pujante: Aguascalientes durante el porfiriato”, en Anne Staples, Historia de la vida cotidiana en México, T. IV, Bienes y vivencias. El siglo XIX, Fondo de Cultura Económica-El Colegio de México, México, pp. 257-260.


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A solicitud de Vicente A. Esparza Jiménez, autor de este ensayo, tuve a bien hacerles estas observaciones generales. Estimado Vicente A. Esparza Jiménez: La inserción de la mujer en los quehaceres comúnmente efectuados por el hombre, ha sido cuestionada tozudamente por un sector de la sociedad que se niega a darle crédito y lugar. Un fuerte patriarcado, la imposición fálica y el estereotipo “machista” predominante desde tiempos muy antiguos han causado ese traumático destino de género. El deber ser femenino es una visión de reciente cuño, o por lo menos ya es tratada con mucho mayor amplitud en la literatura académica que justifica desde una posición más equilibrada lo que significa la mujer en el papel no sólo doméstico. También profesional. Durante el porfiriato se siguieron unos patrones de limitación (aspecto que habría que profundizar en el presente estudio), no sólo por el hecho de que la mujer pudiera ocupar sitios destinados al quehacer laboral propio de los hombres. En lo particular, y por el hecho de aparecer integradas en cuadrillas de “toreras” o hacerlo en forma individual, ocasionó no sólo el escándalo. También el escarnio y la burla que se ventilaron en la prensa, la literatura y hasta por el hecho de que el peso rotundo de la religión católica cuestionaran, desde sus posiciones y convicciones ideológicas tal asunto. Hoy día, si bien se ha superado en buena medida ese prurito, no deja de aparecer en forma dogmática la indolente postura que se sustenta en marcadas diferencias racionales. Por tanto, es bueno detenerse en un análisis para realizar una disección justa y correcta, como todo buen historiador debe tener al cobrar conciencia de tales circunstancias, sobre todo por el hecho de que antes de todo, debe evitarse la confrontación de géneros. En todo caso, es preciso poner a cada uno de ellos en su justa dimensión. De esa forma, el ensayo que aquí se propone tendrá una mejor valoración si se enfocan sus intereses hacia la ruta que justifique la relevancia de la mujer en la sociedad. En la historia. Carmen Ramos Escandón ha realizado labor importante en este sentido. Con un saludo afectuoso. M. en H. José Francisco Coello Ugalde


APÉNDICE Nº 2 ENTRE LA MORAL SOCIAL Y LA FIESTA TAURINA. BREVES NOTAS SOBRE LAS CORRIDAS DE TOROS EN MORELIA 1888-1911. JUANA MARTÍNEZ VILLA Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Estudiante de maestría en Instituto de Investigaciones Históricas. Intentar realizar un balance del impacto social que los proyectos culturales promovidos por el régimen porfirista y concretamente mercadista tuvieron en la capital michoacana a fines del siglo XIX y principios del XX, considerando como eje central las diversiones públicas, parecería a simple vista descabellado. Sin embargo, en la medida en que escudriñamos en la práctica de tales diversiones y su reglamentación por parte del gobierno

nos

acercamos

ciertamente

a

un

escenario

caracterizado

por

las

contradicciones, por una elocuente doble moral y por los afanes de “modernidad” que permearon el discurso porfirista. Modernidad que al parecer estaba estrechamente ligada a la concepción de un pueblo “civilizado”, por lo que no resultó extraño que se iniciaran frecuentes acciones encaminadas a promover la formación de “buenos ciudadanos” y por tanto a prohibir todas aquellas prácticas cotidianas que pusieran en riesgo este ideal cívico-moral. De esta manera, las corridas de toros y las peleas de gallos, entre otras diversiones públicas, fueron manzana de discordia entre las autoridades municipales, las estatales y sobre todo entre el público ávido de presenciar tales espectáculos que ya para el siglo XIX eran sin duda más que una costumbre. Morelia y la tradición taurina Caracterizada por las polémicas y contrarias pasiones levantadas en su nombre desde la época colonial, la fiesta brava no sólo se arraigó en tierras mexicanas, sino que se convirtió en el espectáculo favorito de los diversos sectores sociales. La ciudad de Valladolid de Michoacán no fue la excepción, pese a los constantes debates, en especial durante el Siglo de las Luces, en torno a la barbarie que significaba la simple asistencia a tales eventos y más aún su práctica,335 los eventos taurinos siguieron formando parte de las celebraciones tanto seculares como religiosas. Su realización tenía efecto en cosos

335

Jaramillo Magaña, Juvenal, Valladolid de Michoacán durante el siglo de las luces, Morelia, IMC, El Colegio de Michoacán, p. 60.


desmontables que se ubicaban en espacios neurálgicos de la ciudad, siendo las plazas que flanqueaban la catedral algunos de los sitios de mayor preferencia sobre todo durante la segunda mitad del siglo XVIII, lo cual, a decir de algunos autores denotaba ya la importancia que tales eventos tenían para la sociedad.336 Ya para el siglo XIX, y apenas un lustro después de consumada la independencia, las corridas de toros fueron prohibidas por decreto en Michoacán; sin embargo, un par de años más tarde, y muy probablemente ante la crisis económica que había dejado tras de sí el movimiento de 1810, el gobierno autorizó se concedieran licencias para llevar a cabo los eventos taurinos “mientras las circunstancias [permitían] proporcionar otra clase de diversiones”.337 Al parecer durante las seis décadas siguientes las circunstancias no permitieron otra cosa porque el decreto de 1828 continuó vigente hasta 1888, año en que siendo gobernador interino del estado Epifanio Reyes, el Congreso decretó la prohibición a nivel estatal, tanto de las lides de toros como de las peleas de gallos. En la ley se apuntaban las sanciones a las personas que haciendo caso omiso de lo dispuesto en ella tomaran parte en este tipo de diversiones directa o indirectamente, así como a las autoridades que permitieran la celebración de alguna corrida. Es importante destacar que esta ley no sólo prohibía terminantemente las corridas de toros y las peleas de gallos, sino que además en su artículo 6º autorizaba al Ejecutivo para que destinara anualmente “hasta la cantidad de cuatro mil pesos al fomento de los espectáculos teatrales que tuvieren lugar en el estado, a la mejora de los edificios destinados a ese objeto y a conceder premios a los autores que en certámenes literarios o musicales,

reglamentados

por

el

gobierno,

se

[hicieran]

acreedores

a

esta

recompensa”.338 Sin embargo, al parecer el teatro no fue tan remunerativo como la fiesta taurina, por lo que dicha ley fue derogada apenas un lustro después. Ante la prohibición, las alternativas

336

Ibidem, p. 58. Sobre las corridas de toros durante la época colonial en Valladolid consúltese también Martínez Ayala, Jorge Amós, ¡Epa! ¡Epa!, Toro prieto, toro prieto, toro prieto, Morelia, IMC, 2001, pp. 183185. 337 Coromina, Amador, Recopilación de leyes, decretos, reglamentos y circulares expedidas en el estado de Michoacán, tomo III, Morelia, Imprenta de la Escuela Industrial Militar Porfirio Díaz, p. 109. 338 Coromina, Amador, Recopilación de Leyes..., tomo XXIX, p. 27-29.


El lapso durante el cual tuvo vigencia la prohibición de corridas de toros en Michoacán no limitó la capacidad lúdica de los morelianos, quienes encontraron alternativas tanto en las corridas de borregos como en el jaripeo. De esta manera, Francisco Núñez, comparecía ante el Ayuntamiento para solicitar permiso, a fin de presentar un “número competente de borregos amaestrados”, mismos que serían jugados a capa, pica y banderillas por un diestro cuadro infantil. En opinión del Cabildo, dicho espectáculo no era contrario a la ley de 1888, ya que no ofrecía peligro alguno para los lidiadores, “ni se ejecutan actos sangrientos que pugnan con la civilización”.339 Poco más polémica resultó la petición de Evaristo Ramos a fines de 1890 “para dar en la plaza de diversiones públicas un espectáculo llamado jaripeo”, al parecer poco conocido en la ciudad. La solicitud no sólo fue discutida en sesión extraordinaria sino que además fue enviada al gobierno del estado para su revisión. Entre los miembros del Cabildo las opiniones estaban divididas, por un lado aquellos que establecían las “marcadas” diferencias entre el jaripeo y las corridas de toros, estas últimas conformadas por “las suertes de pica, capa, banderillas y muerte de los bichos”, mientras que el primero se reducía “a lazar y coliar”, operación que de hecho a diario se practicaba en las haciendas de los alrededores de la ciudad. Además de que dichos espectáculos habían sido permitidos ya, sin problema alguno en localidades como Pátzcuaro y Santiago Undameo. Por otro lado, aquellos miembros del Ayuntamiento que cuestionaban la aprobación de la licencia se referían principalmente al desorden que generalmente este tipo de diversiones producía entre el público, debido entre otras cosas al desbordamiento de emociones que evidenciaban la impotencia de la autoridad para contener esos tumultos.340 A pesar de los debates, la autoridad permitió en numerosas ocasiones la celebración de jaripeos, y es que en su mayoría, eran organizados con fines filantrópicos o a beneficio de mejoras materiales de la propia capital michoacana. Tales eran por ejemplo los organizados por la Sociedad Progreso, Fraternidad y Alegría, representada por Manuel D.

339

AHMM, Sría. del Ayuntamiento, libro No. 312, Exp. 41, diciembre 1891. AHMM. Libro de Actas de Cabildo, 1890-1891, sesión extraordinaria del día 20 de Noviembre de 1890, fs. 33v, 34v, 35 y 35v. 340


Bonilla, quien a lo largo de 1892 presentó varias peticiones al cabildo para llevar a cabo jaripeos, cuyas cuadrillas se conformaban por jóvenes aficionados morelianos. Ya fuera a beneficio de las mejoras materiales del teatro Ocampo o para conmemorar alguna celebración cívica, en la organización de los jaripeos se contaba con la cooperación de distintos morelianos, quienes desde su condición proporcionaban gratuitamente las bandas de música, dispensaban el pago de pensiones, prestaban la plaza sin estipendio alguno, dirigían los adornos de los palcos o en el caso de los hacendados de La Huerta, La Noria, el Rincón, Coapa, La Magdalena, Atapaneo y La Goleta, prestaban los toros para las funciones.341 Son de mencionarse asimismo los jaripeos organizados por alumnos de la Escuela de Medicina, cuyos productos se destinarían a beneficio del Hospital General de la ciudad, o los organizados por alumnos de la Escuela de Jurisprudencia y Preparatoria del Colegio de San Nicolás, destinados al auxilio de la “clase menesterosa de Morelia”. En estos casos las cuadrillas se conformaban por alumnos de las propias instituciones. El cartel que anunciaba el jaripeo recorría las principales calles de la ciudad desde el día anterior a que éste se llevara a cabo, repitiéndose a la mañana siguiente. Haciéndose acompañar de la banda de música se conducía al sitio designado, por lo regular la plaza de toros, para dar comienzo al jaripeo, durante el cual, ocasionalmente se destinaba un toro embolado para los aficionados. La concurrencia debió ser numerosa pues los precios así lo permitían: asientos primeros en lumbrera $0.50 cs., asientos segundos $0.40, grada en sombra $0.30 y sol en general $0.10 cs. La celebración del año nuevo y el carnaval fueron otras ocasiones para organizar jaripeos incluso por particulares. Al iniciar la vigésima centuria, el jaripeo, aunque continuó celebrándose de manera individual se adaptó a las nuevas circunstancias, convirtiéndose en mero complemento de las ya permitidas corridas de toros, e incluso auxiliar en aquellas donde debido a las malas entradas o a las devoluciones que tenían que realizarse por el mal ganado que frecuentemente se toreaba, la empresa perdía cuantiosas cantidades, por lo que se organizaban jaripeos para compensarlo. Desde luego, para entonces ya había sido 341

Sobre la actividad de la Sociedad Progreso, Fraternidad y Alegría, en torno a la organización de jaripeos, consúltese el AHMM, Sría. del Ayuntamiento, libro 313, Exp. 89, abril de 1892, del libro 317, Exp. 164, Sep. 14 de 1892, del libro 314, Exp. 29, octubre 29 de 1892 y del libro 315, Exp. 55, Dic. 10 de 1892.


revocada la ley que prohibía las corridas de toros, estableciéndose su reglamento en 1893. Sin embargo, dicho reglamento no incluía los jaripeos, por lo que estos se continuaron llevando a efecto incluso sin licencia, o cuando más sólo con el permiso de la autoridad local. Por ello, hacia 1900 el gobierno del estado dictó algunas disposiciones que impusieran orden en la celebración de los jaripeos342 y entre las cuales sobresalían aquellas que establecían la sujeción de los eventos al reglamento de corridas de toros si estos tenían cuotas de entrada, además de que deberían pedir licencia al gobierno del estado directamente. Si los jaripeos tenían como finalidad únicamente atraer concurrencia para alguna festividad, y por tanto, no se cobraba cantidad alguna, el permiso podía concederlo la prefectura, siempre y cuando los organizadores se sujetaran a ciertas reglas que además de especificar las características del lugar donde se pretendía ofrecer el jaripeo, se hacía hincapié en la moralidad y buen comportamiento de las personas que a él asistían, mismos que eran supervisados por un representante de la autoridad municipal. 343 La recaudación de fondos y la estocada final del gobierno Decíamos anteriormente que hacia 1893 es abrogada la prohibición de corridas de toros y peleas de gallos, decretándose el reglamento correspondiente. Este documento enfatizaba la particularidad de dichas diversiones cuyas licencias deberían solicitarse directamente al gobierno del estado a través de los prefectos, lo cual, deducimos, se debía a que al ser la diversión más popular y por tanto la que mayores entradas lograba,

De acuerdo a la circular emitida por el gobierno, los jaripeos se definían como aquellos “espectáculos en que algunas personas aficionadas lidian toros o novillos en las fincas de campo o en pequeños pueblos, pero sin ejecutar las suertes de pica, banderillas y muerte, limitándose a montarlos y jugar a la capa.” Coromina, Amador, Recopilación de leyes..., tomo XXXV, pp. 199-200. 343 Las prevenciones contenidas en la circular pueden resumirse de la manera siguiente: 1ª. Que el coso taurino tenga cuando menos si es circular, veinte metros de diámetro, y si es corral cuadrado, igual número de metros por cada lado: la altura de la barrera no deberá ser menor de un metro 50 centímetros. 2ª. Que las localidades destinadas al público tengan la solidez necesaria. 3ª. Los toros destinados a la lid serán despuntados o embolados de las astas, para impedir que causen heridas a los aficionados. 4ª. No se permitirá la entrada a la plaza para tomar parte en la lid, a personas que se encuentren ebrias ni a menores de edad. 5ª. Que la lid se limite a montar, capear y lazar a los toros, no permitiéndose ninguna otra suerte. 6ª. Que el Ayuntamiento nombre a uno de sus miembros para que presida el espectáculo y haga cumplir el reglamento, en la parte conducente, y las prevenciones que contiene esta circular. 7ª. Que la autoridad que presida reprima prudentemente cualquier escándalo o manifestación inconveniente del público. 8ª. Que no se destine la plaza principal de pueblo a coso taurino, eligiéndose un lugar que se encuentre lo más alejado posible del centro de la población. Idem. 342


permitía una elevada cantidad de fondos, cuya recaudación se convirtió en manzana de discordia entre el ayuntamiento y el gobierno del estado... El artículo 34 del reglamento de 1893, dejaba claro que el producto de las licencias y multas impuestas ingresaría a las tesorerías municipales, destinándose “al mejoramiento de las escuelas, invirtiéndose precisamente en las de la municipalidad o tenencia en que la función se verifique”. A su vez el prefecto del distrito sería el responsable del manejo de los fondos cuya inversión era informada directamente al gobierno. 344 Aunque tal disposición fue ratificada en enero de 1894, un mes más tarde y debido a la inconformidad del gobierno del estado con los informes recibidos sobre la recaudación de fondos resultantes de las corridas de toros y peleas de gallos por parte de los ayuntamientos, el ejecutivo retiró toda facultad a éstos para recibir tales cantidades. De ahí en adelante, los productos de licencias y multas sobre corridas de toros y peleas de gallos serían recibidos por los administradores de rentas, quienes además recogerían de las tesorerías municipales los productos existentes hasta ese momento. 345 De esta manera la Tesorería Municipal de Morelia, entregó un total de $996.40. Los fines que tenían los productos recaudados en estas diversiones, destinados al “mejoramiento de escuelas,” fueron severamente restringidos debido a ciertas “precisiones” que el gobierno realizó y en las cuales especificaba que dichos productos deberían ingresar directamente a los fondos comunes del Estado y no a los ramos de instrucción primaria ni al de mejoras materiales. De esta manera, si alguna autoridad municipal o asociación pretendía solicitar cierta cantidad para realizar alguna mejora en estos ramos, debería ser solicitada a través de la prefectura, pero además tendría que ser aprobada por el gobierno del estado.346 Paralelamente a esta serie de medidas que coartaban la participación de las autoridades municipales en lo referente a ciertas diversiones públicas, fue establecida la prohibición a los prefectos, autoridades y empleados subalternos, de constituirse en empresarios de dichas manifestaciones lúdicas, en especial de aquellas organizadas por 344

Artículos 34 y 35 del Reglamento para las corridas de toros y peleas de gallos del 5 de junio de 1893. Al respecto consúltese Coromina, Amador, Recopilación de leyes..., tomo XXXII, p. 196, así como AHMM, caja 180, ramo: Hacienda y Relaciones, 17 de febrero de 1894 y del Libro de Secretarías el No. 319, Exp. 74, febrero 19 de 1894. 346 12 AHMM, Sría. del Ayuntamiento, libro 332, Exp. 183, julio 3 de 1896. 345


especulación, como era el caso de las corridas de toros y peleas de gallos. Lo anterior nos habla del centralismo político y económico que caracterizó al gobierno de Aristeo Mercado y además de cierta precaución para evitar la formación de “monopolios” que pudieran incrementar su fuerza económica y salieran del orden establecido. Además de los fines a los que el gobierno destinaba los fondos recaudados por las corridas de toros, la organización de éstas podía tener objetivos filantrópicos. Ya fuera en beneficio de las mejoras del Teatro Ocampo, a la beneficencia pública en general, o para levantar el monumento a Morelos, lo cierto es que no faltaba pretexto para organizar el espectáculo, favorecido a su vez por el propio reglamento de 1893, cuyo artículo 39 establecía la suspensión de toda cuota “cuando los productos líquidos de alguna función se [destinaran] en su totalidad a objetos de utilidad o beneficencia públicas”. Ocasionalmente los donativos traspasaban las fronteras del estado, de esta forma, el óbolo de los michoacanos llegó al auxilio de las víctimas de las inundaciones de Sinaloa en 1896, los terremotos en Guerrero en 1907, donde se recaudaron alrededor de $908.49 teniendo una importante participación los hacendados Pascual Ortíz, Ramón Ramírez, Carlos Hagenbeck, Macedonio Mejía y Vicente Sánchez Ortíz, de El Rincón, La Huerta, Queréndaro, Quinceo y Undameo respectivamente, quienes cedieron gratuitamente los animales de lidia.347 De igual manera, hacia 1911, iniciado el movimiento maderista, y contando con el apoyo del gobierno del estado –aún mercadista– se organizaban corridas de toros en beneficio de las “víctimas de la sedición”. Sin embargo, y como sucedía también en el teatro de beneficencia, en ocasiones los fondos recaudados no llegaban a su verdadero destino. Entre toros, mujeres y moral social Las corridas de toros no dejaron de ser polémicas en cuestión de moral, y a pesar de las críticas que frecuentemente se publicaban en la prensa, lo cierto es que desde la abrogación de su prohibición, fue la diversión pública que permitía recaudar mayores ingresos debido a las numerosas entradas que registraba en cada función. El público no se ahuyentaba ni con la opinión de aquellos que la consideraban como un espectáculo

347

POGEM, tomo XV, Núm. 36, Morelia, 5 de mayo de 1907, p. 5, Ibidem, Núm. 48, Morelia, 16 de junio de 1907, p. 5.


que atentaba contra la “alta civilización”, “inmoral y salvaje, cuyo protagonista, el torero, a nadie [beneficiaba], ni siquiera a los aficionados a los espectáculos de sangre, que más que ir a ver las cualidades del torero [iban] a presenciar un suicidio”.348 Por lo que respecta a la situación de la Iglesia en torno a la fiesta brava, eran conocidas las opiniones condenatorias de diversos Papas a lo largo de la historia, mismas que con frecuencia aparecían en las páginas de la prensa a manera de recordatorio para los lectores.349 Sin embargo, la opinión de la institución eclesiástica pasaba a segundo plano cuando se aceptaban las corridas de toros como “herencia irrenunciable”. Incluso, los mozalbetes declaraban más aceptable pasar determinado tiempo en el purgatorio por asistir a una corrida, sin faltar alguno que prefiriera hasta el infierno con tal de llevar al pecho “un ramo colocado por las aristocráticas manos de una reina.” 350 Por otro lado y sobre todo cuando la autoridad era cuestionada directamente sobre la concesión de licencias para las corridas de toros, tales espectáculos se declaraban como opciones favorables para desviar a los individuos de otros centros de reunión que les resultaban perjudiciales. Incluso se mencionaba la publicación de ciertas notas en algunos diarios metropolitanos que indicaban un déficit en la estadística criminal favorable a la moral, sobre todo los domingos en que mientras en la ciudad de México se abrían las puertas del coso taurino, se cerraban las de la taberna, con lo cual quedaban en entredicho quienes calificaban de inmoral al espectáculo taurino. Para el caso de Morelia de igual forma y según la prensa local, se advertía la disminución de consignaciones ante la prefectura durante las corridas de toros, por lo que se conceptuaba como “espectáculo benéfico al pueblo.”351 A fines del siglo XIX las páginas de la prensa daban noticia de la “entrada” del sector femenino a los círculos académicos dominados hasta entonces por los varones. Así se

En torno a ciertos comentarios relativos al toreo como “insulto a la buena sociedad” véase El Pueblo, tomo II, Núm. 110, Morelia, 15 de diciembre de 1908, p. 1. 349 Algunos de los pontífices que se declararon en contra de las corridas de toros fueron Pío V, quien consideraba a tales espectáculos contrarios a la piedad y caridad cristianas, calificándolos de diversiones crueles y torpes, propias de los demonios, no de los hombres; excomulgaba asimismo a los clérigos tanto regulares como seculares que asistieran a dichas fiestas, de hecho prohibió las corridas de toros con fines piadosos y de beneficencia. Asimismo, Gregorio XIII, Sixto V y Clemente VIII se pronunciaron en contra del espectáculo. La Libertad, año 2º, tomo 2º, Núm. 17, Morelia, abril 28 de 1894, p. 1. 350 La Libertad, año 2º, tomo 2º, Núm. 16, Morelia, abril 21 de 1894, p. 4. 351 La Libertad, año 11, tomo 11, No. 51, Morelia, 18 de Dic. de 1903, p. 3. 348


anunciaban los nombres de las primeras que ejercerían como abogadas y médicas, pero ¿cómo se apreciaba la participación de la mujer en estos eventos? Aunque no había quedado especificado en el reglamento de 1893, por circular de 5 de marzo de 1898 emitida por el gobierno del estado se prohibió que personas del sexo femenino tomaran parte en las lides de toros. Sin embargo, tal circular nunca formó parte real del reglamento hasta 1908, por lo que aún y a pesar de su existencia, hubo casos excepcionales en los que algunas toreras deleitaron a los aficionados morelianos. Con el antecedente de la popular “Charrita Michoacana” María Aguirre de Rodríguez, quien se exhibió como banderillera ecuestre a principios de la novena década del siglo XIX, a fines de 1903 los Sres. Rafael Campuzano y Luis Erro enviaban oficio al ayuntamiento solicitando que “por única vez” se hiciera caso omiso a la prohibición de que las mujeres tomaran parte en las lides de toros, a fin de que pudiera presentarse una cuadrilla española de señoritas.352 Si el Cabildo accedía, la empresa se comprometía a donar doscientos pesos a beneficio de la estatua de ecuestre que se estaba construyendo en honor a José María Morelos y Pavón. Las ofertas eran recíprocamente tentadoras y bajo el argumento de que la circular del gobierno que establecía la prohibición no especificaba si el Ayuntamiento podía conceder permisos excepcionales, la petición de la empresa taurina fue aprobada, programándose la corrida para el domingo 13 de diciembre. De esta forma, el sexo débil disputaba los laureles que en el coso de Morelia habían alcanzado otrora los Ávila, Lino Zamora, Epifanio de J. Villegas, Pancho el Moreliano y otros distinguidos toreros. La cuadrilla de señoritas estaba conformada por Emilia Herrera “Herrerita” como primera espada, Isabel Guerrero “Joseita” como segunda matadora, Josefa Molas “Pepita” y Luisa Comas “Finita”, y como auxiliares de la cuadrilla, José Turel “Tit” y José Hernández “Pepín Chico”. En la función se lidiarían a capa, pica, banderillas y muerte cuatro toros de la ganadería de Itzícuaro. Y como número especial se anunciaba la ejecución de la suerte denominada “Don Tancredo”, por parte de la señorita Luisa Comas.353

352 353

AHMM, Actas de Cabildo, libro 19, sesión ordinaria del día 24 de noviembre de 1903. El Centinela, tomo XI, Núm. 21, Morelia, 6 de diciembre de 1903, pp. 2-3.


Según los informes de la prensa la corrida fue exitosa, y es que pocas veces alguna diversión despertaba la curiosidad de los morelianos a tal grado. Incluso, no faltó el poeta aficionado que plasmó su admiración a través de coplas, dadas a conocer mediante un suplemento del periódico publicado por él mismo. En ellas, no sólo se destacaba la destreza en el arte taurino, sino que quedaban de manifiesto los quehaceres con los cuales las toreras compartían las lidias, y que eran desde luego, los cotidianos, mujeriles por tradición: Las señoritas toreras lo están haciendo muy bien, pues clavan por alfileres, banderillas que es de ver. Cosen el toro a estocadas, y barren el redondel con sus capas, como escobas de amaranto o de clavel. Bordan el lomo del toro, y lo ponen cual vergel, convirtiéndolo en maceta de mil flores de papel. Forma surtida cocina el coso que aquí se ve, con los ajos y cebollas que les tiran por doquier. Olé por las españolas, por las toreras, olé, que en vez de sexo de enaguas, sexo de calzones es.354

Hacia 1908 y aunque ya no hubo noticias de la llegada de otras empresas de toreras, una nueva circular ratificó la prohibición de que mujeres pudieran lidiar toros, así como la que en 1901 prohibió la ejecución de la suerte llamada “Don Tancredo” la cual había continuado ejecutándose en las corridas.355 Tal circular fue integrada en la fracción VII del artículo 17º del reglamento para las corridas de toros expedido en diciembre de 1908. La petición de licencias para efectuar los espectáculos taurinos fue constante, y las condiciones para concederse reflejaban cierta aversión para ver en un mismo escenario a

354

El poeta era el moreliano Mariano de Jesús Torres. El Centinela, tomo XI, Núm. 22, Morelia, 13 de diciembre de 1903, suplemento número 22. 355 Según dicha circular, tal suerte no mostraba ninguna habilidad por parte de quien la ejecutaba, siendo únicamente un acto temerario. Además se hacía la recomendación de que no se permitiera la participación de jóvenes menores de veintiún años en las lides de toros. Coromina, Amador, Recopilación de Leyes..., tomo XXXIX, pp. 331-332.


españoles y mexicanos, por lo que se pedía que las cuadrillas se constituyeran exclusivamente de individuos de una u otra nacionalidad.356 Tal disposición no era gratuita, pues en ocasiones, como consecuencia de presenciar el ejercicio de una cuadrilla cuyos integrantes representaran ambas nacionalidades, el público enardecía en vivas a España o México según el caso del individuo que provocara los aplausos. A veces los ánimos se exaltaban a tal grado que los gritos no sólo se limitaban a apoyar a sus compatriotas sino a exclamar “mueras” en contra del rival, por lo que no fueron inexistentes las peleas entre súbditos españoles y mexicanos que como aficionados a las corridas de toros, terminaban en el cuartel de policía.357 La plaza Considerada una de las más notables de la república, la plaza de toros de Morelia, conocida también como de diversiones públicas, fue espacio importante de socialización debido a la popularidad de los espectáculos llevados a cabo en ella, mismos que congregaban a los distintos sectores sociales de la ciudad, por lo que era “un lugar propicio para hacer circular periódicos y hacer propaganda política en momentos electorales”.358 Su construcción había sido proyectada después de que algunas familias morelianas presenciaron una ascensión aerostática en Pátzcuaro, y con el deseo de que dicho espectáculo se verificara en la capital michoacana, decidieron proponer la construcción de una plaza que posteriormente fuera escenario de corridas de toros. Después de adquirir unos terrenos cercanos a la plazuela de San Juan y de abrir una suscripción de 75 accionistas con valor de $350.00 cada una, la dirección de la obra quedó bajo la supervisión del arquitecto Granados, quedando concluida el 31 de octubre de 1841.359

356

Condiciones establecidas a la licencia pedida por Epitacio Horta para llevar a cabo una novillada en Morelia, AHMM, Sría del Ayuntamiento, enero 16 de 1897, libro 336, Exp. 102. 357 La Libertad, año 3º, tomo 3º, número 45, Morelia, Noviembre 5 de 1895, p. 2. 358 Cortés Zavala, María Teresa, “Morelia en el siglo XIX. Sociedad, Arte y Cultura”, en Paredes Carlos (Coordinador), Morelia y su Historia, Primer foro sobre el centro histórico de Morelia, Morelia, UMSNHCoordinación de la Investigación Científica, 2001, pp. 86. 359 Sobre la historia de la plaza de toros ver Torres, Mariano de Jesús, Historia civil... pp. 659-668. Rivera Cambas, Manuel, tomo 3, Op Cit., p. 446.


De forma circular y con diámetro de 55 varas, 360 la plaza podía recibir aproximadamente 3000 personas. El reglamento de 1908 dividía el lugar en dos departamentos: el de sombra y el de sol. Lo cual significaba además una división social, pues como es lógico los precios de entrada a sombra eran más elevados. Dicho departamento se ubicaba al poniente de la plaza, en él se asignaba el palco a la autoridad que presidía la función, quien por lo general era un regidor municipal. El representante de la autoridad tenía entre sus obligaciones y facultades, presenciar el encierro de los toros, recibir los informes del médico y el veterinario, cuidar el cumplimiento cabal del programa conforme a lo anunciado, y en su caso, otorgar licencia para las modificaciones necesarias a éste, imponer las penas a que se hicieren acreedores la empresa, los miembros de la cuadrilla, los empleados o los espectadores, recibir los informes finales de la corrida y esperar a que todos los asistentes abandonasen la plaza.361 El reglamento dejaba claras las condiciones bajo las cuales deberían encontrarse ordenadas las plazas: estas se compondrían de uno o dos corrales para el ganado de la corrida, toriles para los toros de lidia y de reserva, corral para caballos, departamento para destazar reses y una pieza para guardar banderillas. Tanto el departamento de sol como el de sombra dispondrían de excusados “con las debidas condiciones de aseo”, se trataban de evitar sobre todo los lodazales y estancamientos de agua para mantener un control sobre el brote de epidemias. Sin embargo, las condiciones de seguridad, de servicio y materiales en general siempre dejaban que desear, y no se debía precisamente al descuido de la autoridad municipal, sino también a los constantes tumultos de los asistentes, quienes indignados por la actuación del mal ganado organizaban tales desórdenes que llegaban a la destrucción de los asientos, y barandales que provocaban contusiones y heridas a varias personas. Entre los escandalosos no era extraño encontrar amigos y descendientes de acaudalados morelianos y autoridades públicas, quienes a la hora de iniciar o secundar un escándalo

360

El reglamento de 1908 establecía como medidas reglamentarias del redondel, de 45 a 60 m. de diámetro. 361 Artículo 8º. del reglamento de 1908.


se olvidaban por completo de su prosapia.362 Desde luego que lo anterior si bien no echaba por tierra, sí hacia dudar del calificativo antedicho por parte de la prensa local, acerca de que las corridas de toros deberían considerarse un espectáculo benéfico, y que su verificación disminuía el índice de criminalidad y embriaguez. Entre sus departamentos, la plaza contaba con un local que servía de enfermería y cuyas insalubres condiciones resultaban contraproducentes a los heridos que a ella llegaban.363 El reglamento prevenía la presencia de un médico en la plaza, quien debería tener preparados los instrumentos, medicinas y útiles indispensables para las curaciones, informar sobre la gravedad de los lesionados y rendir el informe correspondiente a la autoridad al terminar la corrida. El médico de plaza sería nombrado por el ayuntamiento y remunerado por la empresa. Las acciones de la plaza fueron vendidas poco a poco por sus respectivos dueños, concentrándose todas ellas en el Sr. Luis G. Sámano, quien heredó a sus descendientes la propiedad. Las empresas y la lidia Hacia la octava década del siglo XIX, un viajero que cruzaba la ciudad de Morelia, observaba los carteles que anunciaban las “mágicas corridas de toros”, y afirmaba que en México no había funciones y festividades públicas donde faltara dicho espectáculo. Y es que, llegadas las tres de la tarde de los domingos o días festivos, la calle Nacional y otras paralelas de la capital michoacana se veían concurridas de espectadores que se dirigían al pequeño “coliseo romano”.364 Concebidas como diversión tradicional, como atavismo de raza o como el más inmoral y sangriento de los espectáculos, la fiesta taurina conservó su preponderancia por sobre las otras diversiones públicas. Ni siquiera la prohibición por parte de algunos gobiernos 362

Tal fue el caso del escándalo verificado a fines de septiembre de 1898, entre cuyos protagonistas figuraban José María Morfín (hijo), Dr. Leopoldo Portas, Felipe de J. Ortega, Lic. Antonio de P. Carranza Limón, Teniente del 6º regimiento, Julio N. Dependiente de Audiffred Hnos., José Ortíz, Francisco Menocal, Feliciano Moreno, Eustaquio Roch, Manuel Rubio, José Vargas, un hijo del Lic. Primitivo Ortíz, Ismael Sosa, Alejandro Macías, Luis Morfín, Vicente Ramírez (hijo), un hijo de Ignacio Arriaga, Silverio Ledesma, Eduardo Olmos, Ignacio Lama, un hijo de Sobreira y N. Romero. AHMM, Sría del Ayuntamiento, libro 346, Exp. 2, 28 de septiembre de 1898. 363 Murillo Ortíz Sixto, Morelia y su tradición taurina, México, Edición del autor, 1977, p. 17-19. 364 Leclercq Jules, “Crónica de un Viaje a Morelia, Tacámbaro y el Volcán Jorullo”, Michoacán desde Afuera, Boehm de Lameiras Brigitte, et al, (coord.), México, ColMich, Gob. del Edo., Instituto de Investigaciones Históricas UMSNH, 1995, pp. 268-269.


estatales las pudo suprimir del todo, pues sólo faltaba que fueran restringidas en una entidad para que los aficionados tomaran el tren y se marcharan a las corridas celebradas en un estado limítrofe u organizaran novilladas con “carácter privado”, a las cuales concurría gran cantidad de aficionados.365 Tal vez este fue el motivo de la derogación de la ley que las había prohibido hacia 1888, pues al fin y al cabo lo único que había logrado era reducir un ingreso importante al erario del Estado. Pero volvamos a la plaza. Ya el público ha ocupado sus asientos respectivos, quienes tuvieron para pagar más de 40 centavos, están en las gradas de sombra, al poniente de la plaza. Quienes no, están en las gradas de sol, cuyo costo no sobrepasa los 25 centavos. Las autoridades se encuentran en sus palcos correspondientes y las reinas ocupan sus lugares recubiertos con follaje. El viajero decimonónico todavía escuchó la voz chillona de algunos muchachos que circulaban entre las gradas “vendiendo programas, ofreciendo pulque, dulces, banderillas adornadas de flores, toros y picadores en cartón”, vendedores cuya presencia fue restringida a fines del siglo XIX.366 Sólo quienes están presentes pueden definir aquellos momentos, cábalas y comentarios previos, disquisiciones, conjeturas, augurios, bullicio y pasión. Fiesta donde el hombre sonríe danzando con la muerte, donde convergen el oro, la seda, la sangre y el sol, el entusiasmo y el apasionamiento.367 Los reglamentos para las corridas de toros son excelentes guías para seguir el paso de la lidia, nos permiten incluso ingresar a la pieza donde el torero es vestido “a la usanza española” como lo advertía el artículo 21 del reglamento al cual también estaban sujetos los picadores, puntillero y alguacil. Por lo general, el espectáculo taurino daba comienzo entre 4 y 4:30 p.m., aunque desde un día antes había dado inicio el convite ya fuera con la bienvenida de la cuadrilla en la estación del ferrocarril bajo el acompañamiento de la banda militar, o el recorrido de esta última por las principales calles para repartir programas. Dicho convite continuaba desde luego el día del evento con la conducción del cartel del portal de Iturbide a la plaza de

365

POGEM, tomo XI, Núm. 11, México, 5 de febrero de 1903, p. 1. Coromina, Amador, Recopilación de leyes..., tomo XXXIV, p. 325. 367 Ruano Llopis, Carlos. Mi Tauromaquia, México, Cámara de la Industria y de la Transformación, 1943, p. 129. 366


toros y de ahí a presenciar el inicio del espectáculo, mismo que tenía verificativo a la señal de la autoridad, quién daba lugar a las notas de la banda que bajo la música de “Carmen” o un paso doble abría paso a la cuadrilla. La procesión de toreros era encabezada por el primer espada, a quien le seguía un séquito de picadores, banderilleros, lanzadores y otros más. “El cortejo hace la vuelta a la arena aplaudido por la muchedumbre, y se dirigen hacia la logia del juez, que da al alguacil la llave del toril”.368 Tras el paseillo se abría la puerta de los toriles para que irrumpiera el primero de la tarde, al cual se daba la bienvenida con el toreo de capa entre verónicas, largas de lujo, pases a diestra y siniestra, faroles, navarras y revoleras. Ante él, algunos temerarios realizaban suertes como el salto de garrocha y la denominada “Don Tancredo”, esta última prohibida por considerarse que no había por parte de la persona que la realizaba habilidad alguna que pudiera admirarse. Sin embargo, no sólo se continuó realizando, sino que además se anunciaba en los carteles con la mayor osadía ante las autoridades.369 Terminado el quite se daba paso a la suerte de varas370 a cargo del picador, quien incitando desde su cabalgadura esperaba la acometida del toro para hincarle la puya en el morrillo, con el fin de restarle energías. Las condiciones bajo las cuales tenía que llevarse a cabo esta suerte estaban explícitamente descritas en quince artículos del Reglamento de 1908. En ellos se detallaban no sólo las distancias que el picador debería guardar respecto de la bestia, sino también las ocasiones en que ésta podía ser herida y el modo en que ello se realizaría.371 A falta de petos, los caballos resultaban las víctimas de la fiesta, por lo que no resultaba extraño que llegaran a verse cruzar la calle Nacional, mozos jalando caballos mal heridos de las corridas y a quienes no se les daba puntilla en la misma plaza, desobedeciendo con ello el reglamento y escandalizando a algunos espectadores.372

368

Leclercq, Jules, Op Cit., pp. 268-269. AHMM, caja 7, Exp. 18, Leg. 2, 20 de noviembre de 1901. 370 Las varas deberían de tener un largo máximo de dos y medio metros y sus puyas de siete a doce milímetros, según el artículo 60 del Reglamento para Corridas de toros promulgado en 1908. 371 Véanse los artículos del 22º al 35º del Reglamento de 1908. 372 El Pueblo, tomo I, Núm. 47, Morelia, 28 de septiembre de 1908, p. 1. 369


No faltaba el espontáneo que durante la corrida saltara al ruedo inesperadamente a demostrar su valentía, por lo que en la fracción V del artículo 17 se prohibió terminantemente que cualquier persona ajena a la cuadrilla ejecutara alguna suerte. El ganado destinado para la lidia provenía de distintas haciendas entre las que destacaron La Huerta, El Rincón, Coapa, Atapaneo, Atenco, Zempoala, Tepacua, La Goleta, Santa Cruz, Itzícuaro, entre otras, y no era extraño que en ocasiones las corridas fueran un fiasco por la mansedumbre de los toros, los cuales en lugar de acometer, huían del torero. Lo anterior era un buen pretexto para justificar las malas corridas, así, la empresa arremetía públicamente en contra de los ganaderos, a quienes posteriormente tenía que pedir disculpas, dado que eran pocos los que se dedicaban a la venta de ganado de lidia.373 La falta de bravura en los animales llegó a provocar descontentos entre la muchedumbre, aún más ante la indiferencia del juez de plaza, quien hacía oídos sordos a la resonancia del grito “lazo”, por parte del público. Tales eventos llegaron a terminar con la imposición de multas a los escandalosos.374 A continuación, el juez de plaza daba la orden para iniciar la suerte de banderillas – segundo tercio–, la cual se ejecutaría siguiendo el orden señalado por el espada. Anteriormente las banderillas eran adornadas con papel de china y oropel, conformando diversas figuras como canastillas de flores, cuernos de la abundancia y palomas. Se acostumbraban también banderillas de cohetes que incrementaban el dolor de las heridas del animal, y aunque estas fueron prohibidas en los reglamentos para corridas de toros, según se puede deducir de las crónicas periodísticas, estas se continuaron utilizando todavía a principios del siglo XX. Entre los banderilleros más notables que tuvieron presencia en la plaza moreliana podemos mencionar a Epifanio de Jesús Villegas, Lino Zamora, Pancho “El Moreliano”, Rafael Corona, entre otros.375 Cuando el ganado era bueno, el espada podía lucirse en el

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AHMM, libros de Secretarías, No. 321, Exp. 158, sep. 15 de 1894. AHMM, Cja. 7, Exps. 45 y 46, Leg. 1, 23 de septiembre de 1901. El ganado llegaba en malas condiciones a la plaza aún y cuando el Reglamento nombraba a un veterinario cuyas obligaciones consistían en verificar y certificar que tanto los caballos como los toros estuvieran en condiciones para la lidia, además en el artículo 15 se especificaba que los toros deberían ser “de puntas, de cuatro años y medio a seis años de edad”, lidiándose como mínimo cuatro toros a muerte en cada corrida. 375 Torres, Mariano de Jesús, Diccionario..., tomo I, p. 254. Ver los artículos 36, 37, 38, 60 y 61 del reglamento de 1908. 374


último tercio. Después del sonido del clarín por parte del juez de plaza, y armado del estoque y la muleta, el matador se dirigía al toro procurando tener una faena de gran lucimiento, misma que culminaría con la estocada final, la cual decidiría a su vez si la despedida del torero terminaba en rechifla o en salida en hombros. Desde la abrogación de la ley que prohibía las corridas de toros en 1893, la llegada de las empresas a la ciudad de Morelia fue constante durante casi todos los meses del año, aunque las fechas más disputadas en cuanto a permisos eran la temporada de cuaresma, las que cubrían las festividades patrias, el día de muertos, la temporada navideña y de año nuevo. Recuérdese que durante estas festividades, Morelia era punto de confluencia de una numerosa población flotante que interactuaba activamente con la sociedad capitalina. Las cuotas para otorgar las licencias correspondientes a las empresas taurinas fluctuaban de acuerdo al renombre de los espadas, así como el horario de las funciones pues si eran nocturnas eran más elevadas y por supuesto, si estas tenían lugar en temporada festiva también se incrementaba el impuesto. De esta forma entre 1893 y 1898, localizamos que las cifras variaban de $50 a $100, sin incluir adicionales ni el depósito que se realizaba en el Monte de Piedad para servir como garantía a cualquier multa. Como complemento de las corridas de toros, además del ya mencionado jaripeo se introdujeron números de pantomima, bailes y globos aerostáticos con farolitos venecianos y fuegos artificiales. Aunque los reglamentos estipulaban la prohibición de dedicar el espectáculo a cualquier autoridad, empleado o particular, no era extraño encontrar en los carteles, honores al gobernador del estado o a Porfirio Díaz, sobre todo cuando las corridas coincidían con los festejos de sus onomásticos. Por lo general quienes realizaban tales dedicatorias eran cuadrillas conformadas por aficionados morelianos donde podíamos encontrar los nombres de Aureliano Pérez Gil, José Iturbide, Felipe Menocal, Gabino Oseguera, Gregorio Patiño, Mariano Ojeda, Alberto Ibarrola, entre otros miembros de familias acaudaladas de la ciudad.376

376

AHMM, Sría del Ayuntamiento, libro 322, Exp. 2, sep. de 1894.


La accesibilidad del espectáculo taurino a todos los sectores sociales se expresaba hasta en los lugares donde se expendían los boletos. Estos estaban a disposición del público “en la elegante y lujosa cantina y billares del Sr. Gustavo Richaud, en la tabaquería La Primavera y en el bazar de los pobres Mercado de San Francisco número 9”377 además en las taquillas de la plaza de toros. Las vías de comunicación tuvieron un importante papel en el traslado de los aficionados no precisamente morelianos. Tales eran los ramales de Acámbaro y Pátzcuaro a Morelia, incluyendo las estaciones intermedias, las cuales hacían válidos los boletos para el regreso de las personas un día después de la corrida. Ciertamente, la puesta en marcha de todo un proyecto cultural encaminado a la formación de “ciudadanos”, dotados de características cívicas y morales que denotaran un ambiente “moderno” había sido evidente sobre todo a partir de la fundación de numerosas instituciones educativas y académicas, cuyas actividades centrales se encaminaban a llevar a cabo dichos ideales. Sin embargo, al parecer el modelo cívico pretendido tanto por el gobierno michoacano como por Díaz estaba por debajo del desarrollo real de la sociedad y de las pérdidas que la prohibición total del espectáculo taurino podían significar para las arcas estatales, por lo que lo decretado en los reglamentos continuó caracterizándose por la doble moral que su acato tenía tras de sí. Si bien es cierto, no dejaría de ser una actividad polémica, los primeros lustros del siglo XX otorgarían al espectáculo taurino el logotipo de estereotipo nacional, al tiempo de que se hacían más frecuentes las publicaciones donde el tema de la tauromaquia se abordaba desde los palcos académicos. Morelia, invierno de 2005.

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AHMM, Sría del Ayuntamiento, libro 341, Exp. 20, f. 314, 26 de mayo de 1898.


APÉNDICE Nº 3 HOMBRE, BESTIA Y SENTIR. 378 POR ISABEL GALVÁN ROCHA. Isabel Galván Rocha envía este inspirado correo: “Expresión cultural ta antigua como la fiesta brava implica obviamente un conocimiento de años; le comparto la experiencia única que fue asistir a una corrida por primera vez.

“Fue una tarde de noviembre de 2007, en la Plaza de Toros México, y siendo insumisa como soy, miraba las dos partes: la de jóvenes ambientalistas afuera y dentro del coso, un caudal hacia un triple sentido que atrapa diversas emociones, desde la pasión del torero, la sangre y la fatiga del animal, aunados al corazón de quien por primera vez los presenciaba… “En la plaza ya me encuentro y la hago mía, porque somos tres quienes nos encaminamos en la misma senda: un hombre, una bestia y un sentir. El sentir soy yo, porque intimo sin hablar, porque me abro, me enciendo, me apasiono, me espero y me extingo al morir por dentro un poco. El torero, vestido de luces, con pensamientos que transitan por su ser y emociones que se descubren como tiernas flores al amanecer, piensa, siente, y en suspiros toca enfrentar su suerte o su muerte. “Despliega su capote ante la bestia, la alienta y la llama con voz que sólo se escucha entre ellos, el toro atiende y acude, el hombre escruta con sensibles miradas que buscan abrir el oscuro e impenetrable proceder del que asola la purpúrea tela. El sentir calla y lo admira, entra en comunión, estoy ante él, en sentido, y al dar peso a un sentido, siento y me muevo con él y con el toro, porque no estoy aquí, estoy en él. “Emociones que se entrecruzan con sentimientos de angustia y de pesar, de la fuerza que se rinde ante el orgullo; hay soberbia y se ostenta ante quien se sabe poderoso como el toro y la mente del torero, que es el hombre que argumenta con su astucia y su destreza.

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La Jornada, del domingo 23 de diciembre de 2007. Sección Espectáculos, p. 8ª. ¿La fiesta en paz? Columna del periodista Leonardo Páez.


“La montura con un jinente decidido, torpe el caballo con sus ojos cancelados, lleva a cuestas la carga de un peto que protege su cuerpo de astas decididas. El toro embiste, no se arredra de su acto, y el picador con la fuerza de su brazo asesta el duro golpe en el lomo de la bestia; la suerte de varas está hecha. El sentir entra en comunión con la bestia, que es el toro, es enigma, es silencio, no se postra y no es vencido, sigue adelante, más cansado… “El tercer tercio comienza y estoy en él, soy yo la del sentir, que acosa y persigue sus sensaciones, que al estar en la mente y el cuerpo del torero concibe la astucia con la dureza que dan las experiencias del pasado; capturo e hilvano las emociones que su pasión desborda, transitan hacia mí y me alejo porque las he sentido. “Con la muleta, en momentos esa comunión hombre-toro y toro-hombre, en sinergia, empuja a más, hay algarabía y olés, se suceden instantes de tensión o un pesado silencio. El sentir, que soy yo, mira el toro, lo observa y se adentra, es misterio, es símbolo que prestó con urgencia un ánimo encendido que se agita y se agota; es suspiro, es la sangre que se escurre lentamente por su lomo; ya no puede más, sólo espera; yo me retiro…”


APÉNDICE Nº 4 NÓMINA DE MUJERES TORERAS. (SIGLOS XVI – XXI). ANDALUZ, Teresita: Matadora de novillos, muy valerosa y con gracioso arte para su profesión. Le tenemos anotadas varias actuaciones en la temporada 1960-1961 poR LOS Estados, siendo todos buenos éxitos los que cosechó en su trabajo. (Ángel Villatoro –A. V., 1964, 82-)379. APARICIO, Juanita: De todas las señoritas toreras contemporáneas que han salido no puede dudarse que ésta es la que ocupa el primer lugar (en el siglo XX, como mexicana, aunque la presencia de “Conchita” Cintrón haya cubierto una época con su estela de presencia y otras virtudes). Con un valor que ya lo quisieran muchos espadas de tronío y un arte que para sí quisieran muchos coletudos que presumen. Y esto dentro de una gran femineidad. Actuó cuanto quiso, no sólo en los Estados, sino también en la capital, siendo la única torera a pie moderna que ha logrado tal honor. Fue también por Centro y Sudamérica, siempre cosechando éxitos. Los novilleros con quienes actuaba la temían, pues su valor y arte hacía que los públicos se volcaran y compararan. Retirada de la profesión por su casamiento, sólo alguna vez ahora torea en festivales benéficos. (A. V., 1964, 82). CLAVEL, Lucy: Torera mexicana de gran habilidad y valor. Actúa mucho con su cuadrilla en los Estados y también en festivales de las plazas de Centroamérica, cosechando muchos triunfos. (A. V., 1964, 116). COBIÁN, María, la Serranita: Matadora de novillos, de mucho cartel en toda la República, actuando mucho por las plazas del interior. Maneja con soltura la capa y la muleta y tiene mucho valor para entrar a matar. En las plazas de Centroamérica goza de prestigio, lo mismo que en Venezuela y Colombia, donde suma muchas funciones. (A. V., 1964, 116-7.). GALLEGOS VALLES, Migdalia, Lola Montes: Señorita torera, natural de Camargo (México), que actuaba en ruedos del norte, centro y sudamericanos, con cierta frecuencia, desde los últimos años de la década de los cincuenta de nuestro siglo. Anunciada como “la muñeca de porcelana”, parece ser que no le faltaba ni arte ni valor para lidiar las reses, de más o menos casta, que le correspondían”. (J. M de Cossío, et. al., V, 947). GAONA, Gloria: Banderillera mexicana en una cuadrilla femenina, de la que eran espadas Lupe Montes y Teresa Montero. Torearon por diversas repúblicas hispanoamericanas durante los años cuarenta del siglo en curso. (J. M de Cossío, et. al., V, 948). GARCÍA, Eladia: Señorita torera mexicana, que hacia 1954 tomaba parte en reducido número de festejos celebrados en ruedos de su patria. (J. M de Cossío, et. al., V, 962). GARCÍA, Esperanza, la Negra: Señorita torera mexicana, cuyos primeros pasos en los ruedos los dio como banderillera en la cuadrilla encabezada por Lupe Montes y Teresa Montero. El 1° de junio de 1945 resultó lesionada en una corrida celebrada en Medellín (Colombia). Ya como espada capitaneó una cuadrilla, junto a Teresa Andaluz, que dirigía 379

Ángel Villatoro: Antología Taurina Mexicana. Madrid, Biblioteca Nueva, y Sánchez Leal, editor, 1964. 407 p.


Eugenio Alvarado. El 23 de noviembre de 1946 se lució lidiando en Matamoros, Tamps., una res de Refugio Peña. Esta formación de féminas llegó a alcanzar cierta popularidad en aquel tiempo y lugar”. (J. M de Cossío, et. al., V, 963). GARCÍA, Guadalupe: Señorita torera mexicana. El 19 de febrero de 1950 tomó parte en la corrida que se celebra en Matamoros (México), fracasando al no poder matar a una de sus reses, la que fue estoqueada por el novillero Antonio Márquez que presenciaba el festejo. (J. M de Cossío, et. al., V, 966). HERNÁNDEZ, Carmen: Señorita torera mexicana, hija de un ganadero durangués, lo que le facilitó desde su adolescencia familiarizarse con las reses bravas. El 10 de junio de 1962 dio muerte acertada a un novillete de la vacada de Francisco Hernández en la plaza Guadalajara (México), en una corrida que hubo de suspenderse por lluvia tras la muerte del tercer astado. Duró poco tiempo en la profesión torera. (J. M de C., V., 1066). LÓPEZ, Herminia: Señorita torera de nacionalidad mexicana, que perteneció a la cuadrilla encabezada por la matadora Esperanza García, la Negra. Actuó tal agrupación en cosos hispanoamericanos hacia 1949. (J. M de C., V., 1146). MARTA, María: Señorita torera de nacionalidad guatemalteca, que en la capital de su país actuó el 22 de octubre de 1961, con una res de “Coapantes” tras la intervención de los espadas Jesús Córdoba y Emilio Sosa. (J. M de C., VI., 31). MARTÍNEZ, Bertha: Señorita torera, que tomó parte en la novillada celebrada en Mtamoros (México), el 16 de enero de 1955, donde estoqueó ganado de Ibarra junto a Román Saucedo, Arturo Taméz y Tito Palacios. (J. M de C., VI., 54). MARTÍNEZ, Gloria, la Gitana: Señorita torera mexicana, que a mediados del corriente siglo gozó de alguna opopularidad en ciertas repúblicas hispanoamericanas. El 24 de septiembre de 1950 se presentó en Lima (Perú), en unión de su compatriota Teresa Andaluz, donde triunfó con ganado de “Yencala”. El 11 de marzo del siguiente año toreó en Barranquilla (Colombia) también co buen éxito. Destacaba en el segundo tercio y tenía gran facilidad con el estoque. Su época de relativo esplendor no duró demasiado. (J. M de C., VI., 57). MARTÍNEZ, Rosa Berta: Señorita torera, que actuaba en ruedos mexicanos hacia 1957. El 3 de marzo de ese año lo hace en Puruándiro junto a Lucy Clavel y Andrés Vieira, donde estoqueó una res de Ruiz Chávez con todo lucimiento, ya que cortó las orejas y el rabo. No le tengo anotadas funciones de mayor categoría. (J. M. de C., VI., 69). MEDINA, Angelina: Señorita torera mexicana, que formaba parte, como banderillera, de la cuadrilla femenina dirigida por Eugenio Alvarado, la que alcanzó bastante popularidad en los estados mexicanos durante la temporada de 1946 y siguientes. (J. M de C., VI, 81). MONTERO, Teresa: Señorita torera de nacionalidad mexicana, que encabezaba, junto a Lupe Montes, una cuadrilla femenina que no se limitó a actuar en ruedos de su país sino que lo hizo igualmente en los de diversas repúblicas sudamericanas. El 1° de junio de 1945 estoqueó en Medellín (Colombia) un astado que había lesionado a Esperanza García. Por aquellos años llegó a alcanzar cierta notoriedad en aquellos pagos. (J. M de C., VI, 118).


MONTES, Lupe: Señorita torera de nacionalidad mexicana, que encabezó una cuadrilla de mujeres dirigida por Eugenio Alvarado (Alvaradito) y en la que igualente figuraba como espada Teresa Montero. No se limitó tal formación a actuar en ruedos mexicanos sino que también lo hizo en los sudamericanos, en especial en los de Colombia. El 1° de junio de 1945 alcanzó un sonado triunfo en la plaza de Medellín al tener que estoquear cinco reses, por cogida de la que aquella tarde la acompañó en el ruedo –Esperanza García-, ya que le condedieron un total de tres orejas. Permaneció en activo, al menos, media docena de temporadas. (J. M de C., VI, 120-1). MORALES, Elena: Señorita torera, que actuaba en ruedos mexicanos, en festejos modestos, al comienzo de la década de los años cuarenta del siglo actual. (J. M de C., VI, 129). OLGUÍN, María, la Cordobesita: Señorita torera, que actuaba en los ruedos mexicanos hacia 1940 y que alternaba sus apariciones en los cosos con su presencia en los estudios cinematográficos. Parece que era de nacionalidad española, pero quedó inédita en estos pagos como torera. Era hermana de Teresa Olguín (la Gitanita). (J. M de C., VI, 192). OLGUÍN, Teresa, la Gitanita: Señorita torera, pienso que de nacionalidad española, que actuaba en las plazas mexicanas al término de nuestra contienda civil, sin poder hacerlo en los ruedos españoles por la prohibición de torear, a pie, a las mujeres. Era hermana de la también torera María Olguín (la Cordobesita). (J. M de C., VI, 192). RUIZ LOREDO, Graciela: Rejoneadora de nacionalidad mexicana, que se presentó a muy temprana edad, como profesional, junto a sus hermanos Arturo y María, el 4 de mayo de 1958, en la plaza Monumental de Ciudad Juárez (México). El éxito familiar fue completo en tan destacada oportunidad. (J. M de Cossío, IV, 408). SERNA, Yolanda de la: Rejoneadora que actuaba en ruedos mexicanos a mediados del siglo actual. El 5 de diciembre de 1954 lo hace en Acapulco discretamente con una res de Cortijo. Sufre una ca´da del caballo en Cherán (Michoacán), el 14 de octubre de 1956, en su segundo enemigo del Rocío tras haber cortado la oreja a su primero, y resulta con fractura del tobillo izquierdo. Esta caballista echaba pie a tierra y estoqueaba a sus novillos si no morían antes por efecto de algún rejón. (J. M de Cossío, VI, 481). TRASCIERRA, Yolanda: Señorita torera, que figuraba como sobresaliente de espada en la cuadrilla mexicana encabezada por Lupe Montes y Teresa Montero y dirigida por Eugenio Alvarado “Alvaradito”. No solo torearon en cosos de su país sino también en los colombianos en 1945. (J. M de Cossío, VI, 527). VALDÉS, Ángeles: Banderillera de nacionalidad mexicana, que figuró en la cuadrilla femenina de la que eran espadas Teresa Andaluz y Gloria Martínez “La Gitana”. Torearon en varios países hispanoamericanos por los años cincuenta de nuestra centuria. (J. M de Cossío, VI, 538). VALDÉS, Catalina, la Pulga: Banderillera en una cuadrilla de Señoritas Toreras Mexicana, que encagezaban Teresa Andaluz y Gloria Gitana. Logró un gran éxito al actuar en Barranquilla (Colombia) el 11 de marzo de 1951. (J. M de Cossío, VI, 538). ADENDA.-A consulta expresa con el matador de toros Francisco “Paco” Dóddoli, fue posible obtener el dato de las 14 toreras que se encuentran activas, por lo menos hasta este año de 2020. Aquí los datos:


Silvia Fajardo Vargas, “Silvia Fajardo”, novillera; Ana Paola Hernández Ortiz, “Paola Hernández”, novillera; Blanca Guadalupe López Maldonado, “Lupita López”, matadora; Luz Enena Martínez Molina, “La Luz del Toreo), novillera; Melina Pérez Parra, “Melina Parra”, matadora; Elizabeth Ramírez Moreno, “Elizabeth Moreno”, novillera; Karla Denisse Sánchez San Martín, “Karla de los Ángeles”, Matadora; Karla Goergina Santoyo Plascencia, “Karla Santoyo”, novillera; Mónica Isabel Serrano Velarde, “Mónica Serrano”, rejoneadora, e Hilda Eliana Tenorio Patiño, “Hilda Tenorio”, matadora.


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